Y es que ni se lo había acabado de creer cuando le habían aceptado en aquella compañía, se sentía dichoso, todo el cuerpo le parecía vibrar de la emoción cuando pisó por primera vez la entrada de la TS como aprendiz oficial de ese lugar haciendo que una sonrisa se colará en su rostro.
Era feliz, ¿qué más podía pedir? Estaba cumpliendo su sueño más preciado, se sentía flotando en la séptima nube, y si no fuera porque era tímido y algo cohibido; estaría saltando a lo Heidi, apartando también el hecho de que la chica de la recepción le miraba como si no hubiera un mañana haciendo que hundiera su rostro bajo la cremallera de su casaca. Fue entonces cuando se acercó uno de sus maestros para llevarlo a donde conocería a sus compañeros.
Estaba tan emocionado que por primera vez se había levantado como si tuviera un resorte en el trasero y cuando el despertador había sonado Jun Hong ya se encontraba tomando su desayuno, mejor dicho, atragantándose con un pan mientras su madre le decía lo muy orgullosa pero también preocupada que estaba. Pero realmente estaba tan entusiasmado con la idea de que sería su primer día que no hizo mucho caso a las palabras que después de un rato le otorgaba su padre pues el menor tenía la cabeza en otro lado imaginándose como serían sus días a partir de ahora, antes había querido ser un jugar de fútbol pero desde que había visto a Eminem se había inspirado de manera completa al punto de querer ser el mejor para estar a la altura de su ídolo.
Como muchos dicen nada es color rosa y fue lo que pasó cuando su mirada, algo guardada y que trataba de hacer lo menos directa, se encontró con aquel chico de cabellos oscuros que tenía la piel blanca como si se tratase de nieve, sus ojos eran finos y oscuros como si estos fuesen botones, luego venía su boca adornada por unos vistosos y rosas labios parecía la boca de una chica —ese pensamiento hizo que el menor arrugará la nariz de manera inconscientemente— ese personaje que obviamente era digno de ser un ulzzang —cosa que luego se enteraría que aquel pensamiento suyo era cierto— andaba sentado en uno de los sofás de manera tan desgarbada; haciendo que Jun Hong mentalmente le calificará de despreocupado y ya se hacía su cabeza de esos típicos que creían tener el mundo en su palma de la mano solo por tener un buen físico, y casi soltó un bufido cuando su maestro se le acercó dándole una palmadita en el hombro para que saliera el escrutinio de ese chico tan fresco cual lechuga.
—Él será uno de tus compañeros —comentó como si nada el adulto haciendo que el menor alzará ambas cejas sin poder evitarlo y casi soltó una mueca de disgusto, el creía que su grupo iba a tener un concepto varonil sobretodo fuerte, ese tipo con rostro de portada de revista en lo absoluto encajaba en eso.
Simplemente asintió con la cabeza aguantando el suspiro de decepción que estaba en su rostro—. Ahora esperemos que el resto llegue, iré a buscarlos, date un tiempo para conocerlo; es agradable —dijo su maestro antes de salir de la sala de baile haciendo que Jun Hong se tensará, el hecho de tan solo compartir aire con aquella cosa, digo, ser le estaba fastidiando hasta los pulmones por el aire que respiraba estaba contaminado por el carbono que el mayor había expulsado.
Bien nada podía ser perfecto.
Buscó un lugar apartado de esa persona que se encontraba escuchando música de manera relajadísima como si le viniera e iba quien estuviera en la sala. Caminó con lentitud hacía un sofá que estaba delante del otro pero que estaba en el extremo de la sala y se puso observar por el rabillo del ojo como su reflejo caminaba a su lado por el gigantesco espejo. Una vez estuvo sentado dejo su mochila a un lado cerró suavemente sus ojos tratando de descansar un poco la vista pues desde anoche que había estado en vela por culpa de los nervios y ansias que habían estado latentes para llegar hasta donde estaba. Al fin. Al fin su sueño comenzaba a tener forma y hacerse más sólido. Eso era bueno y permitió que una sonrisa pequeña se deslizará en sus labios pero pudo sentir una mirada sobre él haciendo que abriera lentamente los ojos para encontrarse con aquel chico, que desde primeras ya le caía patoso, casi pegado a su rostro haciendo que pegará un brinco y abriera los labios para soltar algo coherente como una queja por no tener el más mínimo respeto por su espacio persona pero solo logró tragar duro.
—Así que tú eres el pequeño del cual todos hablan, ¿eh? —fue lo que preguntó el mayor casi para sí mismo deslizando su mirada sobre el menor que por inercia se encogió tratando de dejar lo menos posible a aquel tipo tan fastidioso que ahora solo demostraba su poder para incomodarle con tan solo esos dos par de ojos que parecían desnudarle hasta ver su alma haciendo que sacudiera la cabeza por aquellos pensamientos—. Soy Kim Him Cham.
«¿Y quién se lo preguntó? », fue el único pensamiento que pasó por su cabeza haciendo que entrecerrará levemente los ojos tratando de evadir algo cohibido la directa mirada que ofrecía el mayor. Y quiso apartarlo de un manotazo al rostro.