La vida sigue y con ella siguen las decisiones que tomamos, sean buenas o malas.
Así que puede que me arrepienta de algo que hice en el pasado pero, la verdad, es que tuve que aceptar las consecuencias que esa mala acción causó.
Y ahora, al parecer es lo mejor que me ha pasado.
Mi vida nunca fue un cuento de color rosa, cuando era joven fui maltratado por el que se llamaba mi esposo y a pesar de esos maltratos yo lo seguí queriendo. Y de ese amor que sentía yo por él nació mi primer hijo, alguien a quien se lo debo todo, si no llega a ser por mi hijo no me habría dado cuenta de lo que hacía ese hombre a mis espaldas y del daño que me causaba a mi, ya que siempre se lo perdonaba todo y el dolor lo olvidaba.
Cuando me di cuenta de que ese hombre no era para mi, lo deje y le pedí el divorció, él me lo concedió pero me amenazó, si lo hacía, si firmaba los papeles, él se suicidaría. En ese momento yo todavía lo quería y por supuesto, para mi, fue un golpe bajo. Pero aun así yo seguí, firmé los papeles y me lleve a mi hijo conmigo.
Al día siguiente, ese hombre se suicidó y lo hizo dejando una carta, donde me culpaba a mi. No habían disculpas por pegarme ni por engañarme y mentirme, solo me culpaba de todo.
Lo que pasó después es un recuerdo difuso, le dí el niño a mi madre y salí a emborracharme, quería olvidar y lo conseguí. El problema fue que no amanecí solo, a mi lado había un hombre muy alto y extranjero, al cual no volví a ver.
Semanas después me enteré de que me había quedado embarazado de ese hermoso extranjero y yo seguí a delante, y al final tuve a mi segundo hijo.
Los recuerdos dolían pero siempre estarían ahí, sonreí mirando las fotos donde estaban mis dos pequeños, Jackson y Junhong, pero la cosa es que ya no eran mis dos pequeños, sino unos adolescentes con las hormonas alborotadas.
Me recosté en la silla y suspiré mientras susurraba mi nombre en aquella placa de oficina – Director Park JungSoo
Narra KyungSoo
Llegué a casa cansado de estar todo el día trabajando y solo tenía ganas de tumbarme en la cama y dejarme mimar por mi marido, quien obviamente ya estaría en casa.
Entré al salón y vi que Kai estaba durmiendo en el sofá, me acerqué lentamente y me tumbé encima suyo.
- Hola – susurró con voz adormilada – ¿como estas?
- Muy cansado – contesté restregando mi mejilla por su pecho - ¿los niños?
- Durmiendo, podremos hacer nuestras cosas – sus manos bajaron hasta mi trasero y se quedaron ahí, acariciándolo.
- Demasiado cansado – contesté mientras le deba pequeños besos por la cara hasta llegar a sus labios.
- Y yo, solo quedémonos así un rato y descansemos – dijo devolviéndome el beso – Antes de que se me olvide, necesitas hablar con HyungSoo.
- ¿Que ha pasado? - HyungSoo era igual a mi en apariencia, pero no en personalidad.
- Yo... Digamos que escuche algo que no debía – contestó nervioso – Ayer llegué temprano a casa y él no estaba solo, estaba acompañado, muy bien acompañado.
- ¿Que quieres decir? - pregunté, mi hijo era demasiado pequeño para tener sexo.
- Lo escuche teniendo sexo, que vergonzoso, hoy ni siquiera lo pude mirar a la cara – dijo todo rojo.
- Dios ¿realmente se ha atrevido a tenerlo en casa? - pregunté, en ese momento yo ya no estaba encima suyo, sino paseándome por todo el salón. No me lo podía creer, y yo que pensaba que él era inocente y al final no lo es.
- No te preocupes, revisé su basura y había un preservativo, así que estate tranquilo, que al menos se protege – me abrazó por detrás y nos llevó a nuestra habitación.
Empezó a sacarme la ropa mientras me daba pequeños besos en la espala y acariciaba mi pecho.
- De repente ya no estoy tan cansado – susurré mientras me giraba y entonces empecé a sacarle la ropa a él.
Enseguida nos perdimos entre las sabanas de nuestra cama, disfrutando de nuestros cuerpos y del placer de estar juntos, olvidándonos de todo lo que nos rodeaba.