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*Lovelyz* por yane

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Notas del fanfic:

Bueno

 

Como siempre aclaro que el texto de este fic, no me pertence

es adaptacion.

Otra cosa se que no es un buen nombre xD ... para el fic..

pero no se  porque le puse asi ... jajajaj U_U

 

 

Notas del capitulo:

Hola

 

Regrese con un Nuevo Fic 2min.... ^^

Espero sea de su agrado... y le den Mucho amor, como han hecho siempre....

 

bueno a leer.

 

 

Víspera de navidad una época donde las familias disfrutan al comprar regalos, planear la cena navideña, adornar un arbolito, y disfrutar en familia.

Porque todos eran felices y él no.

Taemin suspiro, cuando su nana se las arregló para sacarlo de casa para  comprar adornos navideños. Aunque a Taemin no le apetecía mucho celebrar aquellas fiestas, lo hizo por no darle un disgusto a su nana Hana. Cuando el semáforo se puso rojo Taemin enumeró los regalos que debía comprar. Para su nana, sus hermanos Onew y Taeyeon, su sobrina Joy, y Baek, su cuñado.

Al pensar en ellos recordó con nostalgia los años en que ellos eran pequeños y celebraban navidad con su mamá. Qué diferentes eran ahora. Cada uno había seguido con su vida. Taeyeon, en unas vacaciones en Taiwan, conoció a Baeckyun, un arquitecto se enamoró y en cinco meses se casaron y  ahora, por el trabajo de su cuñado, vivían en Boston. Hablaba con ella por teléfono, siempre que podían.

 A Onew lo veía más. Como él decía, le gustaba ser libre. Viajaba de un lado para otro. Cantaba en un grupo musical, y lo llamaban semanalmente. Intentaba estar pendiente de su «hermanito», como él lo llamaba cariñosamente. Al pensar en su madre, a Taemin se le llenaron los ojos de lágrimas. Fue el alma de la familia siempre luchando por ellos, desde que su padre los abandonara, todos estarían más unidos. Por desgracia, murió en un accidente de tráfico años atrás, cuando un loco borracho se estrelló contra su auto. Nunca olvidaría aquel fatídico día, ni todo lo que ocurrió después...

—¿Taemin, pequeño, te ocurre algo? —preguntó Hana su nana preocupada.

La gente pitaba desde su coche. El semáforo hacía rato que estaba en verde y Taemin no arrancaba.

 —No, nana. La Navidad, que siempre trae recuerdos —al ver que ella lo miraba, dijo—: Cambiando de tema, ¿qué quieres que te regale?

 —¡Oh no! Te digo lo mismo todos los años.

 El mejor regalo para mí es que algún día salgas de esa triste  y solitaria vida que llevas. ¿Me darás ese regalo, verdad?

 —Al ver que no contestaba, señaló—: Taemin es hora que disfrutes la vida, eres joven, posees un belleza natural y…

—Bueno, ya hablaremos —dijo cortándola Taemin.

Al llegar al centro comercial aparcaron el auto y Hana se encargó de comprar cuantos adornos de esos que tanto le gustaban. Compraron cintas y bolas de colores, encargaron un árbol de Navidad y luego fueron a una tienda de juguetes. Allí compraron varias cosas para Joy, la hija de Key, su mejor amigo, y para Wendy, su sobrina. Al salir pasaron por una joyería y con fingido disimulo se fijó en que Hana miraba unos pendientes, pero se hizo la despistada mientras compraba unas pulseras para Luna, su secretaria.

Ahora ya sabía qué comprarle a Hana, aunque sabía que lo mataría cuando se los diera. Según la propia Hana, tenían un precio indecente. Pero es se lo podía permitir.

Caminaron cargando un sinfín de bolsas, Hana le propuso a Taemin terminar las comprar pero a él, le quedaba por comprar algo para su hermano.

 De pronto vio en el escaparate de una tienda una chaqueta de cuero negro. ¡Eso le gustaría! Sería el regalo perfecto.  Fue decidido a comprarlo, pero justamente el hombre que entró antes que ellos en la tienda, también buscaba lo mismo.

Bueno… pensó Taemin. Solo quedaba esa. Hasta la semana siguiente no recibirían más. Taemin, dispuesto a llevarse la chaqueta, miró al hombre que se disponía a probársela y, sorprendiéndose a sí mismo, dijo:

 —No creo que sea su talla, ni su estilo.

 El hombre se dio la vuelta para mirarlo. No sabía si hablaban con él y, cuando vio a aquel joven, lo miró extrañado y preguntó con una sonrisa:

 —¿Por qué cree que no me va? Oh…Oh, y ahora... ¡Qué digo... qué digo!, pensó con rapidez.

 —Cre... creo que ese color no va con el tono de su piel. Además, esa talla es pequeña para usted. Se ve a la legua.

El desconocido, tras cruzar una mirada con Hana, que se había quedado sin palabras, se dio la vuelta, se miró en el espejo y se la probó.

En ese momento Taemin se fijó en él. Era un hombre muy atractivo. Treinta y pocos años, más alto que él, con buen porte, e iba impecablemente vestido con un traje de Armani. Sin poder dejar de observarlo, se fijó en su oscuro pelo y en sus inquietantes ojos, que lo traspasaban a través del espejo.

 —Yo creo que es mi talla, joven—replicó para su disgusto.

 Ensimismado por aquella ronca voz, y mientras pensaba en cómo convencerlo para que no se llevara la chaqueta, no se dio cuenta de que él se había girado para decirle algo y lo miraba. Aquel muchacho menudo con aquel divertido gorro a rayas negras y blancas era bonito. Tenía un pelo rubio muy gracioso, una naricilla aniñada o mejor dicho un rostro angelical y, vestido con unos vaqueros viejos, era de lo más tentador.

Por unos instantes pensó en la suerte que tendría la persona para quien él quería la chaqueta. Seguían sin hablarse ninguno de los dos hasta que él rompió el silencio:

—Repito: creo que es mi talla.

Pero si usted cree que yo no debería quedármela, tome, para usted — dijo mientras se la quitaba y se la tendía—. Seguramente a usted le quedará mejor, aunque lo dudo.

Tanto en su tono de pelo como en su tono de piel —se mofó con una sonrisa burlona. Taemin, hechizado por su magnetismo, le respondió ofendido:

 —No es para mí. —Y, frunciendo el entrecejo, aclaró—: Además, ¿quién se ha creído usted para hablarme así? Boquiabierto por su desfachatez, iba a responder cuando se fijó en la sonriente mujer que, callada al lado de él, lo estaba pasando en grande. Por ello, con la mejor de sus sonrisas, volvió a mirar al joven y aclaró:

 —Perdone usted, pero creo que la primera persona que ha empezado a hablar ha sido usted. Yo simplemente me estaba probando la chaqueta y no creo haberle pedido opinión ni a usted, ni a nadie. ¿O quizá le he pedido que me diera su opinión?

Hana, apoyada en el mostrador, se divertía. ¡Qué hombre más interesante! Mi pequeño Taemin está tontito,  si no se da cuenta que se ha fijado en él y aprovecha esta situación, pensó, pero calló.

—Está bien. Lo asumo. He sido yo —reconoció molesto—. Le pido disculpas, señor. No quiero la chaqueta, y no tengo nada más que hablar con usted.

 El hombre, al escuchar la contestación, levantó las cejas sorprendido. No estaba acostumbrado a que lo trataran así. Es más, por su trabajo estaba acostumbrado a que todos fueran tras él.

Taemin, sin prestarle atención, comentó algo con el dependiente de la tienda. Una vez hubo concretado se agachó para recoger los paquetes que llevaban, cuando vio a Hana hablar con el hombre. Disgustado por cómo le estaba sonriendo a aquel idiota, dijo:

—Hana, te espero fuera.

 —Adiós, joven—se atrevió a decir el hombre.

Esperaba que él se diera la vuelta para mirarlo otra vez. Sin saberlo, Taemin le dio el gusto.

 —Adiós. Que tenga usted una feliz Navidad.

Hana, cogió el resto de los paquetes que quedaban y salió detrás de él, no sin antes despedirse con una sonrisa encantadora. Ya en la calle, Taemin se paró para mirarla y la reprendió.

—Pero nana, ¿se puede saber de qué hablabas con ese hombre?

—Ay, pequeño, qué hombre  tan atractivo y educado. ¡Mmmm! Con uno así las cosas que yo sería capaz de hacer... Eso sí, con treinta años menos.

—¡Hana! No puedo creer lo que estás diciendo —susurró Taemin, incrédulo por lo que estaba oyendo.

Los dos comenzaron a reír y así llegaron al coche, donde dejaron los paquetes y se dijeron volver a casa.

 

 

**

 

FLa casa de Taemin estaba preciosa con sus adornos color rojo, blanco y plateado. Hacía unos días que había mandado por correo los regalos para su hermana. Estaba jugando con su perro Ramen, cuando sonó el teléfono.

—Diga.

—Taemin —se oyó muy bajito—. Hola, Taeminie. Soy Onew.

—¡Onew! ¿Dónde estás?

—En filipinas. ¿Cómo esta Seúl sin mí?

 Emocionado por oír la voz de su hermano mayor, respondió:

—Pues qué quieres que te diga.

 Hace frio. Y Seúl sin ti no es lo mismo —dijo mirando por la ventana al ver su muñeco de nieve—. He mandado ya los regalos para Taeyon. Por cierto, ¿qué vas a hacer este año en Navidad?

 —Pues... estaba pensando en decirte... ¿Qué te parece si pasado mañana estoy allí y la celebramos juntos? Eso era lo que más le apetecía a Taemin y, emocionado, gritó:

—Siií... Onew, me encantaría. ¿Cuándo llegas?

—El martes llego a las 6:30. ¿Irás a recogerme? Aplaudiendo como un chiquillo, contestó:

 —Por supuesto, tonto.

 Después de hablar un rato con él, se despidieron hasta el martes. ¡Qué maravilla! Su hermano pasaría las Navidades con él. Tenía que hacer algo, él no tenía pensado nada, solo se dedicaría a dormir. Pero ahora tenía que comprar más comida y, sobre todo, ir a comprar su regalo. Sacó una tarjeta del bolso, llamó a la tienda y le confirmaron que habían recibido más chaquetas. ¡Bien!

Aquella tarde cogió el auto y fue al centro comercial para comprar los pendientes que tanto le gustaron a Hana, además de un pañuelo de seda que le iba a encantar. Luego pasó por la tienda para comprarle la chaqueta a Onew. Al entrar miró hacia el lugar donde el hombre de la mirada penetrante había estado ese día y sonrió al recordar los comentarios de Hana.

 

Pasaron los dos días, y ya estaba metido en el auto en camino para recoger a su hermano. Al llegar, miró en los paneles de información para ver si el vuelo de Onew ya había llegado. Cuando llegó a la enorme sala de espera, de pronto vio un rostro familiar. Se paró en seco y vio al hombre de la tienda, con un gran ramo de flores, sentado en uno de los bancos. A su lado había una niña pequeña que jugaba y se reía de las cosas que él le contaba. Tenía los mismos ojos que él y la misma sonrisa burlona. Desde luego no puede negar que es su hija, pensó Taemin mirándolos.

Tenía que pasar por delante de ellos para ir al fondo de la sala. Por ello, agarró con fuerza a Ramen y pasó lo más rápido que pudo. Él no lo vio, pero la niña, al ver a la perra, corrió hacia él.

 —Hola —saludó la pequeña—. ¿Es tuyo este perrito?

 —Sí.

—¿Cómo se llama? Taemin, con rapidez y sin pararse, contestó:

—Ramen. Pero él ya lo había visto. Aquel era el muchacho de la tienda de días atrás. Al principio no podía creer lo que veían sus ojos pero se levantó y acercó a él, divertido.

 —¡¿Ramen?! —rio la niña caminando a su lado—. Qué nombre tan raro. No conozco a nadie que se llame así. ¿Por qué se llama así?

Agobiado, quiso apretar el paso, pero la niña se lo impedía. De pronto escuchó aquel tono de voz. —Qué pequeño es el mundo, ¿verdad? A Taemin no le quedó más remedio que pararse. Educación ante todo, pensó. Al volverse, vio cómo tomaba de la mano a la niña mientras lo miraba con una sonrisa y decía:

—El otro día no me dio tiempo a presentarme. Me llamo Choi Minho —dijo tendiéndole su mano libre, mientras con la otra sujetaba a la niña y el ramo de flores. Taemin, tras resoplar y darse por vencido ante aquella implacable mirada, le tendió su mano libre y dijo:

—Encantado, Minho. Mi nombre es Lee Taemin. Él sonrió. Pero la niña era un auténtico torbellino.

 —¿Cuántos años tiene la perrita?— preguntó, tirándole del abrigo.

 Convencido de que ya no podía escapar, Taemin se agachó para poder hablarle de frente.

—Ahora tiene cuatro años —dijo mientras la perra se tumbaba panza arriba para que la tocasen—. Mira, ¿ves? Le gusta que la acaricien. Se pone así para que le hagas cosquillas en la barriguita, ¿lo ves? —La niña sonrió y la tocó—. ¿Cuántos años tienes tú?

La niña, abriendo los ojos inmensurablemente, dijo con una sonrisa:

 —Yo también tengo cuatro años, y a mí también me gusta que me hagan cosquillas en la barriguita. ¿Verdad, papi?

 Este, desde su altura, sonrió. Adoraba a su hija por encima de todas las cosas.

—Vaya, vaya... ¿También tienes cosquillas, eh? —bromeó Taemin mientras le tocaba la barriguita a la niña y esta se escondía detrás de las piernas de su padre. Ramen, al ver el  juego, se levantó de un salto y se enredó entre las piernas de todos, y por un rato los tres se estuvieron riendo de la situación.

graron desenredarse y controlar la situación de la niña y la perrita, Minho dijo:

 —Esta traviesa es mi hija JiEun. Y como podrás ver, es un terremoto, y está en la edad de no parar de preguntar cosas —aclaró con una sonrisa en los labios.

 Taemin asintió y tuvo que sonreír. El momento lo pedía. De pronto anunciaron la llegada de los vuelos. Rápidamente y sin pensarlo, al ver la oportunidad de alejarse, dijo:

—Bueno, Minho, encantado de haberte conocido.

—Por cierto, ¿te compraste la chaqueta? —.preguntó haciéndolo reír. Minho iba a contestar cuando se empezaron a oír las voces de un hombre llamándolo.

 Era Onew, que corriendo se acercaba a su hermano. Taemin, al verlo agitó la mano y, tras mirar a Minho y a la niña, se despidió de ellos deseándoles un feliz año nuevo.

Después corrió para abrazar a su hermano. Minho lo siguió con la miraba, hasta que la niña volvió a atraer su atención al empezar a dar chillidos. Metros más atrás una mujer los saludaba; la madre de Minho.

 —¿Pero quién es esta niña tan preciosa? —preguntó Sujoon, con una dulce voz.

—Soy yo, abuelita. JiEun —contestó la pequeña abrazándola. Minho, acercándose a su madre, la besó con cariño y le dio el ramo de flores.

 —Hola, mamá. Cada día estás más joven y más guapa. ¿Qué tal el viaje? —preguntó mientras cogía las maletas. Sujoon miró a su hijo y ambos comenzaron a hablar. Qué orgullosa estaba de él. Había sacado él solo adelante el solo a su pequeña y eso la hacía feliz. No muy lejos de ellos, Taemin estaba como loco con la llegada de su hermano. Llevaba tres meses sin verlo, y quería aprovechar cada segundo de su visita.

—¿Cómo está mi hermanito pequeño? —sonrió Onew abrazándolo.

—Pues como verás, no creo estar nada mal —dijo el con voz infantil que lo hizo reír a ambos. Onew, agachándose para tocar a la perra, que saltaba a su alrededor, saludó:

—Hola, Ramen. ¿Cómo estás?

Abrazados, se dirigían a la salida de la estación cuando Taemin oyó que una vocecita lo llamaba. Se volvió y era JiEun. Rápidamente la agarró de la mano.

—Pero pequeña, ¿qué haces aquí? ¿Dónde está tu papá? La niña, mirando a Onew, respondió:

—Está allí con mi abuelita. ¿Quién es este señor? Sorprendidos por el desparpajo de la niña, los hermanos se miraron y rieron.

 —JiEun, te presento a mi hermano Onew—respondió Taemin agachándose. Con una espectacular sonrisa, la pequeña lo miró y dijo:

—Hola, Onew. ¿Tú también vienes a pasar la Navidad aquí? Acercándose a la pequeña, él sonrió y añadió:

—Pues sí, princesa. Vengo a pasar las Navidad con mi hermanito y con Ramen. —Y, acercándose más a la niña, le susurró—: Y bueno también para ver si tengo suerte y este año santa o los Reyes Magos me traen algún regalo.

 —Tendrás que haber sido bueno —cuchicheó la niña muy bajito—. Porque si no, ellos no se acordarán de ti. Yo he sido muy buena. ¿Y tú?

En ese momento, como un vendaval se acercó hasta ellos Minho quien, al ver que su hija no estaba junto a él, se había asustado. Pero se tranquilizó al ver que estaba con Taemin.

 —JiEun—regañó Minho mientras la cogía con fuerza da la mano—. No vuelvas a hacer esto. Nos has dado un gran susto a la abuela y a mí.

 —No te enfades, papi. Solo quería decirle adiós a Taemin y a Ramen —dijo la niña agarrándose al abrigo de Taemin.

Onew miró a aquel hombre. Su cara le sonaba ¿pero de qué? Y, agachándose de nuevo junto a la niña, le cuchicheó:

—No tienes que volver a darle un susto así a tu papá. Recuerda lo de ser buena. Intentando no reír, Taemin se tapó la boca. Aquel gesto tan natural y aniñado hizo sonreír a Minho.

 —Bueno... es verdad —cuchicheó la pequeña—. ¿Crees que se enfadarán conmigo por esto y no me traerán regalos? Minho fue a contestar pero Taemin se le adelantó.

—No te preocupes, JiEun. Creo que no. Solo venías a despedirte de Ramen  y de mí. Pero de todas formas, no lo tienes que volver a hacer o estoy seguro de que se enfadarán.

 ¿De acuerdo? La niña asintió en el momento en que su abuela llegaba.

—¡JiEun! ¿Estás bien? —preguntó acalorada mientras se fijaba en cómo la niña tenía agarrada a Taemin—. Disculpen. Este pequeño diablillo nos ha asustado. Estaba hablando con mi hijo y de pronto desapareció. Menos mal que la encontraron ustedes. JiEun, suelta al joven, no molestes. Taemin la miró y, ante la atenta mirada de Minho, dijo:

—No se preocupe, no molesta. Soy Taemin —dijo tendiéndole la mano mientras observaba que unos chicos que pasaban por su lado se paraban a mirarlos ¿qué miraban?—. Este es mi hermano Onew.

 —Encantada jovencitos. Mi nombre es Sujoon. Soy la madre de Minho, y abuela de este diablillo. —La perrita se llama Ramen—dijo la niña encantada.

—Oh, qué nombre tan original —asintió la mujer—. Entonces este joven y yo hemos venido en el mismo vuelo. Qué pequeño es el mundo, ¿verdad? —rio SuJoon pensado en lo encantador que era Taemin.

Minho y Taemin se miraron y sonrieron. Aquella frase ya la habían escuchado en menos de una hora dos veces.

—Bueno, nosotros tenemos que irnos —dijo Taemin—. Encantado de haberla conocido. Espero que pasen todos juntos unas felices Navidades. —Luego, mirando a la niña, se agachó y le dio un beso—. Sé buena y seguro que te traen muchos regalos.

Una vez se hubo levantado, miró a Minho y, sintiendo la boca seca, solo pudo decir un «hasta pronto» entre susurros. Aquel hombre, no sabía por qué, lo ponía nervioso. Mientras caminaba junto a su hermano hacia el coche, Onew, con una media sonrisa, comentó:

 —Hummm...¿Tienes algo que contarme? Divertido por lo que decía, sonrió.

—Pero qué dices, tonto. Si tuviera algo que contarte, ¿no crees que ya te lo habría contado?

—Bueno, quizá tengas razón —contestó sin darle importancia. Pero mirándola de reojo, se burló: Tampoco creo que sea tu tipo.

 Demasiado guapo. ¡Bah! Olvidémoslo. Vamos a ver, ¿qué planes me tienes preparados para hoy, hermanito?

 Entre risas y empujones, como chiquillos fueron bromeando hasta su auto. No muy lejos de ellos, Sujoon y su nieta bromeaban y caminaban junto a Minho.

 Éste, con disimulo sacó su IPhone y apuntó la matrícula del auto de Taemin. De camino a casa, Sujoon intentó sacar el tema de la estación. Aquel muchacho le había causado buena sensación. Minho estaba pensativo, y  ella conocía muy bien aquella mirada de su hijo. Algo tramaba, pensó Sujoon.

Notas finales:

Acepto tomatasos.... si no les gusto..

 

Que opinan???

 

solo espero q le den una oportunida.... ^^ 

si veo que no les ha gustado pues lo borro ... ok no ...

bueno ya saben como es 

 

mas de 5 rw y yo actu....

 

nos leemos

 

bye

 


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