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*Lovelyz* por yane

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

 

Yane is back .... xD

 

lamento la demora.... U_U 

 

pero ya regrese.... 

 

bueno a leer

 

La vida  de Taemin dio un giro de ciento ochenta grados. Por su nuevo puesto tenía que terminar las estadísticas, ultimar los preparativos del viaje, y además  tenía que encargarse de la contratación de los nuevos abogados. No tenía tiempo para nada más.

 En las escasas ocasiones que se relajaba en su casa, por su mente se cruzaba, Minho. Cerraba los ojos y lo veía con aquel traje negro en la fiesta, pero inmediatamente en sus divagaciones irrumpía la mujer que se había acercado a él. Cada vez que lo recordaba, se regañaba. “No debía pensar en él”.  Seguramente no volvería a verlo en su vida.

 Lo que Taemin no sabía era que aquel hombre que ocupaba ocasionalmente sus pensamientos, a menudo lo veía regresar a su casa por las noches. Lo esperaba dentro del coche, con la intención de reunir valor para acercarse a él, pero ese valor se esfumaba en cuanto lo veía aparecer.

Un sábado,  después del viaje a Alemania el cual fue un éxito, Taemin se dirigía a casa de su amigo Key, decidió pasar a una tienda infantil para comprarle algo a Wendy, la hija de Key. Él era el padrino de la pequeña. Una preciosa niña de once meses.

Entró en una tienda decidido a comprarle una preciosa camiseta de gatitos que había visto en el escaparate y le recordó a la pequeña, cuando se dirigía a la caja para pagarlo, vio unos muñecos graciosísimos.

Estaba agachado mirándolos de cerca cuando oyó una voz familiar; se volvió y vio a JiEun, la hija de Minho, con una chica de su edad más o menos. ¡Increíble! Cuando se cercioró de que no estaba su padre con la niña, se acercó para saludarla.

—Bueno ¡mira quién está aquí! —dijo agachándose a su lado. La niña, al verlo, y sobre todo al reconocerlo, sonrió y lo abrazó con fuerza.

—¡Taemin! —gritó encantada. Y mirando a los lados, preguntó—: ¿Dónde está Ramen?

 —En casa, cariño. Ella no puede entrar en las tiendas, es muy juguetona y lo tiraría todo. ¿Qué tal estás, preciosa?

—Yo bien, pero... ¿por qué no vienes nunca a casa? —preguntó arrugando el entrecejo y haciendo un gracioso puchero—. Papi me dijo que como tenías mucho trabajo no podías venir. Pero yo quiero que vengas y traigas a Ramen.

Taemin sonrió nervioso ante las cuestiones que le planteaba aquella pequeña, y para cambiar de tema le preguntó:

—¿Dónde está tu abuelita, cariño? Por cierto, ¿se acordó Santa de ti?

—Siiií... —asintió la pequeña abriendo desmesuradamente los ojos—. Me trajo muchas cosas, incluso un perrito de peluche que se llama Ramen.

 —¡Eso es genial! —rio Taemin.

 —También me trajo una muñeca, la casa rosa, incluso una bicicleta—añadió orgullosa—. Pero ha dicho papi que es para cuando vayamos a la casa del campo. ¿Y a ti qué te trajeron?

Con gesto desenfadado Taemin sonrió y respondió:

—Pues un hada de porcelana preciosa, una bufanda y otras cosas que necesitaba.

—A mi papi también le trajeron cosas. Mi abuelita le pidió que le trajeran una corbata, una camisa y unos libros, pero los libros deben de ser muy aburridos.

—Aburridos... ¿por qué? —sonrió Taemin.

 —Por la noche, papi se pone a leer, pero yo veo que no mira hacia donde están las letras. Además, siempre está en la página que pone un cinco y un ocho. Yo creo que es un libro muuuuuy aburrido.

 Taemin soltó una carcajada. Esa pequeña y su manera de explicarse era genial.

 —Pero yo le regalé una cosa que sí le gustó. ¿Sabes lo que es? —divertido, Taemin negó con la cabeza—. Es un muñeco que hice en el cole. Lo hemos puesto en la entrada de casa, y sirve para colgar las llaves del coche.

Cuando se lo di, me dijo que era su regalo preferido.

—Pues claro que sí, cariño, no lo dudes —dijo una voz profunda detrás de ellos.

Minho llevaba rato observándolos. Estaba comprándole ropa a JiEun cuando se dio cuenta de que había dejado la cartera en la guantera del coche. Pidió a una de las dependientas que cuidara un momento de la niña mientras se acercaba al coche, y cuando volvió a la tienda no daba crédito a lo que sus ojos veían. ¡Allí estaba él!

Tan precioso como todas las veces que lo había visto. Vestido con unos vaqueros, una chaqueta azul, unas deportivas blancas, y su cabello rubio. Una belleza natural. Aunque tenía la mirada algo apagada. Se le veía cansado.

 Al escuchar aquella voz, a Temin se le puso la piel de gallina.

—¡Papi! —gritó la niña encantada—. Me he encontrado a Taemin, pero no está Ramen. Taemin se incorporó como pudo y, levantando la mano a modo de saludo, intentó sonreír. No sabía por qué, pero aquel hombre lo ponía nervioso. Demasiado nervioso.

 —Hola, Taemin—saludó éste con una radiante sonrisa, y volviéndose hacia la señorita que cuidaba a su hija, dijo entregándole la tarjeta de crédito—: Muchas gracias por cuidar de ella. Ha sido muy amable. Tome, cargue en mi cuenta las compras.

—¿Para quién es ese muñeco? —preguntó la niña señalando hacia la mano de el—. Yo tengo uno casi, casi igual que ese, pero el mío tiene el pelo azul.

—Es para mí ahijada Wendy; y esta ropita también. ¿Te gusta?

 —Sí. ¿Dónde está Wendy? —volvió a preguntar la  pequeña.

—Cielo... creo que ya de preguntas. Estás mareando a Taemin—susurró él mientras andaban hacia la caja para pagar lo que ambos habían comprado.

 Al oír aquello, Taemin suspiró y, con una sonrisa, indicó: —No te preocupes.

 Es una niña y se comporta como tal. Tras pagar, salieron de la tienda. Taemin se volvió hacia Minho dispuesto a despedirse.

 —Bueno, los tengo que dejar. Voy a casa de un amigo. Pero la niña no estaba dispuesta a dejarlo marchar. Algo que su padre le agradeció en silencio.

—¡Jooooo...! Pero ahora no te puedes ir. Íbamos a tomar una riquísima hamburguesa. ¿Por qué no  vienes con nosotros? ¿Te gustan las hamburguesas? —Pero no le dio tiempo a contestar—. No importa si no te gustan, puedes tomar otra cosa. ¿Verdad, papi? ¿Verdad que se tiene que venir con nosotros a comer algo? —suplicó la niña.

Taemin se encontró con los ojos de Minho clavados en él y pensó ¿Por qué no?

—Está bien. Me has convencido. ¿Dónde nos comemos esa riquísima hamburguesa? Pero solo puedo quedarme un ratito —consultó el reloj—. He quedado con mi amigo en su casa.

 Al oír eso Minho quiso saltar de alegría, pero se contuvo. Los tres se dirigieron hacia una pequeña hamburguesería. La niña iba saltando delante de ellos, mientras que éstos la miraban y sonreían. —Ya he oído que has tenido varios regalos —dijo él para romper el hielo—. ¿Qué tal tu hermano? ¿Se fue ya?

—Sí —suspiró—. Es una pena. Solo nos vemos tres o cuatro días cada dos o tres meses, aunque no me puedo quejar.

A  mi hermana, llevo sin verla dos años.

 —¿En serio? —exclamó Minho—. ¿Pero dónde vive tu hermana?

—En Boston.

Vive allí desde hace unos cinco años —dijo encogiéndose de hombros mientras observaba que un chico sorprendido los miraba—. Vive  al otro lado del charco. Divertido, en tono de broma Minho dijo:

 —Ahora me dirás que tus padres viven en Holanda. Nada más decir aquello, Miho vio que había metido la pata.

—Bueno... ellos murieron.

Deteniéndose en medio de la acera, lo cogió del brazo y le susurró:

—Lo siento, Taemin. Me siento como un verdadero tonto por haber dicho algo tan inapropiado.

—No te preocupes, no pasa nada. Todos tenemos recuerdos, alegres y tristes. Él asintió.

—Desgraciadamente, sí, tienes razón, pero vuelvo a pedirte perdón.

Taemin, para quitarle hierro al asunto, sonrió.

—De verdad, no pasa nada. —Y mirando a JiEun, que le hacía señales desde la puerta de la hamburguesería, comentó—: Me parece que ya hemos llegado.

Es aquí, ¿verdad? Entraron y pidieron unas hamburguesas con papas. Taemin confirmó lo dicho anteriormente por ellos: esas hamburguesas estaban riquísimas. Pero también fue consciente de que la gente los miraba.

En especial los chicos jóvenes ¿qué ocurría? La pequeña tras acabar su hamburguesa, que devoró, corrió a la zona de juego, mientras ellos hablaban.

Durante ese rato, Minho supo un poco de lo ocurrido con la madre de Taemin. Un buen rato después, Taemin consultó su reloj y se sorprendió al darse cuenta de que habían pasado dos horas. Tenía que marcharse,  Key  lo estaría esperando. Con pereza, se levantó de la silla para marcharse, pero Minho rápidamente se ofreció para acercarlo hasta la casa de su amigo.

En un principio Taemin desechó la idea. Pero ante la insistencia de JiEun y Minho, se rindió. Montaron en el coche y le indicó el camino.

Durante el trayecto, JiEun no paró de hablar hasta que por fin llegaron frente a la casa de Key. Taemin, se volvió hacia el asiento trasero donde iba la pequeña y, dándole un beso, se despidió de ella prometiéndole que volverían a verse. Mintió. Cuando llegó el momento de despedirse de Minho, se sorprendió al ver que él se bajaba del coche y lo acompañaba hasta el portal.

 —Quisiera pedirte algo —dijo asiéndolo suavemente del brazo— ...¿cenas conmigo mañana por la noche?

 —Ay... no …no me convienes...  no…

—¿Mañana...? —murmuró despacio—. Lo siento pero mañana tengo mucho trabajo.

 —¿Pasado mañana? —insistió Minho.

 —Uf... imposible —rechazó de nuevo sin pensárselo dos veces. Agachando la mirada, Minho no se dio por vencido y, con una pícara sonrisa, cuchicheó:

—¿No cambiarías de opinión si te prometo algo mejor que una triste hamburguesa?

 —Por favorrrrrrrrrrr... no voy a poder contenerme más, ¡es irresistible! pensó Taemin, pero contestó:

—No, gracias.

 Minho, incrédulo ante aquellas negativas, se apoyó en la puerta, se acercó más a él y volvió preguntar:

—¿Por qué lo haces? ¿Por qué no quieres cenar conmigo?

—Porque no eres recomendable para mí. Los tipos como tú siempre me han dado problemas y acaban decepcionándome, —pensó Taemin.

—No te entiendo, Taemin.--dijo Minho.

—Estás a la defensiva en todo momento. Solo te estoy pidiendo que cenes conmigo, nada más. No te estoy pidiendo que te acuestes conmigo ni nada por el estilo. Solo una cena.

—Uf... qué calor... qué calorrrrrrrrrrrrrrr pensó  Taemin al escuchar aquello e imaginarlo. Pero no.

Él era un buen chico y los buenos chicos no pensaban en esas cosas... ¿o sí? Minho le clavó su mirada inquietante. Lo que más le apetecía era conocer a fondo a ese joven rubio, y saber por qué huía en todo momento.

Algo en él le indicaba que debía ir despacio. Más despacio de a lo que él estaba acostumbrado.

 Aquel joven nada tenía que ver con las personas ambiciosas con las que se había topado hasta ahora.

—Vamos a ver, Minho —resopló Taemin—. En estos momentos no estoy preparado para salir con nadie. No quiero atosigamientos. No me apetece complicarme la vida, ¿entiendes eso?

 Él sonrió al escucharlo.

 —De acuerdo, Taemin. Siento que te hayas sentido atosigado. —Y, llevándose las manos a la cabeza, exclamó—: ¿Te has dado cuenta de la cantidad de veces que me he disculpado hoy contigo?

Taemin asintió y sonrió, y él, buscando las palabras más adecuadas, concluyó:

 —Solo quiero que seamos amigos. Si te prometo que no te seduciré y que me comportaré contigo, ¿me aceptarás la cena... amigo?

 A Taemin se le derritieron los muros de hielo en aquel instante. Aquel tipo era verdaderamente encantador y, tras pensárselo unos segundos, respondió:

—Eres imposible, ¿lo sabías? —Él asintió con una sonrisa—. Está bien. Cenaré contigo.

Pero pagamos a medias, ¿de acuerdo? Minho sonrió pero no dijo nada. Había conseguido una cita con él.

—Pasaré mañana a las seis por tu casa —dijo mientras se dirigía de nuevo al coche, donde JiEun se había quedado dormida. Apoyado en el portal y con el corazón a mil revoluciones, Taemin suspiró y dijo:

—La dirección es...

—Ya la sé —lo cortó Minho desde el coche.

 Anonadado por aquello, cruzo los brazos y preguntó:

—Pero, ¿cómo la sabes? No contestó. Se limitó a sonreír mientras abría la puerta del coche y se marchaba.

Que tonto. ¿Por qué he tenido que decir que sí? Si es que soy masoquista. —pensó Taemin.

Sé que Minho me va a traer problemas, y yo, ZAS... quedo con él, se regañaba mientras subía por las escaleras hasta la casa de Key. Una vez delante, llamó a la puerta. No abrieron. Volvió a llamar repetidas veces pero nadie contestó.

Bajaré al parque. Seguro que Key está allí con la pequeña, pensó. Pero cuando iba hacia las escaleras, el llanto de un bebé llamó su atención. Regresó a la puerta de Key y comprobó que el llanto salía de allí. Volvió a llamar. Ahora estaba seguro de que lloraba Wendy.

Pero no abrieron. Bajó a la portería y  el portero, como lo conocía, le dio la llave que Key tenía allí de emergencia, pero no lo alarmó. Quizá Key se había quedado dormido.

 Asustado subió los escalones de dos en dos, metió la llave en la cerradura, abrió y entró. Al entrar en el salón, no había nadie.

—¡Key! —llamó, pero no hubo contestación. Solo se oían los gemidos de Wendy. Se dirigió rápidamente al dormitorio y vio en la cuna a la niña llorando desconsoladamente. Taemin la cogió en brazos e intentó tranquilizarla, mientras miraba por las habitaciones. Al intentar abrir la puerta del baño, lo encontró cerrado con el pestillo por dentro. Acercando el oído a la puerta, oyó sollozar a su amigo.

 Alarmado, Taemin le gritó que abriese la puerta. No sabía qué había pasado, pero él estaba allí para ayudarlo. Tras un rato de angustiosa espera, Taemin sintió que quitaban el pestillo de la puerta y, cuando por fin abrió, lo que vio lo dejó sin habla.

Notas finales:

:O que le paso a Key.... ommo Wendy...

 

JiEun es una lokilla jejeje...

 

Les gusto el capi..

 

dejen rw y actu... ^^

 

bye bye


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