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There is a place por Callejon_Diagon91

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Notas del capitulo:

Hoooooooooooola!!!

Tras la finalización de este capítulo casi me echo a llorar porque por fin POR FIN, lo he escrito. No me lo creo aún xD Llevo unos meses bastante locos, entre el Máster y que ahora estoy viviendo en Escocia, pues ha sido un poco meh todo. Pero bueno, espero poder subir semalmente a partir de ahora (si no pasa nada así será -3-)

Quiero disculparme muy mucho con aquellas personas que han leído mi fic y sobre todo aquellas que me han mandado reviews. Ha sido bastante descortés por mi parte estar taaaaaaaaaaaaaanto tiempo desaparecida, pero entre el poco tiempo, la falta de inspiración y algunos problemas personales, lo he ido dejando hasta que hoy he dicho basta.

Y espero que así siga siendo. Sin más, os dejo el capi, iba a hacerlo más largo, pero al final he decidido que dónde se queda me gusta para continuarlo en el siguiente :)

 

 

Episodio siete. La verdad.

Podré oír tu voz aunque pasen mil años, aunque mil vidas pasen por mí, podré recordar tu voz. Tu voz me pertenece, vuela con las alas que le di, que son solo suyas. Son solo tuyas. Mi alma eres tú, mi corazón fue creado para ti. No lo olvides, enano. Siempre, aunque las estrellas caigan, aunque el Sol se derrita y la Luna deje de cuidarnos. Siempre.

Baekhyun se había adueñado de absolutamente todos sus pensamientos. Los hoyuelos que le salían cuando sonreía. Como arrugaba la nariz cuando estaba concentrado. El olor a vainilla que anunciaba su llegada. La forma de abrazarle, tierna pero autoritaria. Su mirada al infinito cuando escuchaba música y se perdía en mundos que Chanyeol amaría poder explorar.

Él.

Y no había palabra para describirlo mejor que esas simples dos letras. Esas dos letras que lo significaban todo, que lo implicaban todo.

-Estoy jodido-repitió por enésima vez mientras daba otra vuelta en la cama. Eran las cuatro de la mañana y no podía dormir, por mucho que lo intentara-¿Qué coño voy a hacer?-repetía una y otra vez, mientras daba vueltas en la cama. Se quedó de lado al fin, suspirando pesadamente mientras una cálida mirada, la suya, le observaba intensamente desde el cuadro que Baekhyun le había regalado horas antes.

¿Así le veía Baekhyun? Él había momentos en los que se observaba en el espejo y no se reconocía, no sabía quién era. “¿Quién soy yo?” pensó, con amargura. “He interpretado tantos papeles en estos últimos años que he olvidado quién soy”

“¿Cuál es mi comida favorita?”

“¿Qué estación me gusta más?”

“¿Qué prefiero, el amanecer o el atardecer?”

Eran preguntas que ya no se planteaba, ya no existían para él. Eran cosas tan carentes de sentido como su propia vida. No sabía quién era, pero sí sabía quién quería ser para Baekhyun. Sabía que cuando estaba con él algo en su interior encajaba, aunque fuera por un breve instante de júbilo en el que olvidaba que era un asesino, y que debía matar a su padre.

No quería ser un asesino. No quería matar a nadie más. Decidió que debía contárselo a Baekhyun. No sabía ni cómo ni cuándo, pero lo haría. Aunque después le odiara y no quisiera volver a saber de él nunca más. Era lo correcto, y lo quería demasiado como para seguir viviendo en esa absurda patraña. Al fin, con el corazón un poco más en paz, Park Chanyeol se durmió con el nombre de Byun Baekhyun flotando en sus labios.

-Buenos días dormilón-dijo una voz conocida al otro lado del teléfono-¿Sabes qué hora es?-siguió, con un tono ligeramente acusativo. Chanyeol abrió pesadamente un ojo y miró el reloj de su mesita. Las 11:13-Va, que si te das prisa aún llegas a la divertida clase de “Interpretación de la música”-ironizó Baekhyun, con una risa que inundó cada sentido del moreno, que no pudo reprimir una sonrisa.

-¿Qué? ¿Uno no puede salir de fiesta y emborracharse en paz?-bromeó Chanyeol, provocando un bufido exasperado por parte del castaño. Se lo podía imaginar con una mano en la cintura y poniendo los ojos en blanco. Rió entre dientes antes de levantarse y desperezarse sonoramente-En veinte minutos estoy ahí, ¿vale?

-Más te vale, si no te tiraré de esas orejotas que tienes-contestó, colgando el teléfono. Chanyeol se quedó mirando el aparato unos minutos, pensativo. La noche anterior había tomado la firme decisión de contarle la verdad a Baekhyun. Con todas las consecuencias que ello conllevaría. Sí, lo más probable es que no quisiera volverle a ver jamás, y, aunque solo de pensarlo a Chanyeol le faltaba el aire, sabía que era lo que debía hacer. Por Baekhyun. Por él mismo.

No quería pensar en lo que la Agencia le diría (y haría) cuando se enterara de que no había podido cumplir con su misión. Como tras la verdad, Baekhyun no querría saber nada de él, no le importaba su destino. No le importaba que le mataran. Era un precio muy bajo que pagar por todas las vidas que había quitado.

Se vistió rápidamente, un suéter fino de lana verde oscuro y unos vaqueros negros. Las deportivas iban a juego con el suéter y se enfundó una larga bufanda negra, a la que dio varias vueltas alrededor de su cuello. Se colocó bien las gafas y se abrochó el abrigo antes de subir a la bici y pedalear hasta la facultad, donde un enfurruñado Baekhyun le esperaba con los brazos cruzados.

-¡Has tardado eones!-le recriminó, mientras tiritaba de frío y se frotaba los brazos con las manos.

-Nadie te ha dicho que me esperaras fuera, enano-le contestó, dándole un suave beso en los labios, cosa que sorprendió al castaño, quien abrió mucho los ojos y miró alarmado a su alrededor. No hacía ni veinticuatro horas que se habían besado, y aunque Baekhyun se hubiera pellizcado innumerables veces para comprobar que todo había sido real, aún se le hacía extraño.

Como un sueño demasiado hermoso para ser real. Para ser él uno de los protagonistas.

-¿Qu…Qué haces?-le preguntó a Chanyeol, quien sonreía socarronamente sin dejar de mirar a su amigo. Se tapó la boca con las manos, avergonzado, notando como sus mejillas empezaban a incendiarse. Había dejado de tiritar.

-Ayer no parecías tan reacio a besarme-contestó el moreno, alejándose y empezando a subir las escaleras que daban acceso a la facultad-¿Acaso te avergüenzas de mí?-le preguntó, un poco dolido, aunque no lo dejó entrever en su tono de voz.

-¿Perdona? ¿Avergonzarme? ¿Acaso esas orejotas te impiden pensar con claridad?-le espetó, subiendo unos cuantos escalones más para que su cara estuviera a la misma altura que la de Chanyeol. Éste pensaba que le iba a dar un buen coscorrón, pero, sin previo aviso, Baekhyun acunó su cara en las manos y le besó.

Al principio fue tanteando, saboreando los labios de Chanyeol con la lengua, lentamente, midiendo cada curva que éstos poseían, sintiendo oleadas de calor invadiendo su cuerpo, y reprimiendo el impulso de arrastrar al moreno al baño y abusar de él de todas las maneras imaginables. Chanyeol entreabrió la boca dejando paso a la lengua de Baekhyun, quien se encontraba entretenido mordisqueando los labios del moreno, mientras sus manos se posaban firmes en su espalda, atrayéndolo más hacia sí. Chanyeol deslizó una de sus manos hasta la nuca de Baekhyun, pasando los dedos cariñosamente por su pelo, mientras con la otra mano rozaba el suave y cálido rostro de su compañero, para cerciorarse de que era real. De que no era un sueño.

¿Cuán cruel era el destino por dejar que un ángel se cruzara en su camino? Él se merecía demonios, no ángeles, que, por cierto, besaban de puta madre. Chanyeol suspiró sin darse cuenta, lo que provocó que el castaño dejara de besarle.

-¿Ocurre algo Alec?-Alec. Otra vez. Ahí estaba su demonio, atenazándole sin piedad, recordándole que por muy feliz que pudiera ser por un instante, la realidad es que él era una mentira. Una absurda mentira. Chanyeol abrió los ojos, y esbozó una sonrisa ladeada, desterrando esos pensamientos. Por el momento.

-¿Tantas ganas tenías de esto? Si lo hubiera sabido te hubiera besado hace bastante tiempo…-se mordió el labio inferior mirándole provocativamente mientras acercaba a Baekhyun cogiéndolo con una mano por la cintura.

-Anda, idiota, vamos a clase- dijo con un bufido. Puso los ojos en blanco mientras se daba la vuelta y emprendía el camino a clase.

El resto de la mañana Chanyeol estuvo sumido en sus pensamientos. Baekhyun notó que estaba muy ausente, pero tuvo la delicadeza de no preguntar. Intentó distraerle parloteando sobre trabajos, exámenes, planes que hacer juntos. Su amigo simplemente se dejó llevar. Después de las clases Baekhyun le invitó a ir a tomar algo, pero el moreno rehusó diciéndole que estaba cansado y que quería llegar pronto a casa.

-Bueno, pues… Supongo que ya nos vemos mañana en clase ¿no?-preguntó el castaño, con un deje triste en la voz. No era su culpa, él no tenía ni idea del debate que bullía en su interior. Chanyeol asintió dándole un suave beso en los labios antes de darse la vuelta para ir a buscar su bici.

No había dado ni dos pasos cuando soltó una maldición mientras se pasaba furiosamente la mano por el pelo antes de girarse para ver como su amigo caminaba casi arrastrando los pies y con la cabeza gacha. “Melodramático”, pensó, esbozando una sonrisa. “Ya que voy a ir al infierno, al menos lo haré a lo grande”.

-¡Eh! ¡Enano!-Baekhyun se giró, y Chanyeol pudo ver cómo se le iluminaba un poco la cara. “Qué fácil es hacerle feliz”-¿Quieres venir a cenar a mi casa? Cocino yo. Te espero a las ocho, ¡ni se te ocurra llegar tarde!-y, sin esperar respuesta, volvió a encaminarse en búsqueda de su bici.

Cuando llegó a casa abrió la nevera para ver de cuantas provisiones disponía. Un cartón de leche, probablemente pasado, y un plátano pocho.

-Menudo manjar-dijo, suspirando mientras cerraba la nevera-Bien, primero revisión del correo, luego hacer la compra-.

Mientras se encendía el portátil decidió cambiarse y se puso un chándal (pantalón gris claro y sudadera blanca) que aún no había estrenado. “Me prometí ir al gimnasio al menos tres veces por semana y aún no sé ni dónde hay uno”, pensó, suspirando. Sorprendentemente no tenía ningún correo de la Agencia. Llevaban unos días sin dar demasiadas señales de vida, y eso no sabía si era bueno o malo. “Seguramente no sea nada. Hay muchos más agentes aparte de mí. Simplemente estarán ocupados con un caso más grande”.

Apagó de nuevo el portátil y se puso las deportivas y el abrigo para ir a comprar algo decente al supermercado. Decidió optar por lo fácil y efectivo. Pasta. La pasta siempre funcionaba y quedaba bien. Se sorprendió a sí mismo preocupándose por la reacción de Baekhyun. “¿Le gustará? ¿Y si lo quemo todo y es un desastre?”

-No seas idiota, Chanyeol-dijo en voz alta sin darse cuenta, provocando las risitas de las personas de alrededor. Se puso la capucha un tanto avergonzado antes de proseguir con la elección del menú. Se decantó al final por una ensalada de canónigos, tomates cherry, queso de cabra y nueces como primer plato. De segundo plato decidió hacer tortellini al pesto y de postre, como no se le daban demasiado bien, compró una tarta de queso en una pastelería.

Cuando llegó a casa encendió la calefacción mientras cambiaba su sudadera por una camiseta blanca y se enfundaba un delantal color burdeos antes de ponerse manos a la obra. Para ambientar puso un poco de jazz de fondo y se dispuso a prepararlo todo. Se esmeró concienzudamente, y cuando quiso darse cuenta eran las ocho menos cuarto.

Había dispuesto la mesa con un mantel color azul oscuro decorado con diminutas estrellas blancas, dos velas centrales que olían a frutos del bosque y la fuente de ensalada también colocada en el centro de la mesa. Había dos platos color marfil para cada uno, uno hondo para la ensalada y uno llano para la pasta. Los cubiertos iban a juego con los platos mientras que las servilletas hacían lo propio con el mantel.

Después de echar un último vistazo cerciorándose de que todo estuviera perfecto subió arriba a cambiarse de ropa. Se puso unos vaqueros negros con una camisa blanca y un suéter de punto gris por encima. Después de mirarse al espejo y darse el visto bueno bajó de nuevo a la cocina para ultimar algunas cosas de la cena. Se puso de nuevo el delantal para no mancharse y se puso a saltear los tortellini con ajo y piñones. A los pocos minutos llamaron a la puerta. Chanyeol dio un respingo y notó como su corazón empezaba a acelerarse.

-¡Pasa, está abierto!-gritó, sin dejar de remover los tortellini.

-¿No tienes miedo de los ladrones?-preguntó Baekhyun a modo de saludo, mientras se quitaba el abrigo y la bufanda y los colgaba en la percha del recibidor. Chanyeol le miró de reojo. Estaba impresionante. Unos pantalones vaqueros claros con un suéter color burdeos, muy parecido al color de su delantal. Notó una pequeña presión en los pantalones mientras veía a Baekhyun agachado quitándose las zapatillas.

Intentó apartar la mirada mientras se esforzaba en volver a la comida, a ver si después de tanto esfuerzo al final se le iba a quemar.

-Me has hecho caso con la puntualidad-contestó Chanyeol-Y no, no tengo miedo a los ladrones, ellos deberían tener miedo de mí-giró la cara en su dirección esbozando una sonrisa. Baekhyun puso los ojos en blanco creyendo que tan solo bromeaba. “Ojalá fuera una broma” pensó, amargamente.

-¡Huele fenomenal! ¿Qué hay esta noche en el menú?-preguntó el castaño, curioseando mientras asomaba la cabeza y olisqueaba, notando como se le hacía la boca agua.

-No molestes y siéntate, ahora lo verás. Y más vale que te guste. No me he pasado toda la tarde cocinando para que vengas y te quejes-Baekhyun suspiró divertido y se sentó en el sofá, observando la espalda de su amigo mientras cocinaba. “Creo que jamás he visto nada tan sexy en mi vida”, pensó, notando una ligera presión en la entrepierna y el corazón latiéndole algo más deprisa.

Tragó saliva nervioso, echando un ojo a su alrededor. Luz tenue, jazz de fondo, velas. Era la primera vez que Baekhyun se encontraba en una situación así. Había besado a dos o tres chicos con anterioridad, nada importante. Esto era dar un paso muy grande. Sin pensarlo se levantó y abrazó a su amigo por detrás, rodeándole la cintura con los brazos.

-Te quiero-dijo, sin más, apoyando la cabeza en la espalda de Chanyeol. Su esencia embriagaba los sentidos de Baekhyun. Olía a libro nuevo, a tierra mojada, a flores recién cortadas. Olía a vida. Mil sensaciones vibraban en su corazón pero tan solo un nombre bailaba en él.

Chanyeol suspiró, frustrado, sabía que todo lo que estaba sucediendo desde que conoció a Baekhyun era un error. Un error fatal que acabaría pasándole factura. Pero no podía. No podía alejarse de él, le necesitaba. Era lo único bueno que había conocido en su vida. O al menos en la vida que él podía recordar. “Algún día sabrás la verdad, Byun Baekhyun, y ese día sé que me odiarás con toda tu alma. Que no querrás volverme a ver nunca más. ¿Pero sabes qué? Mejor. Así me resultará menos doloroso decirte adiós para siempre”.


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