Oía sonidos... voces alrededor de mi cabeza. Todas conocidas, pero aún así sin reconocerlas.
Me di cuenta luego también de que ni siquiera tenía fuerza para abrir mis ojos... y que no había dolor.
¿A donde habrá ido el dolor...? ¿Como?
-¿Fe... Feliciano?-
Al final, pude abrir mis ojos de poco a poco para notar, también, la voz inusualmente dulce y cariñosa de Fratello. Lo veo, a él, a Kiku... y un espacio entre los dos.
¿Por qué siento que algo falta?
-A-Ah...- apenas logró articular a través de la máscara puesta sobre mi nariz y boca, por fin tomando una buena cantidad de oxígeno. Que alivio...
-Shhh... tomalo con calma, idiota...- me contestó el de la misma manera: -¿Como te sientes?-
Simplemente le di una pequeña risa porque descubrí que tampoco tenía suficientes fuerzas para hablar o recordar. No entendía muy bien lo que pasaba... pero no me sentía así en meses, quizá años...
Tan... libre, libre del dolor. Libre de, al menos, tantos cables incrustados, de aquella estúpida e irritante máquina. Solamente está cosa sobre mi rostro. ¡Era una maravilla!
Creo que estaba sonriendo a lo idiota porque pude escuchar la risa de Kiku mezclada con un sollozo: -Oh, Feli-kun... me hace tan feliz que estés bien...- y más sollozos vinieron tras ello.
Podía verlo y escucharlo.
Y Fratello también empezó a reír.
Y yo también, débil y apenitas, pero lo hice.
Y... aún me falta algo...
Pero, no creo que sea muy importante. ¿Verdad?
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Ya ha pasado mucho tiempo desde aquello, y aún así recuerdo como fue ese día cuando por fin pude poner un pie fuera. ¡Era hermoso, las bellas calles y edificios de Italia! ¡Volverlos a ver frente a mis ojos! ¡Como había extrañado la pasta, lasaña, pizza! ¡Todo!
Todo se siente tan bien de volver a ver.
-¡Oi! ¡Vamos a casa ya, Feliciano!- me grita Fratello mientras termina de comprar unas cosas y lleva a Antoine de la mano. ¡Oh, cierto! También es cerca el cumpleaños de la pequeña e iríamos a la casa de Hermano Mayor Antonio a celebrar. Me alegra tanto que las cosas por fin se estén arreglando entre ellos dos... son tan felices juntos.
Es una lástima que aún yo siga con mi hueco. Y aún no entiendo porque.
-¡Vee, ya voy!~- me acerco a él y tomó las bolsas: -te ayudarte con esto, tu lleva a Antoni~ recuerda que aún no camina muy bien-
-¡Bah, tontadas tuyas! Mi pequeña ya es lo suficientemente buena como para estar a su suerte, ¿No es cierto?-
Pero yo puedo ver perfectamente su respuesta cuando ella lo toma más fuerte de la mano. Río entre manos y nos dirigimos a la casa de Antonio.
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¡Vaya que ha sido bastante divertido! Había olvidado lo que era pasar una tarde con mis Hermanos Mayores; ya saben, Gilbert, Francis y Antonio.
Fue genial, puedo ver como los pequeños de los tres van creciendo. Yo que pensé que no podría ver a sólo una y ahora estoy persiguiendola a ella, a la pequeña Albina y al otro francés. ¡Son tan lindos!
Para cuando por fin los he atrapado y podido poner a dormir (ya que sus padres de seguro estaban ya borrachos o muy centrados en sus cosas en este momento), apague la luz y cuando salí por la puerta, pude ver a Gilbert sentado cerca de la puerta observando algo entre sus manos.
Me acerqué a él: -Hey, Gilbert... ¿Que haces aquí sólo?-
El me voltea a ver y puedo ver su cara de profunda tristeza. Mira de nuevo hacia abajo con la foto y suspira: -Nada, Feli, sólo... necesitaba un tiempo a solas... para recordar-
-... ¿Podría saber que cosa?-
-He, no lo se...- me contestó el sonriendo y volviendome a voltear a ver: -probablemente no lo recuerdes-
-¿Recordar que? ¿Que cosa?- la curiosidad me estaba matando.
Gil no hizo más que suspirar y me entregó la foto mientras se levantaba: -Después me dices que opinas, ¿Esta bien?... me gustaría tanto poder oírlo después de que ya no hay nada que hacer por el a causa de ti- sentí un escalofrío por mi espalda. Su tono de voz algo frío y sereno y se retiró sin más.
Espere un momento y mire hacia abajo. Hmm... No entiendo que tiene de malo esto... ¿Es un hombre alemán probablemente...? Si, su físico lo dice. Su cabello rubio, su cuerpo, sus robustas manos...
... ese par de cielo azul en sus ojos...
Ah, es cierto... Yo lo mate. Más no siento nada sobre ello.
He he... lo mate...
Creo que lo hice. Dios mío...
Lo mate, lo mate, lo mate, lo mate, lo mate...
... Ojalá las lágrimas en mi rostro puedan llegar a detener y reparar correctamente este corazón que late dentro mío. Tu corazón.
Te odio, Luddy... te odio.
FIN