Desde el inicio de la mañana lo solía ver... siempre ahí, si, junto a mi en la cama. No tenía ni la menor idea de cuando o como se metía a mi cuarto y se acurrucaba en la cama... pero bueno, nunca me importó.
Y después seguía nuestra rutina; tomábamos el desayuno los dos juntos y nos encontrábamos en el campo con Kiku para entrenar. Para mi siempre era un entrenamiento ligero, pero en comparación, a ellos les parecía una tortura y se quejaban siempre, no habría día que no lo hicieran...en especial Feliciano.
"¡Luddy, ya me cansé!" "Sólo déjame tomar una pequeña siesta, Luddy" "¡Vee, eres muy malo, pero si ya corrí mucho!"
Siempre lo escuchaba y me causaba en ocasiones ternura, con ganas de decirle que estaba bien, que descansará y no se volviera a levantar. Pero lo ocultaba tras gritos y regaños... pero lo hacía por su bien, para que fuera más fuerte, para que pudiera depender de su mismo en ocasión que... Bueno...
Sólo digamos que el ser militar a veces no traía buenas posibilidades. Siempre pensaba en cómo es que el lograria hacer las cosas sin mi cada vez que subía a algún camión hacia el campo. Tenía miedo de dejarlo, digo... es solamente tan pequeño e inocente.
O, bueno... lo era...
Todo dio se tornó bocabajo ese día como cualquiera de entrenamiento.
El día en sí había empezado diferente. No apareció el en mi cama, por lo que me extrañe bastante, pero le reste importancia al recibir la sorpresa de que Kiku está vez desayunaria con nosotros, lo cual hicimos
Estaba... quieto. Ambos lo notamos. Feliciano ni siquiera se molestó en calentar agua para hacer su pasta, simplemente se sentó en la mesa imitando una sonrisa mientras nos veía a nosotros dos cocinar.
No podía dejar de lanzarle miradas de reojo. ¿Que demonios sucedía? ¿Algo había hecho para que estuviera así? ¿Algo le dijeron que le hirió? ¿Hizo algo anoche que me quiere ocultar? Muchas preguntas, pero no me atreví a formularle ninguna. Ahí mi grave y siempre lamentable error.
Entrenamos. También quieto. No se quejó, pero parecía poner más esfuerzo que el de costumbre. Yo mismo le tuve que decir que se detuviera en una ocasión, parecía a desfallecer.
-C-Creo que ha sido suficiente para ti hoy... si quieres volver a casa o esperarnos-
El simplemente había negado con una pequeña sonrisa y seguía corriendo a su ritmo, respirando pesadamente. Sólo lo mire alejarse de nuevo y suspire, tratando de alejar esa preocupación de mi.
-Ludwig-san...- me había llamado Kiku por detrás: -... ¿Que le sucede a Feliciano-kun?-
-... te seré honesto... también quisiera saber...-
Y ahí fue como todo se derrumbó. Se oyó demasiado claro, como pequeño cuerpo caía sin más al suelo, apenas respirando, apenas moviéndose. Ninguno de los dos espero y corrimos a él.
-¡FELICIANO!- grite con todas mis fuerzas mientras me acercaba: -¡Feliciano...!- caí de rodillas frente a él, sacudiendolo suavemente, pero no respondía, estaba inmóvil: -¡Feliciano! ¿¡Que te sucede!? ¡FELI!-
-L-Ludwig-san, por favor, tranquilizece...- me dijo nerviosamente Kiku tratando de apartarme: -Yo lo hago-
Simplemente caí de lado, dándole paso al pálido cuerpo del italiano... ¿Que... Que diablos le sucedía? Miraba la expresión de mi compañero, se ponía cada vez más seria hasta que revisó el pulso de su muñeca. Ahí se vio que tan alarmado estaba.
-Su pulso... esta...- sólo se paró seria y rápidamente y me dijo: -Cargalo, hay que llevarlo al hospital, ahora-
Obedeci al instante. Lo tome en mi espalda y fue cuando note lo poco cálido que se sentía... casi frío...
Sin vida.
Ahí yo también me alarme y corrí lo más rápido posible, lo más rápido que mis piernas me permitían. El hospital no estaba lejos, así que...
Llegamos y en lo que menos esperaba, estaba sentado en el lobit, siendo condenado y amenazado por el hermano mayor de Feliciano, Lovino, que no me acuerdo cuando llegó con Antonio.
-¡CONTESTAME, MALDITA SEA! ¡Contestame, dime algo! ¡Hijo de putana, dime algo que hayas visto antes! ¡SOLAMENTE ALGO!-
-... n-no se... No lo se...- era lo único que podía contestar, mi boca no artículaba más... aún trataba de ordenar los pensamientos de ese día. Intentaba, pero es que había pasado tan rápido...
Sólo quería que estuviera bien...
¿Tal vez un esfuerzo excesivo...? Entonces yo tendría que cambiarlo.
¿Una pequeña fiebre o resfriado...? Yo cuido de el.
Pensé en todas las opciones y soluciones posibles...
Pero no importa cuanto pensara o deseara... salí con lo último que pudiera haber imaginado en el...
"El paciente sufre de una falla en el corazón"