Don’t Leave Me
Capítulo 4 TaoRis
Tao tuvo que sujetarse fuerte de la camioneta en donde viajaba, cogió su pequeña maleta para que no se cayera y se acomodó en la parte trasera del vehículo que estaba descubierta. Su padre era un granjero en un pequeño pueblo, vivían al día y sin algún tipo de lujo, pero era querido y respetado por todos. Tao trataba de ayudarlo en lo que podía, el único problema era su vanidosa madre que siempre se quejaba de la vida que llevaban, diciendo que ella merecía más y no sabía por qué se había casado con ese hombre.
Una semana después del cumpleaños del chico panda, su padre enfermó y a los pocos días murió, no sin antes decirle a su hijo que siempre valorara el corazón de las personas antes que a su dinero. Su madre no perdió el tiempo y poco después vendió la granja, encontró a un hombre mucho más estable económicamente y huyó con él, dejando a Tao a su suerte, sin un hogar o apoyo. Por esa razón el chico ojeroso se decidió a ir a la ciudad a probar suerte, seguir estudiando y ser una persona respetable. Ahora se encontraba en camino a la gran ciudad, viajando con uno de sus vecinos en su camioneta quien llevaba una entrega.
Cuando se despidió del hombre a quien había conocido desde pequeño sintió cómo si le dijera adiós a toda su vida pasada. Comenzó a caminar por las calles, viendo a tantas y tantas personas diferentes. Asombrado. Nunca antes había estado en un lugar parecido, los colores, edificios, todo le parecía impresionante. Asustado. Recordó que en algún sitio debía pasar la noche, no tenía dinero para pagar un hotel y las posibilidades de encontrar algún lugar donde quedarse eran escasas. Caminó un poco más, su estómago rugió cuando pasó al lado de un puesto de comida pues llevaba horas sin probar bocado. Arrepentido. En el pueblo por lo menos pudo haber acudido a sus vecinos y pagarles la estadía con trabajo, en la ciudad todos eran desconocidos y egoístas. Un chico de diecisiete años se debía enfrentar solo a todo.
Vagó un poco más hasta que observó cómo el Sol se escondía y todo se volvía oscuro. Tragó saliva dificultosamente en un intento por aguantar las lágrimas de desesperación. Se detuvo en una parada de autobús, podría quedarse allí ya que si alguien pasaba y lo veía dormido pensaría que sólo estaba esperando su trasporte. Así lo hizo, tomó asiento, acomodó sus cosas de una manera en que se despertara si alguien quería arrebatárselas y cerró los ojos para descansar del tan ajetreado día que había tenido, acurrucándose para evitar sentir el frío nocturno.
Se despertó de repente cuando una luz lo alumbró, escuchó un rechinido de llantas que lo hizo abrir los ojos y sorprenderse al ver que casi era arrollado por un muy costoso automóvil, a pesar de estar de la parada de autobús, la vio cerca. En seguida, un hombre alto y joven bajó del vehículo, se veía enojado y caminaba muy rápido en dirección a la puerta del copiloto. Hizo bajar a una mujer de cabello largo y un vestido que apenas y cubría lo necesario, el hombre la jaló del brazo y la aventó a uno de los asientos de la parada.
-¡Kris, estás completamente loco si me piensas dejar aquí!- gritó furiosa la mujer tambaleándose, seguramente estaba ebria- ¡Le diré a mi padre y estarás en problemas!
-Di lo que quieras, es lo que obtienes por ser una zorra- contestó al que habían nombrado como Kris.
-Pero sé muy bien que te encantan las chicas fáciles, no te hagas el bien portado- retó ella cruzándose de brazos.
-Sí, pero me gusta que estén reservadas para mí toda la noche, no que se estén besando con otro sujeto a los cinco minutos- dijo él, con una mirada que daba miedo- Además, di que soy generoso al dejarte en un lugar donde puedes coger transporte y llegar a casa.
-¿Estás tratando de decir que yo tome un autobús? ¿Acaso sabes quién soy? Soy…
-Sí, sí, eres Xu Jinglei, la más grande puta de la historia- comentó Kris con una sonrisa burlona.
-¡Eres un idiota! ¡Despídete de mí para siempre! ¡Nunca encontrarás a alguien como yo!- en verdad parecía que colapsaría en cualquier momento.
-¿Estás segura?- el chico volteó a su alrededor encontrándose con la mirada asustada de Tao, quien sólo había estado observando en silencio. Se dirigió hasta él y lo jaló del brazo para hacerlo levantarse- Este chico de aquí es mil veces más lindo que tú. Y como lo has dicho, me despido y espero jamás toparme contigo de nuevo.
Kris tomó de la mano a Tao y lo hizo subirse a su auto junto con todas sus cosas, el panda estaba desconcertado. No sabía quiénes eran esas personas, se había subido al auto de un desconocido y ya no sabía qué hacer. Kris se subió al vehículo a los pocos segundos y encendió el auto.
-¡Eres un maldito! ¡Me las vas a pagar!- gritaba la chica afuera, lo que hacía que Tao estuviera aún más inquieto.
-Descuida, seguramente llamará a su chofer para que venga por ella- dijo Kris con una voz gruesa.
Después de algunos minutos con el más alto conduciendo, Tao se moría de los nervios imaginándose lo peor. Tal vez lo llevaría a un sitio solitario y lo abandonaría, o podría matarlo puesto que la mirada fría de Kris alimentaba esa posibilidad. No quería abrir la boca y decir una tontería que empeorara su situación, aunque finalmente se decidió por hablar de una vez.
-Disculpa pero, ¿podrías dejarme en la siguiente parada de autobús?- preguntó tímidamente.
-No lo creo- respondió Kris autoritariamente- Hace un rato claramente dije que me parecías lindo, así que vendrás conmigo a mi departamento.
-P-pero yo…- trató de replicar el panda.
-Nadie me contradice, ¿oíste?- agregó volteando a ver de reojo a su asustado acompañante.
Tao se quedó sin soluciones, aunque abrir la puerta del auto y salir corriendo pasó por su cabeza pero lo descartó en cuanto se dio cuenta de que iban a una velocidad considerable. Trató de clamarse y se dedicó a observar el interior del vehículo, se veía muy lujoso, jamás había visto un auto tan costoso. El asiento era bastante cómodo y la calefacción hacía que ya no sintiera frío.
Después de un rato, Kris detuvo el auto estacionándolo frente a un gran edificio. Ambos bajaron y Tao vio como un hombre llevaba el automóvil al estacionamiento. Subieron en ascensor hasta el octavo piso y el más alto sacó unas llaves para abrir la puerta del departamento. El panda se quedó sin palabras, tan solo el vestíbulo era más grande que toda su casa, el piso era de madera muy fina y los muebles parecían los de un palacio.
-Pasa, acomódate donde te parezca más cómodo- dijo Kris para luego dirigirse a una habitación y encerrarse.
El chico de ojeras caminó dudoso, temeroso de tocar algo y arruinarlo por completo. Tomó asiento en un pequeño sofá y colocó sus cosas en el suelo. Instantes después apareció Kris sin camisa, dejando admirar su bien trabajado abdomen, dio una risa cuando se fijó en la mirada atenta de Tao.
-No quiero incomodarte, lo mejor será que me vaya y…- trataba de explicarse- Debo encontrar un lugar donde pasar la noche, ya es tarde… yo…
-Quédate aquí entonces- soltó Kris, Tao lo miró sorprendido- Escucha, tienes ese aire un tanto campesino así que supuse que era tu primer día en la ciudad. Necesitas donde quedarte y yo necesito entretenimiento, así que te ofrezco un trato.
-¿Qué clase de trato?- dijo con miedo el panda.
-Te daré económicamente todo lo que necesites, puedes quedarte aquí pero deberás ser mi sirviente en la cama, ¿qué te parece?- sugirió aquello tan tranquilamente que daba miedo.
-Yo no soy esa clase de persona, vine para seguir estudiando y trabajar, no para…
-¿Cuántos años tienes?
-Tengo diecisiete.
-¿Sabes las oportunidades que tiene un chico de tu edad de salir adelante solo? Ninguna, realmente ninguna. En cambio yo, el grandioso heredero Wu Yi Fan, te ofrezco la vida resuelta, si quieres estudiar bien, pagaré la mejor escuela para ti- se cercó unos pasos más a Tao- Así que acepta de una buena vez.
-Pero…- el panda se quedó callado unos segundos, pensando en lo que acababa de escuchar. No quería caer tan bajo, pero él dijo que le pagaría los estudios.
-Tomaré tu silencio como un sí- el menor lo miró perplejo- Ya te dije mi nombre, aunque las personas me llaman Kris, tu dime como desees. Tengo veinticuatro años, la diferencia no es tanta realmente, pero necesito saber tu nombre.
-Tao- contestó con un hilo de voz.
-No te escuché- replicó al mayor.
-Tao, Huang ZiTao- respondió un poco más alto.
-Bien, Tao, vamos a la habitación, cerraremos el trato esta misma noche- declaró Kris.
Momentos después, Tao estaba recostado sobre las finas sábanas de la cama del más alto, con Kris sobre él quien saboreaba su cuello a más no poder. El menor tenía miedo, mucho miedo pues era la primera vez que hacía esa clase de cosas, pero sentía asco alguno. En el pueblo se había sentido atraído por alguna que otra chica, pero jamás pensó terminar con un hombre, a pesar de eso debía admitir que Kris era bastante atractivo, su cabello rubio, las cejas gruesas y su gruesa voz harían que cualquiera cayera a sus pies. Tao sintió como su camisa era desabrochada, y cuando esperó los movimientos del mayor se sorprendió, pues éste cayó sobre él dormido. El panda se quedó perplejo, después de tanta habladuría Kris terminó por quedarse dormido sobre él. Era un poco pesado, por lo que el menor tuvo un poco de dificultad para zafarse.
Una vez libre, se quedó allí recostado, llorando pues se sentía usado y pensó que decepcionaría a su padre al aceptar el dinero de Kris a cambio de su cuerpo. Aun así, pensó en que arreglaría todo cuando terminara de estudiar, trabajaría duro y le pagaría al mayor cada centavo. Su intención era levantarse e ir a dormir a la sala de estar pero unos brazos lo atraparon y lo jalaron hasta el pecho del rubio dormido. Después de todos los sucesos de ese día, prefirió dejarse llevar por el calor brindado y también se durmió. Algo extraño sucedía esa noche y era el hecho de que Wu Yi Fan estaba sonriendo mientras dormía, esto estaba sucediendo por primera vez en su vida.