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Sin arrepentimientos por blueous

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Notas del fanfic:

 NO SÉ POR QUÉ SIGO ESCRIBIENDO ;;

  La cosa es que esto nació de Hurricane y un post de tumblr y aunque lo releí, lo hice a la rápida así que probablemente aún tenga algunos errores por aquí y por allá, pero lo voy a revisar... un fanfic feliz después de algún tiempo... wow... QUÉ HAGO CON MI VIDA ;#;

Esta escena Yongguk la ha visto en televisión al menos unas diez veces en la última semana, atrapado en una maratón autoimpuesta de películas que se relacionen con Las Vegas, sin embargo sonríe lleno de nervios cuando se da cuenta que a pesar de todo aún no está preparado.

—Mientras no te pierdas, está todo bien.

 Yongguk ni siquiera se molesta en contestar a su amigo, simplemente comienza a caminar, ya ha escuchado la historia de Moon Jongup de cinco años y medio perdido en Estados Unidos porque todas las cuadras eran iguales, los detalles ya se le han olvidado desde la quinta vez que escuchó la misma anécdota, pero es imposible olvidar que el chico se traumó, y esa es la única razón por la que le permite aferrarse a la tela de su chaqueta patéticamente americana (adquirida esa misma mañana en una tienda de recuerdos con el “VIVA LAS VEGAS” esparcido en toda la espalda).

 Ambos están allí para celebrar la mayoría de edad de Jongup, el chico es legal desde hace casi veinticuatro horas y Yongguk siempre había querido ir a Estados Unidos, así que es una doble celebración. Incluso si ya tarde cuando el taxi les dejó en el hotel no perdieron tiempo en arreglarse y salir. La verdad ninguno tenía grandes expectativas, sin embargo la ciudad tenía guardados algunos secretos y de pronto ya no se sentían en el extranjero pero tampoco en casa, así que allí estaban, como en un limbo que permitía disfrutar de todo lo que pudiese costear el dinero de sus bolsillos (que aun sin ser una fortuna no era poco). Si bien son cautelosos al principio, terminan atravesando la puerta que parece llevar menos a la perdición, lo que ya es bastante decir cuando en la puerta de al lado una chica con pantalones rasgados que no dejan mucho a la imaginación está vendiendo las entradas. La oscuridad los toma un poco desprevenidos cuando el contraste de las calles estaba tan lleno de luces parpadeantes y risas. Tan pronto pagan la entrada una chica voluminosa y de pestañas largas aparece con una bandeja llena de vasos el doble de grandes de los que Yongguk acostumbra en los almuerzos llenos de alcohol “el primero por parte de la casa” recita ella tan pronto ellos sacan uno con una ceja alzada.

 Yongguk no sabe que está tomando, pero “¡WOW!”. Jongup se ríe cuando el rostro de su mejor amigo se tuerce un poco, sin embargo toma de un solo trago el contenido de su vaso aguantando las ganas de hacer el mismo gesto que el mayor.

 De pronto se encuentran entre una masa de cuerpos que se pega al compás de una música que nadie escucha con atención, Yongguk se voltea un momento, solo para encontrar a dos chicas a punto de darse un beso; allí, así como así, en frente de todos. Las mejillas se le calientan más de lo que estaban antes e intenta volver a voltear antes de presenciar el posible beso, pero es difícil incluso girar cuando hay tan poco espacio y una mujer morena, de ojos grandes y escote apenas pronunciado se está meneando en uno de sus costados. Yongguk quiere llamar a su mejor amigo, pero sabe que es inútil cundo apenas se puede oír a sí mismo, así que sigue peleando por volver a su posición anterior.

 Un suspiro se le escapa a Yongguk, porque lo sabía, él sabía que Jongup iba a aprovechar las libertades de Estados Unidos.

—Lo sabía —Repite mientras sigue bailando, moviendo los brazos y atrapando con ellos a la chica de su lado —Lo sabía —Repite más para sí mismo que para ella, aunque ella le queda mirando un rato antes de darse vuelta y frotar su espalda contra los pectorales del chico —Disculpa —Termina por decir él cuando ya es inevitable tener que alejarse. La chica no parece tener problemas en alejarse de él y volver a su grupo a través de los cuerpos gelatinosos.

 Yongguk toma el brazo de su amigo y lo pega a su cuerpo justo cuando está levantando el cuello para que un chico anónimo le comience a besar desde la barbilla hacia abajo

Excuse us, he’s mine.

 Jongup parece sinceramente ebrio, porque simplemente levanta los hombros y se va con Yongguk, dejando al muchacho allí, todo rojo, sudado y con ganas de seguir la travesía por su cuerpo.

—Yongguk-ah, tienes que divertirte, estaba pasando un buen rato.

 El aludido rueda los ojos mientras sigue avanzando hasta llegar a la barra.

— ¿Te quieres perder de nuevo, eh? Bueno, entonces no te alejes tanto de mí y, por lo que más quieras Moon, no te vayas con cualquier hijo de puta  que…

—Vale, vale, ¿salud?

 Yongguk de todas formas sonríe cuando el más pequeño le entrega una copa y hace un brindis por “Las Vegas, porque estamos aquí y porque puedo hacer todo lo que ya hacía, pero ahora de forma legar”. Y los dos lo beben.

 Cuando sales de ese local es porque Jongup insiste en que necesitan ir al local del que habló Daehyun, Yongguk le dice que no, porque las ideas de Daehyun nunca son buenas, pero Jongup está ebrio y no se deja convencer mientras arrastra al mayor hacia afuera. La calle de pronto es muy helada comparada con el calor del local, pero no importa, porque Jongup se está riendo de algo que en realidad no entiende y ambos siguen caminando calle arriba. Antes de venir Jongup comenzó un curso de inglés, así que a Yongguk le parece chistoso como en estos momentos está hablando con una mezcla de inglés y coreano sin lógica, al que las pobres chicas que están en una de las esquinas esperando taxis no saben cómo responder.

—Pregunta si conocen “Huracán” —Termina por interceder el mayor de los dos con su sonrisa de oreja a oreja.

—Ah, ah, sí.

 Jongup se echa a correr por donde las chicas han indicado con Yongguk atrás, peleando con su propio cuerpo para seguirle el paso. No es tarea fácil cuando el menor es bailarín y el otro apenas se levanta a las doce del día en sus días libres.

—Jongup-yah, ¿este es el local que estabas buscando?

 La cabeza del más pequeño se mueve de arriba debajo de forma histérica: sí. Cuando Yongguk está apunto de protestar de nuevo, las palabras las utiliza Jongup;

—Te va a gustar, siempre me has dicho que te gustaría experimentar, ¿no decía Rimbaud que un poeta debía experimentarlo todo?

 Yongguk quiere protestar, decirle que ahora se acuerda de poetas románticos, cuando su prueba de eso pasó hace dos meses, sin embargo no tiene tiempo. Jongup ya está en la fila y un tipo de falso rubio le está hablando al oído porque la música es estruendosa incluso en la entrada.

 Así que así Yongguk se pone a la fila de un bar homosexual también, porque no puede ser tan malo y sí, hay que experimentar… sí.

 Adentro hay unos sillones negros y brillantes, Yongguk toma de la mano a Jongup y le dice que ya está cansado, que él se vaya a bailar, pero que él estará allí todo el tiempo “tú baila por aquí, si desapareces por mucho te iré a buscar, no apagues el celular y si te cansas vuelve aquí”.

—Sí, sí y sí mamá.

 No es mucho después que Yongguk deja caer la cabeza en el respaldo y cierra un poco los ojos, el latido de la música se confunde con su propio corazón y de pronto no hay nada más allí.

—Disculpa…

 Yongguk hace un sonido y solo unos segundos después se da cuenta que le han hablado en coreano.

—¿Corea? —Inquiere tan pronto abre los ojos y observa a otro chico con ojos rasgados y una sonrisita de ratón.

 El tipo solo asiente mientras ensancha aún más la sonrisa. Ambos han estado gritando, así que no es extraño cuando el extraño se acerca un poco al oído de Yongguk para hablar.

—Disculpa, pero ¿no estás sentado sobre un celular?

 La pregunta desconcierta un poco a Yongguk, quien demora en pensar que quizás se ha sentado en un sillón ocupado. De pronto vuelve al lugar y se levanta de golpe, pero no para ver si está sentado en un celular, sino para buscar entre las multitud a Jongup. Un suspiro aliviado se le escapa cuando lo encuentra hablando con dos chicos tomados de la mano. Yongguk vuelve a mirar al desconocido y le hace una seña para que revise el sillón por sí mismo antes de correr a salvar a su amigo de un posible (muy posible) trío.

Honey —Grita al acercarse a su amigo y ya pegándose más a su oído agrega —Eres un hijo de puta, lo juro.

 Jongup se ríe con fuerza antes de despedirse de los otros chicos y seguir a su amigo.

—Sabía que no iba a poder tener una buena noche, me pregunto por qué eres mi mejor amigo.

—Porque si no fuera por mí ya tendrías herpes genitales.

—¿Y quién dice que no los quiero? Yongguk, hemos entrado a dos, a dos, locales y no he estado más de media hora en cada uno, cumplí dieciocho, quiero celebrar, si hubiese querido portarme bien hubiese aceptado la fiesta en Hongdae, pero no, estoy aquí, contigo, porque quiero hacer algo de lo que después me arrepienta y no me está dejando… Yongguk-ah… ni siquiera experimentaste, ¿cierto?

 La brisa es cada vez más fría afuera, deben ser casi la una de la mañana, y es cierto, Yongguk sabe que los argumentos de su amigo son estúpidos, pero él también está ebrio y no, no experimentó nada. También se quiere arrepentir de algo.

—Vamos al casino.

 Jongup le queda mirando un rato antes de asentir y llamar un taxi.

 En cuanto se suben a Yongguk se le revuelve el estómago, ya no está seguro de que tan buen plan sea aceptar las condiciones de Jongup, pero es su cumpleaños, así que supone que está bien por el día, además el más pequeño se va entusiasmado hablando del casino al que se supone irían el último día de los cuatro que permanecerían en Las Vegas.

—…y hasta te puedes casar hyung.

—Júrame que no te vas a casa Uppie.

 Jongup guiñe un ojo y Yongguk no cree que eso sea respuesta suficiente pero de pronto el chico se está inclinando para pagarle al chofer y sale del auto.

 El casino es gigante, eso es todo lo que puede pensar Yongguk mientras es arrastrado por Jongup. Debe de haber algún grupo o algo cerca porque hay un bulto de personas y Yongguk reconoce uno de esos micrófonos de las películas suspendido sobre el tumulto, sin embargo  no hay tiempo para ir allí, porque Jongup saca su identificación y la muestra a los guardias, obligando a Yongguk a hacer lo mismo, la entrada es gratis y es sorprendente ver a familias con niños a través de una de las puerta, pero parece normal, sin importar que sea de madrugada una seguidilla de personas disfrazadas de dibujos animados entran y salen a esa sala antes que el mayor la pierda de vista, porque es obvio que Jongup no lo va a llevar allí.

 Antes de entrar al casino del edificio les piden un monto de dinero como resguardo, les dan una llave con un número y algunas indicaciones a las que Jongup asiente. El lugar es luminoso, como ninguno de los dos locales que había visitado en el día, está lleno de ruidos, humo de cigarros y personas avanzando rápidamente de un lado a otro. Yongguk no sabe cómo pasa de estar observando todo a ser parte del cuadro, Jongup lo sienta en una de las máquinas y Yongguk apenas sabe que tiene que poner una ficha y tirar la palanca. Está allí por dos intentos sin ganar nada y ya se quiere ir, sin embargo Jongup lo convence de tirar de la palanca una vez más, porque “la tercera es la vencida amigo”, y efectivamente la tercera vez gana, pero no salen fichas, salen monedas de verdad y son varios pero no es tanta la cantidad, así que acuerdan solo jugar eso y seguir divirtiéndose, pero hasta la promesa es borrosa porque han tomado otro vaso lleno de algo dulce. La noche se hace vertiginosa y…

—¡Oye! Coreano.

 Jongup da vuelta la cabeza, para ver a quién se dirige su amigo, cuando encuentra a un tipo algo y delgado con labios pequeños que sonríe en su dirección también.

—¿Lo conoces?

—Algo así, es de Corea también, ¿no es como un hermano?

 Yongguk quiere volver a ver al chico, moverle el brazo otra vez, pero cuando devuelve la mirada al lugar donde estaba el chico, ha desaparecido, pero no importa, es de madrugada, hay tanto por hacer todavía y, por primera vez desde que están en Las Vegas, es Yongguk el que toma el brazo de Yongguk y se pasa a otro juego. Toman más vasos, compran incluso un puro, cuando ninguno de los dos sabe fumar más que un cigarro de marihuana y lo guardan entre la ropa para volver a comprar otro trago.

—¿Me estás siguiendo?

 Yongguk se voltea, sin perder de vista la ruleta por completo, y sonríe al encontrar al chico.

—No.

—¿Nada más que decir?

 El extraño parece ebrio también, pero no tanto como Yongguk, así que el último se sorprende cuando se pega a su cuerpo y comienza a ver la ruleta también apoyando su barbilla en su hombro. Jongup, que está al otro lado, se ríe cuando las mejillas de Yongguk se ponen rojas.

—Supongo que te quiere preguntar tu nombre pero le da vergüenza.

—Himchan, Kim Himchan.

—¿Estás solo?

 De pronto Yongguk siente que odia a Jongup, pero se le pasa en el segundo que su apuesta gana un par de fichas, porque Jongup no tiene la culpa de ser introvertido y galán. Así que no, mejor toma las fichas y se voltea a ver a Himchan que está respondiendo aun apoyado en el hombro de Yongguk.

—No, estaba con unos amigos, nos quedamos aquí cerca, así que les dije que se fueran, nunca hay poco tiempo si se trata de conocer a compatriotas, ¿cierto?

 Y de pronto ya no son dos, son tres, porque Himchan tiene cierta habilidad de no ser un agregado, de convertirse en parte del grupo y cuando abraza a Jongup y le desea feliz cumpleaños Yongguk se siente bien. Porque son tres y tres es mejor que dos.

 Jongup bosteza de pronto y Himchan decide que ha sido suficiente de ver a Yongguk ganar, así que correr a cobrar sus fichas y retirar los resguardos antes de correr escalera arriba a la fiesta, al after hour. Yongguk casi cree que se va a aburrir otra vez, sin embargo eso no ocurre, porque Himchan es veloz al momento de tomarle la mano y pegarse a él, contonear sus caderas al ritmo preciso de la música y en distraerlo para que Jongup vaya a colarse en medio de una chica y un chico que están bailando algo que más parecen caricias que baile en sí. Pero a Yongguk no le importa, porque de pronto recuerda las palabras de Rimbaud: hay que experimentar. Así que se deja abrazar a Himchan y no importa que se conozcan hace menos de un día, no importa que el chico pueda ser un ladrón internacional, no importa porque de pronto sus dientes le acarician la piel del cuello y todo se pierde en una corriente eléctrica que le traspasa desde la frente hasta el dedo meñique del pie.

 Cuando Yongguk abre los ojos no está en la disco, no está en el pub, no está en el bar, ni en el casino, ni en su casa, ni siquiera está tan seguro de estar en las vegas. Pero algo es seguro, está en una cama, una cama blanca y de sábanas tersas con un cuerpo al otro extremo, un cuerpo largo y blanquecino y de pronto un sonido agudo le atraviesa los oídos porque tiene en el dedo un anillo con la frase “no regrets” en mayúscula. Y ¡oh, por dios! Himchan también tiene uno en la mano que reposa sobre el hombro de Yongguk.

—Mierda.

Notas finales:

HAHAHAHAHAHAHA

 Min disculpas (yporsinosedieroncuenta,elBangHimsecasó).


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