2017- junio.
Chris abrió los ojos de súbito, el timbre del teléfono lo despertó. Se había vuelto a embriagar hasta dormirse. Con la cabeza adolorida por la resaca y de muy mala gana, tomó el teléfono.
Diga – Dijo de mal humor.
S-señor Redfield. Lamento hablarle tan temprano. - Comenzó a decir la otra persona – Pero hay alguien aquí que reclama su presencia. No parece estar bromeando cuando dice que lo quiere ver ahora mismo. ¿Puede venir a la base? - Concluyó la voz.
Si... Espero que sea importante... - Dijo de muy mal humor colgando el aparato. Con su mal humor característico, se arregló, se lavó el rostro y se peinó. Se puso el uniforme y cargó sus armas. No sabia quien estaba ahí en el lugar, pero no le daría la ventaja de encontrarlo desarmado.
Se subió al automóvil y arrancó a toda velocidad hacia la central. Mientras iba en el auto recordó su misión en África, recordó como sufrió al tener otro compañero, si bien Sheeva no era mala, no era Piers. Hubo momentos en los que deseó estar en su hogar, con su amado. Lo único que deseaba era volver y estar de nuevo, para tenerlo entre sus brazos.
El paisaje se borroneaba por la velocidad, un trueno se escuchó y segundos después, pequeñas gotas se estrellaron en el parabrisas.
“Odio los días lluviosos” – Pensó. Activó el limpia parabrisas mientras doblaba en el acceso a la central. “A Piers le gustaban.” se dijo mientras sonreía levemente.
Agosto, 2009.
Era temprano en la mañana, llovía con fuerza. Chris se encontraba en la patrulla llegando a la central. Había pasado un mes, llegando a ser dos, separado de su hogar. Pero la misión había sido un éxito. Wesker estaba muerto. Era el inicio de una época de paz, hasta que algún lunático decidiese seguir los pasos del anterior lunático. Pero hasta entonces, podría disfrutar de un tiempo de tranquilidad con su pareja. Como extrañaba las mejillas del joven, como se teñían de carmín. Como extrañaba las miradas de amor que le dedicaba, las curiosas también.. Extrañaba todo del muchacho, y no podía seguir aguantando las ganas de abrazarlo, de besarlo, de tenerlo a su lado. Jill se encontraba con el en el automóvil, había sido transferida a la central de EEUU luego de avisar en central de su aparición durante la misión, y se encontraba mas que orgullosa de poder volver a formar parte de las fuerzas armadas. Si bien su organización era STARS, La BSAA solicitó una transferencia pues consideraban que podria ser vital en la investigación sobre los movimientos de Wesker y Umbrella durante los anteriores años. La muchacha puso una mano en el hombro del ansioso sujeto, que miraba por la ventana mientras movía rítmicamente el píe por los nervios.
Jill, quien había sido durante años la mejor amiga de Chris, sabía la historia de ambos, sabía el amor que le tenía al joven y los apoyaba. La muchacha le dirigió una mirada cómplice Chris. Sobraban palabras. El mayor se recostó contra el respaldo mientras veía como se acercaban al edificio. Su corazón latía más fuerte cada segundo.
Entraron y la mujer de la recepción observó al equipo.
Tiene el repor- La mujer fue interrumpida por la caida de una carpeta color madera, con muchos papeles dentro.
Tiene fechas, localizaciones, avistamientos, fallecimientos, datos y aquí se encuentra la joven recuperada del secuestro por parte de Umbrella. - Dijo adelantándose Chris, y caminando hacia el pasillo donde suponía que se encontraría el joven.
Siempre se encontraba en los campos de entrenamiento de francotirador así que fue hacia allí, pero sin éxito. Preguntó a los muchachos que practicaban y le dijeron que se había retirado a las duchas minutos atrás. El corazón de Chris latía con fuerza. Fue rápidamente hacia las duchas, abrió con cuidado la puerta y escucho el sonido de una única regadera prendida. Se acercó sin hacer ruido y escuchó esa aterciopelada voz tarareando, vio su ropa y la toalla colgada al lado de la cortinilla del cubículo. Se acercó sigilosamente y tomó la toalla, recostándose contra la pared del lado contrario a donde había dejado su amado la toalla y simplemente esperó. El joven sacó la mano, buscando la tela y al no encontrarla abrió la cortina, solo para encontrarse con la mirada de su amado.
La expresión en el rostro del joven era única. Sin pensarlo ni un segundo saltó sobre él, abrazándolo y empapándolo, solo para besarlo suavemente, entre lagrimas, agua de la ducha, un poco de jabón que escurría de su cuerpo. El mayor lo cubrió con la toalla y se sentó a su lado para poder hablar tranquilos. El menor aún lloraba de la alegría y de sorpresa.
No tuve noticias tuyas... - Dijo mientras terminaba de abrocharse las botas.
No... la comunicación era imposible desde donde estuvimos. Ni siquiera teníamos contacto con central. Todos me dieron por muerto. - Respondió el mayor mirándolo.
Estuve muy preocupado... Pensé que ya no volverías... - Sollozó el joven y acto seguido llevó sus manos a sus ojos para secarse las lágrimas que empezaban a salir.
No tenía planeado morir... sabía que un jovencito me esperaba en casa... y espero que me espere con comida... me muero de hambre – Admitió riendo – No como una buena comida hace más de un mes.
Algo prepararé – dijo el joven avergonzado – no sabía cuando ibas a llegar... - se excusó y le sonrió. Ambos se dedicaron una mirada amorosa. Estaban de nuevo juntos, y esta vez no habría más molestas misiones que restaran tiempo a su amor, o arriesgaran sus futuros. Estaban juntos para amarse unicamente.
Sonrió para si mismo y se bajó del auto abriendo su paraguas. Las tormentas habían vuelto, como siempre entre junio y agosto. Caminó lentamente hacia la central, sin saber que esperaba detrás de esas puertas.
Nada lo preparó para lo que le aguardaba detrás de la puerta.