Un día... tan solo un día en el que mi vida cambio por completo, el día en que te conocí, aún recuerdo esa primera vez que nos encontramos por accidente; -Disculpa no te vi- te dije mirándote y tú solo me sonreíste, tu sonrisa, tu mirada, brillantes como el sol de la mañana; -No te preocupes estas cosas pasan- respondiste, -Al menos déjame compensártelo…- insistí, -…Soy Joon por cierto- te extendí mi mano presentándome ante ti, -Cheolyong, mucho gusto- respondiste tomando mi mano, ese momento en el que nos tomamos, ese momento en el que nuestras manos se encontraron, unos pequeños instantes apenas logre sentir la tuya, pero fue suficiente para saber que siempre estarías a mi lado y mientras más pasaba la tarde, no podía, no quería dejarte ir sin saber que te volvería a ver, -Qué tal si me das tu número de teléfono y quizá algún día de estos pueda llamarte- te dije de repente antes de dejarte ir.
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La noche caía en las calles de Seúl, una fría noche de otoño del 2014, las últimas noches de otoño antes de darle paso al invierno, una oscura y fría noche tan solo iluminada por unas pocas luces en armonía casi perfecta con la ciudad.
El ruido del ajetreado día iba disminuyendo hasta casi hacerse imperceptible, las calles se hacían más solitarias, más silenciosas, se sentía la brisa del viento fluir libremente sin ningún cuerpo el cual interrumpiera su camino, a excepción de un alma deambulando por el oscuro lugar, mientras buscaba algo de consuelo en la soledad de la noche.
Esa alma, el alma de un solitario joven que caminaba solo por esas calles, sin un rumbo definido, sin un camino establecido, siendo el cielo estrellado y la luna sus únicas compañeras, la única compañía que hacían un poco más brillante ese camino.
Un joven alto, guapo, cabellos cortos oscuros como la noche, sin grandes expresiones en el rostro y tan solo cubierto con una larga gabardina oscura que era su única protección de la fría noche.
Solo caminaba manteniendo sus manos en los bolsillos, guardando algo de calor en su cuerpo, en una imagen con cierto tono misterioso y algunos pensarían que hasta lúgubre.
Miro su reloj, 12:00 en punto, marcaba la media noche, el momento preciso en el que la noche y el día se unen, se despide a una vieja noche y se recibe a una nueva mañana, se marca el final de un día y el inicio de otro completamente diferente.
A él no le importaba la hora, llevaba la noche solo tratando de borrar recuerdos, miles de ellos, recuerdos que le atormentaban y solo la noche, la soledad, podían tranquilizar sus pensamientos.
En su camino, una presencia repentina, como un sueño, como una ilusión, una sombra en dirección contraria a la suya, una sombra de un alma deambulando igual que él.
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-¿Estas coqueteando conmigo?- preguntaste seria, -Solo es hacer nuevos amigos- te sonreí fingiendo demencia, -Mmm que mal, una cita contigo sería interesante, pero toma- me entregaste un pequeño papel con un numero en el, -Ya lo tenías listo!- me sorprendí al verlo, -Estaba esperando a que me lo pidieras- sonreíste, me diste un beso en la mejilla despidiéndote de mí, -Llámame Mir- terminaste y solo te mire caminar alejándome de ti, -¿No te gustaría intentarlo? Solo toma mi mano y corre conmigo te prometo que no te arrepentirás- te dije a través del teléfono, volteaste a verme aun no estabas muy lejos de mí, -¿No te arrepentirás de esta locura?- me preguntaste sonriéndome a la distancia, -Si para ti tener una cita es una locura… volvámonos locos juntos- extendí mi mano, -¿Por qué será que la gente loca siempre se encuentra?- ambos solo sonreímos y caminamos a reunirnos de nuevo. Mientras que al pasar el tiempo, poco a poco la amistad que habíamos creado se transformó en amor.
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Aquella sombra se acercaba a él, se aproximaba al punto de encuentro, al punto en el que se encontrarían aquellas almas perdidas en el universo, aquel momento en el que su mirada logro ver al dueño de esa sombra.
“Un chico” pensó.
Le intrigo el hecho de que estaba solo, podría ser peligroso estar solo a esas horas pero no le tomo mayor importancia él igual caminaba solo en las calles y tan solo era un chico que caminaba en esa fría y oscura noche de otoño.
Cuando ambos caminos se cruzaron, lo aprecio más de cerca, un chico hermoso, lindo y guapo a sus ojos, aparentando edad similar a él, casual pero bien vestido, casi a su altura, cortos cabellos color caoba, con un toque algo rojizo.
Al mirarlo se percató del hecho de que iba con la cabeza agachada, con la mirada perdida en el infinito, el chico lloraba, aunque lo hacía desconsoladamente aun intentaba de manera inútil ocultarlas al mundo, aunque a esas horas era prácticamente imposible que se encontrara con alguien que pudiera mirarlas, alguien que pudiera darle consuelo, a excepción de él, por supuesto.
Él solo lo miro pasar a su lado, el chico ni siquiera se percató de que había alguien ahí, alguien a su lado, alguien que miraba el camino de sus lágrimas recorriendo sus mejillas, algunas llegándose a perder en la comisura de sus labios, labios carnosos con un tono rosado enmarcados a la perfección.
Distraído al ver a aquel chico, no se dio cuenta como algunas gotas de lluvia caían sobre su cuerpo, la lluvia estaba comenzando y él solo pudo correr un par de metros a resguardarse bajo un pequeño techo, aunque no fuera una gran tormenta.
Desde su refugio miro de nuevo al chico quien continuaba su camino ahora bajo la lluvia, el chico paro por un momento, miro al cielo, las gotas de lluvia ahora caían sobre su piel, mezclándose con sus lágrimas que continuaban sin parar, pero aún eran fáciles de ver, una imagen por más llena de belleza, tristeza y desolación para aquel que la miraba.
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Estaba nervioso, no entendía porque, nunca había estado tan nervioso en mi vida y tú lo notaste, -¿Estas bien?...- preguntaste, -…Porque no te ves para nada bien- me acariciaste tiernamente intentando reconfortarme, con ese simple acto sabía que estaba haciendo lo correcto, con esos simples actos ¿cómo podría no haberme enamorado de ti?, -Si estoy bien, solo algo nervioso- te respondí, -¿Porque? Ni siquiera en nuestra primera cita te pusiste nervioso- preguntaste de nuevo, suspire tome tu mano y te mire a los ojos, -Hoy te digo, te pido, por siempre se mi amor, por siempre se mi mundo, tu eres lo único, lo único que necesito, mi vida es tu y yo, así que toma mi mano y di que nunca te iras- dije me puse aún más nervioso por mis cursis palabras, pero esperaba que lo entendieras, que entendieras mis sentimientos, -Dos corazones latiendo como uno, hoy, para siempre y más- me respondiste aceptando mi corazón.
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Ahora estaba lloviendo, no sabía porque pero se sentía deprimido, no podía dejar de pensar en esa persona, ese desconocido al que miraba ¿qué podría atormentar sus pensamientos para encontrarse de esa forma? ¿Qué situación podría pasar en esos instantes para llorar tan desconsoladamente?
-Te enfermaras-
Susurro en su oído.
En un acto, un impulso que ni siquiera él sabía porque lo hacía, camino hacia el chico cubriéndolo en forma de abrazo, cubriéndolo aunque fuera solo un poco con su gabardina.
Resguardándolo, protegiéndolo, lo llevo hasta cubrirse de la lluvia donde momentos antes él había estado.
Termino por quitarse aquello que usaba, para cubrirlo por completo, él apenas tenía unas cuantas gotas en su ser mientras que en el chico era más notorio que había estado bajo la lluvia.
El chico continuaba con la cabeza agachada, se podía sentir que seguía llorando, escuchaba sus ligeros sollozos, con delicadeza solo levanto su rostro un poco, sus ojos, sus miradas se encontraron por momento, tenía grandes ojos marrones, en los que veía una inmensa tristeza, aquellos ojos brillantes por las lágrimas pero no por eso menos hermosos.
Con una de sus manos sintió su mejilla, su piel estaba fría mientras que la de él aún era algo tibia a pesar del frio que provocaba la noche y la lluvia; con su otra mano y con un tacto delicado, limpio aquellas lagrimas intentando con ese simple acto dar un poco confort, de calor a su alma.
Sin darse cuenta, sin sentirlo, una fuerza extraña lo llamo a acercarse más al chico hasta llegar a rosar sus labios, solo un ligero toque, una distancia comparada con el grosor de una delgada hoja de papel, apenas sintiendo el poco calor que irradiaban.
Por la cercanía se podían sentir como sus respiraciones se entremezclaban, pronto se deshizo de esa minúscula distancia que había entre ellos, tomando su labio inferior con sus propios labios.
Comenzando a besarse, tan solo saboreando sus labios que para él era dulces, a pesar de las saladas lagrimas que terminaron resguardándose en ese sitio.
Aun algo inseguro pero lo estaba besando, el chico correspondió el beso, la mente de ninguno de los dos sabía lo que pasaba pero el calor de sus labios, daba algo de calor al frio cuerpo de aquel chico.
Lo abrazaba fuerte de la cintura intentando con el solo tacto memorizar la forma del cuerpo que tenía entre sus brazos, el chico pasaba sus brazos por su nunca intensificando el beso, atrayéndose aún más, aferrándose al cuerpo del otro, aferrándose para poder estar más juntos, para poder darse un poco más del necesitado calor que sus cuerpos pedían en aquella noche.
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Un beso solo para ti; me acerque lo suficiente para sentir tus labios, tú no te alejaste de mí, eso fue una buena señal; un beso una manera de demostrar nuestro amor; cerraste los ojos esa era la señal de que estabas esperando a que te besara, no te hice esperar más y comencé a besarte con ternura, tus labios eran deliciosos que fácilmente podía hacerme adicto a ellos; un beso una manera de amarnos, una manera de unirnos; -Esperaste demasiado para besarme- dijiste y me sonreíste mientras que ahora eras tú la que me comenzaba a besar, -Esperaste demasiado para besarme- utilice tus mismas palabras y te sonreí, -El chico siempre tiene que dar el primer paso- sonreí de nuevo, -¿Y si ambos somos chicos? ¿Cómo funcionaría entonces?- te pregunte, -Es obvio que el mayor entonces- me respondiste, -¿Quién lo dice?- pregunte, -Solo cállate y bésame- me ordenaste, me pareció tierno, así que solo cumplí volviéndote a besar. Las sensaciones que me haces sentir al tocar mis labios con los tuyos simplemente con un solo un acto, una acción, simplemente con un beso, un beso con algo detrás, un beso que demuestra el amor que nos tenemos
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-¿Lo sabes?-
Susurro el chico al separarse.
-Lo supe en cuanto te vi-
Dijo mirándolo de nuevo a los ojos.
-Si lo sabes ¿porque me sigues buscando?-
Volvió a derramar una lágrima, él solo dio un pequeño beso, arrebatando esas lagrimas que amenazaban con no tener fin.
-Ya no llores más, no puedo verte llorar… no de nuevo… no por mi culpa-
Solo lo miraba intentando contener las lágrimas que él también sentía estaban por salir.
Y ahora, como momentos antes lo habían hecho para era el chico, acaricio su rostro con ternura, él solo cerro los ojos ante el toque frio de sus manos.
-Nuca ha sido tu culpa-
Al acariciar el rostro de su acompañante, al acariciar esas lágrimas que deseaba que no surgieran, agacho la mirada de nuevo, vio las manos de él y tímidamente acerco sus manos tocando las contrarias, acariciándolas de igual manera, para después tomarlas tiernamente, entrelazando sus dedos, ambos levantaron el rostro mirándose de nuevo, no se dijeron nada, solo al mirarse se decían las mil y una palabras que querían decir en esos momentos.
Sin importar más que el estar juntos, solo salieron de aquello que les sirvió como refugio por aquellos instantes, salieron tomados de la mano, caminando bajo la lluvia que aunque era menor no dejaba de caer.
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Peleamos miles de veces, como cualquier pareja no estábamos exentos de los típicos problemas; -Eres un idiota!!- me gritaste estabas muy enojado, más que otras veces, -Pero aun así estas enamorada de este idiota!!- yo también te gritaba, llevábamos mucho tiempo discutiendo que parecía que no tendría fin, -¿Y quién lo dice?, te odio!, eres un idiota, celoso y compulsivo!... te odio!!- no parabas, -¿Y cómo quieres que no me ponga celoso? solo mírate, eres el chico más bello, guapo, lindo y hermoso del mundo…- te vi sorprendido ante mis palabras, -…No quiero perderte, por eso me pongo celoso al verte con alguien- explicaba un poco más tranquilo, vi cómo te sonrojaste, -Nunca me habías dicho esas cosas- tú también te estabas tranquilizando, -Solo no quiero perderte… perdóname- termine y tú me distes un pequeño beso, -No te odio… pero si eres un idiota, el idiota más lindo del mundo y eres solo mío, como yo seré solo tuyo- me besaste de nuevo, a pesar de nuestras discusiones nuestro amor era tan inmenso que volvíamos a estar juntos.
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Solo caminaron tomados de las manos, el frio de la noche se hacía más intenso y de nuevo su única compañía era el cielo estrellado y la luna, que les parecía que brillaba aun con más intensidad desde que se encontraron.
Solo caminaron, para ambos solo eran ellos en la calle, en la ciudad, en la inmensidad del universo, en el tiempo, solo eran ellos dos, tomados de la mano mientras la lluvia caía del cielo, como su amor crecía mucho más profundo.
Caminaron tomados de la mano, algún coche perdido en la noche pasaba a su lado, sin tomarle importancia, sin resguardarlos de la lluvia, solo miraban a dos locos tomados de la mano, aquellos locos que solo les importaba que estaban juntos.
Ni siquiera se decían nada, las palabras no eran importantes para ellos, era como si el silencio dijera las mil palabras que quisieran decirse, como si el silencio fuera la forma en que pudieran comunicarse, las palabras se las lleva el viento, mientras que los momentos, las sensaciones, los recuerdos se graban en la memoria de cada uno.
No importaba que la noche se hacía cada vez más oscura, más intensa, anunciando que cada vez se hacía más tarde o más temprano, según quien la estuviera mirando, sin importar que la lluvia caía sobre ellos, que el frio helara sus cuerpos, sus corazones ardían al estar juntos.
Caminaron por minutos, horas quizá, el tiempo pasaba de manera diferente para ellos, el reloj avanza cada vez más rápido y cada vez más lento, pero era algo que no importaba, solo importaba aprovechar cada segundo que estaba juntos.
Continuaron hasta que frente a ellos, a sus ojos, aparecía ese lugar especial para ambos, aquel lugar conocido, aquel sitio al que sin darse cuenta fueron llevados por sus pasos.
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Cuando estamos juntos puedo hablar con solo mirarte a los ojos, pero de mi boca no sale ni una palabra, -Te vez extraño… dime que pasa- me pediste y yo solo suspire, -Sigo siendo tan torpe, aun no estoy muy seguro de cómo expresarme- te respondí, tú te preocupabas, -¿Terminaras conmigo?- preguntaste triste pude notar que querías llorar, -No, no… nunca, solo es que no lo puedo decir con palabras lo que mi corazón quiere decir- respondí y tu comenzaste a besarme, sabía que no tenía nada que temer, -Solo dilo, solo habla con el corazón- dijiste, mi corazón late aún más con solo una palabra tuya; -Eres mi sol, mi luna, eres mi todo, por eso hoy quiero decirte… que te amo… te amo y quiero estar contigo siempre, te protegeré y estaré ahí para ti 365 días, 365 noches siempre estaré contigo… voy a amarte ¿tú vas a amarme?- lágrimas salieron de tus ojos, lágrimas de felicidad, -Te amo y quiero pasar mi vida a tu lado- solo me sonreíste y me volviste a besar.
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Un hermoso jardín con mayor iluminación que el resto de la ciudad, en el centro, un camino que lo atravesaba y a los costados de este, caminos de árboles perfectamente iluminados, luces en sus troncos y en las copa de estos.
Ambos se adentraron en aquel lugar, simplemente como sacado de un cuento, era un lugar mágico, aunque esa noche la magia sería diferente a la esperada en uno de aquellos cuentos.
En su camino, al adentrarse en aquel lugar se encontraron con un sitio para descansar sus agotados cuerpos por caminar toda la noche.
Tan solo un asiento que era cubierto por un enorme árbol, el más grande y frondoso de todo el jardín.
Llegaron a sentarse a aquel lugar, cubriéndose de la lluvia aunque ya estaban muy mojados, fríos y escurriendo un poco de agua de sus cabellos.
Él saco de la gabardina que cubría al chico un pequeño pañuelo, aunque el chico se lo quito para limpiar el agua del rostro de su acompañante.
Este solo pudo cerrar los ojos al sentir su frio toque, el chico estaba aún más fría que él, aunque en él, el poco calor que tenía su cuerpo se iba extinguiendo lentamente.
Ambos solo se quedaron por uno minuto, unos momentos que parecieron eternos, tan solo apoyando sus cabezas y aun tomados de la mano.
-¿Podemos quedarnos así para siempre?... aquí, solos tu y yo, un segundo, un minuto más ¿no puede simplemente todo parar aquí?-
Rompía el largo silencio que había permanecido entre ellos.
-Sabes que el tiempo nunca es suficiente-
Le respondió el chico con tristeza, él solo se separó un momento para mirarlo, para mirarse frente a frente y abrazarlo fuertemente.
-Vamos a casa… vamos a casa de nuevo-
Decía casi suplicante, mientras unas pocas lágrimas salían de sus ojos, lagrimas que había contenido toda la noche.
-No llores… hemos llorado demasiado, llorar ya no resolverá nada-
Acaricio su rostro limpiando sus lágrimas.
-Quiero que estés conmigo y que no te vuelvas a ir-
Lo abrazo fuertemente y comenzó a besarlo con pasión, con una pasión que había estado atrapada en su corazón.
Se besaban una y otra vez, como si la vida se les fuera en ello, como si el simple hecho de separarse una milésima de segundo o un milímetro hiciera que no pudieran volver a estar juntos de nuevo.
Solo se besaban como si el tiempo se hubiera detenido, como si alguien hubiera puesto pausa en el espacio haciendo que el tiempo dejara de correr, que la lluvia se detuviera, que fueran eternos esos momentos.
-No insistas, es demasiado tarde-
El chico le susurro triste, derramando una lágrima, lagrimas que creía ya habían terminado.
-Nunca es tarde-
-Para nosotros si…-
Apunto al horizonte, la noche comenzaba a aclararse anunciando el fin de la noche o el inicio de un nuevo día, la medianoche no dura por siempre y la oscuridad se vuelve luz.
El chico solo se levantó y le puso la gabardina a él que todavía estaba sentado, cubriéndolo del frio aunque ya no pudiera atraer calor a su cuerpo.
-…Tú lo necesitas más que yo-
Camino alejándose de aquello que los refugio por un instante, solo camino dándole la espalda a aquella persona que había cambiado su noche.
La lluvia continuaba aunque era menor, una simple brisa, ligeras gotas casi imperceptibles.
El chico se detuvo por un segundo, miro al cielo, extendió las manos al sentir la fría brisa chocar con su igualmente fría piel, la fría brisa acariciaba su rostro, recorriendo su cuerpo, sintiéndola con cada poro de su piel.
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Solía ser un tipo frio pero frente a ti no puedo ser así, tú no conoces mi corazón, tan sólo con pensar en tú y yo mi corazón se acelera, ¿Recuerdas los momentos de esos hermosos días, esos primeros momentos que pasamos juntos? tú eres mi plus, estoy feliz de que estés aquí, simplemente sigo sonriendo, solo pienso en ti todas las noches y pido porque estemos juntos hasta el final, prometo amarte sólo a ti, guardarte siempre en mi corazón, hermoso chico, eres mi chico, eres mi amor, eres tan hermoso para mí que solamente te miro a ti, solo quiero que vengas a mí y me abraces, te lo estoy confesando ahora, estoy diciendo que tu realmente me gustas, necesito tu amor, no importa lo que otros digan te protegeré desde hoy mi pequeño, yo deseo eso, deseo poder estar contigo y pondré todo mi esfuerzo, solamente te miraré a ti desde ahora por siempre tú eres mi dulce ángel.
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-Mir!!...-
Grito, pero el chico ni siquiera lo miro.
-…Miru!...-
Grito nuevamente, esta vez al no haber respuesta corrió tras el para alcanzarlo y abrazarlo por la espalda intentando detenerlo un instante más.
-Ya no podemos Joon no insistas, es inútil-
Susurro.
-Que sucedió…-
Cambio a estar frente a Mir, a mirarlo de nuevo a los ojos.
-…Que sucedió con esa promesa que me hiciste, esa promesa que hicimos de estar siempre juntos-
Tomaba sus manos, no quería dejarlo ir.
-Es algo que no pudimos controlar-
Evitaba su mirada, evitando más lágrimas.
-Pero aun así me abandonaste!... ¿porque me dejaste en esta deplorable condición? ¿Cómo poder seguir viviendo sin ti?-
Levantaba la voz.
-Yo no te abandone!…-
Lo miro de nuevo.
-...Tú te desvaneciste frente a mí ¿cómo pudiste irte? ¿Cómo pudiste dejarme con todo el amor que tenía para ti?...-
Y de igual manera levantaba la voz.
-…Llore mientras vi el tiempo pasar, arrepintiéndome y extrañándote!... pero no bastaba para hacerte volver a mí-
Reclamaba, no solo la noche estaba terminando.
-Un millón de palabras no pudieron hacer que volvieras, lo sé, porque lo intente, tampoco un millón de lágrimas, lo sé, porque las he llorado hasta no poder más-
Suspiro igualmente reteniendo más lágrimas, mientras que todo se volvió silencioso por un segundo, sin saber que más decir, solo culpándose de su desdicha.
-Haz las cosas diferentes hoy… hoy no me dejes ir, así como yo no te dejare ir… ¿me amarías otra vez como…?-
No pudo continuar ya que fue interrumpido.
-Perdóname… perdóname por dejarte ir… hay tantas cosas que no hice y ahora…-
-Y ahora nos encontramos de nuevo... y nuestro amor continuara-
Termino Mir robándole las palabras, mientras que Joon solo soltó sus manos y acaricio su rostro.
-Gracias por… solo gracias por ser tú, por estar aquí conmigo, por nunca dejarme-
Acaricio su rostro una vez más, una última caricia en la mejilla, una última mirada, un último pequeño beso.
-Hasta que tú vuelvas estaré aquí, no importa si sea día o noche, sin ti mi corazón no puede latir-
Termino y solo le sonrió.
Una sonrisa tan hermosa como lo más hermoso que podía imaginarse y aun así era abrumado por esa sonrisa.
Una sonrisa que iluminaba hasta la noche más oscura, una sonrisa capaz de detener el tiempo, hasta el cielo más tormentoso se despejaba al ver esa sonrisa, hasta el cuerpo más caluroso se congelaba con solo verla.
Le sonrió y continuo su camino, dejándolo solo en medio de la lluvia que estaba llegando a su fin, como si solo hubiera sido una ilusión el verse, el encontrarse, aunque fuera por unos minutos.
Solo camino un par de metros lejos de Joon, para detenerse solo un momento más.
-¿Vienes conmigo?-
Dijo mirándolo de nuevo por un segundo.
-Te alcanzare más tarde… todavía hay algo de tiempo-
Le sonrió de nuevo y Joon lo imito.
-Te amo-
Dijo en un susurro para continuar su camino.
Esas palabras le hicieron sentir un fuerte dolor en el pecho, en el corazón, cada vez se convierte en alguien más frio que ni siquiera esas palabras podían darle algo de calor.
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No solo te amaba a ti, amaba sentir el aroma de tu piel, de tu cabello, tu esencia todas las mañanas; -Buenos días- me sonreíste y abrazaste al despertar, -Buenos días amor- te abrace y di un pequeño beso, al abrazarte pude sentir tu fragancia, aquella que olía todos los días al despertarme desde que comenzamos a vivir juntos; todas las tardes que caminábamos juntos tomados de la mano, solo estando juntos y felices, todas las noches, anhelaba llegar a casa para sentirte cercas de mí, cuando mis brazos se convertían en tu almohada para que pudieras conciliar el sueño, aquellos momentos en los que entregabas a mí, convirtiéndonos en una sola alma. Aquel día llegaste a mí como una luz, me iluminaste y te quedaste conmigo para siempre, los cumpleaños felices, tu sonrisa cuando algo te hacia feliz, tus lágrimas cuando estabas triste, tu mirada llena de amor, solos tu y yo amándonos. Pero la vida siempre tiene un plan para todos, para nosotros nuestro plan estaba por tomar un rumbo el cual nunca imaginamos y nunca hubiéramos deseado.
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Joon siguió por el camino contrario, no sabía a donde se dirigían solo caminaba a donde sus pasos lo llevaban, sabiendo que pronto volverían a encontrarse, sabiendo que todo sería como antes.
La lluvia empapo todo su cuerpo, que le costaba levantar la cabeza, pero lo hacía en ocasiones, llevando su mirar al cielo, la lluvia entraba en sus ojos mientras pensaba en Mir.
Ese camino en el que Mir había andado momentos antes, ese mismo donde caminaba solo mientras lloraba, siguiendo el camino sin final, deambulando para encontrarlo, volvía a caminarlo, ha cambiado por completo, ahora lo había cambiado, ahora entendía porque era hermoso, porque solo quedaban los buenos recuerdos.
Su corazón se congelo almismo tiempo que sus pasos llegaron a aquel lugar que había imaginado que llegaría, pero nunca pensó el verse entrar en el.
Una última fría brisa paso, dando fin a esa lluvia que por momentos parecía que no cesaría nunca, esa brisa que enfriaba aún más su piel aunque más fría de lo que ya estaba, ya era imposible.
Joon solo intento cubrirse un poco con la gabardina que llevaba, metiendo sus manos en los bolsillos, pero sintió algo extraño algo que no recordaba llevar consigo, lo saco y lo miro causándole una sonrisa.
-Sobre lo que dijiste…-
Dijo a él que ya no estaba, a la fotografía, al universo, a la nada, a él mismo, a quien fuera, no sabía con quien hablaba pero sabía que alguien lo estaría escuchando.
-…Yo no te buscaba, tú venias a buscarme a mí, para darme un último beso… el último beso que me robaría el aliento-
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Desearía que ese día no hubiéramos peleado; –No te vayas!- me gritaste intentando detenerme; desearía que esa noche no hubiéramos discutido; –Las cosas podrían empeorar, será mejor estar solos por un momento- te respondí y solo me aleje de ti; desearía no haberte dejado solo, tantas cosas que desearía, ni siquiera recuerdo porque peleamos esa noche pero ahora ya nada importa, ya es demasiado tarde. Salí del departamento, aquel en el que vivíamos juntos, estaba molesto, enojado, el semáforo estaba en alto por lo que aproveche para cruzar y alejarme de ti, no quería seguir discutiendo, sabía que me pondría peor si continuábamos, solo quería que mi cabeza se enfriara, antes de que llegara nuestra discusión al punto sin retorno. Solo escuche un coche frenar, un fuerte golpe, gritos y de repente todo se volvió oscuro para mí.
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Mientras que momentos más tarde, el sol salía por completo, era un nuevo y brillante día de otoño, la lluvia despejo el cielo haciéndolo más brillante y hermoso, los árboles y el paisaje eran de cálidos colores, las hojas de los árboles caían, terminado su ciclo de vida de ese año, para que en la primavera le dieran paso a nuevas hojas que florecieran con mayor intensidad y belleza.
Aquellas hojas que eran juntadas por los pequeños, haciendo montículos para más tarde y cuando tuviera las suficientes pudieran jugar en ellas.
Los niños jugado, el sol brillado, las risas, un nuevo y hermoso día despertaba en Corea, pero no todo era felicidad.
Las noticias anunciaban la trágica muerte de un joven fallecido la noche anterior, solo llevaba una gabardina que fue insuficiente para aquellas noches de otoño que eran cada vez más heladas y aumentando el frio con la lluvia de esa noche, esas últimas lluvias del año, para ese joven el frio helo su cuerpo para siempre.
Entre sus pertenencias solo se encontró su identificación con el nombre de Lee Joon, una fotografía en la que se mostraba a dos jóvenes besándose y detrás de la foto un pequeño texto.
“Te amo más que a nada en el mundo… por siempre tuyo Mir”
Mientras que el cuerpo se encontró en el panteón de la ciudad, recostado sobre una tumba.
“Bang CheolYong
(1991 – 2013)
~Quisiera alargar cada minuto, cada segundo, pero la vida me apresuro llevándome antes que a ti~”
Al lado del cuerpo una pequeña hoja aprisionada entre sus manos, con unas palabras en ella.
“Porque ni siquiera la muerte hará que deje de amarte con toda intensidad, con toda la pasión que en mi cuerpo frio e inerte pudo haber.
La muerte no es mala cuando hace que te pueda volver a ver, si la muerte es la única forma de volver a estar juntos, la recibiere con gusto ya que no tengo miedo de ella porque sé que estarás esperando por mí.
Mi ángel de la muerte que ha venido a hacerme feliz de nuevo, los últimos instantes de mi vida.
Mi ángel de la muerte… nos volveremos a encontrar”
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Regrese a ver lo sucedió, tu cuerpo ensangrentado era la imagen que miraba. Corrí a abrazarte llenando mi ropa de tu sangre, mis lágrimas caían sobre tu cuerpo –No te vayas… no me dejes!- repetía sin descanso, ahora era yo el que decía esas palabras; -Se fuerte... se fuerte por los dos… solo una última vez… por favor- salió de tu boca en un hilo de voz, mientras el nombre que ame una vez en esta vida se estaba alejando aún más y más de mi -No te vayas… quédate a mi lado!!- repetía gritando hasta desgarrarme la garganta; -Te amo- dijiste en un último hilo de voz que salió de tus labios, me diste una última mirada de amor, antes de que tus ojos se cerraran para siempre, antes de que tu corazón dejara de latir, antes de que murieras en mis brazos; –Te amo- dije, pero era demasiado tarde ya no podías escucharme y después todo fue silencio, oscuridad, soledad, no solo en las calles, en mi corazón.
Te habías ido para siempre, dejarte ir aquel día fue aún más duro que morir, me hiciste respirar por ti y ahora huyes lejos de mí.
Te arrancaron de mis brazos con tanta crueldad, nos robaron el tiempo juntos, que no conocía la realidad sin ti pero tenía que entender que al cielo le hacía falta una estrella.
Quiero llorar, llorar hasta que el dolor se valla pero por mas lagrimas el dolor de dejarte ir, nunca se ira.
Te amo y lo hare toda la eternidad.