SungJong despertó sintiendo un frío intenso envolviendo su cuerpo. Casi grita al darse cuenta de que no se encontraba en su dormitorio, definitivamente esa no era su cama, y su oso de peluche no estaba por ningún lado. El frío que sentía cada vez era mayor, y con razón, estaba desnudo. Al darse cuenta de ese pequeño detalle un intenso rubor cubrió sus mejillas. Ahora todo tenía sentido. –mierda, SungKyu me va a matar- susurró al recordar que había escapado de casa el día anterior sin avisarle a nadie de su paradero y seguramente estarían buscándolo.
Como pudo, se levantó y cerró la ventana, estaban en medio del invierno, haber dejado la ventana abierta y después quedarse dormido sin ropa era un suicidio,- de seguro pescaré un resfriado- pensó resignado.
Regresó a la cama, dispuesto a seguir durmiendo cuando la puerta de la habitación se abrió dejando pasar a otro chico.
-veo que despertaste- La voz de la otra persona sobresaltó a SungJong que no lo había escuchado entrar.
-¿eh? Ah si, hacía frío y me levanté a cerrar la ventana- habló rápidamente atropellando las palabras, con la mirada clavada en las sábanas, era incapaz de mirarlo a la cara, sentía mucha vergüenza, no sabía en que momento las cosas habían terminado así con él, sólo sabía que no era lo correcto y hasta cierto punto estaba arrepentido.
Perdido en sus pensamientos, no se dio cuenta cuando su compañero se sentó en la cama, a su lado.
Unos fuertes brazos lo rodearon por la espalda proporcionándole calor, una boca traviesa lo sorprendió empezando a besarlo en el lóbulo de su oreja, viajando por su cuello para terminar jugueteando en uno de sus ya erectos pezones y sin querer, un suspiro casi inaudible escapó de sus labios.
Sin poder evitarlo, sin querer evitarlo, simplemente se dejó llevar de nueva cuenta, dejando su cuerpo a la deriva de esas manos cuyas caricias le hacían ver las estrellas. Su nombre se le escapaba entre gemidos, tampoco podía evitarlo, en esos momentos sólo eso estaba en su cabeza, en esos momentos podía olvidar todo lo demás. Sin más, sin pensar en las consecuencias, sólo le importaba sentirse lleno, el placentero dolor que sin planearlo, descubrió ese día que podía volverlo loco. Gritando cosas incoherentes, arañando toda la piel a su paso, llegaron al clímax juntos, para después flotar por el infinito, él amarrado al torso del otro, no podía ser más perfecto. No supo cuando se quedó dormido.
*-*-*-*
Cuando se despertó, la luz de sol le daba de lleno en la cara, intentó moverse, pero no pudo, se encontraba aprisionado en un fuerte abrazo. Como pudo giró su cuerpo a la derecha, ahí estaba él, dormido todavía, pero con una enorme sonrisa adornando su rostro, SungJong también sonrió, podría quedarse embobado viéndolo todo el día, era hermoso pero desgraciadamente, no era él.
La magia duró hasta que el sonido de su celular irrumpió en el silencio de la habitación; intentó levantarse, pero el agarre de su cintura se hizo más fuerte.
-¡Yah! Hyung, necesito levantarme- dijo casi en un grito pataleando e intentando soltarse hasta que con la poca fuerza que poseía, logró mover un brazo ajeno lo suficiente como para zafarse.
Tomó su celular, y casi se cae de espaldas cuando la ver más de 10 llamadas perdidas de SungKyu, su compañero de apartamento, el que lo cuidaba como si fuera su hijo, y peor aún, al ver la hora, eran casi las 2 de la tarde.
¿Por qué carajo no había escuchado antes el teléfono? ¿Cómo es que había dormido tanto? SungKyu definitivamente lo iba a matar, tenía miedo, mucho miedo de cómo su hyung podría tomarse su pequeña escapada.
Rápidamente comenzó a buscar su ropa, con la adrenalina inundando su cuerpo porque tenía que salir de ahí muy rápido pero ¿donde había dejado su ropa?, no apareció en la habitación, ni en los pasillos que llevaban a ella. Llegó corriendo a la sala y un rubor salvaje apareció al ver el desorden y recordar todo lo que había pasado ahí, encontró su ropa al lado del sillón y mierda, su playera estaba hecha jirones.
Al intentar ponerse los bóxers, un dolor terrible en la parte baja de la espala apareció, aunque a decir verdad le dolía todo el cuerpo. ¿Cómo es que no lo había sentido? De seguro por la prisa, pero ese no era momento para quejarse, así que con todo y dolor, se terminó de vestir. Planeaba salir huyendo, sin hacer ningún ruido, sin despedirse, después de todo sólo fue un error porque al final sólo eran y esperaba que siguieran siendo amigos. Tomó su celular, suspiró y se dirigió a la entrada procurando hacer el menor ruido posible para no despertar a DongJun. Estaba a punto de girar la perilla cuando su teléfono volvió a romper el silencio –mierda- había olvidado silenciarlo, de todos modos se había pasado toda la mañana sonando ¿no? Y además no creyó que volviera a sonar tan rápido, suspiró resignado y contestó la llamada, era SungKyu.
-Yah! SungJong ah!! ¿Dónde estás?- la estridente voz de su amigo salió del aparato tan fuerte que tuvo que despegarlo de su oído. – ¿sabes lo preocupado que nos tienes? ¿Has visto la hora? Ayer te fuiste tan rápido, tuve miedo de que algo te hubiera pasado.
-yah, hyung, estoy bien, disculpa por no avisar que no llegaría a dormir- la voz del pequeño se oía tranquila, pero SungKyu lo conocía de más.
-¿En serio estás bien?- el tono de voz del mayor esta vez fue más serio, pero a la vez mas suave, estaba preocupado.
- si hyung, todo bien, ¿MyungSoo hyung está en casa?-
SungKyu titubeó un poco antes de contestar –sí, aquí está-
-está él también ¿cierto?- la voz de SungJong se sentía abatida. El silencio de SungKyu sirvió como respuesta afirmativa.
-cuídate pequeño, no llegues muy tarde a casa-
Guardó de nuevo el teléfono en el bolsillo, se dio media vuelta, regresando a la sala, ¿ya que más daba?, ya no tenía prisa.
Y entonces se derrumbó, ahí en medio de la sala, no pudo soportarlo más, le dolía y no, no era el dolor físico que también lo atormentaba, era algo más profundo, se sentía roto. Sus lágrimas caían sobre sus mejillas. Cualquier persona que lo viera en ese estado, pensaría que sólo era un niño llorando por un juguete roto, pero no, de ninguna forma SungJong ya no era un niño. Se sentía tan miserable y poca cosa, como si ni siquiera mereciera vivir. DongJun siempre había estado ahí para él, y lo único que el pudo hacer fue utilizarlo, de la manera más horrible, sólo por su egoísmo, pero eso no era lo que le dolía. ¿Por qué la vida era tan complicada? ¿Por qué no se enamoró de DongJun, en lugar de aquel idiota que sólo lo hacía llorar? Lo peor de todo, era que tal vez había jodido una amistad de años.
Los hipidos de SungJong fueron los culpables de despertarlo, nunca había dormido tan bien en toda su vida, se desperezó dirigiéndose rápidamente a la sala a ver lo que ocurría, sintió como su corazón se comprimía ante la imagen que el menor le mostraba, ahí tirado en el piso, con la cara roja, los ojos hinchados y llorando como si la vida dependiera de ello, lo único que atinó a hacer fue correr a abrazarlo, SungJong le correspondió, y hundiendo su cara en uno de sus pectorales, empezó a llorar de nueva cuenta, igual de intensamente que al principio, acarició su cabello revolviéndolo, tratando de tranquilizarlo.
Ninguno de los dos entendía, DongJun sabía que SungJong estaba herido y aún así se aprovechó de la situación. SungJong sabía lo que DongJun sentía por él y sólo lo utilizó para deshacerse de los recuerdos dolorosos aunque fuera por unas horas. DongJun a pesar de las circunstancias se sentía feliz, tal vez porque pensaba que, existía la probabilidad de que las cosas cambiaran (para bien) entre ellos, SungJong se sentía como mierda, porque acostarse con su amigo no había ayudado ni un poco a deshacerse de sus sentimientos por MyungSoo, además muy probablemente DongJun terminaría odiándolo.
Los lastimosos gemidos de SungJong disminuyeron su volumen, las lágrimas dejaron de salir.
-perdóname- la voz de SungJong a penas y era audible
-no, perdóname tú a mi- realmente, DongJun no entendía por que SungJong le pedía disculpas, lo cual hizo que él mismo se empezara a sentir culpable.
-soy un idiota por aferrarme a alguien que nunca va a quererme, todo sería más fácil si me hubiera enamorado de ti-
DongJun sonrió con amargura, el abrazo entre ambos se hizo más fuerte y depositó un dulce beso en la coronilla del más pequeño.
-lo sabes ¿cierto? Que te amo, déjame quedarme a tu lado, déjame quererte aunque no me correspondas- dijo el mayor con tono de súplica, SungJong se quedó en silencio un momento, si lo sabía, sabía lo que su amigo sentía por el, pero no esperaba escucharlo y menos en aquellas circunstancias.
-lo siento, pero no puedo aceptar tus sentimientos en este momento, no podría hacernos esto, sólo terminaríamos lastimados-
DongJun no dijo nada, en el fondo sabía que la cosa iba a terminar así.
El agarre ya no era tan fuerte, SungJong se levantó tambaleándose del piso dispuesto a irse, ya no tenía nada que hacer ahí.
-pero sabes, estoy muy feliz de que hayas sido tú- y sin decir más se dirigió a la puerta, dejando atrás a un muy desconcertado DongJun en el piso, giró la perilla saliendo del departamento, al tiempo que una traicionera lágrima resbalaba por las mejillas de ambos.
Las últimas palabras de SungJong estuvieron girando dentro de la cabeza del mayor por un buen rato, tratando de entender a que se refería.