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Lolita por Kuran Mikaode

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Notas del capitulo:

Hola

Ha sido mucho tiempo.

Me sentía melancolíca cuando las personas me pedían que simplemente no abandonara el fics.

Ni siquiera yo se que paso, la vida paso y se tornó un año. Estube demasiado metida en mis cosas y este es oficialmente el capítulo que más me ha costado escribir.

Capítulo dieciocho.

Everybody knows.

La marea mecía la tabla de surf suavemente, balanceando sus cuerpos de un lado a otro. Sus piernas permanecían sumergidas en el agua fría del mar ayudándole a tolerar el calor característico de una tarde veraniega. En aquel momento se sentía tan tranquilo, tan efímero, mientras observaba silenciosamente la bastedad del océano, que casi podía olvidar lo extenuante que había resultado aquella semana. Había pasado toda la semana tratando de sobrellevar en silencio todo aquello que sentía y en consecuencia estaba exhausto como nunca antes se había sentido, e incluso, ahora que lo meditaba con la cabeza fría, refugiarse en los deberes para evitar pensar en cómo se sentía no había sido una buena idea. Las clases de música y el club de pintura se tornaron en un bálsamo, un alivio para su alma que ansiaba expresarse a la vez que Sasuke se esforzaba por replegarla. Sorpresivamente, Naruto había resultado ser una buena vía de escape, sabía que algo iba mal con él, pero en vez de presionarlo como normalmente haría se había dado a la tarea de distraerlo, de convertirse en un soporte, un lugar solido en el cual refugiarse mientras todo lo demás parecía haberse vuelto un completo caos.

Con el final de la semana la carga se había hecho más pesada, insoportable. Sasuke, constantemente, sentía una gran opresión en el pecho y la imperiosa necesidad de escapar; por momentos la respiración se le cortaba y le era extremadamente difícil el llevar oxígeno a sus pulmones hasta el punto que a veces podía ser doloroso.

Recostó su cabeza contra el hombro de Naruto concentrando todos sus sentidos en la tenue respiración de Naruto que acompasaba su pecho contra su espalda mientras con su mano libre le acariciaba la cintura. Sasuke nunca antes se había sentido tan cercano a otra persona como en ese momento lo hacía con Naruto. Con la yema de sus dedos recorrió suavemente el brazo con el que Naruto le sostenía y fijó la vista en el borde difuso que dividía el cielo del océano mientras se preguntaba si acaso un segundo podía ser eterno.

—¿Por qué te fuiste a vivir a USA?

Las caricias sobre su cintura se detuvieron, en cambio Naruto suspiró y le abrazó con fuerza mientras apoyaba su frente sobre su coronilla.

—Hagamos una cosa, yo te lo diré pero tú tendrás que decirme… eso. —Respondió luego de meditarlo por un momento.

Sasuke ladeo la cabeza hacia la izquierda, como siempre hacía cuando meditaba algo y respondió: —Tú primero.

Naruto le ayudó a girarse sobre la tabla, quedando uno frente a otro. La verdad es que no había considerado que Sasuke aceptara, no cuando había pasado toda una semana tratando de evadir el tema.

—¿Cómo podría empezar…? —se dijo a sí mismo. No había hablado a fondo de ello con nadie y aunque sabía que podía darle una respuesta trivial a Sasuke e incluso mentirle, pero sí lo hacía traicionaría por completo la confianza que tanto les había costado ganarse— Mi mamá está enferma… es algo extraño decirlo en voz alta, ¿sabes? Ella tiene trastorno obsesivo compulsivo y trastorno afectivo bipolar, es por ello que cuando se concentra en su trabajo se mete de lleno a ello y se olvida de todo lo demás y luego, cuando vuelve, se apega demasiado a nosotros. Es algo extraño, la amo tanto y la vez siento que a aborrezco —se permitió ser completamente sincero, Sasuke no lo juzgaría, incluso, tal vez lo comprendería—; está siendo demasiado egoísta con todo esto y sabe que mi papá siempre la dejará ser, pero no puede usar siempre sus trastornos como una excusa.

Naruto agarró con fuerza su pantaloneta y apretó con ira, se notaba lo mucho que lo frustraba toda esa sensación.

—El punto es que, cuando tenía alrededor de ocho años mi madre pasó por una profunda etapa depresiva y se obsesionó conmigo, decía que yo era la única persona que tenía en la vida que en cualquier momento mi padre recapacitaría y se marcharía… A él le dolía mucho que le dijera eso, la ama demasiado, jamás se iría de su lado, nunca la dejaría sola, él sabe muy bien lo difícil que no es tener a nadie. Las cosas comenzaron a ponerse feas, mi madre lloraba con amargura cuando me iba a la escuela, gritaba una y otra vez que no la dejara, lo hacía incluso después de que me hubiera ido hasta que los vecinos llamaban a la policía. No te he dicho que mi padre estaba estudiando para conseguir su especialización en cardiología, casi no estaba en casa, mi madre se quedaba sola con un niño hiperactivo, con nadie más con quien hablar, a veces me cuesta creer que ella no es la víctima. En fin, uno de sus hermanos del orfelinato es psiquiatra, tenía su consultorio en Seattle así que yo me fui con mi madre a que recibiera su tratamiento, estuvimos allá durante cinco años y medio, papá iba cada mes a visitarnos —Naruto hizo un gesto vago con la mano, lo cual le indicó a Sasuke que adrede estaba minimizando los datos en esa parte de la historia—. Ella consiguió estabilizarse, estaba llena de energía, vivaz y tan alegre —Naruto sonrió con nostalgia—, retomó su trabajo al poco tiempo, se esforzó en ello hasta el cansancio, ascenso tras ascenso, luego empezó a llegar cada vez más tarde, luego ya no volvía, así hasta que sus ausencias se tornaron en largos viajes y cada vez que se siente sola vuelve a casa con su perfecta familia feliz. Siento que no sé quién es la mujer que prepara la cena, me llama cariño y duerme con mi padre y sé que en parte él se siente así, pero no le dice nada, la ama y teme que se le escape, al final de cuentas ella es una mujer con mucho carácter, lo tomas o lo dejas.

Naruto inhaló largamente cuando terminó de hablar y observó fijamente a Sasuke, tratando de dilucidar que era lo que él opinaba o si se había sentido herido en las contadas ocasiones en las que mencionó lo mucho que su padre amaba a su madre, pero siendo sincero lo suyo nunca habría tenido un futuro.

—Vaya… y yo que creía que mi relación con mi madre era problemática. —Dijo Sasuke al fin.

—¿Con tu madre? Ese día en tu casa no vi ninguna foto de ella, por lo que supuse que los había abandonado a algo así —Naruto se rascó la cabeza con nerviosismo, no sabiendo bien a bien cómo se tomaría Sasuke sus palabras.

—Ella… eh, murió dándome a luz. Era un embarazo riesgoso… ella era muy joven sabes, tenía 21 años, mi papá tenía 24, se escaparon juntos cuando ella se embarazó de Itachi… una genuina historia de amor. Ella era una dulce y elegante chica de clase alta en Niigata y mi papá solamente un rebelde que a veces le hacía de jardinero para ayudarle a su madre con las cuentas de la casa. Su aniversario de muerte es el mismo día de mi cumpleaños, pero aun así yo siempre he tenido una celebración con fiesta y globos, nunca he visto a mi padre triste o decaído el día de mi cumpleaños, ¿sabes? Ni una sola vez —los ojos de Sasuke se cristalizaron, por lo cual Naruto se apresuró a tomarle de las manos dándole apoyo—. El viernes pasado mi padre y yo hablamos sobre su muerte, mi nacimiento, sobre mí, me dijo en pocas palabras que yo puedo decidir quién ser… pero al final ¿quién soy yo, Naruto? —lo dijo y realmente pareció que se lo estuviera preguntando— ¿soy un chico o una chica? ¿Acaso no puedo ser los dos?

—Creí que ya lo eras, es decir, eres ambos, ¿no? —Naruto le acarició ambas mejillas cuando Sasuke sonrió con gracia—. Eres Sasuke y eso es lo único que importa.

—No es tan fácil —refutó desviando la mirada, pero no hizo ningún amague de querer alejarse.

—¿Entonces cómo has pasado toda una vida haciéndolo?

—Es que cualquiera no puede hacerlo, yo soy especial.

Naruto apretó un poco más las mejillas de Sasuke, sintiéndolas calientes por el sol, húmedas y suaves. —Sí que lo eres.

Sasuke posó sus manos sobre las de Naruto y le sonrió mirándole a los ojos, a Naruto se le cortó el aliento por un momento, porque sabía que nunca antes Sasuke le había sonreído así, como si él fuera la razón por la que el sol brillaba en aquella calurosa tarde.

Ese día, Naruto se enamoró un poco más del arco de sus labios.

 Por eso, cuando dejó a Sasuke en el porche de su casa, Naruto no se contuvo y le tomó con cuidado de las mejillas sonrojadas por el sol y lo besó como nunca antes había besado a alguien, como nunca antes creyó que podría besar.

Se separaron mientras se miraban fijamente a los ojos, Sasuke se mordió el labio con ansiedad y sintió sus mejillas enrojecer ante la vorágine de sentimientos que se arremolinaban en su vientre ante la cercanía de Naruto. Y se sonrojó aún más al ser consciente de su sonrojo. Naruto le sonrió y simplemente le volvió a besar aparentándolo suavemente a su cuerpo mientras le acariciaba con devoción.

—Hasta mañana Sasuke —le susurró Naruto con voz gruesa sobre sus labios antes de alejarse un par de pasos de su cuerpo.

Sasuke simplemente asintió y recostó su cuerpo sobre la puerta un tanto abrumado por lo que acababa de suceder. Naruto le sonrió mientras caminaba de espalda hacia las escaleras hasta que con un simple movimiento de mano se dio la vuelta y se marchó. El muy maldito se hacía el guay justo en aquel momento. Sasuke dejó caer el peso de su cuerpo sobre la puerta y suspiró provocando que los cabellos que caían sobre su frente se levantaran a la vez que se preguntaba ¿qué demonios acababa de suceder?

Abrió la puerta, notando no sin cierto horror lo mucho que había estado evitando volver a su casa o pasar tiempo en ella. Ya se había dado por mucho tiempo al dolor, era tiempo de afrontar la realidad y hacer frente a lo que vendría. Se quitó los zapatos en el gekan y dejó sus llaves en el bol de la mesa. Inhaló y exhaló un par de veces dándose coraje y se adentró a la sala encontrándose inmediatamente con la mirada ansiosa de su padre, quien seguramente había estado esperándolo. Sasuke se acercó a él para saludarlo como siempre lo hacía concentrándose en que nada delatara lo extrañamente nervioso que se sentía. No tenía por qué sentirse nervioso ante su padre, se empezó a decir. No fue hasta que Sasuke estuvo lo suficientemente cerca, cuando una voz aguda y vagamente desconocida le hizo desviar la mirada hacía lo que su papá estaba viendo. Era él, con su disfraz de princesa correteando y cantando por el patio de la casa mientras que su padre le seguía con la videocámara. Sasuke se acercó más a su padre y posó su mano sobre su hombro absorto en las imágenes. Parecía que aquello había pasado hace cientos de años.

—Como extraño esa época en la que Itachi aún era mi esclavo —dijo tratando de aligerar el ambiente.

Su padre frunció el ceño, pero la leve curvatura de sus labios le hizo saber a Sasuke que se lo había tomado con gracia.

—Crecen demasiado rápido, cuando vuelva a notarlo seguramente Itachi ya se habrá casado —la voz de su padre dejó entrever un poco de nostalgia.

—No te preocupes papá, pasará mucho tiempo antes de que Itachi consiga alguien que lo aguante.

Su padre pareció pensarlo durante unos segundos y luego asintió dándole la razón.

*

 

Sasuke no era realmente un entusiasta de la playa, era divertido ir, sí, pero luego debía dedicar una gran cantidad de tiempo en retirar concienzudamente toda esa arena y sal de su cuerpo. Salió del baño y se puso su pijama, descubriendo con alegría que el calor empezaba a reducirse formidablemente durante las noches. El verano estaba llegando a su fin. Tarareó distraídamente la canción que Naruto había estado susurrando durante su viaje a la playa y se dirigió a la cocina, seguramente su padre ya había terminado de hacer la cena.

—¿Te vas? Creí que hoy era tu día libre —inquirió su padre intentando que su voz no demostrará su decepción.

Sasuke dirigió su mirada a su hermano con ansiedad, como si con sólo desearlo pudiera hacer que se quedara. Su padre había estado muy melancólico y parecía realmente ansiar su presencia.

—Si pero… voy a ir por ahí con mis amigos —Itachi se encogió de hombros y Sasuke no pudo evitar fulminarlo con la mirada, su hermano era un idiota.

Su padre suspiró derrotado, obviamente no iba a insistir, aunque se muriera por hacerlo. —Está bien —se encogió de hombros derrotado y se devolvió a la cocina.

En medio de un arrebato, Sasuke tomó la caratula de su celular y se la lanzó a la cabeza a su hermano.

—¡Auch! —Itachi se dio la vuelta e identificó a su agresor— ¿Qué te pasa, Sasuke?

—Eres un completo imbécil, Itachi —Sasuke recorrió la distancia entre ambos y le pico el pecho con el dedo en un claro gesto belicoso.

—¿Qué sucede? ¿Qué hice? —El gesto de Itachi trasmutó rápidamente del enojo a la más pura confusión.

Sasuke se cruzó de brazos y sus ojos chispearon con enojo.

—No tiene sentido si tengo que decírtelo.

Itachi le miró profundamente ofendido, tomó sus cosas y se fue dando un portazo. Sasuke suspiró tratando de calmarse, a veces se preguntaba de qué le servía a su hermano ser un genio si para las cosas más prácticas resultaba un profundo y perfecto idiota. E incluso, no podía creer que en situaciones como esa, justamente él, resultara ser el más inmaduro. Se llevó la mano al puente de la nariz y se lo masajeó con firmeza tratando de mitigar el estrés que comenzaba a embargarlo.

Se encaminó a la cocina con el extraño sentimiento de que en cualquier momento tropezaría en sus calcetines, era muy extraño que se sintiera torpe, ni siquiera cuando se incursionó en un largo e incierto coqueteo con Minato se sintió así impreciso. Al llegar a la cocina, su padre, quien ya había empezado a servir la comida en la isla, le regaló una larga mirada deteniéndose en sus calcetines de dinosaurio mientras esbozaba una pequeña sonrisa. Sasuke también bajó la vista a sus calcetas blancas con la cara de un dinosaurio sonriente en la punta, le encantaban esas calcetas.

—Linda pijama —le dijo su padre, aunque su voz era neutra Sasuke sabía que bromeaba.

—Te la dan cuando resuelves el primer crimen —dijo mientras señalaba la leyenda Policía de Tokio.

Fugaku bufó con humor y le indicó que se sentara. Parecía que su ánimo había mejorado, lo cual le alegraba, a veces Sasuke se mortificaba creyendo que le hacía a su padre la vida un poco más difícil. Se sintió un poco culpable cuando su padre puso un generoso plato de humeante yakisoba frente a su taburete, era su comida familiar favorita e Itachi no pudo esperar un par de minutos para cenar para luego poder ir a hacerse el tonto con sus amigos. Habló un rato con su padre y, aunque él nunca mencionó nada acerca del caso en el que había estado trabajando -solamente le dijo que mañana tenía el día libre, que solo debía organizar algo acerca de los informes y que después de eso podían ir a desayunar juntos-, Sasuke pudo notar que algo acerca de ese caso le estaba mortificado. Ya era extraño en sí que su padre hiciera trabajo de campo.

Sasuke había pasado gran parte de su vida temiendo que algún día su padre no volviera a casa, un temor que se aplacaba un poco cada vez que su padre escalaba en la jerarquía de la policía. Sin embargo, cuando su padre se convirtió el capitán del departamento de homicidios de la policía de Tokio, Sasuke ingenuamente creyó que Fugaku se alejaría del peligro para consagrarse en el incesante papeleo burocrático. A Fugaku le gustaba el trabajo de campo y simplemente no dejaba de inmiscuirse cuando lo consideraba necesario, por tanto, su próximo ascenso a sub-capitan de toda la unidad de investigación criminal e INTERPOL le tenía más estresado que entusiasta. Sasuke, por otro lado, lo veía como una oportunidad de resguardar a su padre de los criminales, aun cuando algo dentro de sí le decía que muy probablemente su padre no aceptara el ascenso.

Esa noche Sasuke se fue a la cama con un extraño sentimiento arremolinándose en su vientre, algo entre incertidumbre y desazón como si se tratara de una premonición. Cuando despertó a la mañana siguiente, el sentimiento había desaparecido casi por completo. Se tomó su tiempo para ducharse, se lavó el cabello, se lo cepilló a conciencia y se puso una diadema de la lazo negra, además se tomó su tiempo para vestirse, se abotonó la larga hilera de botones de su falda de mezclilla de corte A y se acomodó la blusa gris de Marvin el marciana, mientras pensaba que le empezaba a quedar un poco ajustada.

Bajó las escaleras con sus zapatos converse de suela alta en la mano. Su padre le estaba esperando en la sala y lucia bastante enojado, frunció el ceño a sus medias cortas de red y con voz hosca le dijo que se iba a ser un día frío y que se pusiera un suéter. Sasuke resopló, giró sobre sus pies y subió las escaleras, se puso un delgado suéter de lana color mostaza haciendo nota mental de que pronto tendría que guardar la ropa de verano y sacar la ropa para la temporada fría para nuevamente bajar las escaleras.

Una vez abajo, Sasuke se vio a su hermano luchando por quitarse los zapatos en el genkan mientras Kisame trataba de mantener el equilibrio y sostenerlo al mismo tiempo. Estaba ebrio como una cuba. Sasuke giro su vista hacia su padre, el cual tenía fija su mirada inquisidora sobre Itachi. Itachi consiguió quitarse los zapatos y levantó la mirada hacia Kisame con una expresión de triunfo bailando en sus facciones. Si bien no era la primera vez que Itachi se parecía a esas horas en la casa, Itachi nunca había llegado borracho a la casa.

—¡Sasuke! —exclamó su hermano sorprendiéndolo— Oh, Sasuke, mi pequeño Sasuke —se lamentó mientras se desembarazaba de Kisame e intentaba llegar a Sasuke con pasos tambaleantes­—. Tan lindo, ¿no es muy lindo? —dijo mirando a Kisame como si esperara su apoyo. Itachi posó sus manos sobre sus mejillas, acariciándole el rostro con insistencia y continuo balbuceando incoherencias acerca de lo mucho que le quería y que debía cuidarlo más cuando de repente inició a balbucear sobre un hombre— Lo mataremos —dijo y volvió a mirar a Kisame el cuál asintió a sus palabras— Ese hombre que te rompió el  corazón, lo mataremos y nunca más volverá a hacerlo.

Sasuke retrocedió ante las palabras de su hermano, sintió su cuerpo tensarse en cuestión de segundos y toda su sangre drenándose de su cuerpo. La mirada fulminante de su padre le dirigió le dejó una sensación empalagosamente fría que le cortó la respiración por un momento. No se atrevió a mirarle devuelta. Ni siquiera a parpadear. Sintió el pánico paralizar dolorosamente sus músculos, revolverle las entrañas y agitarle el corazón. Miró su hermano en busca de ayuda, pero Itachi estaba demasiado intoxicado como para enterarse de lo que había provocado.

—¿Cuál hombre? —le preguntó su padre a Itachi.

Itachi parpadeó un par de veces tratando de captar las palabras de su padre y todo inocencia le respondió: —El que tiene la edad para ser su padre. —Repitió las palabras con las que Sasuke le había descrito tiempo atrás.

Tras esas palabras Sasuke por fin se decidió a mirar su padre, con los ojos muy abiertos y los labios apretados. Su padre frunció el ceño y, en un arranque de ira que nunca antes había presenciado, le haló del brazo acercándole a sí para luego tomarlo con fuerza de los hombros, no le sacudió pero la intensidad de su mirada le golpeó con fuerza. Su padre le apretó un poco más y a Sasuke se le aguaron los ojos, rebosantes de lágrimas motivadas por algo que el difícilmente el dolor físico podía explicar.

—¿Quién? —exigió su padre.

Sasuke parpadeó un par de veces mientras dejaba que las lágrimas escaparan de sus ojos presa del desconsuelo. Quiso apartar la mirada, pero no puedo. Quiso negarlo todo, pero no pudo. Tampoco pudo mentirle, su padre lo descubriría en el acto y no pararía de presionarlo hasta conseguir lo que buscaba y Sasuke sabía que no podría soportarlo. Miró a su padre a los ojos y respiró un par de veces tratando de calmarse. Su voz sonó como un lamentoso gorgoteo, sin embargo el dolor en los ojos de su padre le indicó que lo había entendido perfectamente. Le soltó los hombros y se alejó de él luciendo perplejo.

—Minato —susurró dolido— ¿Cómo pudieron? —replicó con rabia a la nada— ¡¿Cómo pudieron?! —le gritó con furia desbordante mientras le daba un puño a la pared a su lado, un puño que hizo crujir la pared hasta cuartearse y retumbó sobre los cuadros y lámparas de la estancia. Sasuke se encogió en su lugar con miedo, no creía que su padre llegara a desquitarse con él pero si temía que todo se saliera de control. Itachi le tomó del brazo y le apartó suavemente, parecía que el estruendo le había espabilado un poco —Vete a tu habitación —le dijo con una voz serena que resguardaba tras su tono la más fría cólera…—, no quiero verte — y la más gélida decepción.

Con el corazón encogido en un puño, Sasuke no vaciló ni un segundo en dirigirse hacia las escaleras. El estruendo de un fuerte portazo le hizo mirar hacia atrás, encontrándose a su hermano doblado al pie de la escalera mientras Kisame le sobaba la espalda, parecía que iba a vomitar. Se dio media vuelta y siguió su camino, a medio pasillo su vista se tornó borrosa por las lágrimas y su pecho dolía en un intento de contener los sollozos. Ni siquiera sabía porque estaba llorando. Una vez en su habitación se quitó las lágrimas bruscamente con los puños de su suéter. No tenía caso llorar sobre la leche derramada. Pasó el resto del día recostado en su cama tratando de convencerse de que ya nada le importaba y que, como siempre, la vida simplemente seguiría su curso.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, he estado sensible durante todo este año y supongo que se ha visto reflejado.

Gracias por sus lindos comentarios.


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