II.
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A Kanemaru Shinji le gusta lucirse.
Amigo del barullo, ansiando ser el centro de atención, si este lo implica como la estrella del show. Aplicándose, mayormente, al béisbol.
Es divertido ser amigo (¿o mejor amigo?) de alguien como Shinji. Desde que lo conoce ha sabido siempre de su actitud ruda —a las situaciones que lo requieren—, hostil y hasta soez; siendo ello una carcasa superficial creída fácilmente por las personas que ven sin observar las razones ocultas tras el accionar de Shinji; en el trasfondo, existe un pequeño hueco de los porqué y para qué, flotando en un aire de solidaridad y gentileza que ni el mismo rubio sabe que posee a caudales llenos.
A Toujou le gusta que sea de tal forma; por eso, se dice, se siente orgulloso de la cercanía que comparten. Sus afilados sentidos y habilidad para leer la mente de otros jamás fue más útil que para el béisbol y su relación con Shinji.
A pesar de que no fue hasta su segundo año en Seidou que logró, por fin, unirse al equipo regular; acompañado, felizmente, por el que sería su compañero desde la escuela media hacia sus nimios y monótonos primeros pasos en el Instituto, iniciando poco tiempo después su esforzado camino como jardinero, luego de notar la realidad del dificultoso mundo del béisbol.
Toujou no era como su mejor amigo; eso lo tenía asimilado antes que Shinji comenzase a fulgurar imperceptibles rayos de habilidad —nada parecido al monstruoso Furuya o el increíble Sawamura; sino que a paso lento— para después adaptarse al primer equipo y demostrar la clase de hombre que era. Él era una sombra invisible al lado de su amigo —el enérgico y rudo— del dúo amistoso que formaban.
Sin embargo, es otro motivo el que le mantiene cerca del rubio; la intrigante aura que emerge en momentos cruciales, en los cuales cree: "esta es mi oportunidad". Su postura es firme, agresiva y un poco imprudente, se atrevería a destacar Toujou. Las cejas forman un puente, casi aunándose en el medio de la frente, la nariz se arruga, la boca se encuentra entreabierta y Shinji susurra un extracto del coro de su canción preferida —Toujou sabe que lo hace para entrar en calor y concentrarse—, mientras impone una declaración de guerra que el intrépido pitcher acepta, malicioso; formándose así una contienda de poderes entre el bateador demasiado cerca del plato y el pitcher que no teme responder, audaz.
—Hide.
Una voz familiar le llama, utilizando el apodo confianzudo que sólo una persona ocupa para él. (No por nada han estado juntos por más de tres años.)
Su voz es tranquila, dejando entrever que está de buen humor cuando una media sonrisa surca su rostro. Aun así…, Toujou piensa que aquella es la personificación calma del estado eufórico de Shinji en la caja de bateo, atrayendo al público de las gradas hacia sí, que murmura asombrado mientras se limitan a mirar; Toujou como uno de los afectados de la tormenta con nombre y apellido, y que conoce como la palma de su mano.
—Vamos a comer.
Es una petición de amigo a amigo, que luce más como orden —aunque sigue siendo banal e irrelevante—, pero a Toujou el tono de voz relajado del rubio le chorrea sonidos de reto, incitándole a un desafío sumamente importante, cuando en realidad es sólo un ofrecimiento para comer arroz con curry juntos, y asunto resuelto.
Toujou pestañea repetidas veces. Shinji le deja atrás, sin esperar su aprobación, porque sabe que Hideaki le seguirá sin dudar. Y así es; el de sonrisa amable le alcanza, dirigiéndose al comedor de Seidou, sin poder evitar pensar que a Shinji le gusta lucirse.
Incluso si eso significa que lo hace hasta para las cosas más triviales; como cenar.
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