“¿Qué harías si pudieras regresar al pasado?” Sus palabras rompieron el silencio. Un hombre se detenía incrédulo al escuchar esa pregunta, al verse sometido a responder ante la nostalgia y el vano recuerdo de una sonrisa que casi había olvidado.
“¿Regresar al pasado?” Preguntó sin darse la vuelta, negando la realidad que había tras su espalda, los ojos cristalinos de Tifa, el paso del tiempo.
“Sí, regresar al pasado” Repitió ella lentamente acabando en un hilito de voz que se desvanecía conforme cada sílaba era pronunciada.
Incluso su respiración se detuvo al abrir repentinamente sus ojos, cerrarlos otra vez y sentir que el mundo se le venía encima. La promesa de vivir dos vidas era tan cruel como no poder acostarse una noche y regresar tras los pasos dados, años atrás, a rehacer la vida. Así era el tiempo, efímero, cruel, burlón; nunca se detenía ante nada. Un día abriría los ojos y habrían pasado cuatros años más, demasiados días sin escuchar su voz y sus palabras, porque sabía que nunca le volvería a ver, era imposible.
¿Era acaso tan fácil de soportar? El tiempo se llevaba todo. Él no crecería con él, tampoco le vería todas las mañanas sosteniendo una taza humeante de café, o de leche, o de chocolate. Nunca se levantaría y le vería recién duchado con algunas gotitas jugando por las puntas de su cabello a deslizarse y caer. No podía rebobinar su vida, pero… ¿y si pudiera?
“El pasado murió” Susurró volviendo al camino. Tan tenso era el ambiente como su cuerpo se encontraba; tan triste era el momento como podían ser sus recuerdos, pensar que todo se había acabado; tan triste como saber que nunca más estaría frente a él riendo otra vez, enfadándose porque volvía a revolverle el cabello. La realidad se había transformado en otra, le había cambiado a él con el paso del… tiempo.
Antes sostenía sus sueños y esperanzas en su puño, sus ganas de pertenecer a SOLDADO, ahora sólo quedaba el vano recuerdo que tanto temía perder de su gran amigo, de su… de él; el dolor y la venganza, porque tenía un objetivo en mente, una misión que cumplir ahora por una promesa que tanto se había repetido día y noche, porque él tenía que vivir por los dos, ¿no era así?
“Frágil, ¿verdad?” Cuestionó otra vez la chica. Sus mejillas ardían al notar sobre ellas el paso de su corazón, las lágrimas que caían al recorrer su rostro. No se atrevía a alzar la vista, a contemplar la figura de aquel niño destrozado ahora hecho un hombre, de ese chico que intentaba cargar todo lo que se le venía, su destino, sobre sus frágiles hombros. “Él…”
“Él lo sabía” Cortó repentinamente. Aún creía que la culpa era suya, que si no hubiera pasado todo lo que había pasado, él seguiría estando aquí. Fueron pesados sentimientos cuando su aliento aún derramaba juventud, pero fueron crueles los sentimientos cuando se escapó de sus labios ese último aliento de vida. Tan diferente y al final lo mismo, cerró los ojos… se fue y sólo quedó el vago recuerdo de su voz.
“A él le gustaría terminar todo esto”
“Mírame, Zack” Susurró mirando al cielo oscurecido y lluvioso sin responderle a su amiga, su exterior había desaparecido dejándole a él en un plano inexistente. “Cumpliré esa promesa” Susurró sonriendo con debilidad y dejando finalmente que una lágrima recorriese su rostro, una lágrima que rezaba soledad. Quizás fue su imaginación, o quizás era el simple efecto meteorológico.
Podía jurar que Zack sonrió, porque una pequeña luz se coló entre las densas nubes, iluminando con fuerza su camino. Los segundos continuaron pasando y su destino poco a poco se iba acercando a él.