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Sensei por Aomame

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Sensei

En la tormenta.

Me refugié en casa de sensei cuando la tormenta recrudeció.

 

-Ha estado lloviendo todos los días- Takamiya dejó sobre la barra del bar un vaso de whisky con soda para mí.

-Sí- conteste yo distraídamente, mientras hojeaba un folleto que alguien había dejado olvidado ahí. Era la cartelera de teatro del centro cultural de la universidad. 

Estábamos en pleno verano, y así como unas mañanas eran asquerosamente calurosas, en la tardes llovía a cántaros. Ese día sin embargo, había llovido desde antes del amanecer. El cielo estaba gris y las calles llenas de charcos. A mí me gustan los días así. El calor me vuelve débil, en cambio la lluvia me reanima. Takamiya dice que soy como una planta. Me marchito con el calor y revivo con el agua. Tiene razón.

-¿Vamos a ir a ver vaselina?

Levanté la vista y fruncí el ceño ante las palabras de mi amigo. Me gusta el teatro, a veces, cuando  las obras son entretenidas y no cantan, no me gustan los musicales.  En cambio, por raro que parezca, Takamiya los adoraba. He sido llevado arrastras a ver Vaselina como ocho veces, otras cinco a ver el Mago de Oz y como diez el Rey León. Sinceramente me aburró como ostra cada vez, y lo peor es que cuando salimos, el maldito se forma para comprar su disco, y ahí me quedo yo como tarado esperándole. ¿Para qué carajos querrá ocho discos con las mismas malditas canciones de Vaselina?

-Olvídalo, lleva a tu novia.

Takamiya gruñó e hizo una cara extraña que no pude descifrar.

-No es lo mismo

-Claro, a ella también le gustan y no puedes molestarla como a mí.

-Oh, vamos, Zero, no seas mezquino.

-¿Mezquino yo? Tú pedazo de desconsiderado, estoy harto de Vaselina. Me siento tan gay.

-Pero si eres gay.

-Ah, cierra la maldita boca.

Creo que eso no se los había dicho. En realidad no soy gay en toda la extensión de la palabra. He tenido novias y las he querido mucho. Pero los chicos no me desagradan y también he salido con uno que otro. Pero Takamiya aprovecha ese gusto para joderme cada vez que le da la gana.

-Hablando de eso- aquí venía, cuando él dice eso es porque va a ponerse serio. Así que cerré el dichoso folleto y me acodé en la barra- ¿qué tienes con ese profesor tuyo?

-¿ah?- la pregunta, no me la esperaba. ¿Qué podía saber él?  El beso de esa noche nadie lo sabía, sólo sensei y yo. Además, no nos habíamos visto desde entonces. Y si bien es cierto que he pensado mucho en lo ocurrido, no he comentado nada.

-No creas que no me di cuenta- ¿cuenta de qué? Quería preguntarle pero me contestó sin que tuviera que pronunciar palabra-. La forma en la que se hablan y se miran es bastante rara.

-¿En serio?

¿En serio? Yo no sentía que hubiera una interacción especial con él. Excepto porque no es común llevarse bien con un profesor como diez años mayor que tú. Pero no por ello imposible. Además, habían sido las circunstancias, en ningún momento había buscado encontrarme con sensei de nuevo.

-Sí. Y luego también esta eso de que vas a su casa a jugar ajedrez. No puedo ni imaginarte jugando eso.

-Bueno, eso es porque tú no sabes ni que es ajedrez y jamás hemos  jugado

-Serás idiota…lo que quiero decir es que… ¿tienen un romance?

Me le quedé viendo. Exactamente, ¿a qué se refería con un romance? Un romance como una relación fija y acordada. O un romance en el sentido del filtreo, ya saben, las miradas, los toques, las palabras intencionadamente dichas para el coqueteo.  Porque según yo no hay ni lo uno ni lo otro… bueno, está…

-Un beso- contesté-. En realidad, había pensado en voz alta, y me golpeé internamente por estúpido.

-¿Qué?- Takamiya dejó de limpiar el vaso que tenía en la mano izquierda. Parecía más impactado por mi respuesta de lo que pensé. Quiero decir, siento que a pesar de lo que había dicho esperaba que yo lo negara.

-Es lo que tenemos. Quiero decir, somos amigos, jugamos ajedrez y hablamos de cosas. Pero todo eso lo hacen todos los amigos, si hablas de algo especial entre él y yo, está eso. Un beso.

-¿Se besaron?

-Ajá

-¿Por qué?

Me encogí de hombros, ni siquiera yo lo sabía- Estábamos ebrios. Fue esa noche que bebimos aquí, con Shizuka ¿recuerdas?

-Sí- me miró y frunció el ceño-, ¿entonces si tienen algo?

-Ya te lo dije, somos amigos.

Me tomé de golpe el whisky y me puse de pie.

-Me voy antes de que arrecié la lluvia, no traigo paraguas- odio los paraguas. Cuando lo traigo yo siento que pico ojos con ellos.  Y cuando lo traen otras personas, siento que al que le pican los ojos es a mí. Pero no pueden demandarme por lo segundo.

-Oye, Zero- Takamiya me detuvo antes de que saliera del bar y desde la barra me señaló con su trapo medio mugroso-, los amigos no se besan.

Asentí sin decir palabra y salí, por fin. Seguía lloviendo y no parecía que se tuviera intenciones de parar. Subí el cierre de mi chaqueta y me puse el gorro antes de empezar a caminar por la calle atestada de paraguas.

No llevaba ni dos minutos cuando el cielo se iluminó por un rayo enorme, seguido de un atronador sonido. Y como si aquello hubiera sido la pistola que da la salida para una carrera de atletismo, todas las malditas gotas de agua, contenidas en las nubes, se precipitaron hacia el suelo violentamente. La gente aún con todo y paraguas echaron a correr en busca de refugio.  Se volvió un caos. Por un momento pensé dar media vuelta y regresar al bar, pero seguramente estaría lleno de gente tan empapada como yo. Y no tenía ganas de entrar a un lugar con aroma a humano mojado, es peor que el de los perros mojados.

Así que, eche a correr en dirección contraria, hacia la casa de sensei. Fue una reacción casi automática. No lo pensé ni siquiera dos segundos. Y en menos de diez minutos me encontraba tocando el timbre de su casa. Esperaba que estuviera, o si no me aplastaría contra la puerta y me refugiaría con el pequeño techo de arriba de su puerta. Afortunadamente, estaba.  Sensei me abrió la puerta y en cuanto me vio se hizo a un lado para dejarme pasar.

-Kiryuu kun estás empapado, ¿no traes paraguas?

Le expliqué porque no uso esas cosas. Sensei se rió y me dijo que esperara. Me quité los zapatos en el recibidor y no quise moverme de ahí. Si lo hacía terminaría mojándolo todo. Todo en mi era agua. Mi chaqueta, mi playera, pantalón y calcetines…sí, también mis bóxer estaban empapados.

Sensei, sin embargo, cuando volvió, me hizo entrar  y me empujo, prácticamente, al baño.

-Date una ducha-me dijo- te prestaré ropa.

Gustoso acepté aquello. Sin duda había sido mejor idea que volver al bar. De duché rápidamente y cuando salí, había una toalla limpia y ropa seca para mí del otro lado del baño. Seguramente, sensei había entrado para dejarme aquello ahí, también se había llevado mi ropa mojada. Me sequé y vestí. Ah, se sentía tan bien estar seco y calientito de nuevo, que hasta sueño me dio.

Salí del baño y me dirigí a la sala. Algo había cambiado ahí. Ya no estaba desordenada. Es más, estaba tan limpia y reluciente, que pensé que me había equivocado de habitación.

-Vamos Kiryuu siéntate y sécate bien el pelo-me dijo sensei pasando a mi lado con una bandeja que a su vez contenía dos tazas de té y galletas.

Obedecí, ¿qué más podía hacer? Me senté en el sillón, ¿era mi imaginación o era nuevo? Se sentía diferente al otro, es más, estaba blandito, muy bien acolchonado.

-Toma, te ayudará a no enfermarte-me tendió la taza de té. Se sentó a mi lado y me quitó la toalla que simplemente había dejado sobre mi cabeza y comenzó a secar, él, mi cabello-Kiryuu kun, no debiste salir con un día así.

-Pero es que tenía qué…- le dije, y así había sido-. Tuve que ir a la universidad para inscribir la maestría.

-Ya veo-sensei dejó de frotar mi cabello y yo por fin pude darle un sorbo al té que me había llevado, estaba caliente y se sintió genial cuando paso por mi garganta-. ¿Así que maestría? ¡Qué bien, Kiryuu kun!

Sensei me sonrió y volvió a frotarme el cabello con la toalla. Hasta que estuvo satisfecho con ello, dejó la toalla y se sentó a mi lado; prendió el televisor y también le dio sorbos a su propia taza de té.

-Sensei, ¿está de vacaciones?

-Sí-me dijo en lo que cambiaba los canales buscando algo que ver- me estoy relajando un poco.

-Me alegra escuchar eso, sensei…Sensei, gracias por darme refugio.

-Ja, ja, ja no es nada Kiryuu kun, tú me has dado refugio a mí.

Le sonreí. Claro que, mi hospitalidad se había reducido a dejarle dormir en el sillón. Él fue mucho más amable que yo. Me le quedé viendo un rato con mi taza de té entre las manos, inmóvil. Observé su rostro de perfil, sus gestos de disgusto o agrado ante algún programa. En la escuela, cuando yo era su estudiante, todos decían que sensei era muy guapo. Realmente, nunca presté atención a eso, hasta ese momento. Habían pasado diez años desde la primera vez que lo vi, desde que nos conocimos y sólo hasta ese momento, pude decir que tenían razón. Y que si aún lo decían, era porque seguía siendo así.

Sensei se dio cuenta, giró el rostro para dirigirme una mirada, y en cuanto lo hizo, yo aparte la mía. Me entretuve con el té un momento. Me sentí algo avergonzado primero, y bastante torpe después. Él no dijo nada al respecto y se lo agradecí en silencio. Comencé a pensar en mi plática con Takamiya. En lo que él había notado, en lo que me había preguntado, en lo que me había dicho antes de irme del bar. Me abstraje en ello tanto, que cuando sensei me llamó, olvide que era lo que pensaba o en qué dirección iban mis pensamientos.

-¿Estás bien, Kiryuu kun?-me dijo y posó su mano sobre mi cabeza.

Lo miré un breve momento antes de asentir.

-Luces distraído ¿te sientes mal?

-No, sensei, estoy bien.  No se preocupe-. Levanté la vista y busqué la ventana con la mirada, seguía lloviendo, y ya era de noche.

-Ni lo pienses-me dijo  y lo miré confundido- no te vas a ir. Te quedas aquí hasta que la lluvia pare por completo. De otra manera, seguro te enfermarás.

Era muy extraño, realmente estaba pensando en irme en cuanto bajara un poco la intensidad de la lluvia, y él había leído mi mente. Tuve miedo de que realmente pudiera hacerlo. Pero el miedo me duró poco, me reí y asentí.

-Sí, señor-le dije en broma y él revolvió mi cabello aun húmedo.

-¿Ya cenaste?

-Nah, ni he comido. Sólo tomé un trago con Takamiya hace rato.

-No deberías beber con el estómago vacío- me regañó- . Tengo algo de curry y arroz, ¿te apetece?

-Claro que sí-Dios sí, moría de hambre.

-Espera un poco. Cámbiale si quieres-. Me tendió el control de la televisión y se alejó rumbo a la cocina.

Busqué realmente algo que ver. Pasaban un programa de golf, tan aburrido como los musicales de Takamiya. Luego, una película de Arnold Suacheneger (ya sé que no se dice así, pero así le digo yo), pero no me dieron ganas de ver muertes. Luego, una película para niños, de estar Shizuka ahí, seguramente habría sido pellizcado hasta que le dejará ahí. Pero como no estaba, le cambié. Terminé viendo el resumen de deportes del día. No me interesaba demasiado pero realmente tampoco le prestaba demasiada atención.

Sensei volvió minutos después, y me tendió un plato lleno de arroz y curry. Dejé la taza de té y empecé a  comer ávidamente. Sensei me observó y rió por lo bajo.

-Creí que ya no vendrías-me dijo y me extrañó su comentario,  lo miré con el ceño fruncido y  la boca repleta de comida- ja, ja no me mires así. Pensé que te había molestado lo que pasó el otro día- tomó una servilleta y me limpió cerca de la boca algo de curry que se había quedado ahí. Con “lo del otro día” se refería, sin duda al beso aquel. Tragué lo que tenía en la boca y le contesté.

-No, sensei, en todo caso también fue mi culpa.

-Kiryuu kun ¿puedo preguntarte algo?

-…Sí- de pronto me sentí en la escuela.

-¿Te molestó? En ese momento, quiero decir…no ahora, que ya pasó el tiempo y has podido pensarlo. ¿Cuándo te besé te molestó?

Lo miré con cara de confundido. Realmente lo estaba, aunque no podría explicar porque. Pero sentía mi corazón latir muy fuerte, que temblaba la cuchara en una de mis manos y el plato en la otra.

Negué lentamente con la cabeza.

-No, no me molestó, sensei.

-¿En verdad?

-En verdad…es que… yo también lo besé.

Así había sido, cuando dije “nos besamos” no dije que hubiera sido sólo él o sólo yo. Fue algo que pasó muy naturalmente, ninguno rehuyó al otro, ninguno selló sus labios ante lo inminente, ninguno intento evitarlo, al contrario.

Sensei me sonrió y volvió a revolver mi cabello, sólo que está vez apoyó su frente en la mía.

-Me siento aliviado. Me alegra que no estés molesto-lo dijo en un murmuro casi inaudible. Era como si se lo dijera más así mismo que a mí.

-Sensei…

-¿Mmh?- se apartó un poco para mirarme.

Yo quería verlo también, pero no creo que ninguno de los dos pudiera hacerlo. Estábamos muy cerca y nuestros ojos seguramente perdían el enfoque de los rasgos contrarios. Y entonces, pasó de nuevo. Justo como en el balcón de mi departamento. Justo así, naturalmente, sin preámbulo de ningún tipo. Como si estuviéramos imantados. De nuevo, nos besamos.

Cerré los ojos cuando sentí el roce de sus labios, aún tenía  la cuchara y el plato de curry a la mitad en las manos. Sentí mi cuerpo paralizado de una manera cálida. Y cuando su lengua se deslizó entre mis dientes, solté amabas cosas. Escuché a lo lejos  el estrepito que hicieron al estrellarse en el piso, y cerré mis dedos entorno al cuello y camisa de sensei.

Dejando al beso tomar su propio camino, nos preocupamos por estar más cerca. Sentí su cuerpo adelantándose hacia el mío, haciéndome cambiar de posición, hasta quedar tendido en el sillón  con sensei sobre mí, besándonos arrebatadamente.

Siempre me pasa lo mismo. Nunca me doy cuenta de las cosas hasta que ya estoy completamente sumergido en ellas. Hasta que ya no puedo negarlas o hacer algo para detenerlas. Siempre me pasa, nunca me doy cuenta de que me estoy enamorando, hasta que sin remedio ya lo estoy. Y evidentemente esa vez no era una excepción.

Cuando rompimos el beso, no dijimos nada. Nos acomodamos en el sillón uno sobre otro, completamente enredados con brazos y piernas. Dejamos que la televisión hablara sola, y que la lluvia siguiera mojando la tierra, mientras nos abandonábamos al sueño.  

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

Que bonito es lo bonito jaja XD

Nos vemos pronto!!


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