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Sensei por Aomame

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Sensei

En su casa

No sé cómo ni porqué pero acabé yendo a la casa de Sensei.

-Tofú hervido, por favor.

Se sentó a mi lado aquella ocasión. Curiosamente de nuevo en un bar, no el mismo bar, un bar donde mi amigo de la infancia trabajaba de barman. Curiosamente de nuevo eran las dos de la madrugada, sólo que esta vez no tenía ganas de ir al baño.

Sensei se sentó a mi lado en la barra, y pidió sake y tofú hervido. El menú de un anciano, pensé para mis adentros. Mirándolo de reojo al tiempo que masticaba la punta de un palillo me pregunté su edad, no debía de ser mucha, no tenía arrugas visibles a simple vista ni le colgaba papada ni panza.

-Aquí tiene-dijo mi amigo cuando dejó el pedido sobre la barra, sensei dio las gracias y luego, como si reparara en mí de pronto, giró el rostro en mi dirección.

-Nos encontramos de nuevo eh-me dijo tranquilamente.

-Así parece-contesté yo notablemente aburrido.

-¿te gustan los bares Kiryuu Kun?

-Me propuse visitarlos todos-mentí

Sensei me miró y luego vertió salsa de soya sobre los cuadros de tofú hervido, tomó los palillos y destrozó uno.

-Qué interesante-mintió él, los profesores no saben mentir-¿Por qué?

-Quiero probar todo el aguardiente del país

-¿No te perece eso muy ambicioso?

Me encogí de hombros-¿qué tal usted, sensei?

-No podía dormir.

-¿Tiene insomnio?

-Algunas noches.

-Ya

Silencio. Sensei  se llevó a la boca unos pedazos de tofú bañados en salsa de soya. Yo agite mi vaso vacío y mi amigo lo llenó de nuevo.

-Kiryuu, es tarde-me dijo de pronto.

-es temprano-lo contradije yo.

-Quiero decir, ¿no deberías estar durmiendo? Un universitario debería dormir adecuadamente.

-No me sermonee, Sensei-me quejé y apuré mi vaso.

-Sí, sensei-dijo mi amigo entrometido-sufre de mal de amores.

-Ah cierra la boca Takamiya-mi amigo rió y se dio la vuelta limpiando un vaso con una franela.

-Mal de amores…-repitió Sensei y sirvió un poco de sake en su vaso-Aún así no es bueno desvelarse.

Chasqueé la lengua y me rebullí en mi asiento. No era algo que platicara con él, de hecho no iba a hacerlo, así que cambie de tema.

-¿Suele venir mucho por aquí, Sensei?

-Sólo cuando no puedo dormir, es un bar cercano a mi casa y cierra hasta tarde.

-Los sensei debería dormir.

Sensei esbozó una sonrisa y asintió-es verdad-dijo con calma- pero a veces es imposible dormir.

-¿mal de amores?

-…

Sensei bebió de su vaso de sake y pidió más, yo agite de nuevo mi vaso.

-Kiryuu, ¿qué estudias?

-ah, pues…- jugueteé con un palillo y me dedique a ver las botellas que adornaban la parte de atrás del bar-Matemáticas- dije con voz queda.

-Matemáticas-repitió él-Siempre fuiste bueno en eso ¿verdad? Aunque rara vez leías lo que yo te pedía-Suspiró. Y yo pensé que los maestros sólo pueden ser maestros si tienen buena memoria-Ya que estudias eso, ¿puedo mostrarte algo?

Lo miré ceñudo, pero asentí.

+++

La casa de Sensei estaba a tres cuadras del bar. Yo no sé porque dijo que estaba cerca cuando esas cuadras parecían tener  1 km de largo cada una. Su hogar era una casa de dos plantas, con un pequeño jardín, bastante descuidado, por cierto.  La primera planta constaba de  sala, comedor y cocina. En la segunda planta estaba un estudio y dos habitaciones.

Para efectos prácticos, la mayor parte del tiempo lo pasamos en su sala, un lugar acogedor con una mesa de centro, televisión y sillones. Sensei no tenía una casa de profesor. Cuando entré la primera impresión fue la de un desorden total, algo que no iba con la imagen pulcra que siempre mostraba. Había libros tirados o apilados en cada rincón; polvo para estornudar un buen rato y papeles también desperdigados en las mesas.

-Espera aquí-me dijo cuando tomé asiento en un sillón tan rígido que evidenciaba que poco o nada se había usado.

Observe el lugar, sensei debía vivir solo, pensé, no se ve para nada la mano de una mujer en esa casa demasiado grande para una sola persona.

Sensei volvió con una caja cuadrada de madera, la puso sobre la mesa de centro y luego me miró

-Kiryuu, ¿quieres algo de beber?

-¿Tiene cerveza?

-¿De verdad te propones probar todo el agua ardiente del Japón eh?-me dijo al tiempo que se dirigía a la cocina.

-No sé si la cerveza es agua ardiente-repliqué y cambié de lugar del sillón al tatami, me senté en flor de loto frente a la mesa observando, sin tocar, la caja de madera por todos lados.

Sensei regresó y me tendió la botella color ámbar y  se sentó del otro lado de la mesa frente a mí, pero igualmente en el tatami. Mientras yo le daba un par de sorbos a mi cerveza, él giró y abrió la caja, de ella extrajo un tablero de cuadros blancos y negros, seguido de bellas piezas igualmente blancas y negras, era un ajedrez.

-Hace mucho tiempo que no juego-me dijo en tanto sacaba las piezas-¿quieres jugar?

-¿qué le hace suponer qué sé jugar?-pregunté sintiéndome muy perezoso para ello.

-Bueno, supongo que sabes, el ajedrez es como las matemáticas-me miró muy seguro de su palabras.

-Pues…-me removí en mi asiento y deje la botella a un lado en la mesa- No todos los que estudian matemáticas saben jugar

-Pero tú sí-no era una pregunta, nunca entenderé como es que estaba tan seguro.

-pero yo sí-le confirmé. Sin embargo, me seguía sintiendo perezoso-¿No tiene con quien jugar, sensei?

-No-me miró, tenía esa forma de mirar que recordaba de la preparatoria-Nadie sabe jugar en el colegio, ni alumnos ni profesores.

-¿Ni su novia?

Sensei esbozó una ligera, muy ligera sonrisa y negó con la cabeza.

-No, tampoco.

-Vaya- me estiré, suspiré y apoyé los codos en la mesa-De acuerdo, juguemos una partida

Sensei me sonrió y me cedió las piezas blancas. El juego comenzó  y de pronto me vi enfrascado en una reyerta. Sensei era muy bueno, comía mis piezas con tranquilidad, y eso me fastidiaba, así que lo que empecé con desidia terminó por abstraer toda mi atención incluso deje la cerveza de lado, se tibió y ya no quise beberla después.

Jugamos una partida, una que duró hasta que el frío del amanecer se coló en mis huesos. Ganó sensei. Derrotado y con sueño dejé caer la cabeza sobre el tablero desperdigando el hermoso jaque mate que le había hecho a mi rey. Sensei rió y se puso de pie.

-Bien jugado, Kiryuu-me dijo

-Cállese-le espeté frustrado.

-¿quieres dormir un poco?

-sí, sí quiero-dije dejándome caer esta vez de espaldas sobre el tatami. Bostecé.

-Tengo un futón arriba…

-Nah, sólo descansaré un poco

Escuché como él se sentaba en el sillón, más bien se recostó en el.

-Siempre fuiste así ¿verdad?-Fruncí el ceño pero no abrí los ojos-Tenías buenas notas y sin duda eras un chico inteligente. Pero te gustaba salirte de las reglas.

-¿De qué habla? Yo era muy serio en la escuela-repliqué desde mi lugar.

-Claro, pero te rebelabas,  por ejemplo, esos percings que veo,  aun llevas. Y antes no te expulsaron cuando te hiciste ese tatuaje.

-Nah, exageraban.

Sensei se movió en el sillón, y sentí su mirada por encima de la mesa de centro.

-Bien jugado, Kiryuu-repitió- ¿te gustaría venir a jugar de nuevo?

Abrí un ojo, él estaba sentado en el sillón, con los brazos apoyados en las piernas, su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia enfrente, es decir, hacia mí.

-¿por qué no?-evadí una respuesta directa.

Él me sonrió y giró el rostro hacia la ventana, el cielo se veía pálido a través del vidrio. Suspiró y yo me pregunté por qué, pero no dije nada. Me di la vuelta en el tatami y cerré los ojos.

Sensei me pareció muy solitario.

Después de pensar eso, me quedé dormido. 

Notas finales:

wola!! En las historias cortas siempre me apuro jajaja debería hacer puras cortas mmm (pensandolo*) En fin, Espero que les haya gustado. Zero siempre se queda dormido jajaja, que serio es Kaname!!

Bueno, pues.... Hasta la proxima!!

                                                     continurá...

 

Por cierto, sí! Terminaré Prohibido, Kisetsu y Como domar al amor de tu vida. En cuanto terminé Compartamos un beso y Sensei.(si no me hago bolas :D)

 


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