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El príncipe y el sapo por blueous

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 Las hojas de los árboles comenzaban a caer, balanceándose antes de golpearse con el asfalto del piso, Kyungsoo paseaba por el parque, sin motivos, simplemente ha encontrado esa vista sumamente tentadora desde su departamento en el séptimo piso y ha creído que debía ser parte del paisaje, además no le vendría mal sacar fotos cliché para sus clases en la universidad.

 Había ya tomado varias capturas cuando creyó que ya era hora de volver, pero antes, un helado no le vendría mal.  Kyungsoo no era el clásico personaje de buenas historias, no era el mejor en los deportes ni su cuerpo el de un semi-dios, su intelecto (aunque no poco) no sobresalía entre sus pares, ni siquiera había tenido algo extraordinario que contar en la junta de la semana pasada en casa de unos amigos, porque tampoco era lo opuesto a lo mejor, ni ese tipo de personas que no tenían nada y tras un golpe del destino se hacían populares y tal, Kyungsoo tenía varios amigos casi tan promedios como él y asistía a una-que-otra de las fiestas de su universidad, en realidad era una persona normal, en todo el sentido de la palabra. Por eso había dejado de esperar golpes de suerte o un inesperado por parte del destino, cuando entró a la nueva heladería que se había instalado cerca de su edificio de soltero no quería nada más que una copa de crocantina. Y todo iba bien. A penas Kyungsoo entró a la tienda notó que, para ser un local nuevo, habían varias personas, decidió que prefería entonces ordenar desde la barra, para que el pedido se demorara menos, se quitó la cámara del cuello y la dejó a su lado. Un chico moreno se le acercó con la carta casi al mismo tiempo que empezaba a sentarse, Kyungsoo no encontró en él algo rescatable, estaba sudando y tenía el cabello levantado en una coleta al frente, de todas formas no lo miró demasiado. Ni siquiera tomó en cuenta la carta, él ya sabía que quería y lo pidió de inmediato.

 Fue una niña pequeña la que cambió la suerte del normal Kyungsoo. La pequeñita que apenas alcanzaba la barra, había ido a pedir un poco más de jarabe, pero era demasiado baja, y la única forma que halló de ser notaba fue comenzar a saltar, justo al lado de Kyungsoo. De pronto ella estaba apoyada del mueble con los bracitos, sus pies se balanceaban y ella alcanzó a gritar un:

—Discúlpeee…

 Antes de volver a tocar el piso con sus dos piececitos.

 Kyungsoo estaba demasiado divertido con la escena, tanto que ni siquiera notó cuando ella, en su intento de obtener la atención de alguien, había empujado su cámara hasta el otro lado de la barra, el lado del personal.

 Cuando Kyungsoo se dio cuenta, el mismo joven de antes volvía con su pedido.

—Oye, eeehm, disculpa ¿Kai? Dijo al leer la plaquita que se encontraba en el pecho del chico —¿Es acaso eso un nombre?

 El supuesto Kai rio por el rostro escandalizado de su cliente mientras dejaba la copa frente a él.

—No, me llamo Jongin pero todos tenemos nombres cortos, para que los recuerden; Suho, Lay, Tao... — Comenzó a enumerar a algunos de sus compañeros —El jefe dice que tienen mayor impacto.

—Ah, ya veo —Fingió un poco de interés cortés antes de pedir su favor —Oye, Jongin, ¿no hay una cámara por allí?

 Jongin revisó el piso con la mirada hasta dar con el gran aparato que se hallaba justo a sus pies, hizo un además de agacharse, pero se detuvo, súbitamente volvió a su posición recta mientras dejaba el helado frente al cliente.

—Tú sabes mis nombres, dime el tuyo y te digo si está tu cámara aquí.

—Oh, ya sé que está allí —Suspiró Kyungsoo mientras se golpeaba la cara con la palma un poco exasperado —¿No podrías simplemente pasármela?

—¿Cómo sabes? Quizá se la robó un ratón.

—Kyungsoo. Me llamo Do Kyungsoo.

—¡Oh! Mira Kyungsoo, allí está tu cámara.

—¿Me la puedes pasar?

—Invítame a comer, a comer y a ver una película por la noche, entonces te la paso —Dijo el moreno con cierta seguridad en la voz.

 Kyungsoo algo confuso e irritado acabó por aceptar.

—Ya, ya, sí, mañana todo lo que quieras, ¿vale? Ahora dame mi cámara, quiero saber si está bien después de ese golpe.

 Jongin le extendió la cámara a su dueño y lo miró al mismo tiempo que se apoyaba en la barra. Kyungsoo se sintió algo incómodo y le pidió la cuenta de inmediato, aun si debió acabarse el helado con tanta rapidez que se le congeló el cerebro.

Cuando Jongin le pasó el vuelto, añadió con una sonrisilla reprimida:

—Hasta mañana entonces, Do Kyungsoo.

 El aludido simplemente frunció el ceño mientras iba a su casa para revisar si  su cámara había sufrido algún daño.

 Una vez en su departamento examinó la maquinita, no le encontró nada malo a simple vista y sus fotos seguían donde debían estar, por lo que se relajó un poco, aunque no pasó mucho hasta que la calma desapareciera y su móvil sonara.

—¿Yeol-ie?

A-Yo. —Del otro lado de la línea se escuchó la voz animada del interlocutor —Hola Soo. Mañana quiero llevar a Baek, ¿no hay problema?

—…c-claro que no.

Sólo era eso en realidad, no se me ocurre que decirte, así que hasta mañana, Soo~.

 Cuando Kyungsoo cortó, estaba enojado consigo mismo, porque odiaba mentir y había mentido un poco. No hasta hace mucho le atraía su sonriente y alto amigo, pero este había conseguido novio, porque Do era demasiado lento y jamás alcanzó a confesarse, era demasiado pasivo en cuanto a las relaciones se trataba, e incluso cuando Chanyeol le presentó al bajito de Baekhyun, él no pudo odiarlo, porque era un joven encantador, la mitad ideal para Chanyeol. Kyungsoo aceptó ese hecho, pero aún dolía un poco verlos tan felices cuando sabía que él podía hacer hecho aún más feliz a Yeol-ie.

  Respiró hondo, intentando dejar de pensar en Chanyeol y Baekhyun, si lo pensaba mucho seguía doliendo. Prefirió revisar las alacenas y cerciorarse de que tenía todo listo para la junta que se realizaría al día siguiente en su casa. Cómo conocía a sus amigos, supo que no sería suficiente con lo que guardaba en los cajones de la cocina y salió a comprar un poco de golosinas.

 Mientras bajaba por las escaleras comenzó a cantar una balada de corazones rotos, eso era lo único en los que se podría decir que resaltaba. Cantar.

#

 Jongin estaba a punto de terminar su turno cuando volvió a ver al chico de hace un rato. El joven iba moviendo los labios con sutileza, cómo si cantara una melodía secreta que él hubiera amado escuchar.

 No sabía muy bien porqué, pero cuando lo vio entrar a la tienda se le había revuelto algo en el estómago, se odió por lucir tan horrible en el trabajo, pues el nuevo cliente parecía salido de un cuento de hadas, incluso algunos pétalos de hojas rosáceas seguían en su cabello antes de que se acercara a la barra a pedir una crocantina (si Kai solía olvidar los pedidos justo tras dar la espalda al cliente, ahora no podía dejar de recordar cada detalle que Do Kyungsoo había realizado frente a sus ojos). Jongin se había acercado a entregarle la carta de inmediato, no quería que nadie más le hablara al pequeño castaño, un pequeño sentimiento de sobreprotección creía con aquella imagen vulnerable del chico.

 No sabía si era la suerte que quiso ayudarlo ese día, pero terminó por conseguir una ¿cita? No sabía bien, pero estaba conforme, muy conforme.

 El moreno miró por la ventana hasta que la figura de Kyungsoo se desvaneció entre los marcos del cristal, Jongin no lo conocía en realidad, pero se había hecho una  imagen algo perfecta de él. Por eso cuando volvió a verlo, por tercera vez en el día, se dijo a sí mismo que eso tenía que ser el destino.

 Jongin estaba en la salida de la tienda, le cambiaba el turno a Joonmyeon a esa hora para ir a sus clases de ballet. Tenía entonces sobre su espalda la mochila; liviana, sólo con la ropa de cambio, se estaba arreglando las correas que estaban muy sueltas y luego gritó hacia adentro del local para despedirse, como todos los días, sin embargo esta vez, al mirar a través de la calle, nuevamente la figura menuda Kyungsoo se le plantó en frente como una aparición, el chico cargaba varias bolsas y Jongin estuvo seguro de que nunca le había importado tan poco llegar tarde a sus clases.

—¡Eh! ¡Kyungsoo! Nos vemos de nuevo.

 El mayor bufó, aunque debía admitir que el chico se veía algo mejor con ropa de calle y el pelo caído al frente. De todas formas, ¿no podría ahora pasar más de unas horas sin ver al moreno?

—¿Qué quieres ahora?

—Nada, ¿Para qué tantas bolsas?

—Tengo una reunión mañana con unos amigos.

 Jongin había mirado su reloj de muñeca y, por mucho que quisiera seguir molestando al joven de grandes ojos, no podía retrasarse a sus clases si no quería ser castigado. Odiaba ser castigado.

—Te acompañaría a tu casa pero debo irme.

—No te preocupes, vivo en ese departamento —Habló Kyungsoo mientras apuntaba con la barbilla el edificio que quedaba a sólo cruzar la calle de donde se hallaban —Puedes irte tranquilo.

 Jongin se fue sonriendo de inmediato, no sabía si al otro se le había olvidado que tenían una cita el día siguiente, pero sin querer le había dado la pista por si no asistía. 

Notas finales:

 Yo tenía un proyecto... era adaptar parejas de KPOP a historias de princesas y se llamaba "Érase una vez..." sin embargo no terminé con Pinocho así que no lo seguía jamás... hahahaha, esto es malditamente cliché, lo sé, pero igual lo subo porque a la gente le gusta el cliché. Quedan dos capítulos más ~


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