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Y sus ojos se posaron en los otros por blueous

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Notas del fanfic:

basado totalmente en esto, bueno, quizás le cambié un poco la idea, pero es que nunca he podido hacer una historia igual a otra o algo... es como si mis líneas temporales tuvieran vida propia ;#;

 La primera vez que Luhan se queda como de piedra para mirar intensamente a Minseok es además la primera vez que entra a la academia de baile Oh My!, su mejor amigo está bailando delante de la clase como si no fuera un recién egresado del instituto, como si no hubiese cumplido los dieciocho hace dos meses. Tras él varios chicos bailan a un compás que Luhan podría igualar si no se hubiese accidentado a los quince teniendo que dejar el baile. Pero eso no lo termina de impresionar, lo que de verdad hace que le atraviese un escalofrío por toda la columna es la mirada de uno de los bailarines en el espejo.

 Es un instante. Por todos los dioses del mundo; es un instante y a Luhan se le detiene el corazón.

—Se llama Minseok, Kim Minseok y te recomiendo no intentes pronunciar su nombre… todavía apestas en el coreano.

 Los bailarines demuestran su memoria coreográfica ahora, mientras Sehun se apresura al costado de su mejor amigo y su risa inunda la sala tan pronto la música se detiene y los estudiantes se dispersan, Luhan no puede creer que estuvo mirando al tal Minseok por tanto tiempo y el color le sube a las mejillas cuando, antes de que el bailarín se reúna con otros chicos, encuentra su mirada reflejada en el espejo y el otro sonríe apenas, escabullendo esos ojos almendrados en el piso después.

 Sehun sigue riendo a su costado, incluso con más ganas cuando Luhan mira al piso también con hasta la frente colorada y el mayor de los dos aún no entiende como pueden seguir siendo amigos.

—Te odio —Farfulla Luhan antes de saludar y comenzar una conversación tan alejada como puede de Kim Minseok.

 Mientras Sehun le llena un contrato como recepcionista temporal Luhan recuerda porqué son amigos.

 Así que cuando Luhan vuelve a la academia no es por Minseok, no, no lo es, es porque su mejor amigo es hijo del dueño de una franquicia artística y le ofreció un trabajo de verano que aumentará su fluidez en el idioma local, lo que es casi una práctica para su interpretación y… no, no es por Kim Minseok.

 El primer día de trabajo es lunes, es invierno y es temprano. Luhan llega diez minutos antes de su horario para causar una buena impresión y obedece al que será su jefe y al que no conoce, pero parece amable y le están pagando así que escucha todas las indicaciones y las repite en su cabeza hasta que Sehun llega quince minutos más tarde, antes que cualquier otro estudiante o trabajador y se inclina sobre el mesón para comenzar a hablar con el recepcionista.

—Sehun-ah, estoy trabajando, ¿recuerdas?

—Pero la primera clase empieza en media hora así que no llegará nadie en los próximos veinte o quince y… ¿necesito excusas para hablar con mi mejor amigo?

 Luhan no responde, pero sonríe arreglando algunos horarios sin dejar de escuchar las técnicas que el menor ha estado usando para conseguir el teléfono de una chica de su clase sin mayor éxito. Y todo es tan normal, Luhan está preparado para lo que está pasando, incluso no se complica cuando comienzan a llegar los primeros estudiantes y debe echar a Sehun para comenzar a preguntar apellidos y timbrar los ingresos, sin embargo ahí está Kim Minseok.

 Y su risa.

 Y Luhan no puede mirarlo.

—¿Nombre? —Casi tartamudea sintiendo sus dedos convertirse en jalea.

—Kim Minseok… de la clase ¿03?

 Otro de los chicos que llega con él le dice que sí, que son de la clase 03, y Luhan intenta no parecer tan nervioso mientras saca de la carpeta una hoja marcada con el 03 en una esquina. Busca el nombre de Minseok y lo timbra antes de anotar la hora exacta.

—Moon Jongup.

 Luhan asiente y comienza a buscar el siguiente nombre. El tal Jongup está al final, escrito con lápiz pasta porque se unió tarde y a ese sí que el recepcionista lo puede mirar y hasta sonríe antes de timbrar al lado de su nombre.

 El grupo termina de recitar sus nombres y una vez listo se van todos juntos. Luhan cree que está loco, sin embargo siente que le están mirando. Se demora en juntar el valor suficiente para mirar en dirección a los chicos que ya van casi entrando al salón de baile número uno, pero nadie tiene sus ojos puestos en él para entonces.

 Los días pasan después del primero como si Luhan siempre hubiese trabajado en la entrada de la academia y de pronto el papeleo es simple y los estudiantes lo conocen como el milagro por el que pueden llegar un poco más tarde (al parecer el recepcionista anterior no les perdonaba ni un minuto atrasado mientras Luhan ayuda a los chicos con más cara de cachorro abandonado a entrar a deshoras moderadas). Aparte es joven, así que tiene un humor parecido a los estudiantes que no dudan en detenerse un minuto extra frente a su escritorio para revelar una parte de sus respectivas intimidades, a lo que el recepcionista solo puede responder con su confidencialidad y uno que otro consejo (de esos que uno da pero que jamás seguiría en su propia vida.)

—Luhan-ssi, eres inteligente y guapo, ¿no quieres que te presenta a mi hermana?

 Luhan se queda como de piedra cuando una de las chicas de la clase 03 le agradece al salir de la clase a la que él le ayudo a entrar, sin embargo no tarda en comenzar a reír fuerte hasta que ella termina de salir por la puerta despidiéndose con la mano.

—Primera vez que te ríes así.

 Ahora sí que sí, ahora sí que Luhan no se mueve, porque el que ha hablado con una sonrisa como agotada en la cara, el que lo mira, el que está ahí (con el flequillo pegado a la frente y las mejillas rosadas y el aliento inestable y una gota de sudor bajando lentamente por la mejilla) es Minseok. Kim Minseok y…

—Ah.

 Minseok parece un poco decepcionado con la respuesta, Luhan lo sabe por la forma en que se mordisquea los labios antes de formular la siguiente oración.

—¿Tu nombre es Luhan Kim, cierto?

—Xiao Lu Han, en realidad.

Jiao Lu Han.

Xiao Lu Han—Dice de nuevo, marcando tanto como puede la primera letra.

—Xiao Lu Han —Repite Minseok y el recepcionista no puede evitar dirigir su mirada a los labios del otro y…

—¿Qué?

—Que mi nombre es Kim Minseok… aunque tú probablemente lo sabes, ya sabes, desde que trabajas aquí y todo y…

—Kim Misok….

  El bailarín está a punto de corregirlo, sin embargo una oleada de estudiantes sudorosos y risueños inunda la recepción y todos quieren sus bolsos, así que Minseok desaparece junto a uno de sus amigos.

 Luhan alcanza a atrapar una parte de los ojos que le quieren atrapar a él antes de desaparecer por la puerta.

 El día siguiente es jueves y Luhan lo odia porque es el único día que Minseok no pasa por allí (excepto el domingo, pero el domingo es perdonable… quien sabe ¿quizás vaya a la iglesia?), así que mientras ordena los papeles de las clases 07 a la 12 que están en el segundo piso y se reparten entre talleres de escultura y arte callejero no puede evitar abultar los labios al mismo tiempo que recuerda la escena del día anterior una y otra y otra vez en su cabeza. Habían tantas respuestas, tantas posibilidades si Minseok hubiese estado allí un minuto más un instante, un segundo. Luhan se odia por sentirse así frente a un recuerdo más parecido a un fantasma que otra cosa, porque, ¿qué sabe él de…

—Kim Minseok, clase 03.

 El recepcionista levanta la cabeza y quiere dejar de sonreír como idiota. No tiene derecho de estar sonriendo así por Minseok, pero no puede y simplemente mira a otro lado mientras ríe de la forma más minimalista que puede para evitar responder a los ojos brillantes del bailarín.

—Lo siento señor, pero le informo que hoy la clase 03 no tiene apuntado horarios.

—¿Puedo preguntar cuántos años tienes? —Inquiere Minseok de golpe, como no escuchando al otro —Digo, y no lo tomes a mal, pero actúas mayor de lo que te ves.

—Lo sé —El tono le sale un poco más ácido de lo que hubiese querido, pero es inevitable —Lo dicen siempre y… ¿realmente no tengo cara de veintidós?

—En realidad… —Y ahí está, Minseok observando a Luhan de forma tan detenida que el segundo cree se está derritiendo bajo su mirada —Es que eres muy flaco y el pelo, apuesto que si tuvieras el pelo negro en vez de medio-rubio y te levantaras en flequillo parecerías, me atrevería a decir, de veintitrés.

 Luhan no sabe por qué se ríe, si es por el comentario, por la cara del otro, porque está nervioso, para evitar la mirada de Minseok o por todo lo anterior, pero se ríe.

—Tú tampoco pareces de veintidós, Minseok.

—Wow, lo dijiste bien.

 A Luhan se le escapa un suspiro de alivio cuando se da cuenta que Minseok ni siquiera le intenta preguntar de dónde sacó su fecha de nacimiento, porque de pronto el bailarín está apoyado en el mesón y extiende la mano para sacar un dulce el frasquito transparente que la empresa rellena todos los días para los posibles nuevos clientes mientras habla de lo cansado que es estar en la universidad.

—¿Puedo preguntar qué haces aquí? —Inquiere Luhan cuando la pregunta ya le ha quemado la garganta por el suficiente tiempo.

—Espero a una amiga de la clase 15.

—Pero no salen hasta en… veinte minutos —Dice el recepcionista tras mirar el reloj.

—Por eso la espero.

 Luhan no sabe qué contestar, porque ¡oh!, ¿qué le hizo pensar que Minseok no tendría a un chica bonita esperando por él? No, no sabe qué decir porque está demasiado ocupado sintiendo lástima de sí mismo, se reprende por hacerse ilusiones y si antes no podía mirar bien a Minseok por vergüenza, ahora no puede por humillación. Así que nota, por su visión periférica, que el chico está moviendo los labios, siente las palabras entrar a su cerebro, pero no se procesan y…

—¿Luhan?

—¿Ah?

—Nada… nada.

—Minseok-ah —Pronuncia con cuidado de decirlo correctamente —Lo siento, pero debo ir a buscar unas cosas atrás, ¿no te molesta?

 Sí, sí le molesta. Es obvio que le molesta. Luhan comienza a desarrollar la teoría de que Minseok no sabe guardar sus propias emociones cuando frunce el ceño contrariado, pero asiente de todas formas agrando un “claro que no me molesta” más asfixiado que real.

—Nos vemos Minseok-ah.

 Pero no se ven. Luhan no tiene nada que buscar en las bodegas, pero espera hasta que la clase de la amiga de Minseok salga y no se asoma a su puesto de trabajo hasta que está seguro el otro chico se ha ido.

 Y sin embargo cuando llega a su escritorio hay un papel garabateado con “¿no irías a una taza de café conmigo algún día?”.

 Luhan se odia a sí mismo y a su cuerpo, porque su corazón ha dado un vuelco por palabras aleatorias de alguien a quien apenas ha visto unas veces. No es justo. No es justo.

 No es justo que no haya dejado su teléfono también.

 La mente del recepcionista es un desastre hasta la hora de salida, un desastre que no se arregla en toda la noche y por el que recién al otro día, siete minutos antes que llegue Kim Minseok, se da cuenta que el número telefónico de Minseok estuvo en los registros desde el día número uno.

Notas finales:

lielybfiugwefievr LO SIENTO.


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