Capítulo 1: Recién llegado.
Eran las 6 de la mañana, y dormía tan plácidamente, hasta que una voz chillona me llamó desde el umbral de la puerta d Emi cuarto.
-¡Marcus! ¡Se te hace tarde, y tienes que llevarme a mi primer día de clase, MO!- refunfuñaba mientras inflaba sus mejillas y fruncía el ceño
-Ahg- me cubrí hasta la cabeza-. Ve tú sola, tienes piernas y puedes caminar…
Me disponía a dormir otro rato, pero lo que hizo para despertarme me cayó como un balde de agua fría… ¡LITERALMENTE! Di un salto saliendo de la cama completamente mojado y tiritando del frío.
-¡¿Qué co…?! ¡Layla, ¿acaso tienes problemas?! ¡No jodas!- le arrebate la toalla que me ofrecía
-Era eso o agua hirviendo- se encogió de hombros
-¡Dejarme dormir, quizá!
-Vamos, Marcus, que no sé irme sola y tampoco conozco el nuevo liceo- hacía pucheros infantiles
Solté un suspiro, derrotado, bajé la cabeza- Te llevare, y desperdiciare mis adorados minutos de sueño
-¡YEY!- dio un pequeño salto sonriendo complacida, y luego salió para que pudiera alistarme
Cerré la puerta.
Esa era mi hermana, Layla Cardona. Una mocosa de 13e años que apenas inició el primer año de la secundaria y no sabe aún que deberá ver alrededor de 12 materias distintas. De estatura algo baja y cabello que parece que selo tiñeron con granos de café molido, o que su shampoo es de ahora café. Se suponía que yo debía llevarla al liceo, ya que la inscribieron en donde yo estudio, pero estaba tan cansado que sólo quería salir del asunto y dije “Sí” sin pensarlo siquiera. Mi problema no era llevarla, mi problema era que su primera clase iniciaba a las 7 en punto, ¡y la mía a las 9! Es decir, iba a perder unas dos horas de sueño. Gruñí mientras me vestía, y creo que se oía en el pasillo, porque cuando salí Layla estaba mirándome y riéndose con sorna, como sólo ella sabía hacerlo. Pequeña demonio…
-Listo, ahora apúrate y no me hagas perder el tiempo- dije mientras le daba empujones para que bajara las escaleras
-¡N-No me empujes!- chilló haciendo pucheros
-Sólo baja…
*
Llegamos luego de media hora en el bus, y estando frente al portón de la institución se acobardó, escondiéndose detrás de mí y sujetando mi camisa asustada. Solía hacer eso siempre que se sentía insegura, o que le presentaban gente nueva… que tímida.
-Venga, entra- intente separarla de mí jalándola de mi camisa, pero era imposible. Me la había sacado de dentro del pantalón. Suspire, entendía que no iba a dejarme hasta que se sintiera cómoda, o hasta que yo huyera a mi clase
-N-No…- murmuró- t-tengo miedo, Marcus
-Vamos, ¡sólo es un liceo!
-… Uno nuevo- protestó con más pucheros
Luego de un rato de insistir con que no era la gran cosa, y de que encontrara a sus nuevas compañeras (y, de paso la acosaran hasta hacerla huir a los baños y luego volver a pegarse a mí), por fin pude irme a mi clase. Corrí al ver la hora en mi reloj, ¡iba 15 minutos tarde! ¡¡El profesor Mitocondria me iba A MATAR!! Salí como un cohete, pero al igual que estos, no duré mucho tiempo en marcha. En el liceo hay una regla muy firme, “Prohibido correr por los pasillo”, bueno, ya sabía por qué no se podía correr…
-¡L-Lo siento mucho!- me disculpé de inmediato con la persona a la cual acaba de tirar al suelo por andar corriendo
-N-No, no importa. Fue mi culpa por no apartarme- respondió sin mirarme, estaba muy ocupada recogiendo las cosas que le había tumbado por andar de apresurado
-No debí ir corriendo. Ven, deja que te ayude- me agaché para ayudarle a recoger algunas cosas. Libros, dos cuadernos y el horario
-Muchas gracias- sonrió alegremente mientras se levantaba y le entregaba sus pertenencias
-Por nada- le devolví la sonrisa-. Y dime, ¿eres nueva? ¿De primero?
Pareció dar un pequeño salto. Su rostro se contrajo, como si acabara de obviar algo, o de decir una barbaridad. ¿Qué? ¿Ahora qué burrada he dicho para que me mire así?
-Yo…- murmuró con un ligero temblor en la voz
-¿”Tú…”?
-¡No soy de primer año, maldición!- gruñó, frunciendo el entrecejo como si no hubiese mañana- ¿Qué edad aparento, eh? ¿13, 14 quizá?- me miró con el ceño fruncido
-Sí… más o menos, unos 14…- murmuré con algo de pánico
-… Cumpliré 17 pronto- hizo una mueca de disgusto
-Bueno, pero no es para tanto… ¡¿eh, 17?!- abrí los ojos
-Sí, 17 años en algunos meses
-Es decir que, ¿eres mayor que yo?- pregunté sin poder creerlo. Usé mi mano para medir la diferencia de estatura, y le oí soltar un gruñido
-¿Podrías dejar de hacer eso?
-Lo siento
-Que sea de baja estatura no significa que sea de menor edad- volvió a gruñir
-Bueno… entonces, sigue eso de “las chicas son más bajas que los chicos”- musité, y pude sentir una patada directo al reverso de mi rodilla, haciéndome caer arrodillado al piso- ¡Oye, ¿Qué te pasa?!
-… No soy una chica- dijo con un aura oscura, y un rostro inexpresivo que daba miedo-. No tengo pechos, ni una vagina- ahora sí, frunció el ceño-. ¡¿Cuál es su problema con confundirme con una chica, joder?!
-Vale, tranquilo, ¡no puedes culpar a los demás por ello!
-¡Desde que llegué acá me han confundido con una chica cientos de veces! ¡En las tiendas también, y los mismos profesores!- infló sus mejillas, haciendo un puchero mientras seguía frunciendo el ceño. Aún así, a pesar de que me estaba dando miedo, se veía algo… ¿tierno?
-Ya, pero no debes pagarla conmigo, ¡soy inocente!- me excusé
-Ah, sí. Disculpa por la patada- me extendió la mano, con la vista hacia otro lado por la vergüenza
-No importa en realidad- tomé su mano para ayudarme a levantarme del suelo
-Soy Andrea
-… Ah-
-Sí, ya sé. No lo digas, no quiero oír eso de nuevo- me cubrió la boca
Lamí la palma de su mano- ¡Qué asco, no lo hagas!- se limpió con el pantalón
-Vale, no lo diré, y tampoco volveré a lamer tu mano- me reí
-Idiota- rodó los ojos
-Pero, deberías lavarte mejor las manos, aún tienes jabón en ellas
-… ¿Quieres una zurrita? ¡Te la regalo!- sonrió de manera cínica
-¡N-No…! ¡Debo ir a clase de inglés!- corrí presuroso hacia el salón, pero a mitad del pasillo, me llama
-¡E-Espera!- corrió hacia mí una vez me detuve- Dime, ¿Dónde está el aula 1-3?
-Es donde voy- respondí, mirando el horario, que sostenía entre sus manos-. ¿4to F?- arqueé una ceja- Estudiamos juntos, entonces
-¿Es tan raro?
-… B-Bueno…- me rasqué la nuca, nervioso- ¿Cómo decirlo de una forma que no suene tan ofensiva?
-Sólo habla
-… Aquí se ordenan las secciones por estatura… y, tú…- jugué con mis dedos, haciendo un puchero y mirando en otra dirección- eres bajito
-A la próxima la patada irá a tu…- lo interrumpí, abriendo los ojos
-¡No serías capaz!
-¿Lo intento?
-¡No, no! De-Dejémoslo así. Vamos, a clases- lo tomé del brazo, arrastrándolo hasta el tercer piso
Y así, fue como comenzó una… bella, y jodida amistad. Sólo que para entonces no tenía idea de que iba a acabar enamorándome de un chico… nunca lo esperé, realmente.