Nowaki sobaba su mejilla, Hiro San estaba furioso y lo había golpeado, no entendía porque, él no había hecho más que cuidarlo y soportarlo, él amaba a Hiro San pero así se sentía últimamente, teniendo que “soportarlo”, después de todo el haberse casado ya no parecía buena idea, Hiro San no confiaba en él y lo celaba de una manera irracional, constante quejas, pelas y reproches, eso lo lastimaba, él solo deseaba poder estar bien con Hiro San.
A pesar de haber aclarado el asunto Hiro San desconfiaba de Nowaki, estadísticamente los médicos eran los profesionales más infieles, los largos periodos de ausencia, las salidas nocturnas por emergencias, él no lo resistía, imaginaba a Nowaki siéndole infiel con sus pacientes. Hiro San veía por la ventana con lágrimas en los ojos, al inicio las cosas no habían sido así, Nowaki le hacia el amor diario, lo despertaba con el desayuno preparado o una rosa, habían trascurrido alrededor de cuatro felices meses, el enfermó, Nowaki permaneció a su lado cada momento, en esos momentos pensó que Nowaki era el hombre de su vida, después de vencer a la extraña enfermedad que le duró poco más de un mes, perdió por completo el apetito sexual, se irritaba con facilidad, tenía cambios de humor abruptos y eso estaba acabando con su matrimonio, quería recuperar su felicidad pero le dolía saber que Nowaki no era feliz sino era llevándolo a la cama.
Eran las 8:30 Nowaki estaba por llegar, después de mucho pensarlo se decidió a invertir por su relación.
Nowaki llego a casa, ya había tomado una decisión y esa noche se la comunicaría a Hiro San, aunque doliera él quería la felicidades de Hiro San y era obvio que no se encontraba a su lado. Abrió la puerta, sumamente nervioso le costó meter la llave como jamás le había ocurrido.
-Doctor Kusama, lo estaba esperando- Dijo Hiro San en su traje de enfermera, mientras se agachaba a recoger lo que parecía un expediente, Nowaki se ruborizo con la vista del fabuloso trasero de su amado, -Hiro San-, -No se ve nada bien doctor, será mejor que lo revise- dijo el sexi castaño caminando hacia su marido, hábilmente desabotono la camisa de Nowaki quien se estremeció con el contacto del frio estetoscopio con su desnuda piel, -¿Qué tenemos por aquí?- decía Hiro San metido en su papel mientras colocaba el estetoscopio en los pezones de Nowaki, -Son perfectos, midamos sus reflejos- dijo el castaño mientras tomaba uno de los pezones que endureció de inmediato.
-Revisaremos su sexo- continuo Hiro San, ya habiendo bajado el pantalón y bóxer de Nowaki, -Es más grande de lo que debería, pero no es grave- dijo Hiro San visiblemente sonrojado en referencia al erecto miembro de Nowaki, el alto joven tenía que terminar con esto de una vez antes de que fuera muy tarde, pero las manos de Hiro San se sentían tan bien sobre su cuerpo, quizá unas caricias más no harían daño.
Hiro San se sentó en el piso con las piernas abiertas, tal y como lo haría un niño pequeño, se colocó entre las piernas de Nowaki y sin preámbulos recorrió el duro miembro con su lengua, recorrió desde la base hasta la punta del miembro, que ya se encontraba húmedo, Nowaki miró hacia el techo y gimió, con la punta de su lengua Hiro San recogió el precum que ya escurría del miembro de Nowaki, Hiro San envolvió con su boca el grueso miembro de Nowaki, Nowaki volvió a gemir, nadie como Hiro San.
Nowaki no tardo en correrse, su semilla termino en la boca de Hiro San, pero hacia tanto que no se venía que una gran cantidad termino en la cara del castaño, siguió con la mirada hacia el techo, una lagrima escurrió por su mejilla, pero no había vuelta atrás, no era justo para ninguno de los dos seguir así.
-Te doy el divorcio Hiro San, los papeles están en trámite-, Hiro San lo miró completamente enfadado, las lágrimas no tardaron en aparecer, lo abofeteo, una, dos, tres veces, Hiro San se sentía humillado, Nowaki literalmente lo había follado por la boca y ahora terminaba con él, su corazón latía más fuerte, su respiración incontrolable, respiraba muy fuerte, las lágrimas seguían bajando y entonces perdió el conocimiento.
Nowaki se sorprendió con la reacción de Hiro San, pensó que estaría feliz, y más se sorprendió cuando se desmayó, era una suerte que fuera doctor, pero aun así tardo para poder reaccionar, el alcohol no lo despertaba, su pulso era muy rápido, lo más sensato era llevarlo al hospital.
Hiro San fue tratado, Nowaki le encargó a unos de sus compañeros que se le realizaran todos los estudios posibles, quizá la enfermedad por la que había pasado recientemente no había pasado por completo, nada fuero de lo normal, un poco de anemia, pero nada malo fuera de eso y aun así Hiro San no despertaba, Nowaki estaba preocupado, quería su felicidad y no había hecho otra cosa más que lastimarlo nuevamente.
Después de varias horas por fin despertó, Nowaki había pasado la noche en vela esperando su mejoría, Hiro San lo miró con autentico odio, Nowaki sintió un escalofrió correr por todo su cuerpo, transcurrieron varios incomodos minutos, Nowaki recibiendo la dura mirada de Hiro San, pero ninguno decía nada, Nowaki estaba a punto de decir algo, pero la repentina apertura de la puerta los sorprendió.
El medico se dirigió directamente a Nowaki, le entrego lo que parecían resultados de estudios clínicos, la cara de asombro de Nowaki preocupó a Hiro San, Nowaki en actitud profesional se acercó a donde Hiro San, -¿Hiro San, que medicamentos estuviste consumiendo mientras estuviste enfermo?- Interrogó su aún marido, -Las de tu escritorio-, Nowaki palideció, se acercó lentamente hacia Hiro San le entregó lo que parecía una radiografía, Hiro San la recibió y la miró, -¿Qué es esto?-, -Un bebé estamos esperando un bebé-
Hiro San observo el ultrasonido, no veía nada ahí, pero todo comenzó a girar a su alrededor, un bebé, escucho bien, pero eso era imposible, él era hombre…