Nowaki había dejado el hospital su sueño estaba truncado, pero no del todo, instalo un consultorio en su apartamento donde atendía a sus pacientes de manera particular, el dinero era suficiente para los gastos del hogar y la atención médica de Hiro San, sin embargo ya no podía ayudar a tanta gente como le gustaría.
La condición de Hiro San cada vez era peor, se encontraba desnutrido, su piel comenzaba a marchitarse, los labios en ocasiones sangrantes debido a la resequedad, el cabello y sus bellos ojos habían perdido su brillo, Nowaki sentía ganas de apuñalarse cada vez que lo veía, todo era su culpa.
Seis meses de embarazo, dos desde que le contó la situación y Hiro San había preferido darle una oportunidad a su hijo, Nowaki sabía que las posibilidades de que el niño sobreviviera eran casi nulas por lo que se decidió por Hiro San, lo sedo y llevo al hospital, le practicarían una cesaría pues no había otra forma de retirarlo del organismo de Hiro San, en un momento de lucidez Hiro San le pidió a Nowaki que le acercará su bolsa, aquella bolsa que siempre llevaba consigo cuando visitaban el hospital, sacó un sobre amarillo y lo puso en las manos de Nowaki antes de caer víctima de la anestesia, un dubitativo Nowaki abrió saco el contenido, una lagrima escurrió por su rostro, un ultrasonido, lo guardó, seco su rostro con la manga de la bata y acercó el bisturí al vientre de Hiro San, presiono la hoja contra la grisácea piel, un pequeño corte era todo lo que necesitaba, su mano no parecía responderle, tampoco sus ojos, las lágrimas cayeron por su rostro.
-Se suspende la operación- dijo Nowaki antes de salir corriendo llenó de lágrimas, entro a los baños de personal médico, puso seguro a la puerta, entro a uno de los cubículos, se acurruco al lado del bater, hundió su cara entre las piernas, abrazó su nuca y continuó llorando.
Varias horas después Hiro San por fin despertaba, apresuradamente se llevó las manos a su vientre y aun encontró el ansiado bulto en su abdomen, suspiró y comenzó a llorar.
Nowaki que había estado esperando a que Hiro San despertará lo vigilaba desde fuera de la habitación, ingresó, los dos se miraron, anhelantes suplicantes, cómplices, ninguno decía nada hasta que Nowaki estaba muy cerca de Hiro San, Hiro tomó la mano derecha de Nowaki entre sus manos –Gracias-, Nowaki lo miró con lágrimas en los ojos –No quiero perderte- , -Ven acá- dijo Hiro San jalando a Nowaki acomodando su cabeza en la curva de su cuello, Hiro San acariciaba el cabello de Nowaki, Nowaki acariciaba la barriguita de Hiro San.
Era la primera vez en mucho tiempo que había tanta cercanía entre ellos, sus cuerpos parecían relajarse con el contacto del otro, por primera vez en muchas semanas ambos durmieron plácidamente, sin miedo al mañana.
Nowaki fue el primero en despertar, se levantó pero no se despegó de Hiro San ni un momento, pasó un gran número de minutos acariciando el cabello de su aún amado, sabía que Hiro San no permitiría la muerte de su hijo lo cual le costaría la vida al propio Hiro San, y de seguir creciendo sin el espacio suficiente terminaría muerto también el niño, toda la noche se la pasó pensando en ello.
Cuando Hiro San despertó miró tiernamente a Nowaki, -Hay una esperanza Hiro San, pero tú debes de comprometerte- Hiro San miró el entusiasmo de Nowaki, optó por no comentar que llevaba un par de días vomitando sangre, -Nowaki mi Nowaki, no quiero morir- dijo Hiro San rompiendo en lágrimas, era la primera vez que se derrumbaba con respecto a su penosa situación, -no quiero morir, te necesito y necesito a este bebé-, Nowaki sintió un nudo en su pecho y dejo escapar las lágrimas propias, sujeto muy fuerte a Hiro San entre sus brazos, sin Hiro San el también moriría.
Él sabía perfecto que para que un niño pudiera nacer por lo menos necesitaba de siete meses para desarrollarse, por lo que faltaba un mes, el plan de Nowaki era simple, Hiro San se mantendría en el hospital, le pondrían una sonda para obtener los nutrientes necesarios, monitorearía el desarrollo del bebé y en el preciso instante en que su corazón y pulmones estuvieran lo suficientemente fuerte practicaría la cesaría.
Era un plan brillante, lo que Nowaki no contemplo es que día a día la situación de Hiro San empeoraba, se la pasaba durmiendo cuando no estaba gritando por los horrorosos dolores que sentía, en algún momento no pudo esconder la sangre que vomitaba lo que significaba que probablemente algún órgano había sido dañado, la mala asimilación de los nutrientes sólo retraso el desarrollo del pequeño, que aunque le faltaba terminar de desarrollarse por lo demás lucia muy sano, siete meses y una semana y a los pulmones del pequeño aun no eran lo suficientemente fuertes como para sobrevivir a una incubadora, en algún momento Nowaki había tomado la costumbre de golpear el grueso vidrio de la ventanilla exaltando la impotencia que sentía.
Siete meses una semana y un día, Hiro San no despertó en todo el día, mayor cantidad de vomito con sangre, sus músculos delgados, graves problemas de desnutrición, pérdida de cabello.
Siete meses una semana y dos días, Hiro San no despertó nuevamente, problemas para respirar, más vomito con sangre.
Siete meses una semana y tres días, Hiro San entró en estado de inconciencia, la vida se escapa de su cuerpo no queda tiempo pero el pequeño aún no está listo, imposible hacer nuevos estudios.
Siete meses una semana y cuatro días, Hiro San sigue en estado de inconciencia, aumento en la presión arterial, la situación se sale de control, no hay posibilidades de operar.
Siete meses una semana y cuatro días en la madrugada, Hiro San tuvo un repentino paro cardiaco hay que intervenirlo, Nowaki se prepara, se coloca los guantes, solo lo auxilia una enfermera y anestesista el resto de doctores no piensa implicarse en un caso de negligencia.