Cap 8
Si en la historia, de la cual se sustenta mi vida, hubiese un acto dos, un acto definitivo, donde todo se sale de control, seria este, mis instintos llamaban a la puerta, es que habían problemas cerca, un rubio precioso, una pelinegra al nivel de una diosa de la belleza, dos hermanos cuya fama la conocía bien…
Todo inicio un verano, un verano hermoso, parecía que la suerte había sido traída por el viento ante mí y Ardiett, pues sería el primer verano en el cual yo y mi querido amigo pasaríamos juntos, lo que pasaba es que mi mamá tenía que salir de viaje, pero yo no quería seguirla, papá ya había viajado desde hace un mes, su regreso se veía lejos, tras un berrinche monumental, al fin me dejaron al cuidado de la familia Pardy, pero estos también tendrían que salir, pero no me molesto, con Ardiett al menos me divertiría.
La familia que me hospedaría había decidido que era hora de visitar algunos parientes que no estaban muy lejos, sin quejas aliste maletas y los seguí, el trayecto lo hicimos en carretera en el coche del padre de Ardiett, Liam Pardy, así se llamaba. Cada kilómetro de asfalto que dejamos atrás nos la pasamos riendo o durmiendo, cuando llegamos me sorprendí, la familia Blerry fue amable en recibirnos , quede anonadada al ver su casa, o mansión debería decir, esos pilares en la entrada, es puerta era la más grande que jamás vi, no pude estimar los pisos a primera vista, fueron solo tres, pero de cada elevado techo colgaba un candelabro con la complejidad digna del arte más fino, el salón era como un diamante de terciopelo, no sé cómo mas describirlo, parecía propagar brillo, la mujer rubia, baja, delgada, bonita, el hombre, alto, delgado, con hombros anchos, pelo negro, dentro de la mansión estaban los retoños de ese matrimonio de la hermana de Alexandra, la mamá de Ardiett, eran Cecidit y su hermano menor por seis años, Yujo, los salude con normalidad, mi amigo tampoco actuó raro, solo estaríamos allí dos semanas, después volveríamos, durante los primeros diez días no pasó nada, los hermanos, que eran muy unidos no nos tomaban en cuenta, pero tampoco hacían mucho, solo que una vez al día y por cuatro horas aproximadamente desaparecían por completo, los últimos el sexto día recuerdo que me atreví a preguntar que hacían, su mamá respondió que ellos estaban metidos en un asunto diferente cada cierto tiempo, pero no sabía muy bien que, ambos guardaron silencio y sonrieron como aguantando las ganas de reír, el onceavo día alguien toco a la puerta, Yujo fue el que abrió, era una chica bonita de pelo castaño, miro al chico de mi edad y le pregunto por su hermana, el mintió diciendo que no estaba, no quise meter, solo observe, ella entonces le pidió que le diera un mensaje a Cecidit, que le dijera que le quería lejos de su novio, para siempre, él se rio y prometió decir, cuando la joven que había sido encubierta bajo del piso de arriba, ambos rieron a carcajadas.
“rápido, llama a ese tonto y preguntas si han terminado” dice el menor dándole un teléfono celular.
“vale, vale” entonces la pelinegra hace una llamada apurada y pasándose la risa, una vez note habían contestado del otro lado ella sonaba seria y preocupada “si soy yo, estoy algo preocupada, ¿ha pasado algo con tu novia?--- ya veo… es una pena que sea tan celosa, realmente lo lamento, creo que no deberíamos vernos más” tras esas palabras y que ella esperase la respuesta le manda una sonrisa pícara a su hermano y luego continua “oh, entiendo lo que dices, pero no puedo, veras… yo solo te veo como un amigo” unas palabras más del otro participante de la conversación y se acaba la llamada con un frio adiós, bueno, era más que obvio, ellos, mas específicamente Cecidit, había terminado una relación a propósito, le había robado el novio a una chica que seguramente ahora estaría triste y llorado, había acabado con un amor que tal vez hubiese durado mucho mas de no ser por ella, me sorprendí y decidí que yo no tendría nada que ver con ese par de personas tan crueles y extrañas, lo peor fue lo que siguió, una chica joven llego, era de mi edad, mejor dicho de la edad de Yujo, ella le confeso sus sentimientos, él le pregunto por un chico cuyo nombre no recuerdo, ella dijo que no importaba, pero él la rechazó, una vez se fue baja la hermana y hacen un escándalo de risas y saltos, no sé qué intentaban lograr, pero puedo imaginarme que solo estaban celosos del amor ajeno y odiaban a las parejas, porque en los cuatro días antes de partir más de seis personas de diferentes sexos y edades venían a quejarse o a declararse, todas ella salían con una cara de disgusto o llorando, incluso hubo una pelea fuerte entre Yujo y un chico un año mayor que él, Yujo pasaba clases de defensa personal y le dio una paliza, no eran idiotas en lo absoluto, pero estaban locos, me alegre cuando volví a casa para seguir con mi feliz verano alejado de las malas personas como ese par.
Con eso serré el pre espacio de uno de los tiempos más felices que puedo recordar, porque tras esas vacaciones ese año mi querido castaño conoció a su amor verdadero, hubiese apostado todo lo que tengo a que se casarían algún día, pero cuando termino el primer acto retire esa apuesta de inmediato, desde que se conocieron, desde que me entere de que ahora tendrían una relación, desde que coloque cámaras para invadir su privacidad descaradamente y sin escrúpulos (no me juzguen, sé que más de uno lo consideraría o haría igual) desde que tuvieron su primera, suculenta, vez, hasta este preciso momento.
Estoy en la parada de autobús junto con Edric y Ardiett, el peliblanco y yo estamos de escoltas, pues le mandaron a recibir a sus primos Cecidit y Yujo, ambos bajaron, Ardiett los vio con mala cara, intentando no delatar su preocupación tanto, antes no le importaban sus malos hábitos, pero antes no tenía novio, es que si había alguna apuesta segura que obviamente te aria ganar el doble o más de lo que pusieras es… que ese par va a mandar a la mierda todo lo que a pasado, cada momento, cada sentimiento, es que ni bien lo notara y lo notarían se propondrían echarlo a perder, es que se notaba que no tendrían otro interés, demonios ¿Qué puedo hacer yo?