Tirado boca abajo, con mi respiración lenta y rápida a la vez, comencé a reflexionar, en mi entorno, en mi realidad, como es posible que todo lo que me rodea no se ve igual, no reconozca el panorama en el que estoy existiendo, se siente como un campo de batalla uno rodeado de enemigos, hipócritas que me sonríen a la espera de que me den la espalda para atacarme con un cuchillo, dejarme tirado y luego reír de mi desgracia, de mi dolor.
No sé de qué me quejo, después de todo nunca existió un solo aliado para mi, cuanto desearía poder volver a aquella noche, la deslumbrante luz cegando mis sentidos y el hombre parado frente a mí, criticando mi canción. Si no hubiese dejado que la letra volara de mis manos, nunca te hubiese conocido, y en estos momentos me sentiría mejor, me sentiría aliviado y podría volver a pensar que en este mundo existen los aliados, sin abandonar la felicidad que antes me caracterizaba, pero lamentablemente no se puede, sino cuantas personas rogarían por poder cambiar algo que perturbo de manera cruel su futuro.
Los años que he pasado se sienten tan pesados como si en mi espalda llevara a cuestas el problema de un país, como si los lamentos y lagrimas fuesen agujas tan pequeñas y aun así tan filosas que se encajan en mi ser, lo destruyen por dentro, y yo no puedo hacer nada para detenerlas, porque cada momento que sigo aquí, mi cuerpo se rompe mas, lo sé, pero aun así, no me quiero alejar de ti, ni aun cuando de tu parte no he sentido la calidez, en el fondo me debe gustar ser herido.
Quiero gritar, porque no planeo escapar del destino que elegí, o más bien mi corazón, aquel que desenchufo mi cerebro y razón, y gracias a ello solo sirvo al corazón, el cual es un masoquista de primera, uno que no me deja descansar ni un segundo, y también por otro lado, otro de los enemigos que me priva de la libertad. Pero la pared no es capaz de consolarme, ni ayudarme a liberar un poco de mi pesar. Por eso añoro tanto la oscuridad pues es mi fiel compañera, que encubre mis lamentos y lloriqueos, pues hasta para eso me he vuelto un experto, el fingir y mentir. Si vieran en estos instantes al yo de ahora, simplemente no me reconocerían, e incluso ni yo mismo reconozco al chico que está parado frente a mí, y se refleja en el espejo.
Mis cabellos rosados despeinados, simplemente seco, mis ojos amatistas sin brillo, sin vida, con ojeras gigantescas que ahora no son capaces de borrarse, mi sonrisa, una que se ha vuelto tan real como la fingida, porque hace años que no sonrió con sinceridad, pero nadie se percata de ello, piensan que todo está bien con Yuki por mi actitud sin saber que es una farsa que oculta la verdad, una que les hace no preocuparse y no arruinar.
Con el paso del tiempo todo se echa al fondo, no sé que es más difícil de superar, o algo que sea peor si una palabra o una acción, y siendo sincero no deseo averiguarlo. Mi amatista vista se pierde en un sinfín de lugares, sin detallarlos apenas viéndolos, todos mis pensamientos, todo lo que acontece, simplemente es un “Da igual”. Con repetición, y con dolor las palabras se aferran a mi ser, “Todo está bien” “No es importante” si he podido fingir ante todos, entonces, ¿Por qué no engañarme a mí también? Todo debería seguir igual, porque siempre hay un momento en que todo se desvanece, ya no existen las palabras de consuelo, ya no sirven de nada de todas formas, me rendiré, por primera vez en mi vida me rendiré, porque el aferrarse a este amor es lo que más me ha dolido, me rendiré pero aun así no me iré, no importa que todo sea unilateral, no es importante, no ahora, ya no más.
Siento decepcionarte, pero al parecer es lo mejor que sé hacer, nunca seré lo que tu tanto deseas, lo que cada noche sales a buscar, quiero ser perfecto e ideal para ti, pero no puedo, porque nunca me has dicho lo que quieres, y todos mis intentos solo dan un simple “Da igual”. Cuanto lamento el haber conocerte, y más aun llenar a mis amigos, y a todos los que me rodean de problemas. Pero no puedo evitarlo, soy toda una maraña de problemas. Te amo tanto Yuki, y por ello quiero romperte, destruirte tanto como tú lo has hecho conmigo. Siempre me he cuestionado el momento en que todo cambio. Porque siento, como si hace años, en algún momento del día o noche, sin previa sospecha, y sin especificación determinada me morí.
No recuerdo muy bien a mi otro yo, no recuerdo lo que antes fui, e incluso no recuerdo si cambie o de hecho siempre fue así, que ahora son tan falsos como mi felicidad, como el amor que tienes hacia a mí. El tiempo y la paciencia ya no sirven de nada, e incluso puedo asegurarte, son lo peor que puedes hacer para sentirte mejor, créanme lo viví, solo te corrompen mas. “¿Si cambiara en algo las cosas serian diferentes? ¿Me querrías más? Si enfermara al punto de la muerte ¿me darías tu atención?” no estoy muy seguro si lo que digo solo lo estoy pensando o realmente lo estoy diciendo “¿Qué me hace falta para que me ames como lo amas a él-?” porque estoy seguro tu sensei nunca ha dejado tu pensamiento, y eso te destruye, como lo hago yo, ambos somos un par de masoquistas pero en un nivel diferente. “Dime lo que quieres que haga y lo hare”,he perdido la cuenta de cuantas veces he pensado en hacer una locura. Pero aun no llego a ese punto, solo uso unas gotas para dormir recetadas por mi médico, porque nadie sabe que estoy así por ti, ni siquiera saben sobre los antidepresivos que tomo, ¿sabes? Hasta cierto punto es gracioso.
Muchas noches a manos de esas pastillas he buscado el sueño, uno reconfortante, “Uno que durase para siempre”. ¿Es demasiado pedir? Me es imposible dejar el dolor, porque no puedo hacer algo mejor “¿Y si utilizase un metal?” nadie notaria la diferencia, “¿Recuerdas la felicidad?” Yo ya no, no puedo, ni siquiera recuerdo en lo que se sentía, esta todo mejor así. El sonido de la puerta abriéndose se escucha, Salí antes de mi trabajo, contando con un par de horas extras antes de tu llegada, usualmente siempre llegas antes que yo.
Me mire al espejo fingiendo sonreír y justo cuando iba a gritar por ti, por la llegada tan esperada, lo que vi, me paralizo, estático sin poder moverme solo observar la escena con dolor, con tristeza; ahora todo se volvía comprensible, nunca me amarías porque en alguien más lo encontrabas, no es como si no hubiese sabido antes que tu no me amabas como yo a ti, o que te acostabas con algunas mujeres aun cuando ya estábamos ¿juntos? Sin embargo verlo con tus propios ojos es peor de lo que imagine. Dentro de mí se escucho un estallido y no estoy muy seguro de que, una sensación de soledad, de amargura invadió todo mi ser. Finalmente lo alcance, “Mi punto de quiebre” camine tan solo un poco hacia atrás, y golpee una mesa, paraste besarte con la joven a tu lado, era hermosa aunque me cueste decirlo, tu rostro era todo un poema, y el mío tan serio, tan triste, pero a la vez sin vida, girando sobre mis talones me dirigí al baño, cerré la puerta, me acerque al botiquín de medicamentos, y tome mis anti-depresivos, serian lo mejor para calmarme, justo cuando iba a guardar la caja metálica, mi vista se poso en las tijeras, tan afiladas tan hermosas, y en este momento me parecían la salida más hermosa que nunca antes haiga visto.
Con decisión las tome entre mi mano izquierda, la que más fuerza poseía, y en la otra aferre las pastillas que aun no ingería, pero la puerta se abrió bruscamente, y tu tomaste mi brazo antes de que hiciera una locura, la de alejarme de ti, algo que debí haber hecho desde el momento en que te conocí y no como un perro faldero que sigue a un dueño que le desprecia, leales, somos estúpidos por eso.
-¡¿Qué planeabas hacer?!- me gritaste con sorpresa, con preocupación. “Hipócrita”
-¿Tu qué crees que hago?- le dije con frialdad -me corrompiste, me destruiste, lograste tu objetivo. Llegue al punto de quiebre- tomaste mis hombros, y notaste el frasco en mi mano, lo elevaste y arrebataste con rapidez, leyendo sus letras y sorprendiéndote en el acto, sonreí de medio lado, aquella sonrisa tan falsa.
-¿Anti-depresivos, hace cuanto tomas esto?- me quite tus manos de encima, y pude arrebatarte las tijeras.
-No era importante el decírtelo, pero no sirven de nada…drogarme nunca sirvió de nada, me pude haber tomado el frasco entero y no hubiera habido cambios - me aleje tanto del hombre que tanto ame y que tanto me daño me realizo como si aquello fuese posible, y por la expresión en su rostro deducía que no se esperaba mi contestación
-Adiós Yuki, Te amo…o ¿será que te ame?- con rapidez encaje las cuchillas en mi pecho, una y otra vez, mis manos, mis piernas, y me deje caer por la pared de la regadera, con lentitud, cerré los ojos. Por fin conseguiría lo que tanto había ansiado, un sueño eterno y reconfortante, no sentía el dolor, estas apuñaladas de las cuchillas no son nada a comparación de lo que sufrí, finalmente encontré mi final, creo que encontré la felicidad, una lejos de ti.
Me tomaste en tus brazos como si quisieras retenerme, y te manchaste de mi sangre, deseaba empujarte, pero, ¿sabías que si cortas demasiado profundo un ligamento, estos dejan de moverse o responder a los movimientos?, si, en el fondo había planeado esto solo a la espera de la señal, del punto de quiebre. Finalmente la sangre mancho con rapidez mi ropa e incluso salpico hasta mi rostro, no es increíble la cantidad de sangre que un humano posee.
-Shuichi, ¿Por qué lo hiciste?- estabas llorando, eres bueno debiste ser actor y no escritor. Lamento decir que todo fue tu culpa –Shuichi te amo, no me dejes solo, por favor…- es demasiado tarde para decirme esto, tú tienes la culpa de que en estos momentos este así. Aunque no toda es tu culpa, yo fui lo suficientemente estúpido para no abandonarte, para dejar de amarte, eso fue lo que paso.
Con tu insistencia por alejarme, por despreciarme, el hacerme sentir como si no valiese la gran cosa, ¿estás feliz?, deberías estarlo ahora puedes revolcarte con quien quieras sin necesidad de esconderte. Vi tu rostro por última vez, recordando la pesadilla de mi vida, pero te ame, como un perro fiel, deje que mi cuerpo se relajara, sentía mi cuerpo libre, me había quitado ese enorme peso de encima, todo lo que sentía ahora era tranquilidad. Con delicadeza susurre
-Tengo sueño- empezaste a gritar, creo que captaste que el sueño que siento es uno que no me dejara despertar. Si hubiéramos sabido comunicarnos mejor las cosas no hubieran sucedido como paso, pero ya no hay vuelta. Cerré los ojos, entregándome a la ligereza con la que comenzaba a sentir mi cuerpo. Es el final…
El punto de quiebre esta frente a mi…