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Beating heart (One shot) por mumu16

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Aquel día en la playa pasó de ser extremadamente feliz a extrañamente triste y a la semana siguiente Kyungsoo desapareció, nadie sabía de él.

 

Jongin preguntó por él varias veces pero nadie le quería decir y no era que nadie supiese, todos sabían pero era algo que Kyungsoo quería reservar de Jongin. Fue entonces cuando estaba ayudando a servir el almuerzo cuando recordó la primera vez que vio al bonito pero temperamental chico y sintió rabia porque no sabía nada de él y de sus condiciones.

 

Sehun era muy amable con Jongin, incluso lo quería demasiado y eso era frustrante porque Jongin no lo quería tanto y muchas veces lo trataba mal, sin embargo él era tan dulce que nunca atacó a Jongin de una mala manera, después de todo él sólo quería ayudarle. Ir a ese centro ya era normal para Jongin, pero no podía negar que era mucho mejor cuando Kyungsoo estaba, Kyungsoo era de las personas que alegran y hacen sentir cómodo a cualquiera con sólo saber de su existencia. Jongin era de las personas que son insoportables e incomodan y no dan buena impresión ni buena energía. Eran todo lo contrario y eso era un poco enfermizo.

 

– ¿Qué planeas hacer? –Sehun le pasó una cerveza y se sentó a su lado –No es que vayas a vivir de venir aquí.

 

– ¿Tú vives aquí?

 

–Sí, la compré un mes antes de nuestra graduación, ahorré toda mi vida por esto.

 

–Es muy grande, me gusta. –Tragó la cerveza con espesura –Algún día compraré una, yo sólo.

 

 

–Por eso pregunto, ¿Qué planeas hacer? –y Jongin lo miró con una tristeza franca. Se rascó el mentón y mandó el ceño hacia arriba. –No te quiero presionar, sólo me preocupas.

 

–Planeo –Tomó un pellizco de aire –, no he planeado nada porque no sirvo para nada. –soltó una risa tan pesimista. Sehun lo miró preocupado, le quitó la cerveza de las manos y se estampó a él en un abrazo, Jongin estaba llorando, no por fuera, no habían lágrimas ni mocos. Lloraba por dentro, su alma lloraba y gritaba, como un pequeño ratón estancado en una ratonera y Sehun lo sabía, lo conocía muy bien y quería lo mejor para él.

 

 

El cuarto sofocante se hacía más pequeño y más frio. Sentía los brazos más pesados y los ojos más cansados cada vez que volvía. Las mismas sábanas asquerosamente limpias ya estaba cansando y el mismo olor enfermizo provocaba arcadas. La cama vacía se veía más vacía sin el desorden, sin las camisas de cuadros arrugadas, sin los papeles y la guitarra llenos de canciones nunca escuchadas por nadie más que ellos dos, sin esa sonrisa enfermiza y esos ojos gigantes que rogaban estar siempre feliz, era una cama sin vida, perfectamente tendida y templada, era totalmente frío, muerto y lúgubre.

 

El verano ya no existía, por lo menos, para Kyungsoo, nunca existió. Sus labios estaban morados y las ojeras estaban embistiendo su rostro y ya no aguantaba más. Debía llorar, no había nadie en casa más que él. Utilizó sus últimos milímetros de fuerza para recostarse sobre aquella cama de la que Chanyeol tanto se quejaba. Sus lágrimas seguían siendo tibias, su nariz dolía y goteaba y sus labios temblorosos no dejaban de recitar pequeños lamentos ahogados. No quería existir, no quería más dolores ni molestias, quería vivir pero no así, enfermo de muerte.

 

–Te extraño –Se enterró entre el colchón duro y helado y cayó dormido en la soledad audible porque así terminaban todos sus días, dormido sin saberlo. Dormido sin tener sueño.

 

El sueño no duró mucho porque ya se encontraba tirado en otra cama dura, esta vez una de hospital. Le pesaba la cabeza, le ardían los ojos y no podía ver bien. El doctor le explicó lo que había sucedido. La presión del llanto causó una irritación en los vasos sanguíneos nasales provocando una hemorragia que hizo que  la temperatura corporal descendiese y originó lo que Kyungsoo creía haber sido una siesta, que realmente fue un desmayo. Lloró una vez más pero las enfermeras lo detuvieron, estaba demasiado débil como para soportar una carga emocional.

 

–Kyungsoo, te ves mejor, chico –Sonrió su enfermero de residencia, Tao.

 

–Estoy mejor, por eso estoy conectado a varias máquinas con varias inyecciones y seguramente mi cara luce estúpidamente amarilla o pálida y estoy muriendo del frío. Estoy perfectamente, Tao.

 

–No seas amargado. Te salvé la vida y compraré mucha comida para cuando regresemos a casa.

 

– ¿Qué casa? –Kyungsoo lo miró de medio lado y Tao sólo sonreía adorablemente porque él era uno de los mejores enfermeros que un amargado enfermo podría tener.

 

– ¡Nuestro hogar!

 

–Esa no es mi casa, ni mi hogar. Tampoco es tu casa ni tu hogar. –se tomó el brazo por el dolor que sentía –Es una residencia para gente como yo y para enfermeros como tú.

 

–Pues vives ahí, se convierte en tu hogar.

 

–Un hogar no es un simple lugar con camas y muebles. Un hogar es más esencia y amor, es donde al llegar te sientes dichoso, protegido y amado. Un hogar podrían ser casas, animales, pasatiempos o incluso personas, cualquier cosa que te haga sentir así. –Tao le respondió con una sonrisa mientras le acariciaba el cabello que nunca dejó de ser suave y joven. – ¿Cuántos días debo quedarme?

 

–Tres, cuatro o cinco. Depende de tu mejoría.

 

–Igual sabes que me voy a morir. Para que me intentas salvar –Se rió y Tao también rió, pero más fuerte y con más ganas.

 

–Yo también voy a morir pero no por eso no trabajo ni sonrío –Se acercó acomodándose los lentes –, es cuestión de ponerle colores a la vida en donde menos tiene.

 

–Pero yo no tengo ese color, no puedo pintar sin color. –entrecerró los ojos porque la luz molestaba bastante.

 

–Encontrarás un color perfecto para todo el tiempo que dures aquí.

 

 

Jongin no estaba durmiendo bien, se despertaba a mitad de la noche con los latidos del corazón más fuertes que los pies de un bailarín. La preocupación y las incógnitas acerca de Kyungsoo, lo estaban consumiendo y era lo único que pensaba. Uno de los días a los que fue a la fundación, fue el más ocupado. Sehun y todos los enfermeros corrían por todo el centro, nuevos residentes llegaban y era más estresante. Jongin sabía que Sehun tenía las llaves de todas las residencias en su oficina, por eso planeó ir. Buscaba una en especial, la de la residencia de Kyungsoo, la cual era abierta por una llave de plata con un uno fundido. En todo el desorden, vio la oportunidad perfecta para entrar. La oficina no era gigante pero tenía bastantes espacios, pudo jurar haber buscado por todas partes, incluso debajo de casa estante, pero notó que le faltaba inspeccionar la bata que yacía colgada en un perchero al lado de la silla de cuero de Sehun. Se volvió a asegurar de que la puerta estuviese cerrada con llave y en ese preciso momento, el mismo Sehun empezó a golpear la puerta porque necesitaba entrar. Jongin tragó saliva y empezó a sudar, escarbó todos los bolsillos de la bata para encontrar la llave tirada en el escritorio. La empacó en su bolso y abrió la puerta simulando haber estado buscando su identificación por todo lugar.

 

–Amigo, ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás aquí?

 

–No tengo tiempo de explicarte, Sehun. Hay mucha gente y necesitan mi ayuda. –Sehun se rió y lo dejó pasar sin mayor preocupación.

 

 

Los planes de Jongin iban bien. Ya tenía la llave, faltaba ir a la residencia y que ‘’casualmente’’ sólo se encontrase Kyungsoo. Quería llevarlo a vivir con él por un par de días ya que en su casa ya no había nadie por unos viajes de negocios. Entonces, al siguiente día llegó muy temprano en la madrugada, sin el chofer, a la puerta de la residencia número 1. Tenía nervios pero las ganas de superar la preocupación eran mayores. Vio una luz prendida y se escondió. Esperó unos minutos cuando la apagaron y abrió la puerta con torpeza silenciosa. Había una lista pegada en la pared justo al subir las escaleras, la iluminó con su celular. Decía el número de habitación y los que estaban dentro de cada una. Do Kyungsoo estaba en la habitación número 3, primera planta, no tenía compañero. Efectivamente buscó la número 3 por toda la primera planta y entró al encontrarla, sin embargo, no había ningún Do Kyungsoo en la habitación, sólo una cama arrugada con manchas de sangre. Se sentó en la cama limpia y sin querer pateó una caja debajo de la misma. La sacó por curiosidad. Tenía muchos papeles, unos más desgastados que otros. Sacó algunos. Uno era una foto familiar vieja, tenía rayones en algunos rostros, sólo el de Kyungsoo estaba sin garabatos negros. El otro era un calendario, uno bastante infantil, de un extraño pingüino azul con gafas naranjas, tenía cruces rojas en todos los días, sólo le faltaban tres de los que ya habían pasado hace tres, dos y un días antes, y tenía una cruz más en 31 de diciembre. Curioso pensó Jongin y lo puso otra vez en su lugar. El otro papel era un registro de hospital, bueno, eran varios papeles con varios registros.

 

 

Intervalos de trasfusiones de sangre: cada dos semanas.

Trasplantes realizados:

Trasplante de riñón

Trasplante de pulmón.

Trasplantes pendientes:

Trasplante de corazón.

 

 

 

Decía mucho más pero a Jongin le impactó el hecho de que Kyungsoo estaba lleno de órganos que no eran suyos y de sangre que no era la suya y necesitaba un corazón que no iba a ser el suyo y eso, justo eso, lo ponía muy triste. Estaba dispuesto a quedarse en la ruina por pagar la operación. Sus lágrimas de impacto cayeron mojando el papel pero decidió calmarse, antes de que alguien lo oyese.

 

De repente oyó que abrían la puerta, así que se escondió en el armario. Era Kyungsoo junto a un enfermero alto y moreno el cual encendió la luz de una lámpara de noche al lado de la cama de Kyungsoo. Jongin podía ver todo por la ranura del armario y estaba muerto del miedo a ser descubierto.

 

– ¿Quieres que me quedé a dormir aquí? –Preguntó poniéndole el pijama. Jongin alcanzó a ver el blanquecino y débil pero hermoso cuerpo de Kyungsoo. Pudo ver su pecho, su pequeña panza y sus piernas cortas. Jongin pensaba que piel era preciosa, pero no más que él. –Por si lloras. Podría consolarte. –Kyungsoo negó con la cabeza y Jongin hizo una pequeña fiesta en su interior porque no quería que ese tipo se quedase con el pequeño Kyungsoo. –Está bien. Avísame, grita si necesitas algo, estaré en la habitación del lado. –y Kyungsoo asintió con una pequeña sonrisa de labios.

 

Cuando el enfermero se fue y Kyungsoo parecía dormido, Jongin decidió salir del armario sin hacer ningún ruido, ya iban a ser las cuatro de la mañana y debía estar en el centro a las cinco y treinta o seis máximo.

 

–Idiota. –Y Jongin gritó y se pegó como un escarabajo a la pared. –Crees que no te oí roncando como una foca desalmada. Incluso te cubrí con una manta por si lo notaste.

 

–Yo. ¡Perdón! Vine por unas cosas. –Se arregló el cabello –Ya me voy. –Se acomodó los pantalones y tenía demasiada vergüenza, además no podía creer que se había disculpado.

 

–Quédate. –Jongin parecía un bloque de cemento que se estaba partiendo de la vergüenza y se volteaba muy rígido. Los ojos de Kyungsoo vomitaban tristeza y sinceridad –Por… favor… -Kyungsoo se levantó débilmente de la cama para ir hacia Jongin pero este lo detuvo abrazándolo delicadamente devolviéndolo a su cama pero esta vez, con él en brazos. Los ojos de Kyungsoo estaban brillantes como una galaxia y los de Jongin estaban apagados en lágrimas. Ambos se apretaban con firmeza, como si no quisieran dejarse ir. Kyungsoo agradeció no tener que ver a un enfermero o alguna máquina médica al voltear y mirar a Jongin quien respiraba a su lado derecho.

 

–Aquel enfermero me dijo que necesitaba agregarle color a mi vida. –Jongin le consintió una mejilla –, Y dijo que este era mi hogar, pero yo le dije que no podía, un hogar es con amor y es donde y con quien te sientes bien y tranquilo, ¿Verdad? –El moreno asintió –Pues entonces nunca he tenido hogar ni un color para ‘’pintar’’ mi vida. –Lo dijo todo con lágrimas espesas en los parpados.

 

Jongin lo miró y supo que realmente le gustaba. Su corazón latía muy rápido al estar junto a él y sólo pensaba en él. Él era su felicidad –Kyungsoo –susurró –Yo voy a ser tu hogar y tu color y tu felicidad, ¿Está bien? –Le besó la frente –No vas a llorar más, no vas a vivir sólo a partir de ahora, yo pintaré todo lo que tu dibujes y cuando me abraces, cuando me veas, o así sólo oigas mi voz, incluso si sólo me recuerdas, seré tu hogar y tu tranquilidad –Kyungsoo ya lloraba bastante, Jongin también. –Te amo. –Y su tacto se volvió tan delicado como una pluma, sus manos trayendo a Kyungsoo eran torpes y tímidas, Kyungsoo no era cualquiera como esas chicas baratas con las que había estado millones de veces, esta vez era en serio. Los labios de Kyungsoo ya querían tocar los del otro, tenía la cara teñida de un rosa pálido y se tiñó de rojo cuando sintió la suavidad de los labios del mayor y su corazón corrió a mil por hora y por fin ya no le dolía nada por un momento, ni sentía nada que no fueran cosquillas y felicidad finita. Y así trascurrió la madrugada, llena de besos, abrazos, caricias, palabras que pintaban la vida de Kyungsoo y sonrisas reales. No duró mucho porque Jongin se fue apenas Kyungsoo quedó dormido de nuevo.

 

 

Jongin quería que Kyungsoo viviese como una persona saludable. Ahora que era su hogar y su color, debía hacer todo lo que pudiese para que Kyungsoo nunca sufriese. Ese y amarlo y recordarle lo hermoso que era todos los días, eran su propósito. Lo iba a cumplir, costase lo que costase.

 


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