Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Azul y Carmesí por Tsuki Nightray

[Reviews - 70]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

En primer lugar, me disculpo por tardarme tanto en actualizar.

 

Definitivamente ha sido el capitulo mas dificil de escribir y no por falta de inspiracion, fue mas debido a que cada que escribia media frase alguien venia y me hablaba, me pedia un favor, sonaba un telefono, debia entregar algun documento y un sin fin de cosas que solo contribuyeron a tardar 14 dias en actualizar. Realmente lo siento.

Espero que les guste el capitulo :D

Sin mas preambulos a leer!!!

Catorce días atrás, Mansión Gregson:

 

 

Amárralo- Fue la orden directa entregada por el lord de la mansión en cuanto llego y tiro a Ciel hasta el pequeño calabozo subterráneo- Aun no decido que hacer con él, pero por ahora no quiero verlo.

Un hombre de aspecto andrajoso y bastante gordo, tal vez debido al alcohol levanto a Ciel del suelo y sin molestarle que estuviera inconsciente lo apoyo contra la pared para luego pasar por sus muñecas dos fríos y pesados grilletes.

Que jovencito más bonito- Expreso mientras tocaba bruscamente la mejilla del peligris – si soy bueno el amo me dejara divertirme mucho con este.

-Estuviste brillante esta noche- dijo a su amigo el Lord mientras un médico curaba el roce de su brazo.

No puedo decir lo mismo de ti Marcus, mira que dejar que ese mocoso te diera- le comento con mofa antes de llevarse una copa de coñac a la boca.

Si, el muy desgraciado llevaba un arma consigo comento con molestia - ¡¿Puede apresurarse?!- urgió al doctor.

Unos minutos más señor, no quiero que esto se infecte- le comento su médico tratando de calmarle.

Pero eso ahora no importa, el estorbo de Michaelis está muerto, eso nos deja el camino libre a la corona y a las autoridades, no más asesinatos a manos de ese bastardo - alzo la copa y con una sonrisa pintada en la cara bebió hasta la última gota.

Ya veo, lo utilizaste para quitar de en medio a todos tus rivales y ahora que ya no tienes más enemigos con vida lo eliminaste a el jejejeje- tomo asiento y bebió de su copa relajadamente- En cualquier caso a mí sí me interesa ese mocoso. Lo quiero de regreso en la celda, da buenos dividendos y me falta mano de obra - menciono.

Jejeje Ese es el Bill que conozco, cobrar por sus servicios y también hacerle trabajar, como me gusta tu estilo. Déjamelo por unos días quiero cobrarle por mi brazo y luego te lo devuelvo, a mí no me sirve para nada. Eso sí quiero el 50% de lo que ganes con el- observo.

30-

45-

40-

¡Hecho! – pactaron ambos a la vez.

El médico que silencioso oía toda esa horrible conversación solo quería salir lo más pronto de ahí, si bien estaba acostumbrado a que los nobles fueran así de miserables no quería seguir oyendo como era que venderían sexualmente a alguien para encima ordenarle trabajar sin pago. Se apresuró y le dejo unas pastillas por si sufría algún malestar.

Ciel despertó antes de que el sol se asomara, confuso y dolorido trato de moverse pero se vio impedido por lo que comprendió era hierro. Intento enfocar la vista en medio de esa oscuridad y su punzante dolor de cabeza pero casi no podía ver nada, a lo lejos la opaca luz de una vela casi consumiéndose pero el resto era solo sombras, nada más. Y su mente le trajo de vuelta los recuerdos de lo que apenas había acontecido en la mansión Michaelis hace unas horas; Se desesperó al recordar el cuerpo ensangrentado de Sebastian, los gritos y llantos de los sirvientes retumbaron en su mente; Trato con todas sus fuerzas de quitarse esas cadenas consiguiendo como único resultado romper violentamente la piel de sus muñecas.

Veo que ya despertaste – Dijo una voz que el reconocía desde las sombras- Estuviste llamando a Sebastian mientras dormías – le comento divertido- Pero siento informarte que él murió esta noche en un terrible incendio, nadie pudo hacer nada- dramatizo mientras lentamente se acercaba hasta Ciel y lo tomaba del mentón- Pero antes de morir lo escuche decir tu nombre, del mismo modo en que lo nombraste hace unos instantes, suplicante jejeje.

Maldito- dijo con ira en la mirada y como si esas horribles palabras le hubieran dado fuerza comenzó a retorcerse nuevamente con tal de soltarse de esas cadenas- Sebastian no moriría con tan poco, no lo conoces.

Que iluso- le dio la espalda y se alejó un momento dejando a Ciel con la incertidumbre que despertaron en el las palabras recién dichas- Ah con respecto a esto- le enseño su brazo vendado- Me dolió bastante ¿sabes?, pero no tanto como te dolerá esto a ti- hizo una mueca similar a una sonrisa torcida y con nada de elegancia tomo una navaja estilo francés curva en la punta que con suma lentitud paseo por el rostro del peligris.

No me asustas-le reto.

Pues debería – Con un movimiento lento descendió hasta dar con el blanco pecho del joven y comenzó lentamente a hundir la punta desde la clavícula hasta el estómago.

Aghh- Ciel sintió el filo rompiendo su piel y cerró los ojos tratando de soportarlo.

¿Duele?- pregunto pero no obtuvo respuesta- Supongo que estoy siendo muy gentil – dijo más para sí que para Ciel y enterró la navaja por completo en el hombro del peligris que para no gritar mordió su labio hasta hacerlo sangrar -Eso saldara en parte lo que hiciste al dispararme – retiro el cuchillo bruscamente y se retiró sin decir palabra.

La respiración de Ciel se volvió acelerada y un sudor frio recorrió su cuerpo entero, se sentía mareado intento cerrar sus ojos un momento pero la mirada de Sebastian no desaparecía de su mente, impidiéndole rendirse al sueño. La mañana llego y el brillo pálido del amanecer lo encontró aun despierto y con sus brazos entumecidos, las heridas habían dejado de sangrar pero continuaban escociendo – Estúpido Sebastian, deja de jugar a hacerte el muerto, tú no tienes permiso de morir, no puedes… idiota- Solía repetir al aire, como si el duque pudiera oírlo; No encontraba la forma para escapar, no con esas cosas sujetando sus muñecas, se sentía inútil sin siquiera poder saber cuál era el estado en que se encontraba Sebastian, porque él sabía que se encontraba con vida, podía sentirlo.

Cuatro días después:

Lord Gregson había pasado gran parte de ese día encerrado en su despacho, leyendo los miles de papeles que había acumulado esa semana, y de entre ellos uno llamo su atención, la inconfundible letra del ahora difunto Warren en un opaco sobre gris con el enunciado "Urgente" escrito en el. Se apresuró a cortar el sello y estiro el papel pulcramente doblado.

Mi querido Marcus,

Olvidare por un instante los protocolos establecidos y me saltare los saludos en vista del urgente motivo que me lleva a escribirle esta carta. Ayer mientras hurgaba entre los viejos papeles del notario de la ciudad descubrí con gran alegría el testamento de la prestigiosa y extinta familia Phantomhive. Han dejado como es de suponer todos sus bienes, títulos, riquezas y demás tesoros a su único hijo, el pequeño Ciel Phantomhive quien como le mencione en una de nuestras reuniones es un esclavo al servicio de su buen amigo Bill Morstan y se encontraba hasta hace unos días trabajando en sus terrenos. He leído al final de este precioso documento que el padre del joven le instruyo sobre la ubicación de la llave que guardan todos los documentos genuinos. Solo él sabe dónde hallar todo. La buena noticia es que el chico se encuentra vivo y podemos sacar la información sin grandes problemas. La mala y la principal razón de que yo le este escribiendo esta carta es que el muchachito se encuentra ahora en la mansión Michaelis, ya que Bill lo ha vendido y según he descubierto recientemente ha ganado el aprecio del duque, quien le protege de todo e incluso le viste con las mejores telas y no le permite trabajar como debiese ser, al ser usted un superior de nuestro colega le pido que interceda por mí y me ayude a recupéralo.

Por supuesto vuestra ayuda será recompensada con toda mi generosidad….

Suyo siempre Warren

Jejejejeje mi querido Warren es que hasta después de muerto me das alegrías – murmuro mientras reía y volvía la carta a su lugar. Ahora podría darle un buen uso al mocoso ese, él no tenía interés alguno en los chicos claro estaba pero si debía recurrir a esas instancias bien podría hacerlo, además aun no olvidaba esa sensación que le provoco verlo tocar ese violín. No sería nada desagradable sacarle la información y hacerse con esa cuantiosa fortuna, que afortunado se sentía en ese momento, haber podido quitar de en medio a Sebastian y encima hacerse aún más poderoso con la ayuda del joven Phantomhive – No hay tiempo que perder- se dijo y acto seguido se puso en marcha directo al calabozo.

¿Qué quieres ahora?- pregunto el peligris con semblante molesto, ese hombre le aterraba pero no podía hacerlo notorio.

He venido a hacerte un par de preguntas- estaba serio y a Ciel se le helo la sangre – quiero que hagas memoria, y me digas donde se encuentra una llave – se le acerco y haciendo gala de su estatura levanto bruscamente el rostro del peligris para que lo mirara- Tu asqueroso padre te enseño un lugar hace años y quiero que me digas donde se está.

¿Llave? ¿De qué estás hablando? – pregunto con visible confusión, no recordaba claramente ni la cara de sus padres como para acordarse de una estupidez como era una llave, pero el obvio interés que expresaba ese sujeto llamo su atención y despertó su propia curiosidad – ¿Y por qué tendría yo que saber dónde encontrar una cosa como esa?

No te hagas mocoso, no intentes jugar conmigo- le amenazo, hoy mismo me vas confesar donde se encuentra si es que quieres seguir respirando.

Vete al diablo, contrata un detective o búscala tú mismo si tanto deseas encontrarla- miro fijamente a la pared haciéndole ver que no le ayudaría en su búsqueda por ninguna circunstancia.

Vaya, para ser un esclavo eres bastante altanero, parece que Sebastian no supo enseñarte nada –Se acercó sigiloso y rompió sin cuidado una parte de la destrozada camisa que llevaba puesta el peligris para luego hacerla una tira delgada que paso por detrás de su cabeza y amarro firmemente a su boca pasando un nudo por detrás – Calladito estas mejor, no me gusta que me interrumpan mientras hablo. Ahora escúchame bien, voy a enseñarte a comportarte delante mío - le dijo mientras posaba su mano sobre su hombro para enseguida ejercer la fuerza necesaria para abrir la herida que el mismo le había provocado. Ciel grito pero su voz se vio opacada por aquella tela – Tranquilo no te apresures si apenas estamos comenzando. Cuando termine contigo vas a suplicarme porque te deje hablar Phantomhive, vas a desear haberme dicho todo cuando te lo pregunte.

Lord Gregson no desperdicio ninguno de los instrumentos que ahí se guardaban, golpeo a Ciel con varillas de madera hasta cansarse y como si no estuviera satisfecho con eso tomo unas delgadas cadenas con finas y filosas puntas de acero con las cuales le otorgo tres fuertes y profundos latigazos para después arrojarle sal en todas las heridas que había provocado recientemente. Ciel se retorcía del dolor, cada golpe le resultaba más fuerte que el anterior y la sal solo contribuyo a hacerlos incluso más intensos de lo que de por si eran. Estuvo a punto de desmayar pero el lord lo evito cubriendo su cara con un paño mojado con el cual comenzó a asfixiarse. Luchaba inútilmente por respirar hasta que Gregson lo libero de tal tortura y con una descarada sonrisa jalo la mordaza dejándolo libre también de poder decir palabra. Ciel tosió secamente durante varios minutos intentando normalizar un poco su respiración que resultaba dificultosa y entrecortada.

¿Te gustaría hablar ahora? –

P pu..e..cof …ir te …al …dia..blo – respondió con voz ahogada y rasposa.

Bien – soltó con rabia aquel paño – ¡Patrick!, puedes jugar con el mocoso durante tres horas – dictamino y salió ante la mirada azulina que buscaba a esa persona de entre las sombras del lugar, para vislumbrar a aquel hombre de apariencia repugnante y sonrisa lasciva. Sintió miedo.

Para cuando Lord Gregson regreso Ciel estaba inconsciente y sumamente herido. Su subordinado tenía reputación de ser excesivamente sanguinario y pudo comprobar esos rumores al ver al peligris tan lastimado, no le importaba ya que para cuando despertara seguramente le diría todo cuanto deseaba saber. Se quedó ahí un minuto contemplándole en silencio, era tan bello incluso en ese estado tan lamentable, se acercó un poco más y como si fuera un deseo reprimido desde hace mucho tiempo unió sus labios a los sangrantes del muchacho que seguía sin despertar, con ese mismo ímpetu dejo resbalar sus manos por ese delicado cuerpo descendiendo toscamente y manchándose con la sangre que brotaba de esas heridas frescas, respirando su aroma. Se excito y como si de un animal salvaje se tratara rompió lo que quedaba de aquella camisa y comenzó a besarlo, a morderlo con gula, Ciel no abría sus ojos estaba quieto sin conocimiento alguno de lo que aquel hombre le haría, más indefenso que nunca; Si bien no sintió cuando ese hombre abrió sus piernas y lo penetró con furia ni cuando tocaba y arañaba todo cuando podía de él cuando despertó al día siguiente su propio cuerpo dolorido se lo hizo saber, recordaba esa sensación de asco y repugnancia cuando despertaba en la celda de Bill, recordaba bien el frio y el dolor de estar ahí solo después de las noches con esos bastardos y ahora él había regresado a lo mismo, a las cadenas a los golpes a ser vendido. Estar con Gregson no era diferente de estar con Bill, rio con desgano al compararlos - después de todo ambos son rubios – pensó y cerró los ojos una vez más recordando a su Sebastian – Quizá si me merezco todo esto, es un buen pago después de todo – dejo escapar una lagrima llena de oscuridad, era cierto sus padres hicieron tantas cosas perversas en vida que ahora él debía afrontar cada una de ellas para saldarlo todo pero estaba cansado, estaba tan cansado de pagar de ese modo, de ser usado de aquella manera.

Lord Gregson mantuvo a Ciel encerrado tres días sin alimento y solo ordenando que le dieran agua. En esos momentos el peligris tuvo el tiempo suficiente para que sus heridas cicatrizaran por lo menos un poco, y también para pensar en una forma de alejar a Gregson de ahí e intentar escapar como pudiera, por esa razón cuando el lord fue a visitarle, el joven conde con la mejor actuación que pudo representar convenció a Gregson de ir a Francia diciéndole que allí encontraría la llave que buscaba, justo al interior de una de las propiedades en Paris. Pero no contaba con que en cuánto confesara este le regresaría con Bill y grande fue sorpresa cuando descubrió que habían sido ellos dos juntos quienes dispararon contra Sebastian esa noche. Escucho de la boca de esos cretinos las razones que tuvieron para matar al duque, la forma en que lo habían estado usando sin consideración durante todos esos años y presto excesiva atención a sus futuros planes como socios. Un odio indescriptible tomo forma en el corazón de Ciel, una oscuridad mucho más grande que la que reinaba en ese lugar se apodero de todo su ser.

Durante los días que siguieron fue forzado a trabajar durante dieciocho horas seguidas limpiando y acarreando cajas de un lugar a otro, sin poder permitirse ni un momento para descansar o siquiera beber un poco de agua; Ya que después de la comentada muerte de los mejores clientes de Bill no eran muchos los que fueran a divertirse con su mercancía, Bill se estaba desesperando y hacia que el peligris trabajara el doble sin importar que fuera de día o de noche, si llovía o nevaba. El necesitaba dinero y Ciel se lo daría de la forma que fuera. Ya no importaba cuanto pagaran, si le ofrecían siete monedas de plata bien podían hacerle lo que quisieran.

Pueblo de Palmerston

Señor Sebastian por favor piense en su salud- le pidió Tanaka con la voz cargada de preocupación- Apenas acaba de despertar, no debe moverse de este modo- continuaba mientras Sebastian seguía vistiéndose lo más rápido que su lastimado cuerpo le permitía.

No. Tanaka mi salud es lo que menos me importa ahora, como podría pensar en descansar tranquilamente mientras Ciel está en manos de ese bastardo – le respondió con seriedad.

Tanaka san no ha dejado de velar por usted todos estos días, levantarse y hacer tal esfuerzo solo demuestra lo poco que le importa la preocupación de mi tío- le reprendió Arthur desde el otro lado de la habitación.

Sebastian guardo silencio unos minutos y los miro a ambos – Lo siento mucho, discúlpenme los dos, seguramente les he causado infinidad de problemas en estos días pero- respiro lentamente- pero si Ciel está con ese bastardo el único que necesita ayuda es el, sé que me necesita no puedo quedarme aquí, no sabiéndolo… en peligro… aghhh- Un punzante dolor acompañado de un fuerte mareo lo hicieron caer pero la rapidez de Tanaka al sujetarlo evito que este se diera contra el suelo.

¡Señor! Por favor regrese a la cama, usted no está bien – le pidió suplicante su mayordomo

No, ve por un carruaje…nos vamos a Londres – Su voz era débil pero aun así su orden fue clara y directa, no daba opción a replicas.

Como ordene-

Arthur estaba sorprendido, siempre había creído que los aristócratas solo se preocupaban por ellos mismos, pero ahí estaba ese hombre que sin importarle haber recibido cinco balazos, se levantaba a tan solo unos minutos de recobrar la conciencia desesperado por ir a buscar a quien sabe quién a dios sabe dónde solo porque creía que estaba en peligro. Una sonrisa se dibujó en sus labios.

Bien, si es lo que desea adelante pero iré con ustedes - advirtió llamando la atención de Sebastian que sentado en un sillón esperaba a su mayordomo – Usted no está en condiciones de viajar todavía, le ayudare en lo que pueda- admitió y salió en busca de su abrigo y su sombrero.

Tanaka no tardo en volver con el cochero, agradeció a su sobrino por su compañía en el viaje y los tres salieron rumbo a Londres en medio de una tarde que amenazaba tormenta.

En el centro de Londres la lluvia había dado paso a una intensa niebla que comenzaba a cubrirlo todo, vistiendo de un gris opaco todo aquel sombrío paisaje que fuera el East End Victoriano donde se encontraba ahora trabajando Ciel, llevaba unos grilletes en sus piernas para evitar que de ese modo escapara, Bill siempre se aseguraba de arruinarle sus posibles vías de escape. Pero ese día había amanecido especialmente más cansado de lo habitual como para pensar en escapar todo le resultaba más molesto y difícil de hacer, cada movimiento que hacía le resultaba un suplicio inclusive su piel dolía, sabía que ese día no podría terminar bien, el calor que tenía aun cuando el rio se estaba congelando se lo decía. Había trabajado bajo la intensa lluvia sin descanso, cargando los ladrillos para aquella futura construcción, completamente solo y bajo la atenta mirada de Bill que parecía disfrutar mucho al verlo todo mojado y cayéndose involuntariamente por culpa del peso de esos materiales sólidos.

¡Apresúrate! no tengo todo el maldito día para estar congelándome aquí contigo - dijo mientras se acomodaba en el mullido abrigo que llevaba puesto – No me pienso enfermar por tu culpa- le grito y de un empujón lo mando al barro.

Ciel esta vez no le dijo nada no se sentía bien, su cabeza daba vueltas y el calor que estaba sintiendo era demasiado para responder.

¿Por qué no te mueves, necesitas ayuda? – le pregunto con sorna y se apresuró a tomarlo del brazo, levantarlo y lanzarlo al piso otra vez- Escúchame bien mocoso, más te vale apresurarte con esto si no quieres pasar toda la noche afuera – Al oír aquello Ciel se levantó como pudo y volvió a retomar su trabajo mientras el viento gélido golpeaba su rostro y enfriaba su cuerpo.

Tanaka primero iremos a la casa de Londres y luego iré a buscar a Ciel – Sebastian miraba a su mayordomo fijamente a los ojos – Solo, no quiero que intervengas de ningún modo.

Señor no puedo permitir que usted vaya solo – quería detenerlo, ir a casa de Lord Gregson solo era lo mismo que suicidarse y no podía permitir que se pusiera nuevamente en peligro.

Iré con él, tío no se preocupe – le dijo y toco el hombro de Tanaka - Y antes de que diga algo señor Michaelis – menciono volviendo la mirada hasta el elegante pelinegro frente a el - le recuerdo que soy su doctor y su salud está bajo mi responsabilidad – Finalizo mirando seriamente a Sebastian que no tuvo manera de rebatirlo siendo el mismo un médico, además de esa forma el viejo podría estar más tranquilo, asintió en respuesta.

Ciel había logrado terminar todo el trabajo pasadas las diez de aquella helada noche, apenas y sentía su cuerpo, sus dedos entumecidos estaban rojos y congelados mientras que sus rodillas se encontraban rasmilladas a causa de las innumerables caídas. Se sentía tan pesado, tenía tanto frio que había olvidado incluso el hambre y la sed que le habían estado molestando horas atrás.

Está todo listo Bill – dijo con voz seca y rasposa una vez que estuvo frente a ese sujeto.

Ya era hora, me perdí la cena por tu culpa – le reclamo y como de costumbre lo sujeto de su brazo con fuerza y lo llevo a empujones hasta donde dormiría, Ciel estaba acostumbrado a los calabozos y los lugares fríos pero al ver ese sitio no pudo evitar darle una mirada inquisidora a Bill que todavía estaba sujetándolo.

¿Que, no te encanta?- Le pregunto con burla al mismo tiempo en que lo ataba a un viejo pilar de metal en medio del terreno; Un lugar sin techo, sin madera o cemento ni ningún abrigo – Pasaras aquí la noche, para que aprendas a no tardarte veintitrés horas en algo tan sencillo- dicho aquello se fue dejando a Ciel en la completa oscuridad de esa noche llena de nubes negras.

-Tengo frio – murmuro mientras se acurrucaba y sostenía la cabeza contra sus rodillas en un inútil intento por entibiarse – Tch Lo que me faltaba – se quejó al sentir la primera gota de lo que pensó era lluvia pero al levantar su mirada hasta el cielo pudo distinguir como aquellas diminutas gotas de agua se volvían pequeños copos de nieve blanca. Y sonrió, olvidando un instante lo mal que se sentía y lo pésimo que le caería el hielo de esa nevada – Es hermosa – pensó pero al instante  se vio interrumpido por una fuerte tos que lo tomo por sorpresa, intento detenerla y esta se volvió incluso peor, no lograba respirar con normalidad y mientras lagrimas salían de sus ojos su cuerpo se curvaba en busca de aire, entonces vomito; Se estaba ahogando con aquel espeso esputo blanquecino y la tos no se detenía, Ciel de rodillas intentaba inútilmente respirar, su pecho dolía intensamente y su cabeza martillaba sin parar, apenas y podía ver sus manos.

Cuando por fin sintió el aire retornar hasta sus pulmones estaba tan agotado y aturdido que se desplomo en el suelo húmedo dejándose llevar por la inconsciencia.

Sebastian y Arthur se encontraban caminando con rumbo a la mansión de Lord Gregson cuando de la nada Arthur choco accidentalmente con un hombre de su misma edad. Sebastian volteo lo ojos, trató de tener paciencia al ver lo lerdo que era su actual doctor.

Tenga más cuidado- le reclamo el hombre.

Lo lamento no fue mi intención – agacho la cabeza en señal de disculpa.

¿Arthur?- le pregunto el desconocido y el aludido levanto la mirada.

¿Wesley? – Pregunto y el hombre asintió con un gritito de alegría – Por dios estás tan cambiado, dime ¿cómo has estado, que hay de Sophie y tu hermosa esposa? – pregunto con una inmensa sonrisa.

Jejeje Están muy bien, pero dime que te trae a ti hasta Londres, a que debemos tu visita a este lugar "atestado de gente molesta" - hizo ahínco en las palabras que solía decir su compañero.

Es por trabajo – confeso y recordó de golpe a su paciente, se giró en busca del peligris que los veía con cara de pocos amigos a ambos – Disculpe señor Sebastian – pidió – Este hombre es un muy buen amigo mío- lo tomo del hombro y lo acerco hasta el lord que tras una leve mirada lo reconoció enseguida – El doctor Wesley Knight – apunto – El duque Sebastian Michaelis – los presento a ambos que se quedaron viendo fijamente sin decir palabra.

¿Qué les pasa?- Pregunto sintiendo el extraño ambiente recién formado.

Usted… – murmuro - Es usted un desgraciado – le dijo de la nada el doctor y tanto Arthur como Sebastian lo miraron extrañados - ¿Por qué demonios tuvo que venderlo a esas personas? ¿No le basto con esa paliza que le dio? ¿Tiene alguna idea de lo que han estado haciéndole a ese joven? ¿Acaso no siente ni la más mínima compasión por él?

Hey Wesley detente, ¿de qué estás hablando? – interrumpió Arthur que se sentía perdido en medio de tantos reproches por parte de su amigo.

Sebastian recordaba a la perfección los regaños de la vez pasada pero la nueva suma de ellos llamo su completa atención y lejos de sentirse enojado por ser insultado en plena plaza principal estaba agradecido nuevamente con el – ¿Sabes dónde está Ciel? – Se saltó todas las posibles respuestas que hubiera podido brindarle para pasar a la única pregunta que quería con urgencia que alguien respondiera.

Arthur seguía completamente colgado en toda esa conversión.

¿Es que ahora le interesa saber de su ex esclavo?-

¿Lo sabes o no?- no podía seguir perdiendo el tiempo, necesitaba encontrarlo cuanto antes.

Si no entiendo mal están hablando del joven al que estamos buscando ¿no? - pregunto Arthur y Sebastian movió la cabeza afirmativamente – Ya veo, Wesley si realmente sabes algo de ese joven por favor dínoslo, el señor Michaelis está buscándolo desde que despertó, yo soy su doctor actualmente y te puedo asegurar que no está en condiciones de andar en pie.

Wesley miro intermitentemente a ambos, confiaba en la palabra de su viejo amigo y si le decía que estaba en Londres en compañía de Michaelis como médico confiaría en él.

Mi casa está  aquí en enfrente vamos y les contare lo que se –dijo y los dos lo siguieron, cruzaron la calle que llena de nieve se hallaba resbalosa para ingresar a la acogedora casa del doctor Wesley donde una hermosa joven de cabellos dorados les ofreció un café caliente y bocadillos.

Bien les explicare lo que se, hace unas dos noches fui a la propiedad de uno de mis pacientes el Señor Bill Morstan quien tenía a uno de sus sirvientes enfermos- tomo un poco de café y aclarándose la garganta continuo- Mientras estaba revisando al paciente, no pude evitar ver a través de una ventana a un joven de no más de catorce años que se me hizo sumamente familiar, al terminar el chequeo y entregar unas cuantas indicaciones salí con intención de hablarle. No puedo describir el coraje que sentí al acercarme a él y verlo con detenimiento – Miro a Sebastian que no dejaba de mirarlo, ni siquiera había tocado su café – Estaba encadenado y completamente lastimado, trabajaba sin detenerse de un lado a otro –respiro sonoramente- No sé si usted con sus azotes le otorgo un mejor trato pero a juzgar por su rostro y lo delgado que se hallaba creo que estaba mejor con usted- admitió- Las heridas que vi debían llevar días sin ser tratadas, su jovencito debe estar mucho más que exhausto, Michaelis si realmente le interesa vaya por el- le aconsejo y no habiendo terminado de hablar el pelinegro ya había cruzado la puerta como alma que lleva el diablo. Arthur lo siguió de nueva cuenta y por consiguiente el doctor Wesley.

Ese bastardo – pensó Sebastian- Así que nuevamente lo tienes en ese sitio – asumió y llamo a un carruaje desde la acera, espero a que ambos hombres abordaran y le indico la dirección al chofer, bien sabía a dónde encontrarlo.

El plan era sencillo, Arthur seria el comprador mientras que Sebastian actuaría como su mayordomo mientras que Wesley esperaría en el carruaje.

Buenas noches, un amigo mío me aconsejo este sitio para buscar usted ya sabe… -insinuó Arthur tratando de controlar al máximo sus nervios.

¿Cómo le gustan my lord?– le respondió un hombre de apariencia grotesca.

Busco a uno en particular, tiene el cabello gris y los ojos azules – indico recordando la descripción entregada por el duque.

Ahh está usted hablando de ese chiquillo, si está aquí pero su precio es un poco más elevado como usted comprenderá es muy joven y realmente muy hermoso- afirmo.

No me importa el precio lo quiero una noche – exigió decididamente mientras Sebastian tras el pretendía ser un simple mayordomo. No podía llegar con su apariencia normal, después de todo la gente de ese sitio creía que estaba muerto.

Como desee, pediré que lo alisten y lo traigan ante ustedes - comento y con una reverencia se alejó- Que traigan a Phantomhive- ordeno a uno de sus sirvientes – cuando lo vi esta tarde estaba muy sucio dale un baño antes de traerlo – comento – no te tardes.

El sirviente salió hasta dar con el lugar donde Ciel se encontraba y al verlo dormido le quito la atadura sin cuidado y con rabia por haber sido despertado para realizar semejante mandato lo tiro de buena cuenta al congelado Támesis. El hielo repentino lo despertó de golpe y entre el impulso por salir se encontró a un extraño sumergiéndolo en el agua sin que pudiera entender que ocurría. Temblaba sin control y sus labios comenzaron a tornarse levemente morados, el hielo en esa agua hacia que su piel quemara y doliera con intensidad.

Al salir lo llevaron a empujones hasta la celda en que solía dormir y sin decir nada lo dejaron ahí.

Así que otra vez me compraron – dedujo al instante y se dejó caer contra la muralla hasta llegar al suelo.

Pasen por favor señores, ¿es para los dos no es así?- comento el encargado mientras que Arthur se sonrojaba profusamente y Sebastian quería partirle la cara – Esta por aquí – les menciono y luego les apunto a Ciel que acurrucado en la pared le recordó a la primera vez que lo vio. Temblando y con su ropa desgastada y húmeda. Su corazón latió fuerte en su interior al verlo vivo y frente a él.

¡Levántate! – grito el sujeto y para el asombro de Sebastian el joven no replico ni levanto la mirada como en aquella primera ocasión; Ahora solo obedecía sin contestar ni decir palabra. Se asustó, ese no era el Ciel que conocía.

Los caballeros pagaron una buena suma por ti, complácelos – le ordeno.

Estaba de pie temblando, intentando enfocar la vista en algo, pero todo era tan borroso. Su cuerpo dolía tanto, el frio calaba profundamente en sus huesos y respirar le era tan difícil se sentía tan mal, deseaba descansar ya no tenía fuerzas para seguir trabajando, se tambaleo involuntariamente - Mientras más rápido terminen más rápido me dejaran en paz – pensó, pero sin poder resistir por más tiempo la oscuridad lo envolvió por completo.

 

 ¿Eh…? – Murmuro el duque preocupado al verlo caer lentamente sobre su pecho- ¿Qué ocurre? - Se preguntó y se apresuró  a sujetarlo mientras con la mirada buscaba alguna herida, hasta que su mano  quito uno de los cabellos que caía en el hermoso rostro de su joven; La alta temperatura lo obligó a  retirarla de inmediato,  estaba ardiendo en fiebre y no hacía falta ser médico para notar lo mucho que le costaba respirar. Estaba enfermo, demasiado enfermo. Se quitó su propia chaqueta con el peligris aun entre sus brazos y se apresuró a cubrirlo, temblaba intensamente– Vamos Ciel resiste –le pedía al tiempo en que se ponía de pie con él, dejando caer su sombrero de copa en el acto y sin preocuparse por lo que diría Arthur sujeto la cabeza de aquel hombre con su mano libre y de un solo empujón contra el muro lo atravesó contra un filoso fierro.

Es un mensaje para tu amo, todos ustedes… dense por muertos – le dijo ante la horrorizada cara del doctor. Sebastian estaba furioso, su semblante ya no era el de siempre, la oscuridad en sus ojos lo delataba. Habían tocado lo que más amaba en el mundo, se atrevieron a lastimar a su Ciel y eso era algo que nunca podría perdonarles, los mataría a todos sin dejar a ninguno exento.

Lo sentía temblar de frio, estaba mojado, helado y a la vez cálido - Como el hielo- pensó para sí mismo mientras miraba detenidamente sus mejillas encendidas en el más intenso escarlata que le indicaban que su temperatura estaba aumentando cada vez más. Lo abrazo apegándolo mucho más a su cuerpo.

Necesitamos llevarlo a otro lugar– observo Arthur más recuperado de la impresión reciente.

Sebastian no respondió pero siguió al hombre sin dejar de mirar de cuando en cuando el rostro dormido de su preciado Ciel, sabía que era imposible que estuviera bien pero haberlo visto nuevamente ahí, acurrucado y temblando hizo que todo su ser se detuviera. Estaba tan delgado, pesaba incluso menos que antes y su cansancio era tan notorio, no podía perdonarse haber estado durmiendo en una cómoda cama mientras esos bastardos abusaban de Ciel - Tch- chasqueo la lengua, ahora mismo no estaba seguro de con quien estaba más furioso, si con aquellos bastardos o con el mismo por permitir todo eso.

Señor Sebastian ¿por qué no deja al joven en el asiento de enfrente?- Pregunto con curiosidad al ver al mayor con ese jovencito aun entre sus brazos.

Sebastian lo miro y deslizo su mirada hasta el asiento de enfrente, recordó claramente su primera conversación con Ciel en un carruaje cuando apenas y lo llevaba hasta su mansión, había abierto la ventanilla con la única intención de hacer que Ciel sintiera tanto frio como le fuera posible- ¿Como pude ser tan cruel contigo esa noche?- Se preguntó y bajo la mirada, ahora la situación era completamente diferente, lo abrigaba, quería con todas sus fuerzas proporcionarle el calor que tanto estaba pidiendo su cuerpo entre esos estremecimientos involuntarios – Ese asiento se ve incomodo - contesto secamente y volvió su mirada al rostro de su amante que seguía acurrucado contra su cuerpo profundamente dormido.

El doctor sonrió de soslayo – Mentiroso – pensó – Se ve que está muy preocupado por el –volvió su vista al frente para encontrarse a su amigo mirando con extrañeza la escena.

Tanaka se acercó rápido hasta donde estaba su amo, vio al joven Ciel dormido y se apresuró a dejarlos pasar a la casa.

Tanaka, que preparen el baño, enciende la chimenea en mi habitación Ciel se encuentra muy enfermo. Ustedes por favor pasen la noche aquí, afuera está nevando muy fuerte –Les pidió y con prisa subió a su habitación, con extrema delicadeza lo dejo sobre la cama, retiro el abrigo y desabotono lo que parecía ser una camisa, se horrorizó al instante. Estaba lleno de heridas, unas frescas, otras cicatrizantes pero todas recientes. Tenía varias cicatrices y grandes moretones por donde mirara.

La joven cocinera Marie estaba en su casa de la ciudad ayudando con todo, y en ese instante se encontraba preparando el baño donde una vez solos Sebastian se dedicó con esmero a bañar a Ciel. Aplico shampoo con aromas dulces, jabones y aceites relajantes para luego enjuagarlo, sabía que la tibieza del agua caliente ayudaría a que recuperara el calor. Una vez listo vendo las heridas y le puso una de sus camisas para luego arroparlo y buscar rápidamente unos medicamentos.

Los doctores aprovecharon para ponerse al día de tantos años y por supuesto hablar del tema que ahora les reunía, ambos estaban preocupados por esos dos, y si bien el duque había pedido que lo dejaran un momento a solas con el joven ya había pasado más de una hora. Se levantaron para dirigirse a la habitación que les indico amablemente una muchacha - ¿Cómo se encuentra el joven? – pregunto Wesley desde el marco de la puerta.

Aun no despierta y su fiebre no da indicios de bajar, tiene cuarenta grados y hace poco comenzó a delirar – describía con desasosiego, los colegas se miraron entre ellos y se adentraron rápido en la habitación. Estaban preocupados pero al verlo en la cama del duque tan tapado y cómodo los dos sintieron algo parecido al alivio.

Veo que sabe bastante sobre asma – comento Wesley al ver la mesita con todos los medicamentos que había dejado el duque.

Así es- respondió- pero ni con eso consigo bajar esa fiebre.

Es altísima- comento Arthur posando su mano en la frente sudorosa del menor que se movía de un lado para otro y respiraba con dificultad- Esto parece más que una simple gripe.

 

Sebastian no durmió en toda aquella larga noche, paso cambiando las comprensas para bajarle la fiebre, aplicándole medicamentos, dándole de beber agua en pequeños sorbos y verificando que la chimenea estuviera encendida y con la cantidad de leña adecuada. De cuando en cuando Arthur iba a darle un vistazo a él para cambiar el vendaje en su pecho y brazos o pedirle que se fuera a descansar prometiéndole que el cuidaría de Ciel; Pero la respuesta del pelinegro era siempre la misma. No.

Durante el anochecer del día siguiente Ciel continuaba dormido pero ya no se movía de un lado a otro a causa del asfixiante calor que lo envolvió la noche anterior. Sebastian sentado a su lado no dejaba de observarlo, hasta que el peligris muy lentamente abrió sus ojos. Los cinco presentes lo miraban expectantes.

Se encontró con un pulcro techo blanco, no lo conocía, intento ver más abajo y se topó un ventanal de finas cortinas verde oscuras bien cerradas- ¿Dónde estoy? –Quiso preguntar pero en su lugar solo salió un leve quejido, su garganta raspaba como si hubiera almorzado clavos.

¿Cómo te sientes? – pregunto una voz que se le hacía extrañamente familiar, busco al portador de tan atrayente voz y se encontró a dos extraños que le miraban atentamente pero antes de poder preguntarles nada sintió como alguien dejaba sobre su frente algo frio, que lo refresco maravillosamente. Giro lentamente la cabeza hasta dar con la preocupada  mirada de Sebastian – ¡¿Se…Sebastian?! – Olvidándose momentáneamente de todo se sentó rápido y llevo ambas manos hasta el rostro del pelinegro, necesitaba comprobar que era realmente su Sebastian – Estabas…Estas con vida – susurro y ante la mirada de todos los presentes abrazo fuertemente a Sebastian.

Ciel – le nombro al corresponder el contacto, los dos médicos junto a Tanaka y Marie decidieron dejarlos a solas por unos minutos.

Idiota, tardaste…mucho – le reclamo muy bajito –Pensé que habías muerto –admitió con la voz cortada y se aferró aún más fuerte al cuerpo del mayor que en silencio le acariciaba el cabello. Preguntándose si aquel impulsivo abrazo era causado por la temperatura alta que aún mantenía el menor.

No sabes cuánto lo siento– Se disculpó honestamente - Estoy bien – le aseguro – Pero tú no- con mucho cuidado lo alejo de él para recostarlo sobre la almohada –Tuviste una fiebre muy alta anoche -volvió a poner el paño húmedo y miro fijamente a Ciel – Aun no cede del todo.

Agua- pidió el peligris con un hilito de voz.

Aquí tienes – le ofreció y con cuidado lo ayudo a sentarse.

Sebas…tian Lord Gregson, ese hombre quiere lleg… ar a la coro – una nueva oleada de tos le impidió continuar.

No sigas, ahora mismo nada de eso me importa. No sabes, no tienes idea de lo asustado que estaba al saberte con ellos. Te tengo conmigo ahora y solo eso me importa. La corona puede irse al infierno - le decía mientras acariciaba delicadamente la mejilla del peligris.

¿Por qué Sebastian? – le pregunto con los ojos febriles – Porque actúas como si yo

te preocupara cuando…. cuando tú me odias tanto o más que ellos – le pregunto mirándolo fijamente a los ojos.

Sebastian lo miro confundido – ¿Odiarte yo? – Pensó que seguramente la fiebre lo hacía delirar pero a juzgar por la seriedad en su semblante no podía ser eso – Ciel, estas equivocado sé que te trate de una manera horrible cuando nos conocimos pero

¡Sabes que no me refiero a eso!- levanto la voz sin poder evitarlo y su garganta se desgarro – Mis padres, las horribles cosas que te hicieron. Tus motivos para comprarme – admitió al fin.

Es cierto- dijo, ya era hora de aclararle todo al peligris a pesar de que aún no entendía como sabía todo eso – Te compre para hacerte pagar por todas las cosas que me hicieron los Phantomhive- le confesó fríamente, Ciel no despegaba sus ojos de el– Te odiaba antes de conocerte, cuando me ofrecieron comprarte no lo dude ni un instante.

Ciel trataba de mantenerse inmutable pero esas palabras lo estaban lastimando demasiado, ya lo sabía pero era distinto escucharlo de los labios de Sebastian. Dolía mucho más.

-Cuando llegaste a la mansión solo deseaba humillarte y lastimarte-Hizo una pausa – pero cuando te golpee aquella noche lo entendí, comprendí que estaba haciendo todo mal, estaba castigándote por algo que no habías hecho – No sabes cuánto me arrepiento, Ciel yo no puedo odiarte, tu no me has hecho absolutamente nada.

-Pero mis padres – Insistió. Sebastian lo miraba fijamente sin decirle nada, su Ciel con esos ojos brillantes y las mejillas sonrojadas le resultaba la cosa más tierna del mundo ¿Cómo podría odiarlo?

-Ya no importa. Lo que hayan hecho ya no importa –reafirmo- Lo único que me importa ahora eres tú. Ciel te amo – le confesó sin más - No lo vuelvas a dudar- le pidió y antes de que Ciel dijera algo tomo con delicadeza su rostro enfebrecido y lo atrajo hasta si pasando los dedos a través de su delgado cuello llegando cuidadosamente hasta su nuca – Te amo – repitió y con dulzura atrapo sus labios en un beso lento, suave, lleno de preocupación y sentimientos. La mente de Ciel era en ese instante un torbellino de contradicciones y emociones sin control, esas palabras significaban demasiado y aquel contacto tan placentero; Había extrañado tanto a Sebastian.

-Te amo Sebastian – le confesó cuando se distanciaron unos centímetros y acaricio el cabello del mayor que al estar sentado de lado le caía en sus mejillas. El duque lo miro profundamente, con sus pupilas carmesí inundadas en amor y en deseo. Y volvió a sus labios, tan despacio como le fue posible con el corazón saliéndosele del pecho, su Ciel correspondía a ese sentimiento, le había dicho a él, a un demonio como él se consideraba, que lo amaba. Lo hizo feliz.

Y Lentamente se abrió paso entre esos labios dulces con su lengua, exploro con parsimonia toda aquella cavidad que a causa de la fiebre era incluso más cálida, se inclinó hasta quedar sobre Ciel que reacciono asustado y volteo la mirada.

¿Qué pasa? – pregunto intrigado.

No, no es nada…. – se excusó pero para Sebastian fue una mentira de lo más plausible.

Lo sé- le dijo – Perdóname, no estás en condiciones de esto - recordó las marcas que tenía en todo su cuerpo. Era bastante obvio por qué no quería continuar.

Gregson y otros sujetos más… Sebastian… -Los ojos de Ciel brillantes y llenos de dolor relucían como gemas ante la mirada carmesí – ¿Cómo puedes desear a alguien tan su…

-No te atrevas a decirlo, puedes ser muchas cosas Ciel pero eso no- se anticipó a cualquier queja y volvió a tomar sus labios – Me encargare de borrarlos de tu cuerpo, recuerda que tu solo eres mío- Y con una delicadeza sobre humana retiro la delgada camisa que cubría el cuerpo febril del joven, mientras iba besando cada parte de piel descubierta, acariciando con ambas manos las vendas que el mismo pusiera la noche anterior. Lo sentía temblar ligeramente pero eso no lo detuvo continuo su travesía en ese delicado y mancillado cuerpo, lo oía suspirar. Se acercó a su cuello y lamio con suavidad, Ciel se dejó  hacer era cierto, le extrañaba, había soñado con sus besos con su cuerpo durante todas las noches que estuvo encerrado y ahora que lo tenía ahí sobre el regalándole caricias y besos sin importarle nada, no podía resistirse era suyo se lo había repetido miles de veces y ahora más que nunca lo necesitaba, lo deseaba.

Sebastian le sonrió con dulzura y se quitó su chaqueta y su camisa frente al peligris que lo miraba atentamente.

Sebastian ¿eso? – dijo en cuanto noto las vendas que cubrían su pecho, manchadas de sangre fresca – Estas herido – se asustó y trato de levantarse para verlo mejor.

-No es nada- le aseguro pero Ciel lo miro reprobatoriamente – Aun no estoy al cien por ciento mi amor pero tampoco lo estás tú con treinta y ocho de fiebre, es lo justo ¿no crees? – le sonrió y continuo en lo que estaba, con cuidado recorrió las piernas del peligris mientras volvía a lamer su cuello, con las manos tocaba su cabello mimando de paso a sus mejillas con caricias pausadas para luego separar ambas piernas bajo la atenta mirada azul zafiro y con mucha delicadeza entrar en Ciel.

Ahhhh- Gimió mientras se afirmaba a la amplia espalda de Sebastian.

Sebastian quería hacerle olvidar todo, con la mayor devoción lo besaba mientras comenzaba a mecerse despacio, sin prisa. Acariciaba los labios de su amante mientras se retiraba lentamente acallando cualquier gemido con su lengua que danzaba junto a la de Ciel. Y volvía a envestir con parsimonia.

Más rápido – pidió el peligris al cortar el beso, ese ritmo lo estaba volviendo loco, la calidez con que Sebastian lo estaba poseyendo era tan intensa y a la vez tan sutil que Ciel solo gemía bajito mientras el de ojos carmesí lo abrazaba y se retiraba.

No mi Ciel – le respondió al embestir pausadamente haciendo que Ciel cerrara sus ojos y escondiera su rostro mientras besaba el cuello desnudo y pálido de Sebastian. Ambos se sumieron en esa deliciosa sensación de pertenecer al otro, Sebastian lo penetraba con una delicadeza sobrehumana mientras que Ciel gemía y suspiraba ante ese ritmo tan enloquecedor. Pasaron segundos, minutos y tal vez mucho más tiempo entregándose al otro hasta el duque se apoyó contra el colchón y de una última y profunda estocada se derramo dentro de Ciel.

No paso mucho tiempo para que ambos, agotados y lastimados como estaban se dejaran llevar por el sueño, enredados en los brazos del otro.

Señor Sebastian la cena esta lista, ¿Desea que la traiga a la habit….. – No termino la frase, se quedó estática al ver al Señor Sebastian abrazado al joven Ciel en medio de aquella cama. Ambos dormían pacíficamente. Y se hubiera alterado de no ser porque muy dentro de ella intuía la naturaleza en la relación de su señor y el joven, ahora lo confirmaba. Sonrió y sin emitir ruido alguno salió asegurándose de cerrar la puerta.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Algun review???????

 

                                                                      Proximo capitulo: Venganza


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).