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La Puerta Del Frente por tomateconlechuga

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Notas del fanfic:

Algún día voy a terminar el otro XD

Notas del capitulo:

¡Aaaaay! ¡Me encanta!

  Estaba observando a través de la ventanilla del avión, distinguiendo las calles, parques, mini-markets, casas y edificios de lo que próximamente sería mi nueva ciudad, en un nuevo país… bueno, casi nuevo; no volvíamos aquí desde la muerte de mi madre que fue hace unos  cinco años.

  La extrañaba tanto, aún se notaba la usencia de ese beso de buenas noches que nos daba a mí y a mi hermana gemela. Oh, hablando de ella; parece que es incapaz de callarse a mi lado, hablando sobre un tipo que blah, blah, blah… blah. Lo peor es que mi padre está bastante concentrado escuchándola. De acuerdo, es claro que la prefiere mil veces a ella: alguien sociable, que se viste como una mujer, que no oculta su rostro con su cabello y… ah, lo olvidaba… heterosexual.

  Sip, definitivamente él me odiaba sólo por el hecho de que me gustasen las mujeres. A ella la idolatraba, la amaba, la mimaba y todo lo que termina en aba… Sólo porque le gustan los hombres. Sabe perfectamente que mi hermana puede ser llamada… suelta, sin ningún tipo de problema y no se está mintiendo, pero aun así hace todo lo que sea por ella y es como si prácticamente yo no existiese. Es increíble que alguien pueda odiarte, incluso cuando es tu familia, sólo por tener una forma diferente de amar, o alguien diferente a quién amar.

  Mi hermana y yo tenemos 16 años y, bueno, el hecho de ser gemelas nos hace físicamente iguales: mismo rostro, estatura, contextura, color de piel, ojos, cabello, etc. Bueno… casi; mi cabello es un poco más largo que el suyo y lo ocupo para cubrirme la mitad izquierda del rostro, ¿Por qué? Porque tengo una cicatriz cerca de mi ojo que prefiero que no vean. Siguiendo con nuestras diferencias, las dos tenemos un físico razonable, aunque ella lo aprovecha mucho más que yo, tal vez por el hecho de que siempre ocupo ropa oscura, sobre todo mis encantadoras, preciosas y completamente cómodas blusas cuadrillé; mientras que ella ocupa shorts demasiados pequeños, de esas sudaderas que dejan ver tu estómago y los hombros y bueno… espero que se hayan hecho una idea.

 

-Señores pasajeros, les habla el capitán, estamos prontos a aterrizar, por favor se les solicita abrochar los cinturones de seguridad-Se escucha a través de los parlantes y así lo hacemos todos.

 

  Una vez que aterrizamos, observé a través de la ventanilla la pista de aterrizaje del aeropuerto y suspiré cansada, no quería volver aquí.

  Mi hermana y mi padre se me adelantaron mientras iban caminando tomados del brazo, hablando apasionadamente, olvidando mi insignificante existencia. Tal vez no es que la olvidaran, es simplemente que no les importara y ni siquiera tuvieran el inconveniente de ignorarme.

  Todas nuestras maletas estaban en el maletero del taxi que mi padre pidió y, mientras él y mi hermana se subieron en la parte de atrás y cerraron la puerta frente a mis narices, yo subí resignada al asiento del copiloto, subiéndole a la música, disfrutando el álbum “Pretty Odd” de Panic! At The Disco.  

  Salimos del aeropuerto y la carretera desierta se hizo paso junto a muchos otros automóviles a nuestro alrededor. Observaba el camino a través de la ventana un poco cansada del largo viaje que habíamos tenido que hacer. ¿Qué motivó a mi padre a volver acá? Realmente no lo sé, seguro que me contestaba si le preguntaba, Jajaja (sarcasmo).

  La carretera dio paso a pequeñas casas de un piso; ellas comenzaron a dar casas más grandes y a suburbios… entonces comenzaron a aparecer grandes edificios e intrincadas calles con peatones, buses, estaciones del subterráneo y sonreí… Entonces viviríamos en un edificio, a mi madre le hubiese encantado.    

  Cuando comenzaba a pensar que viviríamos en el centro de la ciudad, llegamos a una zona de la ciudad tal vez no tan llena de edificios, pero se podían distinguir algunos por aquí y allá. Hasta que el taxi se detuvo frente a uno de ocho pisos, un tanto anticuado y no podía dejar de pensar que todo esto recordaba demasiado a lo que mi madre siempre quiso.

  Una vez que el taxista dejó nuestras maletas en el departamento del cuarto piso y que mi padre le pagase junto con un poco de propina, ellos subieron las escaleras aún tomados del brazo mientras me quedaba observando a mi alrededor; las casas de un piso un poco cercanas, la altura del edificio, las puertas de la recepción y todo eso. Luego me decidí a entrar y subir las escaleras un poco más atrás que mi padre y mi hermana.

  Llegamos al cuarto piso y caminamos por el pasillo, buscando el número 408, mientras yo observaba las puertas cerradas a ambos lados cuando noté que mi padre y mi hermana se habían detenido.

 

-Ustedes son nuevos en el edificio, ¿verdad? Un gusto-Dijo un hombre un tanto canoso y alto, al igual que mi padre.

-Sí, acabamos de llegar, un gusto. Me llamo Andrés-Dijo estrechándole la mano amistosamente.

-Ignacio, un gusto igualmente-Le dice sonriendo. Wow, ¡Sonrisa pepsodent!-Estas son mis hijas: Catalina y Katherine-Dice acercando a esas dos niñas.

-Hola… algo me dice que son mellizas, ¿verdad?-Al ver que asintió, sonrió-Bueno, mis hijas son gemelas: ellas son Anais y Gabriela…-Dijo poniendo sus manos en nuestros hombros y acercándonos a saludar. ¡Joder, me está tocando! ¡Esto es malditamente imposible! Alguien definitivamente tiene que ponerlo en el libro  de “Cosas que sólo pasan una puta vez en la vida”

-Hola-Dice animadamente Anais mientras yo me resigno a seguir escuchando música y observando concentradamente el número “406” a mi derecha.

-Me di vuelta con una expresión completamente poco amistosa-Buenas tardes-Digo haciendo una pequeña reverencia que hago ya por costumbre.

 

 

  Entonces el corazón me dio un vuelco. Fue un: “¡Aaaaaah! ¡Wow! ¡¿Qué rayos?!”, en mi cerebro. Creo haber abierto demasiado mis ojos al ver a una de sus hijas. Rayos, ¿cuál era su nombre? ¿Catalina, o Katherine? ¡Waaaaa! Es sólo que es tan, tan, tan… Wow, creo que estoy empezando a babear. ¡Es tan pequeña y delgada! Creo que puedo romperle un hueso con mi dedo pulgar e índice. De acuerdo, no es lo mejor que se puede decir al conocer a una persona, pero es tan… ¡Aaaaaah! ¡Boom! *cerebro explotando imaginariamente*

  ¡Su piel es tan blanca! ¿Será vampiro? De acuerdo, no creo en esas cosas, ¡pero estoy segura de que debe serlo! Ella y su hermana tienen el mismo rostro, color de piel y cabello y, bueno, ahí se termina su semejanza; su hermana es más alta y no es tan delgada como ella, ambas tienen el mismo rostro que su padre y, agh, a la mierda ¡Es tan linda!            

  Mi padre y el suyo siguen conversando animadamente mientras mi hermana chatea por su celular y yo me quedo viendo a esa niña tan tierna y linda y…aaaaw, tan perfecta.

  Es entonces cuando deja de observar el suelo avergonzada y levanta la vista en mi dirección y me pareció demasiado tierno que tuviera que levantar mucho más la vista al ser más alta que ella. ¿Qué edad tendrá? No puede pasar de los 15, es demasiado pequeña. Se me quedó viendo fijamente al igual que yo y acabo de hacer el descubrimiento más importante que jamás nadie ha notado: con las personas que tienen los ojos claros es fácil distinguir si te están observando o no; pero con las personas que tienen ojos muy oscuros se tiene la sensación de que te observan todo el tiempo.

  Lo digo porque sus ojos son muy oscuros y desde esta distancia se ven completamente negros, lo cual es imposible. ¡Pero de todas formas! Aaah… sus ojos son tan lindos, los ojos oscuros son mi debilidad. Al igual que sean pequeñas, tiernas, pálidas, con poco busto y… definitivamente ¡amo las margaritas! ¡Simplemente las amo!

 

-Papá… ¿no deberíamos ir a desempacar?-Dice Anais en un puchero ¡cállate perra! ¡No me quites esta vista!

-Sí, sí… tienes razón cariño… bueno, nos vemos-Dice estrechándole la mano. ¡Aaah, mueran!

-Es un gusto…-Dice él de vuelta despidiéndose de su hija tan tiernamente pequeña que se va en la dirección contraria, ¡Esta es mi oportunidad!  

-Sí, yo… voy… a… explorar los alrededores-No sé ni para qué aviso si no les importa.

 

 Corro en dirección a las escaleras como si mi vida dependiera de ello, bajando de dos en dos los escalones, tratando de distinguir esa figura que podré reconocer hasta el último de mis días.

¡Ah, es tan tierna! Baja las escaleras como una niñita de seis años y no me cuesta creer que de verdad tenga esa edad. Jajaja… estoy muy mal.

  Estoy a punto de alcanzarla y salto todos los escalones a mi paso, posicionándome frente a ella, cortándole el paso mientras ella me miraba sorprendida, ¡es tan tierna!

 

-Aja… Hola-digo con una sonrisa un tanto estúpida mientras le corto el paso y no dejo de observarla.

-Ella mueve su mano en señal de saludo, claramente incómoda-Eh… hola- Se pone cada vez más incómoda al darse cuenta de que no dejo de mirarla. Es que es tan inevitable ¡Es tan Aaah!-Voy a sonar un poco descortés, pero ¿tu nombre es Anais o Gabriela?-Ríe incómoda.

-Ajaja…-Me rasco la cabeza mientras me hago a un lado para dejar que termine de bajar y caminar a su lado-Me llamo Gabriela… ¿y… tu nombre es…?

-Katherine… Es curioso que siempre lo confundan, no nos parecemos tanto…-¡Tu nombre es igual de lindo que tú!

-Sí… tienes suerte de… bueno, no parecerte tanto a ella. Jajaja… no es bonito verte todo el día-Ba dum tss.

-Comienza a reír, su sonrisa es tan linda-¿Por qué se mudaron acá?-¡Agh! ¿Mi presencia de molesta?

-Reamente no estoy segura… mi madre siempre quiso vivir en un edificio antiguo y… supongo que mi padre quería compensarlo… Extraño Londres-Extraño el clima.

-¿¡Vienen de Londres!?-Pregunta emocionada-¡¿Hablas inglés?!

-Yes, i do, miss… A pleasure to meet you-Digo con mi acento inglés, de la forma más londinense posible.

-Se le ilumina el rostro-¡Me encanta el inglés! Bueno… las personas que hablan en inglés, sobre todo el acento de los ingleses-¿Eso significa que le encanto?

-Aja… gracias. Y… ¿qué edad tienes?-Que tenga 15, que tenga 15, que tenga 15, que tenga 15.

-Tengo 13…-La puta madre-¿Y tú?

-tengo 16…-Bufé rascándome la mejilla un poco cabreada.

 

 

  Me quedo observándola con unos ojos que seguro tienen un brillo demasiado obvio. Y es que esta niña es tan extremadamente tierna… Gira su rostro en mi dirección notando lo muy concentrada que estoy al observarla y sonríe incómoda a la par que se sonroja.

  Joder, joder, joder… ¡Tiene margaritas! Ajajaja… acabo de enamorarme. ¡Es que tiene todo lo que es mi debilidad en una mujer!

 

-¿Tengo algo en el rostro…?-Dice incómoda mientras se lo restriega con las manos.

-no, no, no… es que… me gustan mucho tus margaritas-Confieso bajando la vista.

-Eh… eres la primera persona que me dice eso… ¿Es un cumplido?

-Es un halago… Podría halagarte todo el día si quieres…-Digo rascando mi nuca y sonriendo. Rayos, acabo de conocerla joder.

 

  Fue entonces cuando comencé a concentrarme en serio a mi alrededor y me sorprendí de haber caminado tanto en un tiempo que pareció bastante corto. Noté que en realidad no estábamos tan lejos del centro de la ciudad porque ya podía notar todos los edificios en su máximo esplendor y fue cuando no pude bajar mi vista por estar viendo los edificios. ¡Y es que de verdad me encantan! Siempre me gustó levantar la vista y encontrármelos y sentirme tan… pequeña en un mundo tan grande.

 

-La sentí reír y bajé la vista para observarla-Lo siento… es que a primera vista pareces muy seria y un poco hostil… y en realidad eres muy infantil-Dice riendo un poco.

-Aja… sí, lo sé… es sólo que me encanta ver los edificios del centro de la ciudad… y ya es tiempo de que vuelva al apartamento. Un gusto conocerte, Katherine-Le digo levantando mi mano en señal de estrecharla.

-Me gusta tu nombre, Gabriela, nos vemos.

 

  Una corriente eléctrica recorrió mi brazo al sentir su mano estrechando la mía. Nos quedamos viendo la una a la otra en completo silencio. ¿Ella también habrá sentido esa corriente? No, no creo que lo haya hecho. Pero wow… sí que es linda, extremadamente linda, deliciosamente linda, tiernamente linda, perfectamente linda.

 

-¡Ya! Cállate de una vez.

-¿Perdón?-Dice extrañada.

-Ah… nada… nos vemos.

 

 

  Salgo, literalmente, corriendo de ahí en dirección al edificio y mi corazón late a mil por hora. ¡Aaah! ¡Es tan linda!

  Ejem… de acuerdo, no exageres, es sólo una niña que acabas de conocer hace aproximadamente… observo mi reloj de pulsera… treinta minutos, ¿y ya estás diciendo que la amas? No, no es para tanto.

 

  ¡Mentira! De verdad me encanta…

 

  Me echo en la cama que hace poco fue hecha en mi increíblemente espacioso cuarto sólo para mí, sin Anaises en ninguna parte… simplemente perfecto.

 

-¿Te gustó la niña del apartamento del frente?-Rayos, casi-¿No crees que es un poco pequeña?

-Lo bueno de mi hermana, bueno, lo único bueno de ella, es que no le molesta en absoluto mi homosexualidad-Ella es tan… Aaah… perfecta.

-Ella es tan… Aaah… pequeña y heterosexual-Dice sentándose en el borde de mi cama, imitándome con una actitud enamorada.

-Dame una oportunidad-Digo desanimándome.

-¡La cena está lista!-Grita mi padre.

-Vamos, nos llama…-Dice levantándose, acariciándome el cabello.

-No… te llama sólo a ti…-Digo resignándome al odio de mi padre.

 

 

  La cena transcurrió igual que siempre lo ha hecho desde hace tres años: mi padre hablando con mi hermana animadamente mientras yo como en silencio y con la cabeza gacha, mientras escucho álbumes y álbumes de música para pasar el rato.

  ¡O eso intenté! Pero fue inútil… observaba embelesada la cena mientras recordaba su sonrisa y ¡ah! ¡Esas margaritas! ¡Y su rostro! Es increíble que considere su rostro tan hermoso siendo que el de su hermana es completamente igual… me pregunto cuántas personas pensaran igual que yo. Tal vez a su hermana le moleste que todos la prefieran a ella por ser más tierna, de acuerdo, sé lo que se siente… Y ahora entiendo que es un poco inevitable.

  Todos siempre han preferido a Anais ya que, aunque suene extraño, ella es mucho más bonita que yo. O al menos aprovecha mejor los atributos que ambas tenemos. Y es que para ella es tan fácil… siempre ha obtenido todo lo que quiere sin ningún problema, mi padre siempre le ha dado todo y a mí me ha tratado como un adefesio. ¿De verdad afecta? ¿De verdad es tan importante?

  Observo a mi hermana que habla animadamente con mi padre, que está sumamente concentrado en ella, sin notar mi existencia, ¿de verdad me odias tanto?

 

-Para ti es tan sencillo todo…-Susurro sabiendo que a ninguno de los dos les importa haber escuchado eso o no.

 

 

  Después de bañarme me recuesto en la cama completamente agotada, observando el techo completamente blanco  pulcro de la habitación.

 

 

-¡Aaaah! ¡Eres tan linda!-digo apretando con fuerza mi almohada.

 

Notas finales:

Seeee... me encanta en nombre Gabriela, es que es muy bonito :3


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