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La Puerta Del Frente por tomateconlechuga

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Notas del capitulo:

let's be more than... this!

Estoy acostada tapándome la boca con mi brazo mientras mantengo alzado mi celular que marca las 3:02 am. Sin poder pegar un sólo ojo mientras espero a que la hora avance lentamente.

  Es curioso, me puse a pensar, que mientras menos cosas hacemos, sentimos el tiempo proseguir de manera casi inexistente, monótona. Mis sentidos se agudizaban; mis oídos captaban el sonido de los autos en la avenida detrás del edificio, el viento produciendo una melodía nocturna al compás de las ráfagas que provenían en intervalos de unos cuantos minutos, podía escuchar a mi hermana moviéndose en la habitación contigua, tratando de conciliar inútilmente el sueño mientras los mensajes de las múltiples conversación que mantenía (aún no sé cómo) no dejaban de llegar y sonar.

  Seguía observando la pantalla encendida de mi increíblemente maravilloso y sensual Sony Ericsson, mientras la hora en números grandes seguía marcando las 3:02 am. Estoy bastante segura que ya debía pasar un minuto, sólo un minuto…

  ¡Ah, esto era eterno! El tiempo cada vez se volvía más lento a medida que todo se detenía a mi alrededor mientas recordaba todo lo sucedido durante el día. Y es que de verdad fue un día ajetreado, con demasiados encuentros y sensaciones que hace bastante tiempo no tenía. Agh, maldita adolescencia.

  Seguí observando mi pantalla; seguía marcando las 3:02 am. ¡¿Qué acaso el universo confabulaba en mi contra?! ¡El tiempo no avanzaba! Achiné los ojos con molestia, pensando que mágicamente la hora notaría que debía seguir avanzando, el tiempo continuaba. Yo debía estar durmiendo y, posiblemente, en Japón debieran estar yendo a la escuela niños de preparatorio tomados de las manos y hablando trivialidades. Me hubiese gustado tomar su lugar. Que fuese de día, con luz, en una mañana prometedora.

 

 Y que no fuesen las jodidas 3:02 am.     

 

 

  De acuerdo, relájate, estoy segura de que a partir de ahora todo comenzará a suceder más rápido, confía en ti.

 

3:02 am.

 

¿En mí? ¿Por qué en mí?

 

3:02 am.

 

No, no en ti, idiota. En mí.

 

3:02 am.

 

Somos la misma persona, idiota. Tú confía en mí.

 

3:02 am.

 

¡Agh, olvídalo!

 

 

3:03 am.

 

 

-¡¡¡Agh, la puta madre!!!-Grito en un susurro, dejando el celular a un costado de mi almohada mientras me acomodo en la cama y abrazo con fuerza un almohadón pequeño, tapándome el rostro ante la oscuridad que se cernía tanto fuera, como dentro de mi habitación, inundándolo todo en una especie de suplicio a la hora de tratar de conciliar mis preciadas horas de sueño.

 

 

  Su apartamento estaba lejos de llamarse “anticuado”, yo le llamaría más bien… “conservador”. Siempre me gustaron esas telenovelas de los 70’s; por la vestimenta de esos tiempos, las expresiones y, sobre todo, la forma de pensar. Sin embargo, nada igualaría mi pasión a la hora de cruzar la puerta del apartamento número 409.

  La increíble y reconfortante sensación de que ése era un verdadero hogar y no un simple apartamento se podía sentir en el aire sin siquiera poner un pie adentro. Era una sensación que no experimentaba desde la muerte de mi madre, y una que olvidé completamente ante el odio de mi padre.

  La seguí a través del pequeño pasillo que había en los apartamentos y me encontré con la elegancia en su máxima expresión. Las paredes estaban repletas de cuadros y fotografías que terminaron ocupando, por espacio de segundos, mi única preocupación. La sala de estar estaba compuesta por un gran librero y una mesa para cuatro, redonda y brillante. Detrás de la mesa había tres sofás; dos para una sola persona y el otro para tres, todos negros y ¡milagrosamente! Sin ningún tipo de agujero en el cuero que los cubría. Me he estado preguntando todo el día cómo lo hace su padre. Debajo de éstos había una alfombra de color blanco, ese toque monocromático simplemente le daba una mayor comodidad a la vista.

 

  Nunca hubiese pensado que en esa misma alfombra viví los mejores 30 segundos de mi vida.

 

 

  -Lancé un silbido de asombro recorriendo con la vista las paredes-Ni mi padre es tan elegante a lo que decoraciones se refiere…

-Se sonrojó, ¿qué?-Ah… sí… a mi papá le gusta…

-Me puse junto a ella y, lo admito, más cerca de lo que se debería hacer. Pero ¡ah! Ella era la flor y yo la abeja, ella era la luz y yo la polilla, ella era el polo positivo y yo el negativo-Rayos, odio las abejas y polillas…-No fueron las mejores metáforas para elegir.

-E-estás muy cerca-Dice apartándome con delicadeza. Corazón roto, lágrimas contenidas.

-La rodeo por el hombro. Ah, ¿qué diablos estoy haciendo?-¿Es algo malo? No te creerás el cuento de que me gustas, ¿o sí?-¿Cuento? ¡Ja! Es la jodida realidad.

-No, verás…

-¡Katherine!-Mierda, tan cerca. De la cocina sale su padre y tengo que aguantarme el ataque de risa que tenía pensado tener; estaba vestido como si fuera al trabajo, con camisa, pantalones y zapatos brillosos… excepto que encima de todo eso tenía un delantal de cocina rosado con florecitas adornándolo mientras él se secaba las manos-Oh, hola… espero no equivocarme, ¿tú eres Anais?

-Trato de aguantar mi risa mientras me acerco a él-No, no… Soy Gabriela.

 

  Se veía alguien bastante educado y formal y, como los hombres altos y un tanto pasados en año suelen ser, guardan bastante cortesía a la hora de saludar a una dama.

 

  Yo nunca he sido una dama.

 

  Y es por esa razón que cuando pretendía darme, cortésmente, un beso en la mejilla, antes de que siquiera dase dos pasos invadiendo mi espacio personal (aunque no tenga derecho a hablar de él, ¿no?), yo le extendía la mano para estrechársela de manera profesional.

  Me observó extrañado, lo cual se me antojó gracioso: ¿Él observándome extrañado cuando debajo de ese delantal rosado y floreado vestía para ir a una oficina? No, el mundo definitivamente es extraño.

  Me la estrechó creo que por costumbre. Me enteré por Katherine que él trabajaba en una compañía encargada de la distribución de los distintos aparatos de una marca que en mi vida había escuchado. Era un trabajo fijo, buen pagado y que, según él, lo mantenía entretenido la mayor parte del día.

 

-Es un gusto volver a verlo, señor Ignacio-Digo mientras estrechamos nuestras manos y lo observaba con la sombra de una sonrisa un tanto divertida en el rostro, aún no superaba el jodido delantal.

-Papá, por Dios, quítate eso…-Dice avergonzada Katherine, que no se había movido ni un paso de su lugar.

-¡Ah, perdón!-Dice notando el rosadito delantal, deshaciendo el nudo de atrás y desapareciendo por la puerta de la cocina, volviendo en un par de segundos sin rastro de delantal, luciendo su camisa blanca-A veces olvido quitarme esa cosa, lo ocupo para cocinar-Me sentí tentada a hacer un gesto sarcástico, pero hubiese sido demasiado grosero ¡Pero cuánto quería serlo!

-Hablando de eso… invité a Gabriela a desayunar, ¿está bien…?-pregunta tímidamente, y sin embargo se notaba la convicción de una respuesta afirmativa de parte de su padre. Nunca le negaría nada, lo podía notar tan sólo con entrar ahí.

-Ningún problema, el desayuno ya está listo…-Se aclara la garganta-¡Catalina!-Grita de forma estridente, haciéndome estremecer. Deben entender, él ameritaba respeto.

 

  Nos quedamos en un silencio incómodo. Pero nadie lo estaba más que yo, supongo que todos conocen esa sensación de incomodidad extrema cuando se está por vez primera en una casa ajena.

  De la persona…

  Que conocen…

  Hace un día…

  Y la aman…

  ¡Y está su puto padre junto a ti!

 

  *Explota*

 

  Por el pasillo de la derecha salió Catalina, con un pijama de conejitos amarillo, el cabello desordenado y restregándose un ojo. ¡Qué acaso todos en esta casa utilizan cosas así! ¡Ah! ¿Qué clase de pijama tendrá Katherine? ¿Tendrá uno parecido? Ah, imágenes malas en mi cabeza, imágenes muy malas, muy malas…

  Aaah… tan excitante.

  Aaah… Dios, tan sexy.

 Esas piernas, ese trasero…

 

-Estoy más que jodida…-Susurró por lo bajo, limpiando mi hilillo de baba del mentón.

-Papá… ¿Por qué siempre gritas así?-Dice Catalina antes de bostezar. ¡Ah, me imagino a Katherine bostezando! ¡Tan tierna!

-Es la única forma para que despiertes… Catalina, tenemos visitas-dice acercándosele, dándole un beso paternal en la frente. Claro, es su padre, daaaah.

-Nota mi insignificante existencia tal como si notara la de una cucaracha. Ay, gracias, me sonrojas… Perra-¿Anais?-¡Aaah, joder! ¡Entiendo que seamos gemelas, pero de verdad, en serio…! ¡Se nota la jodida diferencia! ¡Soy una maldita lesbiana/pedófila/pervertida que se viste de negro! ¡Ella es una maldita hetero/suelta/cariño de papi jodidamente pinky!       

-Ga-Gabriela…-Digo cabreada-¿cómo has estado, Catalina?

-Bien, gracias… ¿Papá, no hay que poner la mesa?

-Sí, sí… Gabriela, puedes tomar asiento en ese sofá…

 

  Me sentía aún más incómoda pensando que ellos ponían la mesa ordenadamente mientras yo veía como una estúpida sin poder animarme a levantarme y ofrecerme a ayudar. Yo y mi maldita timidez. Realmente estaba tan concentrada observando a Katherine poner los platos y los cubiertos que comencé a divagar en la forma en que se movía. Dios… era tan linda.

  ¿Podía ser capaz que alguien me gustase a penas al segundo día de conocerla? Ni siquiera al segundo, ¿podía gustarme al primer día? ¿En tres segundos?

  Podía, parecía tan ridículo. Tan sólo con pensarlo, decirlo, leerlo o siquiera escribirlo… sonaba lo más estúpido en todo el mundo. Pero, ¿por qué no?

  ¿Por qué no, joder?

-¡Sí, mierda, ya cállate de una jodida vez, intento verla poner los vasos!-Grita la voz lesbiana en mi cabeza. Puta voz lesbiana…

 

  ¡Ah, su lindura va a hacer que explote! Creo haber explotado unas cien veces durante todo el día, cada movimiento que ella hace provoca una explosión.

 

  Joder, se movió.

  Rayos, se movió otra vez.

  Ah, ahí va otra vez, es tan linda.

  ¡Ah, joder, para de moverte!

  ¡Deja de provocarme!

 

-Gabriela…-Katherine se sienta a mi lado, zamarreándome-Gabriela…

-Lindu- quiero decir, ¿qué pasa?-Disimulo, disimulo… aquí no pasó nada.

-Te quedaste pegada en un punto…-Dice riendo. Ya en serio, ¿por qué mierda es tan linda?-Por qué no vamos a lavarnos las manos mientras ellos sirven el desayuno, ¿no?

-Aaah… de acuerdo.

 

  Cuando estoy en una casa/departamento ajena/o, suelo decir la palabra “permiso” cada tres segundos, es como si diera un paso y tuviera la necesidad de pedir disculpas por invadir un espacio que no me pertenece.

  Me pasó algo parecido al caminar hasta el pasillo de la derecha, entrando al baño para lavarnos las manos. No las conté… pero creo haber dicho “permiso” y “perdón” al menos unas 20 veces sin exagerar.

  Era demasiado incómodo. Estaba incómoda al estar cerca de ella, mucho más con su hermana y su padre. Tenía la vaga sensación de que si no me mataba su hermana…

  Lo haría su padre.

   

  Llegamos al baño y pues me concentré en la pregunta de cómo funcionaba el jabón y sus partículas al unirse con el agua, divagando entre los ácidos grasos saponificables y si siquiera tenía relación con el jabón y su propiedad “higiénica”, cuando gotitas de agua me cayeron al rostro, proveniente de la punta de los deditos tiernos y chiquititos de Katherine.

 

-¿En qué piensas?-Dice riendo, empujándome levemente con su hombro.

-En la saponificación de los ácidos grasos y si tienen relación con el jabón…-Dije cerrando la llave para lanzarle agua a su tan lindo, precioso y hermoso y ¡Ay!... ¿en qué estaba? Ah, sí… ¡Es tan linda!

-Me lanza agua de vuelta y se ríe ante mi expresión-¿De verdad estás pensando en eso? Qué rara eres…

-¡Y tú eres muy cruel!-Digo riendo mientras le lanzo una gran cantidad de agua al rostro.

 

  Comenzamos una guerra de salpicadura de agua, riendo y desviando el rostro cada vez que la otra extendía los dedos con las gotitas de agua. ¡Ah, es tan linda! Pone una expresión tan linda cuando las gotitas de H2O impactan con los poros de su increíblemente bien cuidada piel y…

 

-Le lanzas agua, le lanzas agua… ya entendimos-Me dice la voz lesbiana.

 

 Bueno, eso, le lanzo agua a su tan lindo rostro. Hacemos una especie de tregua y nos quedamos observando la una a la otra y me pierdo en el negro de sus ojos, en el reflejo que se produce en su córnea y la asemejo a un espejo convexo, dando una imagen panorámica de la parte del baño que está a mis espaldas. ¡Ah, joder, qué deforme me veo!

 

-¿En qué piensas…?-Susurró, aunque de una forma distinta a como lo había hecho antes.

-En que tu córnea funciona como un espejo convexo y puedo ver las cosas reflejadas de forma panorámica… Aunque también es la parte en que se refractan las cosas, luego en el cristalino y la imagen se forma en la retina para que el cerebro decodifique la imagen para que se vea de-

-Magia, magia… entiendo-Dice cortándome levantando la palma de su mano frente a mi rostro.

-También… estaba pensando en el hermoso color de tu iris… tus ojos son muy oscuros, así que desde lejos parecen negros… me gusta mucho cuando pasa eso, porque no sabes si te están mirando o no y tienes la sensación de que lo están haciendo todo el tiempo y eso en ti se siente tan… wow…-Digo un poco ida cuando noto que me mira fijamente-Aaah… lo siento, estoy divagando…

-Tus ojos también son lindos… Son grises y me pareció raro porque la primera vez que te vi me quedé viéndolos pensando que eran de un verde muy raro y luego noté que eran grises y- y… y…

-¡Aaaaaaaaw!-Le doy un abrazo de osos, zamarreándola cual muñeca de trapo, es que… ¡es tan liviana!-¡Eres tan tierna que podría explotar!-Ah, joder, que ya lo he hecho mil veces en dos días-Por cieeeertooooo… Ibas a decirme algo antes de que tu padre saliera de la cocina… continua…

-Mejillas sonrojadas, corazón acelerado-Ah, sí… lo que pasa es qu-

 

  Su hermana no me parecía muy simpática… pero ahora definitivamente la odio. A ella y su jodido pijama de conejitos morados en un fondo amarillo y de polar.

 

-¿Por qué se demoran tanto? ¡Vamos, el desayuno está listo!-Nos dijo asomándose en el marco de la puerta para volver a desaparecer.

 

¡No podía sentirme más como en una telenovela! ¡Esto sólo pasaba en televisión! Nos observamos incómodas, creo que es normal en personas que se conocen hace aproximadamente dos días… Eso es lo que me jode, conocerla por menos de 48 horas siquiera y decir que me gusta y toda esa basura… ¡Ah, ¿de verdad puede pasar eso?! ¡Díganme que sí! ¡Así no parezco tan estúpida!

-¿No, nadie? ¡¿Nadie?!-Pregunto en mi mente.

-no, lo siento capitana, pero usted está loca y por lo tanto no está habilitada para manejar este cuerpo y mucho menos que actúe con naturalidad…-Dice el soldado.

-¡tonterías! ¡Que la abrace ahora!

-Va a matarnos a todos…

 

 

-Como me jode todo este asuntito…-Digo detrás de su hombro mientras la abrazo sin razón aparente. Odio a esa capitana…

-¿Qué asuntito?-Dice tratando de separarse. Ah, me haces llorar.

-Nada, vamos a desayunar…     

 

 

 

 

  Nos sentamos en la mesa redonda para cuatro personas y después de agradecerle mil veces a su padre por dejarme desayunar ahí, me serví una tostada de pan y le unté mantequilla, siendo ésto lo único que comí incluso con lo mucho que me insistieron. ¡Es sólo que así me comporto en casas ajenas! Tenía la mirada un poco perdida mientras entre ellos conversaban animadamente y llegué a la conclusión de que no importa dónde esté… soy un asco sociabilizando… Creo que por eso no tengo amigos… Ah, voy a llorar.

  Levanté la vista de mi tostada para observar a Katherine, que estaba sentada frente a mí, hablando con su padre sobre el inicio de clases en el Instituto Interescolar y… No, espera, ¿qué?

 

-¿U-ustedes van a ése Instituto?-pregunté atragantándome con la tostada.

-Sí, ¿por qué?-Preguntó Catalina dándole una mordida a la especie de sándwich que hizo.

-Que-quedé en ese Instituto con mi hermana…-Apenas podía hablar.

 

  ¡¿Es en serio?! ¡No podía caber en mi felicidad y a la vez sufrimiento! ¡No sabía si reír o llorar!

Me quedé viendo a Katherine a través de la botella de jugo, la cesta con tostadas, mantequilla, mermelada, manjar y palta que había entre nosotras.

  Jamás una cesta con tostadas me pareció una distancia tan larga entre otra persona.

 

-¿De verdad? ¡Eso es bueno!-Dice su padre dándome una palmadita en el hombro, estaba sentado a mi derecha-Bueno, así podrías irte junto a ellas, ¿no?

 

  ¡Si quiere llevo a Katherine al lugar más recóndito y oscuro de la ciudad para poder-!

 

-Sí… tal vez, tengo entendido que tenemos horarios diferentes-Digo tratando de parecer lo más indiferente posible. ¡Joder, te amo!

-las de octavo grado tenemos un horario de salida distinto; los miércoles y viernes salimos unas dos horas antes que ustedes… Estás en el onceavo grado, ¿no?

-Sí… aunque los 17 los cumplo a mitad de año…

 

  Este Instituto era curioso por el hecho de que no existía ni primaria o secundaria o preparatoria, los grados se dividían desde el primero hasta el treceavo grado. Creo que eso era una cosa positiva del Instituto, era divertido.

 

-Sí… nosotras cumplimos los 14 a mitad de año también… ¿No te gustaría estar en el doceavo grado?-Me pregunta Catalina, ¿por qué Katherine está tan cayada?

-No… Lo prefiero así… quiero quedarme en la escuela por siempre…-Dije en un tono infantil mientras ella y su padre se reían amigablemente.

 

  Extrañaba esto… lo extrañaba en serio: las risas cálidas, hablar en la mesa, sentirme parte de una familia de verdad. Mierda de verdad lo extrañaba, tanto que me contagiaron sus risas, haciéndome reír débilmente.

  Hubiese seguido, claro que hubiese seguido… Hasta que sentí la tela de un calcetín ajeno recorriendo mi pierna por debajo de mi jeans, haciéndome pegar un pequeño salto, levantando la cabeza como un rayo en dirección a Katherine, quién me observaba con un rostro inexpresivo, pero un tanto... como si tuviera algo que decir. Se puso el dedo índice sobre los labios, a modo de decir que guardara silencio mientras seguía haciéndome cosquillas con su pie en mi pierna.

  ¡¿Esto era normal?! ¡Claro que no lo es! ¿¡Por qué está acariciando mi pierna!? La muevo un poco tratando de apartarla, cuando siento que me pisa con fuerza el pie, como si estuviera estrangulándolo contra el suelo ¡Duele, duele, duele, duele!  

 

-Papá, estaba delicioso… ¿Crees que puedo estar con Gabriela para hablar un poco?-Pregunta inocentemente Katherine. ¡Inocente mis pelotas! Ah, esperen…casi.  

-sí, sí… debo ir a la oficina… Pero tú recoges la mesa, ¿de acuerdo?-Dice su padre acariciándole el cabello. ¡Hey, su hija me está haciendo cosquillas en la pierna!

-y yo voy a juntarme con Javiera… voy a bañarme, nooooooos vemos, Gabriela-¿Por qué rayos alargó la “o”? ¡Qué importa, mi puta pierna!

-ah, sí… nos vemos…-Digo dificultosamente.

 

   Ambos se retiraron y tuve la certeza de que nadie nos escucharía; así que me quedé ahí sentada frente a Katherine, quién había dejado de hacerle cosquilla a mi pierna y me sonreí como el gato de Alicia en el país de la maravillas.

 

-¿Po-por qué hiciste eso…?-Articulé con dificultad.

-Quién saaaabeeee-¿¡Todos alargan las vocales en esta puta familia!? Se puso de pie, acariciando sus dedos contra el mantel de la mesa, rodeándola para acercárseme de forma… ¿Pícara? What? What?!

-¿qu-qu-qu-qué ha-ha-haces?-Pregunté confundida al ver que se sentaba sobre mí. What?!

-Quién saaaabeeee…-Se me acerca a los labios a…

 

*Nube imaginaria rompiéndose*

 

-Gabriela, Gabriela… Gabrieeeeelaaaa-Siento que chasquea sus dedos frente a mi campo de visión, haciéndome reaccionar.

-Estoy… tan… jodida-Me pongo las manos sobre el rostro para taparlo y golpear mi cabeza contra la mesa una y otra vez-¿Po-por qué hiciste eso?

-Ah… no lo sé… es que te veías un tanto extraña… Dice haciéndome ademán de ponerme de pie para ir a sentarnos al sofá.

 

  ¡¿Y la solución a eso era tocarme la pierna?!

 

-¡¿Y la solución a eso era tocarme la pierna?!-Repito moviendo los brazos de forma exagerada mientras me siento a su lado.

-Comienza a reír, no era un jodido chiste-Oye… lo que he querido decirte durante este tiempo es que…-Hace una pausa, mirándome de reojo.

-Te escucho…-La apuro.

-¡Hey! Ahora es cuando algo nos interrumpe para que no pueda decírtelo-Después de reírnos por un bueno rato, se pone seria y un tanto… nerviosa, ¿eh?-Yo… digamos que… tú me… me refiero a que… puede ser que yo… tú me… me… me pones nerviosa.

-Sí, suelo poner nerviosa a las personas…-Y siempre es porque me tienen ganas, pero este no es el caso, ¿no? Es demasiado inocente para eso, pfff-¿Te molesto?

-no, no… en lo absoluto… sólo… me pones muy nerviosa y no lo entiendo porque no es el tipo de nerviosa como cuando conoces a alguien que te da miedo y ¡ah! Voy a recoger la mesa-Se levanta de golpe y la tomo de la muñeca.

 

  No me va muy bien en física, la detesto… Y ahora más que nunca me surge la pregunta: ¡En el nombre de la física! ¿¡Cómo diablos pasó esto!? La jalé hacia mí, ella forcejeó para alejarse y de alguna u otra forma ¡magia! Ella terminó debajo de mí, y yo apoyándome con las manos a los costados de su cabeza, increíblemente cerca.

  ¡Esto sólo pasa en los fanfics! ¡Esto no pasa en la maldita realidad! ¡Que alguien me dé una explicación ahora mismo!

  Conté cada segundo: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, sie- ¡malditos 30 segundos en que sólo nos observábamos!

 

-Estoy… tan… jodida…-Digo levantándome lentamente, extendiéndole la mano-Lo siento, no debí haberte jalado, perdonar…   

-Pestañeó repetidas veces, un poco atontada para levantar la mano y que yo la tomara-Ah, no… importa…

 

  Es… tan… linda… Me gusta, joder… Esta niña me gusta, claro que lo hace. Estoy tan jodida, esta es la primera vez que puedo enamorarme en menos de dos días. ¿Qué? Naaa… ¿enamorarme? Nunca lo he hecho, y una niñita como ella no va a ser la primera.

  Una linda y perfecta niñita como ella…

  ¿Sería capaz de tener mi corazón?

 

-¡Aaah, estoy vomitando arcoíris!-Me tomo los cabellos de la cabeza, jalándolos-¿Sabes? Tengo que irme, nooos vemoooos… ¿mañana?

-Ah, seguro…-Realmente no dejé tiempo para despedirnos, porque ya mes estaba encaminando hacia la puerta de… Saalidaa *inserte voz de la tortuga de Buscando a Nemo aquí*

-No-nos vemos-Saludo con la mano mientras abro la puerta y ésta, abriéndose hacia adentro, me golpea en la frente. Adiós dignidad.

 

 

 

 

  Y bueno, aquí estoy, recostada en mi cama, pensando en lo raro que ha sido todo el día, que vamos en el mismo instituto, que vivimos en el mismo edifico, que ambas tendremos que tomar el subterráneo, que la pongo nerviosa y por lo visto en un sentido diferente al normal, que lo más probable es que me guste… Pero, lo peor de todo…

 

  ¡¡¡Es que apenas son las malditas 3:12 am!!!

 

 

  Larga noche, grandes pensamientos… 

Notas finales:

Crushcrushcrush!!!


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