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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!!

Espero que se encuentren muy bien *-* les quiero agradecer por el ánimo que me han entregado... saben? ayer mi profesor de conducción me felicitó porque por fin lo estoy haciendo bien jajajajaja muchas muchas gracias... estoy seguro que sus buenos deseos me ayudaron :D

 

Bueno... aquí les traigo otro capítulo... esta vez más romántico... ya verán lo que sucede en los próximos caps :3 

A leer!!!

CAPITULO IX: ¿Somos novios?

Sigo en medio de aquel agarre, por un  lado se encuentra el hombre que quitó de mí la virginidad y por el otro el chico popular al cual espié por tantos años. –No te preocupes, estaré bien… tú ve a clases y olvídate de esto…- Le digo a Matías mientras quito su mano de mi muñeca. No le tengo miedo a Recabarren, puedo destruir su carrera profesional si revelo nuestro idilio pasado. Veo la extrañeza en los ojos del muchacho, pero me hace caso y se marcha. -¿Por qué camina tan extraño?- Me pregunta de pronto el profesor, siguiendo con aquel tono de enfado, mirándome con un fulgor extraño. –Lo que sucede es que acabo de penetrarlo. Ahora también soy activo, ¿qué te parece?- Le digo con mi rostro sereno, sin crear ninguna reacción en mis facciones ante tal mentira. La realidad es que al pobre le duelen las heridas que le hice al arrastrarle por la calle. ¡Jamás podría penetrar a otra persona! Aunque tal parece que esto no lo sabe Diego, quien queda completamente perplejo ante mis ficciones.

Entro a su oficina, esperaba encontrarla ordenada, como no ha presenciado nuestros encuentros por una semana, sin embargo grande es mi sorpresa al contemplarla desaseada, con papeles dispersos por el suelo y un hedor que deja bastante que desear. -¿Quién se ha muerto aquí? Huele horrible.- Es lo primero que digo cuando el profesor cierra la puerta y nos quedamos a solas. Él no me hace caso y camina directamente en mi dirección, toma fuertemente mis muñecas y las eleva por sobre mi cabeza, me eleva como si fuese la presa que acaba de cazar. Nunca había visto tanta barbaridad en sus actos, es como si hubieran transformado al tierno profesor en Hulk. Sé que quiere sexo, tan solo al oler su piel puedo intuirlo y aquello unido a su nueva faceta, termina por excitarme. Claro, acabo de copular con Matías y podría ser extraño querer nuevamente intimar, pero tan solo recuerden que soy yo, para mí no es imposible y de hecho, quizás quiera repetirme una vez más con Diego. Como he aprendido a ser sumiso con Matías, dejo que este nuevo Recabarren haga su actuación, yo solo me dejo llevar.

Me aprieta contra la pared y siento su fuerte erección. Con el tacto de mi abdomen comienzo a medirlo. Sí, en porte está bien, más pequeño que el de mi otro amante, pero… ¡Vaya! No recordaba que fuera tan grueso. ¿Será bueno comparar? No llego a una conclusión, ya que inmediatamente después soy dado vuelta y desenfrenadamente Diego comienza a sacarme la ropa. Lo hace con destreza, tal parece que le he enseñado de maravillas. ¡Está tan grande mi discípulo! Está apresurado, porque él no se desnuda, solo saca su miembro por entre su pantalón e intenta penetrarme.

¡¡¡Ah!!! Mi grito es tan fuerte que puede oírse hasta en China. -¡Cállate! Que nos van a descubrir.- Me dice Recabarren mientras me tapa la boca. ¿Qué quiere que hiciera? El muy estúpido se le olvidó lo más importante: Dilatarme. ¿Qué cree? ¿Qué soy de hule? Pues no, aquella zona me duele y el muy tonto sigue intentando. Es la primera vez que deseo que aquel pene no entre en mi cuerpo, sin embargo es tanta la insistencia del hombre que termina logrando su cometido. Siento como un fino flujo cae por mis piernas. ¡Que sea semen, que sea semen! Pido al cielo mientras trato de contener el fuerte dolor que me produce este energúmeno. Espero que por todo el tiempo sin intimar, Diego haya eyaculado tan solo al introducirlo una vez. Por todo lo que amo, quiero que sea semen el líquido que percibo. ¡Santa cachucha es sangre! Y lo que me temía pasó ¡Me rompí!

Sintiéndome como si Andy hubiese roto el trasero de Woody al jugar, sigo con el intento de contener el malestar que el grueso falo de mi profesor me produce. Prometo hacer las tareas, sacarme las más altas calificaciones, hasta podría hacerme amigo del nacista de Arturo, pero por favor ¡Sácamelo! Me duele. Pienso hasta que mis quejas comienzan a ser injustificadas. Luego de un rato aquello que fue espantoso, se convierte en… en… nada. Verán, las primeras veces molesta, luego te sientes extasiado y todo es hermoso cuando intimas, sin embargo, después de tener tantas experiencias, es como… Otro más. Así me quedo mientras mi amante “violador” sigue con su ir y venir, con sus vaivenes que se vuelven cada vez más fuertes. Percibo como su falo viaja a través de mi maltrecho cuerpo. Su glande guiando la expedición y codeándose con mi carne, mientras que sus testículos golpean airosos la piel externa, acariciándome como si con ello buscase pedirme perdón. Su jadeo llega deliciosamente a mi oído, estimulándome de tal manera, que comienzo a juguetear con mis propios genitales.

Saber que otro hombre goza con mi cuerpo, el tener su calor en mi espalda y su masculino respirar en mi nuca, son el estímulo necesario para llegar a la gloria. Estoy a punto de lograr el éxtasis, falta tan poco, es tan delicioso, sin embargo… Diego acaba. ¿Qué? ¿No te queda nada más? ¿Unos segundos aunque sea? En fin, tengo que terminar solo con el recuerdo de su virtud, aquella que poco a poco comienza a regresar a su estado original. Y sí, parece que luego de una semana de desentrenamiento, ha comenzado con un severo caso de eyaculación precoz. Se demoró diez minutos, ¡Yo necesito quince para complacerme!

Finalmente me libera del agarre. Le veo caminar hacia su escritorio y sentarse en su sillón. Cabizbajo comienza a corregir unas pruebas. No entiendo lo que hace, acabamos de intimar, deberíamos hablar sobre aquello o por lo menos reírnos, no comenzar a trabajar. -¡Tendrías que haberme preparado antes! Mira, dejaste toda mi ropa interior sangrada… ¿Ahora que le digo a mi hermana?- Trato de sacarle de aquel transe en el cual se encuentra, como si hubiese quedado traumatizado. Mi intento es infructuoso y no logro que me responda. Es así como una idea se cuela en mi mente. ¿Y si fue poseído por el diablo? Eso explicaría la rudeza tan inusual que acabo de presenciar. Al terminar de vestirme, me dirijo hasta aquel sillón y levanto la cabeza de su dueño. -¡Sal demonio!- Le digo mientras golpe finamente su frente, como parodia a lo que he visto en las películas de exorcismo. Me rio tratando de contagiarle, aunque solo recibo su rechazo. –Sal de aquí…- Me dice serio nuevamente, concentrándose en aquellos papeles inútiles. No entiendo su actuar, quiero sacarle de aquel ensimismamiento, pero lo que veo luego me deja perplejo. Mientras corregía una prueba veo como una gota moja el papel, seré tarado a veces, sin embargo logro darme cuenta que Diego está llorando. Me preocupo y trato de preguntarle la razón de su pesar. -¡¡Déjame en paz de una buena vez y vete!!- Me grita sin darme la cara, sin querer mostrarme las lágrimas que brotan de sus ojos. Sufro una fuerte presión en el pecho, como cuando encuentro a Natalia sollozando. No quiero verle así, pero decido irme del lugar, eso es lo que él quiere.

Luego de clases me voy directamente a casa, no busco a Matías ni nada parecido, simplemente quiero recostarme en mi cama. Tras ver a Diego llorando no logré sentirme bien en toda la tarde, aquella opresión en el pecho no me abandonó. Ahora veo detenidamente el techo, trato de bloquear mi mente de los pensamientos, ya no quiero dejar entrar más a mi profesor y su tristeza, él mismo me echó de su oficina. Me enfoco en otras cosas que me ocurrieron durante el día, como la persecución del policía, el sexo debajo del sauce o… ¡Cata! Tan solo en este momento recuerdo la petición del portero, por lo que sin pensarlo dos veces bajo a la tienda de mi amiga para contarle lo sucedido.

-¿Germán? ¿Estás seguro? Él siempre me ha gustado, pero imaginé que tendría hijos y familia… ¿En serio quiere salir conmigo? ¿Estás seguro que escuchaste bien? Tal vez se refería a otra Catalina… - Me dice la estilista tras oír mi relato. Me habla no pudiendo ocultar la felicidad de su rostro. Sonríe como si fuese quinceañera, nunca antes había visto sus ojos brillar de tal manera. Aunque no me lo diga, yo sé que siempre ha buscado el amor, aquel hombre que la complemente y con quien pueda vivir hasta sus últimos días. Por fin logro sentirme mejor, verla tan contenta es algo hermoso y es que la quiero tanto, que lo único que deseo es su bienestar. –Dile al portero entonces, que podemos cenar mañana en la noche…- Me dice finalmente, cuando ya no puede crear otra excusa, tras escuchar mi sermón sobre que debe darle una oportunidad a cupido y salir con el guapo portero. Ok, está viejo, pero todavía utilizable.

El tiempo transcurre rápidamente. Me fui a acostar ansioso al saber que mi amiga tiene una cita y obviamente yo estaré allí. Ella no me ha invitado, pero como su mejor amigo me camuflaré en el restaurante para plasmar aquel hermoso momento en mi celular. Les sacaré millones de fotos. Tendido en mi cama me sentía como un padre orgulloso que va al acto escolar del hijo. El día en la escuela fue normal, como hace mucho no lo era. Para mi suerte Diego no me hizo clases, se ausentó porque no estaba bien de salud. Me preocupó en un principio, tan solo que luego recordé que me quiere lejos de su vida, que le deje de molestar. Tampoco me topé con Matías, parece que la valentía mostrada ayer se esfumó y al creer que el profesor de matemáticas puede hacerle algo, ha decidido olvidarme. Fue una grata semana de sexo, creyó en un principio que con ello lograría intimar con mi hermana, sin embargo al final terminó cayendo en mis encantos y se olvidó de toda chica.

Nada me importa más que lo que ahora veo con mis propios ojos. Me ubico en una mesa un tanto distante a la de ellos, pero en la cual puedo apreciar cada movimiento que ellos realizan. He llevado un periódico para poder tapar mi rostro, aunque lo bajo de vez en cuando para verles y sacarles hermosas fotografías que añoraré por siempre. Mi estómago está repleto de mariposas, es como si estuviese en el lugar de Catalina. Cuando quieres mucho a una amiga, sientes que todo lo maravilloso que le sucede, también te ocurre a ti. Camino a hasta este restaurante, los vi conversar calmadamente, incluso hubieron largos momentos en que ninguno de los dos habló, debieron haber estado muy nerviosos. Sin embargo, ahora que están eligiendo qué comer, les veo sonreír y secretear, como si se trataran de dos pequeños planeando sus fechorías. El lugar no es el más elegante de la ciudad, pero estoy seguro que le costó una buena parte del sueldo al portero. Los manteles están impecables, tan blancos que a ratos suele dolerme los ojos. En cada mesa hay un recatado arreglo floral, que nos entrega un agradable aroma a todos quienes ahí nos encontramos. El piso es de madera, al igual que las paredes, todo finamente pulido y esmaltado, parece como una vieja cabaña de bosque, tan natural para estar enclavada en plena jungla de cemento.

-¿Qué va a servirse el señor?- Me pregunta un hombre que más parece un pingüino que un garzón. Está rectamente parado, con el mentón en el alto y sin mover ni uno solo de sus músculos faciales. ¿En realidad existe esta gente? Pensé que así serían solo en las películas. -¿Qué es lo más barato que tiene?- Le pregunto con tranquilidad, para que no se diera cuenta que en realidad no ando con nada de efectivo. Termino pidiendo un café con un pastel, se suponía que es lo más accesible que poseían en la carta, sin embargo es del precio que iguala a tres meses de la mesada que Natalia me da. Pienso un rato en la forma en que deberé salir de aquel lugar sin que se den cuenta, porque aunque me gustaría, no puedo pagar lo que acabo de pedir.

¡Están riendo! Los veo a ambos sobre una nube, a muchos metros sobre el suelo. Es encantadora aquella escena, y es que hacen una preciosa pareja. Aunque estoy lejos puedo ver cómo sus ojos brillan al presenciar a quien tienen en frente. Conversan entre bocados y tal parece que se están revelando los secretos de sus vidas. ¿Catalina le habrá contado sobre Luchito? Si se estaban riendo de eso, significa que no hay ningún impedimento entre ambos, ahora bien, dudo mucho que eso sea. No pasan ni siquiera dos minutos cuando veo sus manos unirse lentamente sobre la mesa. Germán hace su táctica de forma simple, un tanto tímida, pero al ver que es correspondido, esboza una tierna sonrisa. Me siento tan emocionado con la imagen, que podría llorar de felicidad.

¡Santa cachucha! Ya se van. Me concentré tanto en comer aquel delicioso pastel que no pagaré, que se me olvidó seguir espiando a la pareja. ¿Se habrán besado ya? ¡¡No puede ser!! ¿Por qué soy tan glotón justo ahora? Sin nada más que hacer en el restaurante, busco el momento preciso para poder escapar. Alguien que se esté atragantando con un hueso, una señora desmayada, un niño con pataleta, busco una distracción de los garzones para poder huir, pero nada sucede. ¿Qué hago ahora?

-¿Desea algo más el señor?- Regresa nuevamente el pingüino bien parado. Me observa con detención, casi como si supiera que no tengo dinero y que busco escaparme sin pagar. -¿Sabes qué hacemos con los estafadores como tú?- Me dice al acercarse bruscamente, golpeando la mesa y encontrando mi rostro con su respiración potente. Veo cada surco que su arrugada piel ostenta, cada vello rasurado y finalmente me invade su perfume de anciano. Busco desesperadamente una forma de salir de este embrollo, algún artilugio que usar contra esta reencarnación de investigador privado.

Me levanto de un solo golpe, asustando al garzón. Trato de tiritar, que mi cuerpo menudo demuestre la fragilidad que no posee. Busco pensar en cosas tristes, en un gato sin comida, un perro atropellado, una abuelita sin su placa dental, un hombre sin su pene, Matías castrado, y en aquel momento, con aquel argumento, comienzo progresivamente a sollozar. -¿Cómo puede ofrecerme tal barbaridad? ¿Cómo cree que podría acostarme con usted a cambio de lo que he comido? ¡Es un degenerando!- Grito a los cuatro vientos con tal que todos los presentes escuchen mi acusación. Primero le veo rojo, luego azul y últimamente morado, es tanta la vergüenza que tiene el hombre que no puede esconderlo. Se siente observado por todos sus clientes. -¡Cállate mocoso! Todo eso es mentira.- Intenta que deje de calumniarlo buscando con sus manos cerrar mis labios, pero aquello fue lo peor que pudo realizar. –Qué hombre más descarado… Es un pervertido que busca saciarse con la inocencia de pequeños… Nunca más vendré a este lugar, quizás qué cosas puede hacerle a mis hijos… ¡Debería irse preso!- Son algunos de los murmullos que escucho a mi alrededor. He conseguido lo que he querido, ya nadie se acuerda de mi deuda y todos buscan atacar a mi verdugo garzón, disminuido ahora a su mínima expresión. Veo la desesperación en su mirada mientras corre, un grupo de clientes busca golpearlo y él debe huir. Con mis inocentes y tiernas manos le hago un ademán para despedirme, por sobretodo soy educado.

Me hacen pasar a una oficina finamente decorada, de paredes de madera como todo el restaurante, aunque estas son de mejor calidad, más delicadas al tacto. Ahí me encuentro con quien luego sé es el dueño del local. –Lamento mucho lo sucedido, espero que pueda disculparnos… Queremos ofrecerle lo que usted desee de nuestro menú como forma de desagravio…- Como no, lo que quiere realmente es que no les denuncie a la policía, cosa que obviamente no haré porque todo es una mentira. Ya que soy muy obediente, le hago caso y pido comida del menú. Así termino caminando a casa cargando bolsas que contienen langosta, caviar, locos, filete miñón, carne de wagyu, tartar de salmón rosado, trufas blancas y lo que más me gustó: criadillas. ¿Pueden creer que se pueden comer los testículos de los toros? Lo encontré de lo más sexual y lo pedí. ¡Él dijo que eligiera lo que me gustara del menú! No es mi culpa que tengan platillos tan ricos.

Dejo los manjares en mi refrigerador con un poco de pena, por intentar escaparme sin pagar, dejé de seguirle los pasos a mi amiga y ahora no sé cómo terminó la velada. Germán tal parece que pidió la noche libre, ya que no lo vi en la portería al llegar. ¿Habrán terminado en las sábanas de una cama? Y si es así, ¿en cuáles? ¿Dónde? La duda me correo y es que necesito saber con lujo de detalles sobre la felicidad de Catalina, ¿qué puede suceder si el portero se entera que mi miga tiene sorpresita? Tal vez la trate mal y debo estar allí para cerciorarme que no le haga nada malo. De pronto recuerdo que poseo una copia de las llaves que abren la puerta trasera del local de mi amiga. Sería extraño que ambos intimaran en aquel lugar, pero nada pierdo con intentarlo. Así es que me animo y bajo las escaleras con tal de protegerla.

Me escabullo entre los pasajes hasta lograr encontrar la puerta indicada, deslizo la cerradura hasta lograr abrirla y entro con sumo cuidado al salón de belleza. No están en la sala principal, tampoco en los baños, mucho menos en la bodega. Solo me queda indagar en la oficina de Cata. No tengo mucha fe de encontrarlos allí, quizás han arrendado una pieza de motel. –Tú me enciendes Germán… Así… ¡¡Sí!- Es la forma en que me doy cuenta que la cena fue tan cara que no les quedó más que intimar en aquella habitación. Escucho a mi amiga gritar orgásmicamente mientras abro la puerta, no he visto nada y me detengo un poco antes de seguir. ¿Está bien que los vea en una situación tan privada? ¿Mi amiga haría eso conmigo? Y la última pregunta me permite sacarme todo cargo de conciencia y seguir con mi afán de espiarlos, y es que seguramente la estilista sí me vería teniendo sexo sin ningún pudor.  

Si están manteniendo relaciones, ¿Germán ya conoció la sorpresa de mi amiga? Me pregunto, sin embargo nuevamente los hechos me explican mucho mejor que la deducción. Lo primero que contemplo es al portero besando apasionadamente a Luchito, succionándolo y logrando que Cata se retuerza del placer. Eso me deja en claro que lejos de desagradarle, le gusta el pene de aquella mujer. Una pregunta llega a mi cabeza de pronto ¿Quién va a penetrar a quién? ¿Germán a la estilista? Sería lo más obvio conociendo la personalidad de ella, pero ¿y si es al revés? Creo que es algo que no quiero averiguar y por primera vez apaciguo mis instintos pervertidos, cierro lentamente la puerta y me marcho del lugar. Ya he tenido muchas emociones por un día. Además, si mañana el portero comienza a cojear, sabré que es porque mi amiga es de lo más activa.

Corro como nunca antes, ayer me acosté tan de noche luego de espiar a Cata, que hoy me he quedado dormido. “Un alumno no puede llegar tarde dos días en una misma semana, de lo contrario, será causal suficiente para agendar una reunión con su apoderado”. Es lo que recuerdo que dice el Reglamento Escolar del Instituto General y si mal no recuerdo, ya me he atrasado un día y no puedo permitir que molesten a mi hermana. Las calles las transito con rapidez, debo llegar en cinco minutos al colegio. Aun sin saber cómo, logro mi meta. -¿No recuerdas que hoy no hay clases? Puedes llegar más tarde porque son las competencias deportivas…- Me dice el inspector al verme llegar jadeando. ¡Estúpida memoria! Se me había olvidado. Yo usualmente asisto a este tipo de eventos, aunque lo hago con mi cámara profesional, para plasmar los traseros regordetes de mis compañeros con sus hermosos uniformes. Ahora deberé conformarme con mi celular.

No voy a las graderías, porque allí están todos los trogloditas, así es que siempre observo las competencias desde el segundo piso del edificio. Me afirmo del barandal y espero a que den inicio. Para mi suerte el primer partido es de básquetbol y en uno de los equipos se encuentra Matías. Le he visto completamente desnudo, de todos modos ahora me maravillo con su cuerpo cubierto con aquellas telas tan ligeras, aquellos cortes tan largos que le hacen ver masculino. Eso unido a que sus compañeros, también musculosos, se ven del mismo modo, me hacen llegar al cielo. ¡Veo a tantos ángeles frente  mí!

Mi ex amante botea el balón esquivando a sus contrincantes, se ve como un soldado en el campo de batalla, sudado, brillando al sol y luciendo su musculatura perfecta. ¡Me lo quiero tirar! Pienso de inmediato, sin embargo una presencia me hace regresar al segundo piso. Volteo la cabeza y me encuentro con un cabello castaño, casi rubio al tacto con el sol. Está viendo también el partido, acaba de apoyarse al barandal. –Pensé que estarías grabando a tu nuevo amigo.- Me dice Diego sin siquiera mirarme a los ojos. Sé que se refiere a Matías, su acento demuestra cierta incomodidad. El otro día estaba llorando luego que volvimos a intimar, pensaba que no me hablaría nunca más. –Della Rovere es muy popular… Creo que cumpliste tu fantasía más grande… ¿Lo pasan bien juntos?- Sigue platicándome y mirando el partido. Lo observo con extrañeza, ¿de quién rayos está hablando ahora? ¿Se ha vuelto loco? Por fin despega su mirada de los jugadores y me observa. Esboza una pequeña sonrisa y vuelve a tomar atención a lo que sucede allí abajo. -¿Ni siquiera sabes el apellido de Matías? Tuve que suponerlo… eres tan despistado…- ¿En serio se llama así? En todo caso ni siquiera importa, dudo que él sepa que me apellido Prats.

El silencio invade nuestra plática un par de minutos. Observamos a los jugadores disputarse el balón, tratando de encestar y festejando cuando lo logran. Quedan pocos minutos de partido cuando siento un fuerte escalofrío. La mirada potente de Diego quema mi piel y recién ahora me percato que me observa. Giro en su dirección y me encuentro con un brillo especial en sus ojos. Ya no es la rabia del otro día, o la complicidad de cuando éramos amantes, es algo mucho más profundo. –Me ha costado… Tal vez en un principio no lo quería reconocer, pero siempre lo he sabido… Te metiste en mi vida sin que te lo pidiera y… Tú eres el culpable de todo esto… solo tú…- Me dice tiernamente, como si estuviera dirigiéndose a uno de sus familiares. No sé por qué, pero toma mis manos y las une con las suyas. Estamos en el colegio y creo que eso ya no le importa, se encuentra muy cercano, tanto que percibo su calor en mi piel. Desea seguir con sus palabras, sin embargo es interrumpido por los gritos de los muchachos allí abajo. Festejan porque uno de los jugadores acaba de encestar y con ello, les ha entregado la victoria. Ambos miramos en aquella dirección, aun unidos por nuestras manos. Vemos cómo todos felicitan a Matías y de pronto, no sé cómo, siento una conexión entre mi mirada y la de Della Rovere. Dibujaba una flamante sonrisa, y al verme, la borra por completo. No, no es por ello, luego me percato que ha sido por mi cercanía al profesor.

-¡Gracias, Gracias! ¡Quiero dedicarle este triunfo a la persona que ha robado mi corazón!- Grita de pronto el joven, interrumpiendo los vítores que sus compañeros le regalan. En todo momento observa hacia donde yo me encuentro. Creo que debido a la atención que nos está dando, Diego decide alejarse y dejar de tomarme las manos. ¿Qué quiere hacer este tipo? ¿Acaso busca burlase de mí diciéndoles a todos en público que tiene nueva novia? Debe ser una de las tantas chicas fáciles del Instituto Femenino, ese que todos sus amigos visitan tan solo al terminar las clases. -Si ustedes no lo aceptan, a mí me da igual… Yo seguiré al lado de la persona que quiero, de mi nuevo novio… ¡Renato!… ¡Te amo!- Grita mientras me apunta en lo alto del edificio. ¿Qué mierda hace? Quedo igual o más perplejo que sus amigos allí abajo. ¿Qué significa todo esto? Diego me toma de las manos y este tipo… este… ¿Somos novios? 

Notas finales:

Muchas gracias por leer!!!!

 

¿Qué piensan de lo que hizo Matías? ¿Será verdad o lo hizo para espantar a Diego? :P

 

Nos leemos!!!


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