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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!! Espero que se encuentren muy bien :3

Aquí les traigo un nuevo capítulo, traté de apurarme lo más que pude xD

Espero que les guste!!! :D con mucho cariño para ustedes <3

Una pregunta... cuando les dije que habría drama, ¿en qué pensaron? ¿qué tipo situaciones creen que vendrán? Tengo curiosidad con eso jajajaj xD

 

A leer!!

CAPITULO X: Competencia.

-¡¡Eso es mentira!!- Grito cuando logro salir de la impresión. ¿Qué estaba pasando por la cabeza de Matías cuando decidió decir aquello? ¿Acaso está loco? Ahora todos me observan aún más sorprendidos que antes, intercalan sus miradas entre mi rostro de enfado y las descompuestas facciones de Della Rovere. Sólo hemos intimado, ha sido una relación meramente sexual, de tan solo una semana ¿y resulta que se ha enamorado? ¿Ahora somos novios? No sé qué pretende, mas no quiero quedarme allí para averiguarlo. Doy media vuelta para poder irme junto a Diego, seguir aquella conversación que Matías interrumpió, pero grande es mi sorpresa cuando me percato que se ha marchado. ¿Qué sucede con mis amantes hoy? Un día sin tener sexo con ninguno de los dos y comienzan a actuar extraño.

Bajo las escaleras para ir al baño de la planta baja cuando me topo frente a frente con Arturo. El nerd que ahora resulta ser nazi, se interpone en mi camino, impidiéndome seguir con mi rumbo. –Así que el maricón anda transformando a la gente decente, ¿le prestaste el trasero a ese sujeto? Ahora resulta que te ama, ¿a cuántos más llevarás a la inmundicia?- Me dice con una actitud diferente, raramente hoy se presenta con mayor seguridad que antes, empoderado como si estuviera cargando un arma. ¿Qué si le presté mi encanto? Claro que sí, y tanto que ya ni puedo sentarme. ¿Voy a gastar mis palabras con esta basura? Claro que no, tengo algo mucho mejor preparado para él. Bajo el último escalón que se aleja de su uniforme perfecto, de su cabello engominado y aquella piel morena que se jacta de seguir los pasos del adorador ario, del genocida de Hitler. Estamos a un palmo de distancia, puedo ver las imperfecciones en su piel y sentir el pavor de tenerme tan cerca. Mirándole detenidamente a los ojos, poso mis brazos en sus hombros, le abrazo delicadamente antes de unir mis labios a los suyos. Adentro mi lengua en aquella cavidad desagradable, busco su lengua que impávida deja de moverse ante aquel acto tan abrupto. -¿Acaso estás celoso? ¿Querías que te prestara mi trasero? No tienes que tratarme tan mal para llamar mi atención…- Le digo sarcásticamente mientras observo aún la perplejidad de su cuerpo. Se ha convertido en una estatua, ni siquiera puede moverse. Aprovecho esto para pasar por su lado y seguir con mi camino.

Doy unos cuantos pasos, creo que aquella escena había quedado hasta ahí, sin embargo de pronto escucho unos gritos furibundos a mi espalda. -¡Te eliminaré como la basura que eres! ¡Los sucios maricones como tú deben morir y dejar de contaminar nuestra sociedad! ¡Te voy a matar! ¡Lo juro!- Grita como si se tratara de un cerdo en el matadero. No hago caso a sus delirios de fascista a medio fabricar, ni siquiera me detengo a pensar en aquellas palabras tan estúpidas. A los perros hay que dejarlos ladrar.

Es impresionante aquel momento en el cual sientes salir tu orina, todos los problemas se escapan de tu mente y entras en un trance profundo, uno en el cual me gustaría vivir. Lamentablemente es breve la calma y como si no fuera poco con lo vivido recientemente, tan solo al subir el cierre de mi pantalón, veo entrar al baño a Matías. Ambos nos ignoramos los primeros minutos, dejo los urinales y camino tranquilamente hacia los lavamanos. Me doy el tiempo de arreglar mi cabello, aunque en todo momento contemplo el reflejo del muchacho en el espejo. Ambos jugamos de la misma manera, ya que él serenamente afirma su espalda  en la pared paralela, apoya sus manos sobre la cabeza, dejando suspendidos sus poderosos brazos, sus músculos lucen aún más grandes y trabajados. Parece que la vida se le va en mirarme a través del espejo, esperando el momento idóneo para hablar. -¿Te das cuenta que mientras más me rechaces más te voy a perseguir?- Dice finalmente, sin cambiar aquella pose de supuesta madurez. Esbozo una sonrisa a medias, riéndome de sus palabras. Volteo para encararle y responderle de la misma manera que lo hice delante de todo el colegio. -¿Tú enamorado de mí? Por favor, si solo hemos tenido sexo… Sé sincero y dime qué es lo que buscas con esto, ¿a qué estás jugando?-  Le digo sin tapujos, no recibo respuesta por unos largos minutos.

Aburrido de esperar, me encamino a la salida para dejarle atrás, tan solo que antes de lograrlo siento sus manos afirmándome de los hombros. Giro sin mayor ánimo y le encuentro por fin con una contestación. –No sé por qué lo dije, pero… creo que no me arrepiento… De repente te vi con ese profesor, te veía tan… tan… enamorado y yo, solo… grité lo que escuchaste… ¿Tienes alguna relación con él? ¿Son novios secretos o algo? ¿Es mi rival?- Me dice tantas revelaciones importantes en tan poco tiempo que termino colapsado. Por primera vez en mucho tiempo, no sé qué hacer ni decir. ¿Diego me miraba enamorado? Es otra aseveración estúpida, al igual que con este chico, solo he tenido sexo con él y eso no quiere decir que puedan crear algún sentimiento romántico hacia mí. Por favor ¡El amor no existe! ¿Qué es eso de me gustas y te amo? Nunca he creído en esas bobadas, para mí existe el deseo sexual y las hormonas que lo crean, nada más. Si desean tener intimidad conmigo, pues no me enojo y podría estar con ambos, pero eso de ser novios y fidelidad, no es algo que va conmigo. Las flores, los chocolates y los corazones son los mecanismos que tienen los hombres heterosexuales para ir persuadiendo a las mujeres, con el único fin de encamarse como premio final. ¿Para qué complicarse tanto? A mí me dices “Quiero follar” y yo acepto gustosamente.

Este tema del romance, termina por disgustarme, por lo que decido por terminarlo de la mejor manera. –Mira, si quieres seguir teniendo relaciones conmigo, no tengo ningún problema… No es necesario que hagas todo este show tan patético… Te espero a las seis de la tarde en mi departamento, lleva condones y la cara llena de alegría, mira que hasta el momento andas bastante pesado…- Le digo antes de marcharme por fin. La vida es una de las cosas más sencillas que hay, todavía no entiendo la manera en que las personas tratan de complicarla tanto. Tienes hambre, come. No tienes dinero, trabaja. Quieres amor, contrata un prostituto. Quieres sexo pero no tienes cómo pagarlo, mastúrbate. Así de simple.

“Yo creo que lo violó…” “Debe saber un secreto de él y ahora lo está extorsionando…” “Yo sabía que Matías era gay, los que más van al gimnasio, son los que más les gusta el pene…” “¿Se habrá contagiado? ¿Y si yo me convierto en gay también?...” “Que escándalo, después que aprobaron el matrimonio igualitario y han salido todos esos grupos musicales como Cassiopeia, ahora todos son homosexuales…” Son algunos de los comentarios que escucho entre pasillos, tal parece que la declaración pública de Matías es el tema del día, no hay alma que no platique sobre ello. Creerán que en una escuela de hombres no existen chismes ni nada parecido, pero están muy equivocados, a veces los chicos podemos ser más chismosos que las mujeres, bueno, por lo menos estos especímenes, lo que es yo, me importa un comino lo que le suceda al resto.

Como es costumbre, luego de salir de clases llego a mi casa y salgo de inmediato rumbo al salón de belleza. Hablaré con mi mejor amiga, y es que quiero escuchar de su propia boca cómo fue la cena de ayer con Germán. Prácticamente sé la mayor parte de lo sucedido, tan solo que quiero rememorarlo desde su propia protagonista. –Fue genial… todo era tan hermosos, el restaurante, los platillos… por sobre todo la compañía… Él es tan divertido, es todo un caballero y nunca intentó sobrepasarse conmigo…- Me dice con el brillo de una colegiala enamorada en los ojos. Lamentablemente, esta vez no la encuentro sola, está atendiendo a una anciana que se ha ido a tinturar el cabello. Hacemos como si ella no estuviera y seguimos con la plática. -¿Eso quiere decir que solo hablaron? ¿No llegaron a nada más?- Digo intentando parecer sorprendido, porque sé perfectamente que tuvieron un encuentro en la oficina que está allí atrás. –No cachorro, no entendiste bien… Te dije que él era un caballero, no que yo fui una dama… Ayer me comporté como una yegua, hace tanto que no probaba pene, que me desenfrené… Le quité la ropa, le succioné hasta la piel que hay entre los dedos… Luego él… bueno, se hizo bien amigo de Luchito, tuvieron una plática de lo más animada… y cuando ya no podía más… ¡Bam! Me senté sobre él y comencé a saltar como loca… ¡Así, así!- Me dice animadamente, mientras se posa sobre al cuerpo estremecido de la anciana, quien la observa temerosa. Catalina ha olvidado la presencia de su cliente y me sigue narrando ocupando a la pobre señora como muñeco. No les contaré cómo ejemplificó el momento en que ambos tuvieron sus orgasmos. Si hay algo claro, es que la pobre anciana no volverá a tinturarse el cabello nunca más en su vida.

Veo como la mujer abandona el local tan rápido como si su vida dependiera de ello. En este pequeño momento logro darme cuenta de dos cosas. La primera es que aunque conserve a Luchito, mi amiga es pasiva, me quedó más que claro con su demostración. La segunda, es que ya puedo comprender por qué la tienda siempre está vacía.

Nada puede empañar la alegría de Cata y eso es el mejor regalo que pueda recibir. Está emocionada con esta nueva oportunidad que le está dando la vida, una que llega en sus cincuenta, cuando ya toda esperanza se había esfumado. –Me gustaría tener tres hijos… Un perro y un gato… Vivir en el campo en una casita pequeña, rodeada de árboles y flores… Tener una vida tranquila en un lugar donde nadie me moleste por mi pasado, donde pueda educar a mis niños como he intentado hacerlo contigo… Claro que no te olvidaré, siempre tendrás una cama para cuando vayas a visitarnos…- Me dice sonriendo, saltando por aquí y por allá, parece una mariposa revoloteando en un campo de rosas. Finalmente me termina abrazando y es que necesita compartir con alguien toda la dicha que la vida le ha entregado. –A… a… mi…ga… No… pu… pu… puedo… res… pi… rar…- Trato de decirle mientras el aliento se me escapa. Me ha apretado tan fuerte, que me ha impedido seguir inhalando aire. Apenada se disculpa y me suelta, más por mi rostro morado que por mis susurros casi inaudibles. –Lo siento mucho… es que a veces se me sale lo macho que llevo adentro…- Y no puedo parar de reír cuando me lo dice.

Como era de esperar, Cata no solo querría hablar de ella, sino que también de mí. Me pregunta gentilmente qué ha sido de mi vida el día de hoy. –No sé qué le sucede a la gente. Primero se me acerca de lo más extraño Diego, tímido como nunca antes siendo que casi me viola el otro día. Estaba a punto de decirme algo, cuando de pronto aparece la voz potente de Matías diciéndome que me ama…- Y hubiera seguido con el relato, sino fuera por el grito fuertísimo que emite mi amiga. Parece como si le hubiesen inyectado hace poco adrenalina, porque se mueve de un lado a otro. -¿Te ama? Es que me muero muerta…. ¡Mi pene violador! ¿Eso es verdad? ¿El machote le terminó gustando? ¿Entonces ahora son novios? ¿Y Diego? Es obvio que él también está loquito por ti, de lo contrario te hubiera dejado tranquilo y no te hubiera seguido nuevamente… ¿Qué vas a hacer? ¿A cuál eliges?- Habla tan deprisa que apenas puedo descifrar sus códigos. No entiendo por qué la gente reacciona así ante la palabra amor. Ella es romántica y la entiendo con lo que ha vivido al lado de Germán, pero yo no soy así, el tema no me importa. -¿Tengo que elegir? Me gusta tener sexo con ambos… Diego es tierno y tímido, con él puedo ser rudo y audaz… Matías es apasionado y bruto, me encanta ser sumiso en su compañía… Ambos son totalmente distintos, con ambos quiero seguir intimando y con ningún quiero tener una relación amorosa… No lo necesito…- Le respondo mientras sus ojos de Sailor Moon se desvanecen poco a poco, como si mis palabras le hubieran defraudado. Sé que no está de acuerdo con mis pensamientos, sin embargo se queda callada, no busca hacerme cambiar de parecer ni nada, simplemente culmina aquella plática allí.

-¿Te había contado que tengo unos compañeros que se creen nazis? Son unos imbéciles de lo peor… Hoy uno de ellos me encaró y yo no pensé nada mejor que besarlo. ¡Hubieras visto su rostro! Es tan tarado… Luego reaccionó, me dijo que me iba a matar y no sé qué más… Son tan patéticos.- Le digo tratando de alivianar el ambiente, hacerle reír un poco, aunque consigo todo lo contrario. Si sus facciones ya lucían preocupadas luego de la anterior charla, ahora se muestra realmente descompuesta. Se sienta frente a mí y toma de mis manos, las acaricia delicadamente mientras me observa con detención. –Cachorro, prométeme que tendrás cuidado con ese grupo ¿ok?- Me dice preocupada, como si fuesen una real amenaza. Le respondo que no debo molestarme con ellos, no creo que puedan hacerme algo, son un grupo de estúpidos con ínfulas de superioridad. –No mi amor… Ellos nunca andan solos, son de temer… Por favor, júrame que no vas a enfrentarlos nunca más… Te lo suplico, no podría seguir viviendo si sé que te han hecho daño… No quiero pasar por esto nuevamente…- Acaricia mi rostro con la paciencia de una madre devota. Su tono es conciliador, calmado como un cántico infantil. Logro descifrar algo muy oscuro en su mirada, un suceso pasado que le hace sufrir hasta hoy en día. Hago un ademán con la cabeza para prometerle que no me meteré en problemas. Aunque quisiera preguntarle, no podría, he enmudecido de pronto. Es una de las personas que más amo en este mundo y no puedo creer que sepa tan poco de su pasado. Ella siempre me lo ha ocultado, de una u otra forma ha intentado olvidar el sufrimiento de antaño. ¿Qué es aquello tan gris que nubla su mirada y le hace estremecer de aquella forma?

Llego a mi departamento antes de las seis de la tarde, tengo solo un par de minutos para ordenar todo, ya que en poco tiempo más llegará Matías para nuestra “cita”. Escondo ropa debajo de la cama, los platos sucios los guardo junto con los limpios, abro las ventanas para que entre aire fresco (No tan puro, pensando que vivo en el centro de la ciudad). Todo parece impecable, aunque solo en apariencias, realmente es un caos. Exhausto me recuesto en el sofá a esperar a mi amante. He alcanzado a conocerle y sé que es impuntual, por lo que me sorprende al sentir que llama a mi puerta a las seis en punto. -¡Que puntual! Me impresionas…- Le digo mientras me entero de lo que hay al otro lado del umbral. Para mis sorpresa no me encuentro con el chico de ojos celestes, sino que con un hombre vestido elegantemente, llevando entre sus manos un ramo de rosas rojas y en su rostro, una expresión de nerviosismo, como si estuviese a punto de encontrarse con un juez de la corte. –Buenas tardes… estas flores… son para ti…- Diego me habla sin siquiera poder mirarme a los ojos, de todos modos me entrega su presente. ¡Qué forma más cursi! Pienso de inmediato, aunque no puedo negar que algo en mi interior se estremece ante aquel acto. ¿Qué debería hacer? Me quedo contemplándole, mientras él se alista a enfrentarme. –Cuando creía amar a Adriana, mi vida era monótona y pensaba que era lo mejor, que la tranquilidad era sinónimo de felicidad… Gracias a ti supe que estaba construyendo mi vida en una mentira y aun sin saber cómo, me cambiaste por completo… Pusiste toda mi existencia en desorden y por primera vez me sentí vivo, libre de las ataduras a las cuales me sujetaba antaño… A veces recuerdo las cosas que hemos hecho y simplemente sonrío… Tú me has hecho un mejor hombre, ser más feliz y por eso… por eso… no lo pude evitar y ahora… Te amo…- Y si antes estaba impresionado, ahora simplemente me he congelado en el tiempo. ¿Qué ha dicho?

-Entonces era verdad, tienes un idilio con el profesor…- Escucho como si se tratase de un fantasma, aunque no debo esperar mucho para enterarme de quién se trata. Matías aparece por el pasillo de mi piso, acaba de subir las escaleras y se ha encontrado con esta escena. Le veo enfadado, viendo furibundo a Diego, con todo su cuerpo contraído como si quisiera explotar. – ¿Le regalas flores? Qué forma más patética de llamar su atención… ¿Acaso no te das cuenta que estás muy viejo para Renato?- Continua con su veneno, perdiendo todo respeto hacia el maestro y tratándole como uno más de sus compañeros. Recabarren luce descompuesto, le han descubierto in fraganti. Ya estaba nervioso por venir a mi casa, ahora con la aparición de este muchacho ha empeorado mil veces, estoy seguro que en cualquier momento se desmaya.

No sé qué decir ni hacer, los contemplo ahí parados, ambos mirándome y esperando a que actúe. De pronto veo cómo la puerta de enfrente se abre y aparece mi vecina, una cuarentona cuyo pasatiempo es escudriñar en la vida del resto, inventando historias si es que es necesario con tal de poseer algún tema de conversación. Observa la escena con fascinación y en vez de seguir con su camino, se queda pendiente de todo lo que sucede. Así me doy cuenta que debo hacer entrar a mis “visitas”, no quiero que esta mujer le diga lo sucedido a mi hermana. –Que genial que hayan venido a mi cumpleaños, ¡Pasen, primos!- Digo mientras les obligo a pasar al departamento. Una vez logrado, aunque fue dificultoso, cierro la puerta y le sonrío a la vecina. ¡Te he ganado!

Al voltearme me percato que ahora sí ambos me observan con extrañeza, aunque siguen igual de mudos que afuera. Estos dos me estresan de sobremanera y ya no sé cómo actuar. Al parecer Della Rovere logra entender que no llegará a nada si sigue sin hablar, así es que sorpresivamente encara a Diego. –Sé que te gusta Renato, eso es evidente y luego de lo que he visto, no puedes negarlo… Yo también estoy interesado en él, así es que te propongo un trato.- Dice seriamente, olvidando todo resentimiento y llamando la atención del maestro, quien se sorprende con la madurez de su alumno. –Juguemos como caballeros… Tratemos de enamorar a Renato sin hacer trampas y quien no lo logre, se retirará de su vida sin quejas, asumiendo que ha perdido… ¿De acuerdo?- Le escucho asombrado, no sé cómo, pero termino convertido en un trofeo en medio de una competencia que ni siquiera he autorizado. Lo que más me llama la atención es que finalmente Diego acepta el trato y ambos se estrechan la mano con fuerza, sonriéndose y dejándome de lado, como si no tuviera nada que ver en ello.

Ambos parecen convencidos con la medida, como si fuesen dos amigos que se sientan frente al televisor para jugar, envueltos en todos los buenos valores de una competencia sana. ¿Así es que competirán por mí? ¿Sin hacer trampas? Bueno, si quieren jugar… juegos les entregaré. –Me parece genial… Entonces comencemos la competencia aquí y ahora… ¡Ustedes dos desvístanse! Porque haremos un trío…- Les digo mientras tomo la iniciativa y me saco la polera de un solo movimiento. Les veo perplejo ante mi sonrisa de satisfacción, luego ambos se contemplan de pies a cabezas, dándose cuenta que pronto se verán desnudos mientras ambos buscan saciarse con mi cuerpo. ¿Querían un desafío justo? Aquí les tengo la solución. Ahora quiero ver si se atreverán. 

Notas finales:

Muchas gracias por leer!!

Nos encontramos en el próximo capítulo!!!


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