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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!! Espero que se encuentren de maravillas y que el sol esté iluminando elegremente sus bellos rostros :3

Bueno, aquí les traigo un nuevo capítulo, quizás no haya romance ni actos pervertidos, pero espero les guste :3

 

EXPERIENCIA PERVERTIDA

Bueno, cuando me sucedió esto me di cuenta que quería compartirlo con ustedes. Resulta ser que hace dos días acompañé a mi madre a hacer unos trámites y luego de ello comimos burritos en un centro comercial. Todo iba bien hasta que cada uno fue al baño. Entré y me dirigí a los cubículos, y es que me da mucha verguenza orinar en los urinales e.e por lo que mientras caminaba hacia allá, vi a un hombre un poco mayor que yo, que estaba en parado haciendo pipí en aquel aparato blanco. Me quedó mirando detenidamente, de hecho, volteó para seguir mirándome cuando pasé por atrás. Cuando cerré la puerta de mi privado, me di cuenta que era muy grande y que lo más probable es que fuera para minusválidos. Me sentí horrible y entendí que el hombre me estaba observando para criticar mi elección. Pensé que sería eso, hasta que salí del cubículo y hombre seguía allí mirándome fijamente, sacudiendo su miembro mientras me contemplaba con unos ojos que no veo comunmente. Sí, me estaba ofreciendo sexo en pleno baño público. ¿Qué hice? Les cuento al final de este capítulo ;)

CAPITULO XVIII: Él no me agrada.

La ira transita por mis venas, estoy furioso por lo ocurrido con Matías. No puedo creer que haya estado involucrado con un chico tan narcisista, todo el mundo debe caer a sus pies y de no ser así, se frustra a tal manera que acaba de agredirme. Hace no mucho moría por los chicos agresivos, soñaba con la idea de intimar con un hombre de cuerpo fornido, grandes músculos, brazos tatuados y barba prominente, aquel prototipo de macho peligroso. Ese era mi tipo ideal y ahora, sabiendo lo que puede llegar a ser alguien con aquella personalidad, me he enterado que la ternura de Diego me ha embrujado. Creo que finalmente mis sueños jamás se realizarán y estoy feliz por ello.

Camino por los pasillos para ingresar a clases, para mi suerte aquel chico no me ha retrasado y me siento en mi puesto justo antes de ver a mi nuevo profesor de matemáticas. No puedo impedir que un suspiro brote de mis labios y es que esta será la primera vez que no vea a mi amado intentando enseñarme. –Bueno días muchachos, espero que tengamos una relación cordial y que podamos sacar provecho de esta asignatura…- Inicia su plática aquel enano con forma de balón. ¿De todos los postulantes tenían que elegir al menos agraciado? Este hombre bordea los cincuenta años, su cabello se centra netamente alrededor de su nuca y es que el resto de su cuero cabelludo brilla grácilmente a favor del sol. Su cuerpo es una circunferencia perfecta, una pelota con cuatro pequeñas extremidades que conforman sus piernas y brazos. Parece vestirse de forma sencilla, tan solo que al llevar los primeros botones de la camisa desabrochados me desconcierta, aquel intento por parecer un macho latino, mostrando el vello del pecho me aterrorizan de tal modo, que en un par de segundos creo que sería mejor convertirme a la heterosexualidad.

Con pesar abro mi libro. No alcanzo a espantarme por las nomenclaturas extrañas y los símbolos horrendos, cuando veo aparecer a uno de los inspectores. Su rostro demuestra un estado de descontento profundo, intuyo que debe ser por el repentino despido del director, cuando asuma la nueva autoridad, todo ha de cambiar para ellos, eso debe atemorizarlo de sobremanera. –Pueden sentarse chicos. Mi visita será breve. Vengo a informarles que desde el día de hoy tendrán un nuevo compañero.- Indica antes de hacer ingresar al mencionado. ¡Ese es gay! Es lo primero que se viene a mi cabeza cuando le veo. Muchas veces he escuchado aquello que los homosexuales nos reconocemos tan solo al mirarnos y bueno, de vez en cuando, eso es verdad. Es que incluso alguien que nunca haya visto a alguien así, podría darse cuenta al observarlo. Se posiciona frente a todos nosotros con mucha facilidad, observa detenidamente a cada uno como si buscase algo en particular, algún chico guapo debe ser. Su cabello es claro, tal vez no sea rubio, pero está muy cerca de serlo. Su piel es sumamente pálida, tanto que puedo comenzar a sospechar que se trata de un vampiro. Es delgado y no más alto que la media, tal vez sea de mi propia estatura. Sus facciones son finas, pero lo que más impresiona en su seguridad, aquella que le hace colocar sus manos en la cintura y enfrentar las malas miradas de sus nuevos compañeros, especialmente de aquellos amigos de Arturo. –Hola chicos, mi nombre es Kevin Bolingbroke, tengo trece años y soy gay.- ¿Qué? ¿Cómo se le ocurre ser tan directo? ¿Acaso no se enteró en los periódicos del suicidio de Dieter por ser diferente? Es que está buscando ser el blanco de los ataques de los nazis. –Qué asco y tiene el descaro de jactarse frente a todos…- Escucho de pronto en el puesto de adelante. Arturo, quien aún lleva parches en las heridas que dejé en su rostro, no ha visto mermada aquella apatía por los homosexuales y comenta repelente a su compañero de mesa. ¿Acaso nunca aprenderá? ¿Qué debe suceder para que la gente como él cambie?

Como era de esperar acaba la clase sin que pueda entender nada. El profesor abandona la sala y me da la libertad para salir de mi lugar. Mi pobre angelito ha decidido suicidarse, no dejaré que otra persona inocente sufra las mismas atrocidades que él. Aunque su desplante de muchacho engreído no me ha parecido agradable, trataré de protegerle de todos modos, no quiero que nadie más cometa aquel terrible error. –Hola, ¿puedo hablar contigo?- Me dirijo al rubio cuando éste todavía se encuentra sentado. Me percato como desliza la mirada por todo mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, analizándome como si buscara descubrir si soy digno para acercármele. Su mirada es densa, prepotente y altanera. No dice ni hace nada ante mi petición, por lo que sigo hablándole, aunque luego de lo que acaba de hacer, me gustaría romperle el rostro a golpes. ¡Paciencia! –Mira, no quiero que me malinterpretes, pero el ambiente en esta escuela no es fácil. Así es que si no sabes defenderte, será mejor que no andes contándole al resto que eres gay… Para serte sincero te veo bastante frágil y no me gustaría que sufrieras como otros niños aquí…- Le digo intentando endulzar mis palabras, buscando acercarme a alguien que ni siquiera ante este intento logra ser amable. Nadie debería esconderse, todos deberíamos ser y hacer lo que queramos intentando amar al resto, sin embargo luego de lo sucedido con Dieter, me he dado cuenta que no todos podemos ser tan fuertes. Mientras las cosas no cambien en el Instituto General, será mejor que este chico no provoque a imbéciles como Arturo.

Al deslizar bruscamente la silla, se escucha un rechinido brusco. Le veo alzarse frente a mi rostro, buscando la peor de sus facciones me observa con superioridad, tal como si estuviese frente a un esperpento. –Ningún moreno, pelo oscuro y delgaducho me va a decir qué es lo que tengo o no que hacer, ¿me entendiste? La gente bella como yo no le hace caso a feos como tú, así es que ponte en tu lugar y mira como todo el colegio se pone a mis pies… Luego sabrás que debes envidiarme en vez de ayudar… Ah, y si lo que buscabas era hacerte mi amigo, te informo que no me junto con perdedores como tú.- Y sin más se marcha rumbo al patio, con aquella postura desafiante, el mentón en lo alto mientras observa a todos por sobre su ego, humillando como si con ello demostrara que es superior. Reacciono luego de unos minutos, y es que sus palabras me han dejado perplejo. Antes imaginaba que personas así solo existían en las películas norteamericanas, y ahora me encuentro con este espécimen que poco conoce de empatía. Le hubiera golpeado, de hecho, si vuelve a hacer aquello, lo haré con mucho gusto, ahora se ha salvado solo porque me ha sorprendido.

Me da hambre en el recreo, así es como me dirijo hasta el kiosco ubicado cerca de las canchas. Como es costumbre me encuentro con una multitud de adolescentes empujándose, batallando por ser quien llame la atención de la vendedora y logre comprar lo que desea. A base de piñizcos logro introducirme en aquel océano de cuerpos que comienzan a crecer, de vellos púberes y olores penetrantes, ¿será que estos animales no se bañan en invierno? ¡Por Buda! He quedado sin olfato. Al final le gano a muchos y logro comprarme una manzana, otra diferencia con estos malolientes, que solo ingieren productos procesados y bebidas gaseosas. Mastico mi fruta mientras camino debajo de los árboles que se mecen felices en este clima frío. De repente me encuentro con una imagen surreal. Llevo toda mi vida estudiando en esta escuela y nunca he hecho un amigo, ahora me encuentro con el tal Kevin hablando con dos chicos como si fuesen camaradas desde hace años. Aquellos los conozco bien, siempre he sabido que son homosexuales reprimidos, esos a quienes se les nota por donde los mires y aun así intentan negarlo. ¿Qué les ha pasado? Ha llegado un chico “popular” y de pronto se han olvidado de todas las mentiras dichas, de todos los ademanes adoptados y ahora se muestran como abejas secundando a su reina. Veo a tres chicos caminando como si el suelo fuese hecho de nubes, con sus traseros en alto buscando demostrar que deben envidiarles. De la nada todo ápice de hambre desaparece en mí y debo botar lo que me quedaba de manzana, un bocado más y comenzaría a vomitar.

Sigo mi camino por los pasillos, me alejo de aquel monumento a los cerebros huecos, pensando en qué sucedería si me comportara de aquella manera. ¿Habría perdido mi virginidad antes? ¿Conocería más penes? Luego me percato que tal vez nunca hubiese conocido a Diego y un nudo en mi estómago se forma de pronto, esa idea no me gusta para nada. Además Cata no me dejaría ser así, sería capaz de encerrarme de por vida en una habitación con tal de no humillarla en la calle. –Si has sentido lo que es ser discriminado, no puedes ser altanero ni buscar ser mejor que los demás… Todos somos iguales y ser humilde es la única respuesta para la convivencia sana…- Es lo que me ha repetido en un sinfín de oportunidades. Aunque no lo crean, mi amiga es una filósofa innata y como estas, tiene miles de conclusiones a las cuales ha llegado en todos sus años de vida. Ella me ha enseñado que nunca debo ser engreído, aun cuando llegue a ser presidente o el hombre más rico del mundo, siempre debo recordar cómo me sentía cuando era pisoteado, para recordar que así como yo sufrí, puedo hacerle pasar el mismo calvario a otros.

Profundamente inundado por mis divagaciones, camino sin percatarme que una figura conocida se acerca grácilmente. Solo cuando le tengo enfrente, puedo reconocerla. –Buenos días.- Es todo lo que me dice con aquel tono educado, refinado hasta el nivel de parecer de la realeza. Como siempre su cabello castaño se muestra perfectamente peinado, su piel pálida resplandece ante los pocos rayos del sol que logran atravesar las nubes y sus ojos pardos me observan con naturalidad. ¿Cómo es que puede llevar su rostro sin ninguna expresión aparente? Me sorprende, de seguro esta mujer jamás se arrugará. Adriana aun cuando está callada, sigue frente a mí, como si buscara alguna reacción de mi parte. La saludo un tanto extrañado, ¿qué hace aquí? ¿Tan importante es responder el saludo que si no lo hacía seguiría sin decir nada frente a mis ojos? Esta mujer me sorprende por su férrea disciplina. –Bueno, debo informarte que desde hoy realizaré un curso recreativo en esta institución. Debido a los infortunios acontecidos en el último tiempo, la dirección ha estimado necesario que sus alumnos expresen de mejor manera sus sentimientos y aprendan a escuchar las debilidades de aquellos menos favorecidos. Mi intervención será luego de clases, tendrá el nombre de Expresión corporal y espero sinceramente que puedas participar de tan gratificante experiencia.- ¿Qué? ¿Esta mujer no respira? ¿Se habrá aprendido cada oración de memoria? Quedo nuevamente impresionado con su educación y luego de entender aunque sea un poco sus palabras, me percato que comenzaré a verla seguido por aquí. Sé que ya no es una amenaza, que de hecho Diego ya ni siquiera trabaja aquí, tan solo que he creado cierto recelo frente a su presencia. La veo marcharse luego de despedirse cordialmente, no se pierde ningún momento de la conversación, y es que sigue al pie de la letra las instrucciones. ¿Asisto a su taller o no?

Creo que tuve clases de lengua castellana, ciencias sociales y algo más que no recuerdo, en realidad a ningún profesor le tomé atención, sólo me dediqué a hacer corazones en mi cuaderno, escribiendo en todos “Diego y Renato”. No puedo dejar de pensar en sus pecas, en su cabello castaño, que lo lleva revuelto como si fuese rebelde, cuando en realidad es la persona más tierna que puedas conocer. Sé que parece bobo e infantil, sólo que no puedo evitarlo, es como si mi mente se hubiese infectado con un virus y no hay otro tema que procese que no sea mi amor hacia él. Sonrío cada vez que lo pienso, las canciones que antes detestaba ahora me hacen sentido y… y… ¡Por Buda! Que bajo he caído. Este hombre tendrá que pagarme con creces lo que me ha hecho, hoy deberá ser el mejor doctor sexual que haya visto, deberá operarme con magistral desenfreno.

Entro al casino, que está infestado de chicos almorzando mientras comparten con sus amigos. Compraré mi comida, iré a unas de las tantas mesas al fondo que están desocupadas y comeré solo, como ya se me ha hecho costumbre. Me pongo en la fila para hacer el proceso, por mientras divago en los recuerdos que me trae el hermoso cuerpo de mi novio. -¿Ese es el chico?... Parece normal, pero en realidad es toda una zorra… ¿Tú crees que quiera mamarme la verga?... Mira que culito, no me gustan los hombres, pero a este le haría ver estrellas…- Escucho de pronto, y es que mi oído tiene un radar con las palabras derivadas de pene, así es que comienzo a tomar atención. Supongo que estarán hablando del nuevo, de ese engreído popular. Al final decido dejar de escuchar y seguir en mis planes para esta tarde, prometo que dejaré deshidratado a Recabarren, le haré bajar unos cuántos kilos más. Cuando estoy a punto de pagar sucede algo extraño, un suceso esperado por muchos años y que recién ahora se hace realidad. No sé cómo, ni por qué, sin embargo una mano desconocida hace contacto con mi trasero. ¿Por qué ahora? Si hubiera sido antes, estaría feliz y violaría al que lo hizo, tan solo que ahora estoy enamorado y ser infiel tal parece que no es posible. Intento olvidar lo sucedido, hasta que escucho una voz susurrándome al oído. –Lo tengo parado… Este pedazo es solo para ti… ¿Me quieres ordeñar?- Y esa mezcla entre pervertido y grosero hace que todo el libido en mi hierva de pronto. El cuerpo se hace débil y mi piel reclama por tacto. ¡Se fuerte! El amor es más grande.

¿Cómo puede estar pasándome esto? Pienso mientras como, apartado de la multitud en una mesa al fondo del recinto, una esquina fría y sin luz. No solo me acosaron en la fila, sino que también me silbaron al pasar entre las mesas de los más grandes. Por una extraña razón los alumnos de los últimos años, jóvenes mayores de quince, me observan con lujuria, son muchos a la vez y ni siquiera se han detenido en estos momentos, ahora almuerzo un tanto intimidado. Pensé que Kevin estaba llamando la atención, sin embargo resulto ser yo el centro de las miradas. ¿Qué tan especial he hecho para hacer que se fijen tantos chicos en mí? Primero el vagón repleto de hombres guapos y ahora, todos los mayores están siendo pervertidos, me acosan. ¿Me estaré volviendo loco? La otra vez era la abstinencia, ¿esta vez es producto del amor? ¿De la fidelidad? Termino de comer y solo una pregunta viene a mí, ¿por qué lo que deseas llega cuando lo dejas de esperar?

Camino entre aquellos lobos sedientos de placer, siguen mirándome con pasión, todo era tranquilo hasta que uno me increpa. Interpone su enorme cuerpo en mi camino e impide que siga mi rumbo. Sus ojos me observan de arriba hacia abajo, como si fuese una mercadería que intenta comprar. –Quiero que gimas en mi cama. Al salir de clases te espero en la esquina… Hoy conocerás lo que es realmente un hombre… Prepárate.- No susurra, no se acerca para que sus palabras suenen más bajas, no esconde lo que acaba de decir. Todos deberían atacarle, intenta tener sexo homosexual y por eso todos me han molestado por años. ¿Qué sucede ahora? ¿Por qué es tan diferente su sexualidad a la mía? ¿Será que incluso dentro del mundo gay hay machismo? ¿El activo es bien visto pero un pasivo no? Muchas dudas transitan por mi mente de forma fugaz y es que ¿dónde están los nazis? Este comportamiento ellos lo repelen y ahora pareciera que para todos es lo más normal del mundo. Me siento bien por ser deseado, es lo que siempre he querido, tan solo que este ambiente me desconcierta, ¿y si todo es una burla? ¿Si quieren ponerme una trampa para luego hacerme daño? No, no soy tan ingenuo como ellos creen. –Claro que eso no pasará… Yo no hago ese tipo de cosas.- Le respondo con seguridad, intentando quitarles la chance de fastidiarme. El muchacho es guapo, su cuerpo se nota marcado debajo de su ropa, es uno de los más altos que he visto, sus facciones son las de un hombre, no de un adolescente como el resto de los alumnos. De la nada su rostro viril demuestra alegría, sonríe ante mi respuesta sin dejar de lado el coqueteo. –Qué extraño, porque te he visto hacer eso y mucho más…- Al decir aquello, todos los que me rodean ríen al unísono, como si aquel fuese el chiste más divertido del mundo.

¡¿Será hijo de puta?! ¿Cómo pudo ser tan desgraciado? Nunca pensé que llegaría a ser tan vil, a caer en una treta tan inmoral como aquella. El muchacho que me ha ofrecido sexo salvaje, es el mismo que me muestra desde su celular, el video que está rondando por internet, el mismo que Matías me ayudó a grabar en aquella semana de íntimos encuentros en mi departamento. Claro, una de mis grandes fantasías es grabarme teniendo relaciones, cosa que también he hecho con Diego un sinfín de veces, tan solo que quedaban como eso, un juego entre amantes. Ahora es diferente, porque sin pedir mi consentimiento lo ha colgado en la red. Todos en el colegio y quizás fuera de él también, me han visto desnudo entregándome a un chico cuyo rostro en todo momento aparece censurado, se ha editado la grabación para solo mostrarme y dejar impune a mi acompañante. Quiere dañarme, y ni siquiera es capaz de mostrarse, es una vil rata.

Todos me siguen observando, buscando una respuesta luego de haberme visto en aquel video. Todos enmudecen cuando la risa brota de mis labios. No lo puedo evitar, una alegría inunda cada centímetro de mi piel y las carcajadas con el reflejo involuntario de ello. –Por lo que veo desde aquí… Tu pene es bastante chico, así es que prefiero no mamártela… ¡suerte!- Respondo ante el acoso del mayor. Con una bella sonrisa en mi rostro y golpeando suavemente su hombro, sarcásticamente me despido y me marcho. En este mundo hay gente que nunca va a cambiar, quien es imbécil de nacimiento, tarado morirá.

Lo sucedido en el casino se replica en el patio, donde varios chicos se me insinúan, ya ni siquiera con pudor, sin siquiera pensar en que la homosexualidad es mal vista o crean que no es natural, ahora pareciera que estamos en una utopía igualitaria. Así me doy cuenta que no es que este colegio sea retrógrado, sino que hasta el momento no había existido ninguna ocasión en la cual la mayoría pudiera pensar e incluso hablar sobre las inquietudes sexuales que se tienen en la adolescencia. Lo más probable es que luego de haber visto la grabación muchos hubiesen comentado con sus compañeros que les gustaría practicar lo que acababan de ver y al enterarse que ellos también pensaban igual, se percataron que no es extraño, sino que más natural de lo que imaginaban. Camino escuchando groserías e insinuaciones, solo sonrío ante sus palabras como si fuesen halagos, como si estuviesen intentando hacerme reír. En realidad no me molesta, para mí el sexo es natural y este tipo de atención es mil veces mejor que la de las burlas.

Todos me hacen sonreír hasta que un trío me detiene en seco. Se posicionan en medio de mi camino e impide que siga mi rumbo. -¿Buscar popularidad por ser una zorra? Qué vergüenza me das, no puedes ser más patético… Claro, como te hace falta la belleza, buscas atraer a los hombres por prestar fácilmente el trasero. Así no llegarás muy lejos, luego de un tiempo, pasarás de moda y todos se darán cuenta que soy más interesante que tú…- Kevin me interpela con aquella mirada fastidiosa, ahora unido a aquellos dos que se han convertido en sus secuaces, dos simios amanerados que repiten cada palabra que su líder pronuncia. –Ya veo, resulta que pensabas que todos iban a caer a tus pies el primer día de clases y resulta que te he arruinado los planes. Qué lástima que pongas las bases de tu felicidad en cosas tan volubles…- Le respondo sin dejarme intimidar, demostrando que no tengo miedo, mucho menos a alguien como él. ¿Qué? ¿Ahora se hace el santo? Se le nota a leguas que ha probado más vergas que yo. Ni siquiera busco rodearles para seguir mi rumbo, simplemente empujo al rubio para limpiar mi camino. Finalmente se ha quedado callado, parece que mis conjeturas fueron ciertas y no le quedó más que silenciar su venenosa boca.

No me he alejado mucho de aquel trío, cuando unos gritos inundan el ambiente, volteo para saber lo acontecido y así me entero que Matías acaba de meter un gol, todos festejan por la proeza. -¡Es hermoso! ¡Él, ese jugador será mi novio! Lo prometo…- Dentro del barullo escucho claramente la voz del nuevo, quien entusiasmado observa detenidamente a Della Rovere. Pareciera que ha quedado embobado, que su cerebro, o lo que haya en esa cabeza, se ha fundido debido al brillo que emana la hermosura del chico de ojos celestes. El altanero y el tarado que subió el video a internet, creo que harían una buena pareja. ¿Saben qué? Los voy a unir, quizás así dejan de ser tan desagradables, pero como soy yo, mi forma de juntarlos no será para nada agradable. ¿Querías guerra? Pues eso tendrás Matías.

Vuelvo a empujar a Kevin y es que se ha puesto en mi camino sin saberlo, escucho como chista ante mi paso y eso solo logra agradarme. Espera querido, pronto te daré un regalo. Mi paso es decidido, no vacilo en ningún momento y así, llego hasta la mismísima cancha, aquel lugar donde todavía festejan al goleador. Escucho como todos se impresionan por mi presencia en el lugar, y es que nadie entiende qué hago allí. No pasa mucho tiempo para llamar la atención de Della Rovere, sus pupilas celestes están perplejas, ni siquiera es capaz de mover un músculo ante la magnificencia de mi llegada. Una sonrisa de mis labios hacen que todo su aspecto se descomponga, es que nada bueno puede suceder si le encaro, y eso lo sabe. -¡Señores! Ya que la gran mayoría de los alumnos de este colegio están presentes aquí, quiero ocupar este momento para dirigirme a ustedes… Como ya sabrán, soy homosexual y hace poco me han observado en un brillante video subido a internet… Resulta ser que me he visto involucrado con un cretino que quiere ser villano, con un imbécil que me quiere perjudicar sin siquiera haberme conocido bien, que no es capaz de evaluar el riesgo que corre al enfrentarme… Ese sujeto está presente aquí mismo y a él, le digo con toda la sinceridad del mundo: ¡Gracias!- Expreso ante el impacto en todos los reunidos allí, pero por sobre todo enfrentando el pavor que inunda la mirada de Matías. No te preocupes, primero quiero jugar un poco contigo. Le observo detenidamente mientras sigo con mi discurso. –Te agradezco por hacerme entender una vez más que amo la cinematografía y más que nada, el porno… ¿No te das cuenta? Acabas de hacer realidad mi sueño, ahora soy parte de una película erótica ¿y así pensabas que me ibas a destruir? ¿Convirtiéndome en el deseo de todo el colegio? Si alguna vez me acosté contigo, no fue precisamente por la inteligencia, eso se nota…- Hago que todos se rían ante mi comentario y en ese momento, me doy por pagado. Volteo para retirarme, luego de hacerle entender a mi enemigo que no puede destruirme.

¡A la mierda! Si haz de hacer algo, hazlo bien. Este quería guerra, pues una bomba atómica le voy a regalar. De repente volteo y me encuentro con el suspiro que entrega Matías, como si se hubiera salvado de la mismísima muerte. Aun cree que me he marchado y que no le he delatado ante todos, craso error el festejar victoria antes de tiempo. Cual fantasma llego hasta su cuerpo y le asusto con la maldad incrustada en mis facciones. Gozo con cada duda en los ojos que nos observan, con cada segundo en que el corazón de Della Rovere deja de palpitar debido a mi presencia. Y así, de pronto y sin aviso, le bajo los pantalones con la mayor de las fuerzas. Le he dejado desnudo, tanto su pene como sus nalgas afloran torpemente ante la mirada aun incrédula de los asistentes. –Mi rostro y mi cuerpo se muestran fácilmente en el vídeo, pero ¿qué sucede con mi acompañante? Pues aquí lo tienen, el chico de la mancha en la nalga izquierda no es nada más que Matías Della Rovere…- Y mostrando mi evidencia ante todos, revelo aquello que mi enemigo temía. ¿Acaso no fue tan valiente para mostrar mi intimidad sin mi consentimiento? Pues bien, ahora yo hago exactamente lo mismo. Muchos revisan la grabación en internet para descubrir si la marca de nacimiento en aquella nalga que están viendo es la misma que la del muchacho que acaba de anotar un gol. Pronto todos están convencidos, ha sido él mi amante. He triunfado y trato de restregar mi victoria en aquel muchacho que poco a poco deja de lado el temor para repletarse de resentimiento. Aun cuando me mires con los ojos más terribles de este mundo, nunca podrás destruirme, ni mucho menos separarme de Diego. Aprende aquello ahora, porque si luego sigues insistiendo, no dudaré en atacarte más fuertemente. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado el capítulo, espero actualizar el fin de semana!!

Que estén muy bien y nos leemos pronto *-*

 

FIN DE LA EXPERIENCIA PERVERTIDA

Al darme cuenta de las intenciones del hombre, entré en shock, ¿y si alguien nos descubría? No puedo negar que pasó por mi mente la idea de aceptar su invitación, de tomar la iniciativa como lo hace Renato, pero.... la mayor razón por la cual le rechacé, fue que mi madre me estaría esperando afuera ¿y que le diría por la demora? Así fui a lavarme las manos habiendo ignorado el hombre, recién al mirarme al espejo me acordé de lo que había visto de reojo, y es que el sujeto era bien dotado, sin embargo, me sentí bien por no caer en sus encantos, creo que no podría mirar a los ojos a mi mamá luego de ello. Ya saben, soy tímido, y no creo que pudiera aceptar una invitación así si sucediera otra vez, ¿o si? D: ¿Ustedes qué hubieran hecho? 


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