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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola... bueno... aquí les traigo un nuevo capítulo...

CAPITULO XXIII: Tengo miedo.

Llego al portal de mi edificio cuando me encuentro con Cata. La mujer tan solo al verme corre desesperada, no hay pena ni terror en su mirada, sino todo lo contrario, la más inmensa de las felicidades. Sin siquiera hablarme, me abraza tan fuerte como puede, con aquel vigor tan propio de mi amiga. Me eleva por los aires mientras giramos, sin quererlo me he convertido en el muñeco de esta amazona. –Es que… es que… si te lo digo… no me lo vas a creer… Germán… él… ¡¡Me pidió matrimonio!!- Confiesa finalmente. El brillo en sus ojos es nuevo, nunca antes le había contemplado tan alegre. Aunque nunca me lo haya confesado, siempre he sabido que el gran sueño de su vida es conformar una familia, amar a un hombre con el cual criar a sus hijos, aquellos muchos que desea tener. Puedes verla alocada, sin tapujos, la mujer más desenfrenada del mundo, sin embargo esconde la dulzura de su alma bajo aquella capa de excentricidad. Es quien llora al finalizar una película, la que nunca le niega limosna a los mendigos, quien le sonríe a quien le agrede, aquella mujer que me salvó en el peor momento. Ahora la percibo radiante, viviendo la mejor etapa de su vida, realizando el anhelo de su existencia. Su felicidad es la mía y tal como ella me abrazó, ahora yo le felicito por tan grandiosa noticia.

Entro al salón de belleza para escuchar su relato sobre cómo le propusieron matrimonio. –Estaba muy ocupada depilando la espalda de doña Elena, cuando de repente escucho un violín. Nadie en este barrio sabe tocar, así es que imaginé que sería la radio de algún vecino. Poco a poco el sonido se magnificó hasta darme cuenta que estaba proviniendo de mi propio salón. Salí del cuarto donde estaba y me encontré frente a frente con Germán acompañado de un violinista. La melodía era preciosa y el ambiente se embelleció con la tonada. Pasaron un par de minutos hasta que tomó mi mano… la besó con delicadeza para finalmente arrodillarse y pedirme que me convirtiera en su esposa… Nunca había llorado de felicidad, y en ese momento me fue imposible contener las lágrimas… Acepté de inmediato y es que es el hombre con quien quiero pasar el resto de mi vida… Si Patricio me viera así…- Cada palabra la pronuncia con deleite, el recuerdo más preciado es aquel que acaba de vivir. Parecía que querría seguir con las palabras, pero lo que dijo le hizo enmudecer de pronto. Nuevamente aparece aquel nombre, el que Marquitos le recordó hace algún tiempo y el que ella nunca ha querido mencionarme. ¿Quién fue ese tal Patricio en su pasado? ¿Qué tuvo que sufrir antes de aparecer en mi vida? –Hay cosas que es mejor no recordar… dejar escondidas para no dañar a quienes amamos… Da igual lo que ha sucedido, solo importa el ahora, lo que puedes llegar a ser sin importar quien fuiste… Tu pasado no tiene que determinar tu futuro… Por favor no vuelvas a preguntar sobre ello, ¿está bien cachorro?- Me dice mientras acaricia mi cabello, como si todavía fuese un niño pequeño. Si es su decisión, no haré nada para contradecirle, en realidad tiene razón y no importa lo que ha vivido, solo es relevante lo mucho que me ha querido y todo aquello que me ha enseñado.

Hace un rato le di su merecido a don Benjamín y ahora quiero decírselo a Natalia. Vuelvo a felicitar a Cata por su matrimonio. –Te mereces esto y mucho más. Deseo que seas muy feliz junto al hombre que amas….- Me despido abrazándola con todas mis fuerzas. Me impregno con su aroma y con su calor, aquel que estoy seguro se siente al abrazar a  tu madre. Su respiración golpea mi cuello, sus latidos acarician mi pecho y sin saber la razón, siento de pronto un fuerte abismo en mi interior. Como si una flecha envenenada hubiese atravesado mi corazón, ahora percibo la tristeza inundándome, haciendo sucumbir la felicidad que esta mujer me estaba entregando, aquella que logré al vencer a mi enemigo. ¿Qué sucede conmigo? No quiero separarme de este abrazo, desearía quedarme así por el resto de la eternidad, atrapar el calor de mi amiga en un frasco y conservarlo por siempre. ¿Tal vez su boda me alejará de ella? ¿Estoy celoso? No, no es eso, siempre he sabido que la tendré en mi vida, hay algo más, algo que no puedo evitar. ¿Qué me sucede? Salgo del salón mientras la contemplo moviendo la mano en ademán de despedida. Un escalofrío recorre mi piel al observarla tras la mampara. Paso a paso me alejo y así, mi alma se contrae poco a poco. Debo estar volviéndome loco.

Ingreso al departamento para darle la buena noticia a mi hermana. Llego hasta su habitación y ahí la encuentro vistiéndose como es costumbre, no le veo rastros de llanto, está como si nada hubiese ocurrido. –No sé qué sucedió, pero me acaba de llamar el dueño de la agencia donde trabajaba para decirme que había ocurrido una confusión y que nunca quiso despedirme… Así es que me ha devuelto mi puesto dentro del staff…- Es lo primero que me dice mientras sonríe alegremente, ya no deberemos pedir dinero prestado para subsistir y eso debe tenerla contenta. Inicialmente no tenía planeado contarle lo que hice con su amante, sin embargo mi lengua se manda por cuenta propio y termino revelando todo. Natalia se queda helada mientras terminaba de colocarse unos aretes. Me observa a través del espejo frente al cual buscaba arreglarse. Su mirada es penetrante, reprobatoria por haberme involucrado en aquel embrollo. –Nunca te pedí que hicieras algo así… Podrías haber creado un problema enorme, ¿no te das cuenta?- Extrañamente en vez de agradecerme por liberarla de las garras de aquel hombre, me reprende por mi osadía. Trato de explicarle que todo será mejor desde ahora, que puede buscar a otra persona con la cual estar, que no debe rendirse, debe existir alguien allá afuera que realmente quiera hacerla feliz y no solo convertirla en su capricho privado. -¿Quién te dijo que tenía esa relación con… él? En fin… eso ya no tiene importancia… Solo te pido que no vuelvas exponerte de esa manera. Todavía eres muy pequeño y podrían dañarte…- Era obvio que el enfado no podría durar mucho, y es que nunca le he visto fuera de sus cabales. Es una mujer tranquila, alguien muy difícil de enojar.

Se delinea los ojos frente al enorme espejo ubicado en el tocador de su cuarto, aquel altar de la belleza. Seguirá siendo una actriz pornográfica y está feliz por ello, solo en este momento logro percatarme de aquello. ¿Qué significa su profesión entonces? Siempre he imaginado que por la edad en la cual se hizo cargo de mi crianza, no le quedó otra que involucrarse en el mercado del erotismo, que lo hacía para darnos de comer. ¿Entonces realmente le gusta lo que hace? –Tengo veintisiete años y podría desarrollar cualquier otra profesión ¿no crees? Si sigo allí es porque me gusta… Al principio lo hice por necesidad, tan solo que poco a poco me di cuenta que me hacía especial, que no era la típica chica recatada, sino que alguien liberal, que no le importa lo que el resto piense de mí… Soy admirada por los hombres, ellos sueñan conmigo, sin embargo todo es una fantasía… Me gusta ser así, en realidad amo lo que hago…- Me responde finalmente, derrumbando todas las conjeturas que había creado durante todos estos años. En cierta forma me he sentido culpable, pensaba que lo hacía contra su voluntad, solo por intentar criarme. –No pienses tonteras… La vida es más sencilla de lo que imaginas…- Me señala como si pudiese leer mis pensamientos. La vea marcharse luego de darme un beso en la frente. Me quedo perplejo, se ha roto una de las cadenas que oprimían mi pecho y ahora me siento conmocionado, ni siquiera puedo moverme, el impacto ha sido profundo.

Me siento en el sofá para ver películas. Obviamente no son animadas, sino que pornográficas. Como estoy solo, subo el volumen hasta el máximo, así el sonido producido por el semental al penetrar a su presa, resuena grácilmente en cada pared del departamento. ¡Santa Cachucha! Cuanto extraño el sexo. Todo era hermoso cuando tenía un activo personal, uno al cual violar día tras día. Sin embargo debo ser fuerte y no sucumbir, me he separado de Diego por su bien, para que siga su sueño de ser profesor y gracias a mí, eso no lo ha podido seguir. Si no hay macho, tendré que desahogarme viendo películas. Contemplo en el televisor aquel baile magistral cuando suena el timbre. ¿Quién osa a interrumpir mi momento especial? Me subo los pantalones, pongo en pausa el vídeo y me preparo para tratar mal a quien sea que esté detrás de la puerta.  Estaba en ello cuando al quedar frente a mi visita todos mis ánimos se desvanecen, nunca imaginé que fuera él.

Sus ojos celestes me inspeccionan como si hace mucho no me hubiera visto. Tengo en frente a Matías y soy incapaz de saludarle debido a la impresión. –Hola… ¿No te da gusto verme?- Me dice entrando al departamento sin siquiera esperar a que lo invitara a hacerlo. Siendo dueño de un asombroso descaro, se sienta en el sofá como si fuese su casa y así sigue con sus palabras. –Desde afuera se escuchan los gemidos… Pensé que te habías conseguido a un amante nuevo, pero ya veo que solo se trataba de una película… Eso me deja más aliviado.-  ¿A qué se debe su visita? Se supone que ya me había olvidado, que estaba feliz con Kevin y que no me molestaría más. -¿Qué mierda haces aquí? ¿No sería mejor que fueras a molestar a tu novio?- Le enfrento con pesadez. Lo último que necesitaba hoy es tener que lidiar con un sujeto como él. Luego de haber expuesto el vídeo y haber sufrido él mismo las consecuencias de su terquedad, pensé que no querría volverme a ver. Parece que me he equivocado. -¿Acaso estás celoso? ¿No quieres verme en los brazos de otro chico?- Me responde creando una boba sonrisa en su rostro, como si en realidad creyera en aquella posibilidad. Arremeto fuertemente explicándole que no siento nada por él, que sería irrisorio por ello que me sintiera afectado por su relación con Bolingbroke, sin embargo parece que finalmente no puso atención a mis palabras.

Sigo parado a un lado de la puerta, no tengo ánimos para soportar su presencia, por lo que por última vez le solicito que se retire. -¿No te das cuenta que nunca podré olvidarte? Eres la primera persona por quien siento algo tan fuerte y no dejaré escapar una oportunidad como esta… Sé que has terminado con Recabarren. Estoy seguro que te has percatado que no lo amabas y que necesitas a un hombre que verdaderamente te satisfaga, alguien como yo…- Y levantándose del sofá se dirige nuevamente a mí, con su mirada embelesada intenta alcanzarme, volver a probar el sabor de mis labios y convencerme que debo regresar a su lado. ¿Acaso sólo jugó con los sentimientos de Kevin? ¿Sólo quería sacarme celos? No puedo creer que haya llegado tan bajo. Tampoco es que me agrade mucho aquel rubio, pero tampoco me alegra lo que le han hecho, hasta llego a sentir un poco de pena por él. –Si dejé a Diego fue precisamente porque lo amo… No quiero hacerle más daño… Pensé que ya te habías rendido, ya veo que me equivoqué. Lo nuestro no significó nada, nunca llegué a quererte… Olvídame y sigue adelante con Kevin, de seguro él si podrá hacerte feliz…- Le detengo en su intento por besarme. Le miro detenidamente a los ojos mientras le señalo la verdad. No quiero más problemas, estar lejos del hombre que amo me ha debilitado y no tengo ánimos para lidiar con gente como Della Rovere. Abro la puerta indicándole que lo mejor es que se retire. Por fin entiende que está haciendo el ridículo, por lo que en silencio se dirige a la salida. –Te equivocas… Solo tú puedes hacerme feliz. No descansaré hasta recuperarte, ¿entendiste?- Cuando parecía que se había rendido, vuelve a atacar. Sus ojos repletos de convicción me invaden de pronto antes de unir sus labios a los míos por sorpresa. Fue un roce repentino, una despedida agria. Baja las escaleras convencido que puede enamorarme, cegado por una convicción sin fundamentos.

Una nueva jornada inicia con los tímidos rayos del sol. Mi ventana se encuentra empañada debido al intenso frío que se presenta allí afuera. Sin ánimos me levanto para poder asistir a clases. En estos días de invierno tengo menos ganas de ir al colegio, es como si la cama me pidiera que la utilizara más, sin embargo mi hermana no me permitirá faltar. Luego de desayunar y lavar mis dientes, salgo abrigado a más no poder. Una chaqueta gris cubre la gran mayoría de mi cuerpo, dejando debajo mi opaco uniforme. Una bufanda roja protege mi cuello, mientras guantes del mismo color acarician mis manos. Ocuparía gorro, tan solo que me despeina y finalmente termino con todos mis cabellos levantados. No hay caso para controlarlos luego de ello.

Entro al establecimiento educacional sin mayores ánimos. Solo espero no toparme con nadie desagradable, con ninguna persona que intente arruinar mi día y es que saber que no voy a ver más a Diego, es suficiente razón para destruir toda ilusión de una buena jornada. Casi llego a mi sala cuando mis deseos se ven destruidos por completos. -No podías soportar el hecho que ahora se interesara por mi ¿verdad? ¿Qué le hiciste a Matías? ¿Le préstate el trasero? Claro… es lo único que una persona como tú puede hacer… No me quedaré tranquilo hasta quitarte de nuestro camino… Te alejarás de su lado aunque sea a la fuerza… Él es mío y lucharé por su amor.- Kevin se muestra extrañamente más desagradable que de costumbre. Obviamente ayer antes de ir a verme a mi departamento, Della Rovere terminó con el rubio y no hay que ser un genio para darse cuenta que lo ha hecho porque mi relación con Diego ha terminado. ¡Genial! Lo último que deseaba era problemas y ahora los tengo con este sujeto. Si no es el padre, es el hijo quien viene a fastidiar.

No le hago caso, a los necios hay que dejarlos gritar. Busco seguir con mi camino hacia la sala cuando me veo rodeado por otra molestia más. De pronto el grupo de imbéciles liderado por Arturo me arrinconan en una esquina, no parecen los mismos de siempre, aquellos que buscan un espacio escondido del patio para atacar a sus presas, hoy están más seguros que antes, más agresivos incluso. -¿Qué estoy enamorado del profesor Recabarren? Ese maldito rumor que gritaste ahora está en boca de todos, ahora se burlan de mí como si pudiese ser verdad… Esta vez has llegado muy lejos maricón… Anda con cuidado, que en cualquier minuto acabo contigo, escoria asquerosa…- El cerebrito discriminador osa a llevar sus manos a mi cuello, como si buscase ahorcarme, amenazándome de muerte. Sus secuaces me miran con la misma furia que su líder, mostrándome los puños en señal de intimidación, recalcando el hecho que serán ellos los que acaben conmigo. No le tengo miedo a este grupo de tarados, por lo que hago uso de mi fuerza para zafarme de los dedos esqueléticos del alumno estrella. Le demuestro con la feracidad de mi rostro que no me intimida, que no le temeré porque no es nadie, no es más que un niñito chillón. Viendo que no ha logrado su cometido busca golpearme en el estómago, pero antes de lograrlo un suceso inesperado ocurre.

-¡Vayan a sus aulas, pequeños fascistas!- La voz poderosa de una mujer se hace presente en el lugar. Como si fuese un ángel, aparece Adriana con una regla. Sin temer a las reprimendas de los padres, golpeó a cada uno de quienes me estaba atosigando con la parte delgada de la varilla métrica de metal. Tal parece que el dolor fue intenso, porque todos ellos se tocan la cabeza con tal de reducir el malestar. Indignados ante la presencia de la profesora de lenguaje, deciden dejar su ataque hasta aquí. Se retiran en manada, contemplándome con furia, dándome a entender que me darán mi castigo en otro momento. Me quedo solo frente a la mujer, quien con aquel rostro inmuto, sin demostrar sentimiento alguno, me lleva hasta su oficina.

Llegamos a una habitación pequeña, más que mal ella es nueva en el colegio. Veo fotografías de su familia y de su esposa. Zapatillas de ballet que le recuerdan su pasión, trofeos y medallas ganadas por la bailarina. Me ofrece té mientras me siento en un delicado sofá oscuro. –Me voy de luna de miel y arruinas todo lo que habías conseguido… ¿Qué es eso de alejarte de Diego? ¿Acaso estás loco?- Durante los últimos días la mujer se encontraba en una isla paradisiaca disfrutando de su matrimonio con Valentina. Durante aquel tiempo han ocurrido muchas cosas y ahora ella se ha enterado al regresar al colegio. No tengo ganas de responder, sólo me dedico a beber la infusión mientras me observa con desaprobación. –Ustedes se aman y no tengo dudas de ello… Él me dijo que lo dejaste porque piensas que le haces daño, que el no encontrar trabajo es tu culpa… ¿Eres imbécil o qué? ¿Eres tan desgraciado como para hacer sufrir al hombre a quien amas? ¿Incluso a ti mismo?- Me insulta y ni siquiera en aquel momento cambia su expresión rígida, ni siquiera un músculo de su rostro se ve afectado por sus sentimientos. Cuando se da cuenta que no responderé a ninguna de sus preguntas, suspira profundamente y se sienta tras su escritorio.

Los minutos transcurren y yo sigo allí, no es que quiera compartir con Adriana, sino que no tengo ganas de asistir a clases, estar en silencio en este lugar es mucho mejor que estar rodeado de mis problemas. –Estoy aquí para protegerte, porque Diego me lo pidió… pero supongo que me he terminado encariñando contigo, aunque créeme que eres alguien difícil de querer… Ten más cuidado con aquel grupo, pareciera que esta vez están hablando en serio…- Me aconseja mientras me observa detenidamente, como lo ha hecho durante todo este tiempo, indagando en mis pensamientos, siento casi como si lo hubiese logrado. –En la escuela me molestaban por ser muy delgada… mis compañeros me crearon miles de apodos hirientes y yo nunca me defendí. Un día se les ocurrió burlarse de mi mejor amiga, en ese momento mi sangre hirvió de furia… Sin embargo me tranquilicé y planeé una venganza… Durante una semana acorralé una a una a aquellas niñas, las maniaté de tal manera que no se resistieran a mis ataques y con una máquina de afeitar, les corté sus largas cabelleras… Se veían divertidas sin ningún pelo en sus cabezas, porque también les afeité sus cejas…- Me dice sus recuerdos de una forma serena, como si fuese de lo más normal dejar a tus compañeros de colegio totalmente calvos. Busco algún indicio en su rostro, algo que me haga pensar que todo es una mentira para hacerme sentir mejor con aquella anécdota, pero tal parece que es verdad, porque sigue igual que siempre.

Pienso un momento en su historia. -¿Qué quieres decirme? ¿Qué debería atacar a aquel grupo primero? Si ellos quieren matarme, ¿debería asesinarlos yo primero a ellos?- Le pregunto intentando aclararle que su ayuda no tiene sentido. Siempre me he defendido y aun así aquel grupo sigue fastidiándome. –Un poco de veneno en sus comidas podría parecer descuido de la cocinera…- Me responde con serenidad. Esta vez supongo que es broma lo que me acaba de decir, aunque llego a la conclusión que ella no es una mujer que pueda hacer aquel tipo de cosas. ¿En realidad me está proponiendo que los mate? Me mira con detención hasta que de pronto algo sucede en su cuerpo. Un sonido extraño brota de sus labios y se pierde en la habitación, su boca se abre ampliamente mientras sus ojos se cierran. ¿Está riendo? ¿Es un ataque cardiaco? ¿Qué mierda le pasa a Adriana? Cuando veo que termina me percato que así son sus carcajadas, casi espeluznantes. Pareciera que no está muy acostumbrada a hacerlo y en cualquier momento su cara de piedra se derrumbara por la conmoción. En cierta forma su extraña alegría se me contagia y logra hacerme sentir mejor. Es una buena mujer, y si está aquí haciendo algo que ella no quiere, es netamente por protegerme. ¿Acaso Diego y ella creen que realmente estoy en peligro?

Una semana transcurre rápidamente. La lluvia se hace presente en la ciudad, entregándonos su humedad celestial. Todo parece rejuvenecer luego de su paso, pareciese que las asperezas de la vida se hubiesen limpiado, sin embargo la presencia de Adriana, como si fuese mi sombra, me recuerdan que no es así. Durante todo este tiempo la mujer no se ha despegado de mi lado, me va a buscar a mi casa en las mañanas para llevarme en su carro a la escuela. La encuentro afuera de la sala en los recreos y me acompaña como si fuese mi guardaespaldas. Almuerza conmigo en su oficina y cuando salimos de clases, nuevamente me hace subir a su vehículo para llevarme a mi edificio. Al principio pensé que todo era una exageración, pero con el paso de los días comenzaron a hacer llamadas de amenazas a mi casa. –Disfruta lo poco que te queda maricón… El que sigues eres tú… Exterminaremos la escoria de raíz…- Son algunas de las frases que escucho a diario, incluso Natalia se ha visto en vuelta en todo esto. No me da pena el hecho de estar en esta situación, sino que ver sufrir a mis seres queridos. -¿No hay razones? ¿Son juegos de niños? ¿Acaso harán algo cuando mi hermanito esté muerto?- Fue la respuesta que ofuscada le dio mi hermana a los policías una vez fue a denunciar al grupo de Arturo. Claro, somos menores de edad y para los adultos, todo lo que hacemos no son más que jugarretas de niños mimados. Ella se ve desesperada, creyendo que en cualquier momento puede ocurrirme algo. Si no fuera por el apoyo de Adriana y Catalina, la pobre estaría deshecha.

Cuando la profesora me deja en casa, es mi amiga quien me acompaña, me quedo en su salón de belleza mientras leemos revistas o le veo atender a sus clientas. En todo momento me observa, incluso cuando quiero ir a orinar. –Yo a tu edad tenía el pene más grande… pero como eres pasivo supongo que no importa su tamaño…- Me dijo la primera vez que me vio hacer pis. ¡Qué mujer más exagerada! Si tampoco es necesario que me vigile en el baño, además, tampoco es que mi falo sea diminuto, solo tengo trece y me falta por crecer.

Hoy ha sido como de costumbre hace una semana. He conversado bastante con Adriana, para ser sincero con todo lo que ha hecho por mí, ha logrado que comience a quererla, tal parece que tengo una nueva amiga. Espero que Cata no se coloque celosa. En fin, la profesora me deja en el portal del edificio, donde nos encontramos con la estilista besándose con Germán. –Iremos a comprar mi traje de novia… En un mes más me caso y quiero verme fabulosa aquel día…- Me dice la pelirroja cuando me ve llegar. La noticia me alegra y es que no he salido a caminar por la ciudad en todo este tiempo. Acompañaré a mi amiga en este momento tan importante, aunque conociéndola se probará todos los vestidos que encuentre y ninguno le gustará.

Con una cola larga, otro con una mediana, otro con una pequeña… Uno con gran escote, otro sin escote… El velo liso, otro con encaje… Uno con un corte que le hace lucir la pierna, otro cerrado hasta el suelo… Cuento más de treinta vestidos que se prueba y ninguno está “a su altura”. Esto era de esperar y finalmente la señorita que nos estaba atendiendo nos echó por conflictivos. –Pues no es mi culpa que en esta tienda de cuarta categoría no tengan trajes para mujeres glamorosas como yo…- Le grita mi amiga a la mujer, quien aún más enfadada le responde. –Son vestidos para novias… No para novios…- Y debo sostener a Cata para impedir que golpee a la vendedora. El sol se esconde y nos deja a oscuras velados solo por la belleza de la luna. Finalmente mi amiga no pudo escoger su vestido, así es que mañana saldremos nuevamente en esta búsqueda imposible.

Caminamos en dirección al edificio, el frío cala nuestros huesos, mientras somos tímidamente alumbrados por la luz de los faroles. La neblina nos cubre poco a poco, anunciándonos lo tarde que se nos ha hecho. –Lo siento, no pensé que nos demoraríamos tanto… No te preocupes, cualquier cosa, seré yo quien te proteja…- Me dice apenada mi amiga, y es que cualquier sonido brusco la hace creer que estamos en peligro. –El día en que te conocí… vi reflejada mi vida en ti… Encontré en tus ojitos el mismo pavor que escondía cuando era un niño, el mismo sufrimiento… En aquel momento me procuré que no vivirías las mismas penurias que tuve que sufrir yo… y mírate ahora… ¿No ven que están destruyendo lo más hermosos que he creado? Ay mi cachorro… si supieras cuantas veces tuve que sentirme así… pero te prometo que te sacaré de este agujero, no permitiré que ninguna mierda te haga daño… ¿No es eso lo que hacen las madres con sus crías?- Me dice de pronto. Sin siquiera abrazarme, logra entregarme el calor más acogedor que alguien pueda brindar. Me percato del nudo que se ha formado en su garganta, todo esto le afecta y me siento miserable al estar arruinando el momento más alegre de su vida.

Las sospechas de la estilista se acrecientan hasta el punto que yo comienzo a inundarme con la paranoia. Pisadas se hacen escuchar por todos lados, unas detrás, otras delante, cada vez más hasta sentirnos acorralados. La niebla se vuelve cada vez más espesa y de pronto, vemos el brillo feroz de aquellos ojos viles. El hombre cree haber salvado la civilización, crear un nuevo mundo desde lo salvaje, cuando en realidad no ha hecho más que destruir, asechar a todo aquello que sienten como amenaza, a todo eso que temen. Sus movimientos no parecen humanos, se asemejan a una jauría de lobos hambrientos, acorralando a sus presas, deseosos por probar su jugosa sangre. Son hombres adultos, grandes y fornidos, vestidos de cuero y con las cabezas rapadas. Junto a ellos también hay jóvenes, los lobeznos que deben aprender las maniobras de ataque. No me es difícil reconocer a Arturo, con su odio encarnado, con sus instintos malogrados. Sí, aquel a su lado es su hermano, le reconozco porque también estudió en el Instituto General, incluso mucho de los otros también asistieron a él. Nos han cercado, estamos rodeados por aquellos seres en cuyas manos encuentro garrotes, cuchillos, cadenas e incluso botellas quebradas. Unos iluminan sus rostros con el fulgor de sus cigarros, mientras otros se hacen notar con el crujir de sus huesos al preparar sus manos para el ataque.

-La puta escoria se acaba acá… la degeneración del maricón con el travesti es algo que no dejaremos pasar… Ahora van a recibir su castigo por tener la osadía de ensuciar nuestro aire y vivir tan tranquilamente cuando deberían sentir vergüenza por haber nacido…- Dice el verdadero líder, Tomás, el hermano mayor de Arturo. El círculo comienza a cerrarse y casi puedo sentir cómo el filo de los cuchillos desgarra mi carne. Ha llegado el fin, ahora entiendo que no puedo escapar de mi destino, que pronto podré reencontrarme con mi madre, aquella que no alcancé a conocer y también con  Dieter, aquel que se enorgullecía con mi valentía, pero que sin embargo no podré honrar, no soy más que un niño y ellos son demasiados. Tomo la mano de Cata, la aprieto fuertemente. Yo te he llevado a esto, espero que puedas disculparme por haberte arruinado la vida. Jamás quise que terminaras así, si alguien ha de morir ahora, debería ser solamente yo. Lo siento… lo siento tanto… ¿Por qué todo lo que toco lo destruyo? –Patricio… No dejaré que me vuelvan a quitar aquello que amo…-Escucho de repente un susurro, la voz tenue de mi amiga se disipa por el frío ambiente.

Mi cuerpo comienza a temblar cuando siento la presencia de mis verdugos tan cerca, tanto que puedo escuchar sus respiraciones entrecortadas, sedientos de sangre. Aquella mano cálida se desprende de mi agarre y sin poder presagiarlo, siento como Catalina forcejea contra aquellas bestias. Todo es un caos y me veo en medio de ellos. El círculo perfecto se ha roto y ahora todos se abalanzan contra mi madre, quien tan solo tiene una palabra en su bella boca… -Corre mi cachorro… corre…- Escucho los golpes y los gemidos de dolor de la mujer más bella que he conocido jamás. Estoy paralizado, no sé qué hacer hasta que de pronto, sus palabras se activan en mi mente y huyo del lugar. Mi corazón se queda atrás, quisiera salvarla, estar a su lado y en cambio me encuentro corriendo como un asqueroso cobarde. La he dejado con el enemigo, la he perdido y todo es mi culpa. ¿Qué he hecho?

Logro alejarme en medio de la neblina cuando de pronto un fuerte sonido interrumpe la noche, opaca el ruido de la gran ciudad y se pierde entre las paredes de concreto. Esa voz es suya y es producto del dolor. Ya no puedo mantenerme en pie, mi cuerpo se ha visto desprovisto de toda energía y me siento como un conjunto de pieles sin vida. Me escondo detrás de unos cubos de basura, allí me refugio como el cobarde que soy, tapando mis oídos para no escuchar, para no sentir el sufrimiento de Catalina… Todo es mi culpa… todo es mi culpa… Soy yo quien la ha asesinado… 


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