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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que se encuentren muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo.

Bueno, aquí les traigo un nuevo capítulo... sé que el drama no se termina aun y que quizás ustedes no quieran que suceda lo que el futuro le depara a Renato... sin embargo, es así cómo debe seguir la historia...

 

A leer!!

 

pd: quiero darle las gracias a todos quienes comentaron el capítulo anterior con lo que sintieron y especialmente con lo que han vivido respecto al tema... Sé que es algo complicado y muchas veces doloroso... pero estamos de pie, seguimos viviendo y eso significa una sola cosa... SOMOS GRANDIOSOS... y el resto puede decir lo que quieran, pero nadie podrá destruir lo hermoso que somos... Los amo mucho, y espero que siempre lo sepan :D <3

CAPITULO XXIV: Muerte.

El frío se cuela por entre mis ropas, ni siquiera puedo sentir mis manos y mi mente se ha detenido por completo, me encuentro en el más profundo de los abismos, aquel lugar inhóspito del cual no quiero salir y es que si lo hiciera, debería enfrentar la realidad, aquella que tan dolorosamente me ataca. Tapo mis oídos con la única intención de no hacerme con aquellos gritos, aquellas burlas y ese espantoso sonido, el llamado sangriento de la muerte. Todo es mi culpa, ella no debería estar sufriendo. La mujer que me ha convertido en lo que ahora soy, la madre que esta vida me ha entregado, es ella quien ha debido pagar por todas mis culpas, por mi arrogancia. ¿Cómo voy a seguir sin sus consejos? ¿Cómo viviré sin tenerle a mi lado? No concibo que sea yo quien le esté asesinando ahora, ¿es esta la forma en que le he pagado por todo el amor entregado? Soy la peor de las bestias.

Mi rostro se encuentra húmedo, las lágrimas le han invadido sin compasión mientras que el frío las congela poco a poco. No quiero ver nunca más, no deseo oír jamás, lo único que anhelo es quedarme congelado en este momento, detener el universo para impedir que todo siga sucediendo, para postergar aquel maldito desenlace. De pronto algo se interpone en mi camino al abismo, un poderoso calor comienza a inundar la desolación de mi piel y sin poder evitarlo, ingreso nuevamente a este mundo putrefacto. Lo primero que veo es su cabello claro, aquel castaño que al recibir la luz de la luna se ilumina cual oro. ¿Qué hace él aquí? ¿Por qué de todas las personas del mundo debe ser él quien me ha encontrado? -¡Renato! ¡Renato! ¡Reacciona!...- Una voz se acerca desde la lejanía, mientras solo logro ver los labios de Diego moviéndose, agitándose desenfrenadamente mientras zamarrea mi cuerpo, mas yo no oigo ni siento nada, estoy vivo pero a la vez muerto, respiro pero a la vez desfallezco, le amo pero a la vez le odio.

-Cata… Cata… ¡Sálvala… Sálvala por favor!- Es lo primero que mi asustada voz logra producir, es el eco de lo que mi alma suplica desesperadamente. Recabarren no entiende nada de lo que sucede, solo atina a contemplarme perplejo, algo me ha sucedido, sabe que debe ayudarme, aunque soy incapaz de pedirle claramente cómo puede hacerlo. Como el cántico de las sirenas que maravillan a los navegantes inexpertos, así de bello es el sonido de las balizas acercarse raudamente. No sé cómo, ni quién, solo sé que han llamado por ayuda, que alguien busca defender a Cata mientras yo sólo me dediqué a esconderme, preso de mis temores, hundiéndome en la miseria de la cobardía. Todo ello lo abandono y me levanto con las energías que no poseo, tambaleo mientras me alejo de mi amado, deseo correr, regresar al lugar del cual no debí huir, tan solo que es mi cuerpo el que se ha estropeado. Como puedo vuelvo a la cuna de la desesperanza, aquel charco de sangre impregnado en la calle, rodeado de botellas y colillas de cigarros, de gritos congelados y alaridos grabados por siempre en los adoquines del suelo. Y en medio del desastre, el rostro añorado, la mirada que mágicamente me devuelve a la vida y a la vez, me sumerge en las lágrimas. Lloro al encontrarla en aquel estado, pero aún más terrible es lo que aparece en sus pupilas, horroroso es aquel brillo cálido que me regala. ¿No ves que te he matado, que te he abandonado, a ti… la mujer que ha dado todo por ayudarme? Cata me observa con amor, como siempre lo ha hecho, entrega lo último que posee y me lo regala, tan solo que no lo merezco. Oso a tomar su mano helada y besarla, le pido perdón, le suplico que algún día pueda disculpar a este engendro. ¿Cómo pude? No tengo perdón de Dios.

Los paramédicos me obligan a separarme de ella, intentan salvar su vida y aunque les veo trabajar con premura, en sus rostros contemplo que nada ha sido suficiente. Se levantan sin decir palabra alguna, sus facciones se muestran duras y cuando intento acercarme a uno de ellos, simplemente hace un ademán con su cabeza para señalarme que no han podido salvarla. Su cuerpo se enfría lentamente bajo la mirada inerte de la luna. Todos mis temores se vuelven realidad y simplemente mi cuerpo se desvanece, pertenezco a este mundo y a la vez desaparezco de él. Unos brazos poderosos amortiguan mi caída y me protegen de mis fantasmas, mientras solo puedo pensar en llorar, en sufrir por mi cobardía, en martirizarme por su ausencia.

~*~

No sé cuántos días han transcurrido, de vez en cuando abro mis ojos y al recordar lo sucedido lloro sin control, finalmente termino durmiéndome y es que es el único lugar en el cual puedo estar seguro. En aquel mundo recuerdo los brazos de aquella mujer, su aroma y sus cálidas manos, aquellas que acariciaban mi cabello cada vez que lo necesitaba. No quiero despertar nunca, la realidad es hostil, no deseo volver a ella, vivir así es mucho mejor. A veces al despertar me encuentro con la mirada de Natalia, quien me vigila sintiendo lástima por mí, sé que me quiere, tan solo que detesto que cree aquel sentimiento hacia su hermano menor.

Una luz poderosa inunda de pronto mi cuarto, despierto asustado por su presencia y entre aquel mar de luminosidad blanca me encuentro vigilado, rodeado por completo por una manada de lobos hambrientos que se deleitan con la juventud de mi piel. Muestran sus colmillos bañados en sangre y detrás de sus sombras aparece el cadáver de su más reciente presa. En medio de un charco de sangre distingo la abundante cabellera roja de Catalina, su cuerpo desnudo se muestra mutilado, rasgado como si se tratase de ropas viejas, infectándose debido a la saliva venenosa que aquellos lobos desprenden de sus dientes. Esas bestias comienzan a acercarse a mí, temerosas por haber descubierto su delito. Ladran y chillan desenfrenadamente, alegres por terminar por fin con mi vida. –Es tu hora maricón… ahora te toca a ti…- Dice uno de aquellos monstruos, el mismo que me derriba y acerca su hocico a mi cuello para olerme. Su cuerpo es el de un animal, pero sus ojos son humanos, y yo los conozco. Arturo acerca sus colmillos a mi rostro, siento su aliento feroz invadir mis poros, acechándome, intimidándome para pronto asesinarme. Dejo de mirarle entregado a mi muerte, esperando que aquel dolor termine por aliviarme, tan solo que una nueva voz aparece de aquella garganta. -¿Por qué? ¿Por qué me abandonaste?- Ahora ya no es Arturo quien me ataca, sino que Catalina convertida en una fiera. El amor en sus pupilas se convierte poco a poco en odio y cuando ya no aguanta más mi presencia, abre su hocico y mostrándome los colmillos se apresura para morderme.

Despierto agitado y sudando como nunca antes. Todo  ha sido una pesadilla, nada ha sido real y aun así no logro quitarme aquel sentimiento, aquella extraña mezcla entre pavor y gozo, deleite por dejar que mi amada estilista pudiera acabar con mi vida, de la misma manera que yo permití que sucediera con ella. –Ella nunca te hubiera hecho daño, eras la persona más importante en su vida… Entregó su vida por la tuya, siempre se sacrificó para verte feliz ¿y tú le pagas de esta manera? ¿Sucumbiendo al terror?...- Luego me percato que no me encontraba solo, Germán me estaba vigilando. ¿Qué hace el portero en mi cuarto? ¿Por qué quiere ver a la persona que causó la muerte de su prometida?

En aquellos pequeños momento de lucidez imaginaba el odio que aquel hombre habría creado hacia mí y es que le separé de la mujer a quien ama, la misma con la cual quería casarse prontamente. Le destruí la vida y aun así ahora se encuentra ayudándome, velando mis sueños como si en realidad importara lo que sucediera conmigo. –Acabamos de enterrarla, ahora su cuerpo puede descansar en paz… sin embargo su alma nunca podrá hacerlo si no sabe que tú te has recuperado, que sigues adelante y vives como Cata hubiese querido… Riendo cada día aun cuando sufras, saliendo adelante con tus problemas mientras ayudas al resto con los suyos… No permitas que su muerte sea en vano… no te derrumbes porque no has sido tú quien la ha asesinado…- Quien más debiera detestarme ahora me consuela, intenta auxiliarme en el peor momento de mi vida. Su generosidad logra remecer mis cimientos, desprenderme de mis temores y regresar a esta vida como mi amada amiga hubiese querido. ¿Me has traído este ángel para ayudarme? ¿Acaso ni siquiera muerta dejarás de sacrificarte por mí? Mi corazón galopa sin compasión y lo único que atino a hacer es abrazar a Germán. Me empapo con su calor y ahogo las últimas de mis lágrimas en su pecho, a la vez que luego siento cómo su tristeza abandona sus ojos y muere en mi cuello. Ambos la amábamos y ahora nos necesitamos el uno al otro para enfrentar su partida.

Fue una semana en el más ardiente de los infiernos y tras ser rescatado por aquel hombre, por fin logro regresar a la realidad, lastimado pero decidido a luchar, ya no por mi bienestar, sino que por cumplir la promesa que hizo Cata, seré feliz aun cuando todo el mundo se dedique a dañarme. Al salir de mi cuarto me encuentro con Natalia. La mujer se emociona de sobremanera al verme de nuevo en pie. Solo me sonríe desde lo lejos y es que sabe que si decide abrazarme, inevitablemente comenzaré de nuevo a llorar. Camino por el pasillo hasta la sala en medio del silencio que se ha creado ante mi presencia. Poco a poco comienzo a reconocer a la gente en la sala. Junto a mi hermana se encuentra Germán, en el sillón de al frente está Adriana con su rostro de acero como de costumbre y a su lado, alguien que jamás imaginé que estaría de nuevo en mi hogar. Al igual que mi hermana, me sonríe, sus ojos celestes refulgen de alegría ante mi presencia, como si se tratase de un pequeño al ver un nuevo juguete de regalo.

Extrañamente me siento alegre de verle, su presencia me trae buenos recuerdos, gemidos placenteros en los más impensados lugares. -¿Y Diego?- Es lo primero que digo sin siquiera darme cuenta. Ya no somos novios, solo que recuerdo sus brazos aquella tormentosa noche, su calor en el peor momento de todos. El rostro de Matías cambia inmediatamente, se enfurece porque he preguntado por su rival. –Los primeros días estuvo aquí, sin embargo los chismes sobre el amor que Arturo siente por él le hicieron sentir culpable, cree que en cierta forma, es culpable de aquel ataque… Es igual de tarado que tú ¿verdad?- Responde Adriana ante mi pregunta. El saber que se siente así genera que la poca fuerza que había logrado se desvanezca. Caigo al suelo tras sentir las piernas endebles. Lloro por su usencia, por el daño que le he hecho y que probablemente seguiré propinándole. –Tenías que hablar…- Refunfuña Natalia ante el error de la profesora de Lenguaje. Luego ayuda a levantarme para llevarme nuevamente a mi cuarto, solo quiero dormir, olvidarme de todo lo que ha sucedido y las pastillas que me ha dado mi hermana logran mi deseo.

Regreso a ser un niño pequeño, vuelvo a aquel momento en que todo era sencillo. Tengo seis años y aunque le temo al mundo, creo que la vida es maravillosa. En aquel tiempo nadie se burlaba de mí por ser diferente, incluso podía hasta ser divertido. Llegaba al colegio y me juntaba con mi mejor amigo. No duró mucho, y aun así le recuerdo con alegría, el único con quien conversaba y luego de él, nunca más nadie lo hice. –Me gusta mucho ir a las montañas, ahí un día con mi hermano encontramos una cueva muy profunda y nos quedamos a acampar en ella… ¿Te gustaría ir?- Me dijo el niño mientras jugábamos con tierra en el patio. Obviamente que aquella aventura no me la perdería y una semana después, fuimos de excursión con su hermano mayor.

Recuerdo lo cansado que llegué a la cima y lo mucho que reía porque mi amiguito se había ortigado las manos cuando intentó sacar un diente de león. Todo era genial, comimos nuestros sándwiches mientras contemplábamos la fogata que había hecho el pariente del chico. Él mismo fue luego a limpiar la cueva y nos dejó conversar a solas allí. –Tú hermano es muy guapo, me gustaría que él me diera mi primer beso…- Le dije de repente como si fuese lo más normal entre niños de seis años. Mi amigo se puso muy nervioso, y aunque tartamudeaba logró decirme lo que pensaba. –A mí me gusta mi vecino, siempre imagino que cuando grandes nos vamos a casar…- Sonrió alegre tras decírmelo, como si hubiese confesado su más oculto secreto y ahora pudiera confiar en mí, porque conmigo podía ser como realmente era. Llegaríamos a ser mejores amigos, solo que lo que luego sucedería lo impidió para siempre.

Aquel momento es nebuloso, el hermano mayor del niño me empujó con rabia antes de tomar sus pertenencias y llevarse a mi amigo con él. –No te vuelvas a juntar con él, engendro… Le estás contaminando con tus asquerosidades…- Fue la forma en que se despidió. Me dejaron solo en medio de la noche, en medio de la nada, abandonado a mi suerte. Lloré lo más fuerte posible y luego de unas horas fui encontrado por unos campesinos. Nunca más tuve otro amigo, ya que aquel niño y su hermano se propusieron convertirme en un paria, nadie podía acercárseme porque era homosexual, intentaba convertir a los otros, era una mala influencia, un lunático con el cual no podías jugar, y si lo hacías, serías golpeado hasta desistir.

Esta vez despierto normalmente, tan solo abrí los ojos y me encontré con los primeros rayos del sol ingresando grácilmente por mi ventana. Sentí un calor conocido, como si aquella luz fuese la forma en que Cata me diera los buenos días. Sonreí al ver a través de la ventana y contemplar lo hermoso que es el mundo. -¿Puedes creer que aquella noche en las montañas pude haber muerto también? Pero lo más impresionante es que quienes me abandonaron fueron los mismos que te apartaron de mi lado…- Le dije a la estilista a través del sol y es que el único chico que fue mi amigo es Arturo, quien logró destruir mi infancia y por culpa de quien casi acabo con mi vida la vez que conocí a Catalina. Si lo pienso mejor fue gracias a su odio que la conocí y ahora, fue él mismo quien me la arrebató.

Salgo de mi cuarto, sin embargo esta vez me encuentro solo con Adriana conversando con un policía. –Durante la semana que he estado vigilando aquí ya han atrapado a cinco de los responsables, ahora solo falta que atrapen a los hermanos Ferreira…- Dice el uniformado. Recién en este momento me entero de su presencia y de lo ocurrido con aquel grupo de asesinos. ¿Fuiste tú Cata quien me hizo recordar aquello en mis sueños? Eso significa que me estás dando una señal, que debo ir hasta aquel lugar porque allí encontraré a los responsables de tu muerte. No hago ruido e ingreso nuevamente a mi habitación, debo planear muy bien la forma en la cual escapar.

La pena y la frustración se convierten poco a poco en odio, el mismo que llevó a aquellos a atentar con mi vida y asesinar a la persona que más he amado en este mundo. Nunca he hecho nada para merecer este castigo y de todos modos, he sido el blanco de sus burlas, de sus insultos y sus golpes. No permitiré que sigan dañándome y por sobre todo, no dejaré que le destruyan la vida a nadie más. Prometo por la memoria de Catalina Molina que acabaré con sus vidas, que contemplaré el último brillo de sus ojos y oiré sus plegarías por piedad. Juro que no tendré compasión…

La noche ha llegado de pronto a la gran ciudad y con ello, las visitas abandonan mi casa. Natalia se ha acostado y me ha dejado el camino libre. –No sabía que ahora tenía guardaespaldas… Toma, para que puedas resistir la noche…- Le dije al policía apostado en la puerta de mi casa. El hombre de rostro duro y voz profunda me observa con extrañeza, aunque acepta igualmente el café que le ofrezco. –No me mire de aquella forma, no soy un fantasma… solo alguien que ha sufrido mucho…- Le digo para que deje de mostrarme aquella absurda lástima que tanto he odiado siempre. Con deleite le veo beber la taza de aquel brebaje y con mucha más gracia, contemplo como lentamente comienza a dormirse. Le he dado sin que se diera cuenta dos de aquellas pastillas que me ha dado mi hermana por una semana, esas que me han dejado dormir mientras el dolor se apaciguaba en mis entrañas. Finalmente el uniformado cae rendido ante los encantos de Morfeo y sin mayores complicaciones logro sacar de su funda aquella reluciente pistola. Su poder y brillo logran cautivar mi pasión, tenerla entre mis manos me aumentan la imperiosa sed de justicia. Tomo el bolso que he preparado y entre las prendas, escondo el arma. Salgo del departamento sin causar ruido y una vez en la calle, inundo mis pulmones con el frío reinante, con el gélido viento que llevan a mis pies a moverse con dulzura hacia la venganza, hacia aquella montaña de la cual esos dos jamás bajarán. Moriré si es necesario o me pudriré entre los barrotes de una cárcel, pero no dejaré pasar esta dulce oportunidad. Si he soñado con aquella tragedia de mi infancia, es porque debo cumplir esta misión, es porque el alma de Catalina desea que bañe mis manos con aquella sangre putrefacta… Juro que seré yo quien acabe con la vida de Arturo…

Notas finales:

Nos leemos pronto!!!


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