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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!! :D

Espero que se encuentren muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo :D

 

Bueno... en el capítulo anterior quedamos intrigados por la confesión de Matías, pero... ¿qué sucede en el corazón de Natalia? Bueno, aquí lo sabrán...

Y... además de ello... sabrán un secreto que ella nunca le ha revelado a Renato... y que tal vez, jamás lo haga :D

A leer!!!!!!!

 

pd: hasta el momento va ganando la historia centrada en Nicolás :P eso.... solo voy contando, quizás luego haya un vuelco y termine ganando Lucas... todo depende de ustedes :D

pd2: han visto Minions??? Pues para lo que sí, les comunico que soy Bob jajajaja es tan adorable *-*

pd3: y para los que han visto Intensamente... soy tristeza e.e cuando estoy depresivo... suelo ser así jajaja

pd4: sí, he ido mucho al cine últimamente xD

CAPITULO ESPECIAL IV: NATALIA

El primer recuerdo de mi infancia se remonta a aquellos tiempos en la mansión Lancaster. Con mi madre paseábamos por los amplios jardines que rodeaban a la estructura, tomaba su mano mientras escuchaba su melodiosa voz. Solía enseñarme el nombre de todas las flores que veíamos, como también el de las aves que jugueteaban sobre nuestras cabezas. Era una apasionada por la naturaleza, una mujer tan pura que este mundo terminó por contaminarla, de tal manera que su muerte fue la única penuria que pudo producirle a sus amados. Siempre con una sonrisa en su rostro, ayudaba a todo quien lo necesitara, era una voz respetada en aquel pueblo enclavado en las montañas, en aquellos lugares donde nuestra familia era dueña del fundo más grande. Fernanda Lancaster murió cuando yo apenas tenía catorce años, una adolescente que de pronto se quedó sola. Mi padre pareció morir al mismo tiempo, toda la energía que su cuerpo mantenía se desvanecieron al perder a su amada, el mismo día en que nació su segundo hijo, el mismo a quien nunca quiso verle el rostro.

Me dieron por nombre al nacer el de Natalia Alejandra Bolingbroke Lancaster, hija de una de las herederas de aquella familia tan importante, de uno de los clanes fundadores de este país y quienes controlan las finanzas de esta nación. Mientras crecía fui dándome cuenta de la posición de privilegio en la cual me encontraba, aunque más que ello, de las consecuencias de tener tanto dinero. Pronto supe que no debía ser amiga de las hijas de las sirvientas, que ni siquiera podía saludarlas, eran de una clase inferior. Tampoco podía ni siquiera imaginar en enamorarme de un chico de mala familia, debía buscar a alguien de renombrado apellido, que pudiera acrecentar aún más el patrimonio Bolingbroke. Ya en mi infancia me sentía presa de unas cadenas infernales, de unas costumbres que más temprano que tarde terminarían ahorcándome.

Nuestro hogar estaba repleto de comodidades, de sirvientes dispuestos a ocuparse de hasta la más tonta de nuestras necesidades y así fue como Renato comenzó a ser cuidado por su nodriza, una mujer que don Benjamín expresamente contrató para aquella labor. El pequeño retoño le era una mala pesadilla, un recuerdo de aquel espantoso día y por ello, no merecía el calor de un padre, ni siquiera la misericordia de un cristiano devoto como solía predicar. Junto con la tristeza producto de la muerte de mi madre, me vi envuelta en la pesadumbre de ver cómo mi pobre hermano se vio forzado a sufrir desde su más tierna infancia, a ser relegado al nivel de una mascota fastidiosa, de un ser despreciable que debía ser encerrado en el cuarto más alejado.

-Tienes que cuidarle… es todo lo que nos queda de mi mamá. Ella lo hubiese protegido y querido como lo hizo conmigo, no permitiría que te desentendieras como lo estás haciendo… También es tu hijo, ¿por qué no puedes quererlo también?- Es lo que le dije al patriarca de nuestra familia, quien simplemente no me escuchó, como se le había hecho costumbre. Tan solo hablar de mi hermano le producía repulsión y así, luego de unos meses, simplemente fingió olvido, haciendo de cuentas que Renato ni siquiera había nacido. La desesperación me sucumbió completamente, la poca felicidad que había tenido era producto de mi familia, la misma que se estaba derrumbando poco a poco, habiéndose eliminado todo afecto anterior. Cuando ya nada me quedaba, apareció mi salvador, el hombre que me entregó una luz de esperanza, una nueva oportunidad para ser dichosa.

Pedro trabajaba como jornalero en el fundo, un peón más en el gran negocio de mi familia. Era muchísimo mayor, un hombre hecho y derecho en la plenitud de sus treintas, cuando yo era solo una colegiala ingenua. Había estado casado con una mujer de su entorno, quien se escapó con su mejor amigo tras años de engaños y burlas, devastado pasaba los días de lluvia debajo de un sauce, el mismo lugar donde vio partir a su amada junto a aquel hombre deshonesto. Allí su vida se había acabado, aunque nunca imaginó que en ese mismo lugar conocería a la muchacha que daría vuelta su universo, quien lo guiaría a convertirse en un nuevo ser.

Desesperada por aquel presente gris, un buen día me escapé de mis clases de piano para recorrer la inmensidad del fundo. En medio de mi recorrido me encontré con una fuerte tormenta, de aquellas impredecibles y tempestuosas que tanto caracterizan a aquella zona. Congelada y con el corazón latiendo a mil, corrí desesperada hasta refugiarme en el primer árbol que encontré, para mi sorpresa, no era la única que allí se encontraba. –La vida no tiene sentido sin amor… usted ha perdido a su madre, yo a mi esposa… tal vez seamos las almas más abrumadas de todo este campo… Eso nos une en un lazo especial.- Es la única frase que recuerdo de aquel hombre de barba tupida, de ojos intrépidamente oscuros, y es que jamás hubiese imaginado cuánta razón había en sus palabras.

Pasaron los meses y nuestras reuniones en el viejo sauce al lado del río no cesaron. Pasábamos horas conversando, riendo e imaginando una existencia placentera, ideando un mundo mejor. Sin darme cuenta, cada uno de mis sueños tenía relación con Pedro, cualquiera hubiese sido mi destino, anhelaba con todas mis fuerzas que estuviese enlazado al de él. ¿Cómo podría olvidar a mi primer amor? Aquel hombre mayor, que apenas tenía dinero para vivir y cuyo corazón estaba devastado gracias a la traición de una mala mujer, se convirtió en mi príncipe azul, en el ángel con quien soñaba noche tras noche.

Un día, tras llegar de la escuela, me dirigí hasta el despacho de mi padre, quería pedirle permiso para juntarme con Graciela Eyzaguirre, una de las hijas de su mejor amigo, aunque todo era una mentira para poder reunirme sin problemas con Pedro. Como me era costumbre, ingresé a aquella lujosa habitación repleta de libros y retratos de nuestros antepasados, sin avisar mi presencia. Logré caminar un par de pasos antes de escuchar las terribles palabras que don Benjamín le decía a su interlocutor al otro lado del teléfono. –Tiene ocho meses, está en perfecta salud, estoy seguro que cualquier familia estará dichosa en adoptarle… especialmente con la cantidad de dinero que les daré por hacerse cargo de Renato… Por favor, encárgate de esto en completo secreto, no quiero que nadie se entere… Todos deben creer que mi hijo menor falleció de muerte súbita, ¿entendido?- Estaba sentado en su amplio sillón, cómodamente conversaba mientras observaba sus bastas tierras a través de la ventana, dándome la espalda, sin imaginar que acababa de enterarme de todos sus crueles planes.

Al igual que aquel día en que perdí a mi madre, mi corazón se contrajo fuertemente, acababa de perder a quien por muchos años respeté. ¿Cómo un padre podía decidir tan cruelmente el destino de uno de sus hijos? Su tono decidido y el odio en sus palabras, me dieron a entender que la única persona en este mundo con quien Renato podía contar, era yo. No lo dejaría solo, no lo iba a abandonar como don Benjamín ya lo había hecho. En ese momento prometí que jamás nadie me separaría de mi pequeño retoño, nunca permitiría que le hicieran daño, daría mi vida con tal de verle a salvo.

Convencida, guardé un poco de mis ropas y las de mi hermano en una mochila, junto con alimentos y el dinero que logré coger del despacho de don Benjamín. No era una cantidad alta, aunque si era la suficiente para salir de este pueblo perdido en las montañas y llegar a la ciudad, donde comenzaría desde cero al lado de Renato y del hombre a quien amaba.

Como era costumbre, me reuní con Pedro debajo del sauce. –Me iré de este lugar para nunca más regresar… me gustaría que me acompañaras, ya nada te ata a esta tierra… Ven conmigo y te prometo que seremos felices juntos… yo… te amo. Por favor acepta mi amor y huye a mi lado…- Me confesé por fin, reuní el valor suficiente y abrí mi corazón. Le vi dudar por un instante, en mis brazos llevaba a mi hermano y tras cada segundo que transcurría sin una respuesta, comenzaba a temblar cada vez más fuerte, asustada por la posibilidad de ser rechazada por el hombre a quien más he amado. –Soy mucho mayor… hasta podría ser tu padre. Tú vienes de una familia poderosa, yo soy un simple peón, ¿cómo podrías amarme? Si soy tan inferior a ti…- Me respondió con tristeza, hundiéndose en una miseria que solo él contemplaba. Claro que era capaz de enamorarme, para mí, era el mejor de todos los hombres. Sin pensarlo dos veces, le entregué mi primer beso. Uní mis labios a los suyos, sin importarme su reacción, solo deseando conocer su anhelada esencia. Para mi suerte, aquel ósculo fue el responsable de convencerle, de incentivarle a darme una oportunidad y huir juntos a la gran ciudad.

Al llegar a la capital, tuvimos que alojarnos en un pequeño cuarto, un lugar lúgubre y sucio, que era lo único que nos alcanzaba. Era todo lo opuesto a los lujos con los cuales me había criado, pero no me importaba y es que vivía el más hermoso de los sueños, amando al hombre de mi vida y protegiendo a mi pequeño hermano. Todo parecía ir bien, hasta que don Benjamín nos comenzó a perseguir, a utilizar su dinero para hacernos la existencia imposible. Tuvimos que escapar en múltiples oportunidades, dejar trabajos y tratamientos médicos de Renato. Así vivimos por largos dos años, hasta que las cosas tomaron su debido lugar.  

Pedro tuvo la idea de cambiarnos los apellidos a Renato y a mí, por ello tuvimos que ahorrar mucho dinero para contratar los servicios de una mafia especializada. Nuestros sacrificios rindieron sus frutos y los tres cambiamos de identidad. A nosotros nos bastó con cambiar de apellidos, y es que eran ellos los que tantos líos nos habían traído. Sin embargo para mi amado fue todo más difícil y finalmente tuvo que modificar por completo su nombre. Así, mi hermano y yo comenzamos  a ser identificados como los Prats Castelló, mientras que Pedro… como aquel que pronto ustedes conocerían.

Nuestro padre nos perdió la pista, es como si hubiésemos nacido de nuevo, todos los problemas desaparecieron, o eso imaginé en un principio. Mientras mi amado Pedro, gracias a su nueva identidad, comenzó a trabajar como cocinero en un importante restorán, yo cuidaba a Renato como la madre que nunca tuvo, en mis brazos dijo las primeras palabras y comenzó a caminar. El lazo que nos une es el más grande de todos, jamás podré amar a nadie como a él y es que es mi hijo, la luz de mis ojos y por quien me he levantado día tras día desde que nos escapamos de las garras de don Benjamín. Cada uno de sus logros han sido los míos, cada una de sus alegrías mis carcajadas, y sus penurias, mis lágrimas.

La vida parecía mejorar, con el sueldo de mi pareja arrendamos un pequeño departamento en el centro, aquel que conoceríamos como hogar y donde hasta el día de hoy vivimos. Los tres parecíamos una familia feliz, destinados a estar siempre juntos, pero el universo tenía deparado para nosotros algo completamente diferente.

Aunque siempre estuvo a mi lado, cuidándome e impidiendo que algo me sucediera, la verdad es que Pedro jamás me quiso, solo se embarcó en una posibilidad, en una oportunidad que le entregaba la vida para comenzar nuevamente. Intentó amarme, soy testigo de ello, sin embargo uno no puedo controlar sus sentimientos y finalmente terminó por confesarme la verdad. –Hemos estado todo este tiempo juntos, he llegado a querer como si fuese mi hijo a Renato… ustedes son las dos personas más importantes de mi vida… te quiero con todo mi corazón, pero nunca he podido corresponderte cómo te mereces… Para mí eres un ángel, una criatura hermosa… una hija a la cual jamás olvidaré… Antes de seguir dañándote, prefiero marcharme… Espero que puedas comprender.- Fueron las palabras que me dirigió, teniendo entre sus manos las maletas con sus pertenencias. Besó mi frente y la de mi pequeño hermano, para luego salir por la puerta del departamento y jamás volver, por lo menos no cómo lo conocía. Lloré a mares, volví a sentir aquel vacío en mi interior. Fue mi primer amor, y aunque trate de negarlo, tal vez el único que he tenido en mi vida. Cada noche despierto, intentando encontrar el calor de su cuerpo al otro lado de mi cama, mas nunca volveré a tenerle tan cerca.

Observé a Renato y me percaté que no podía rendirme, él depende de mi fortaleza y había prometido defenderle de cualquier peligro. Acababa de cumplir la mayoría de edad, por lo que comencé a buscar trabajo. En muchos me pedían experiencia, una que no tenía. En otras me cerraban la puerta por ser mujer, por tener a mi cargo un pequeño indefenso. Fue una búsqueda desesperada, debía alimentar a mi hermanito y nadie me ayudaba, no tenía amigos ni familiares, estábamos solos en este mundo. Un día llegó a mis manos un afiche, uno que muchos considerarían inmoral y que para mí, significó la sobrevivencia.

Tímidamente me acerqué al casting para reclutar actrices, aunque no cualquieras, sino que pornográficas. Había perdido la virginidad con Pedro, el único hombre con quien había intimado. Mis padres me habían educado bajo una férrea disciplina católica, esa donde el sexo está mal y gracias a ello, fui pudorosa en mis inicios en las artes amatorias. Fui aceptada en la agencia y me inicié en la pornografía. Muchas mujeres imaginarán que es una vergüenza, que lo hacen señoritas desesperadas o interesadas en el dinero, sin embargo no somos ello. Allí nos encontramos aquellas que no tenemos tapujos, las que poseemos los mismos beneficios que un  hombre, porque el sexo libre no solo debe servir para saciar el placer de los varones, sino que también de las féminas. Soy quien le enseña a tu pareja cómo complacerte, la que se cuela en sus sueños para amarte de mejor manera. Me inicié con miedo y ahora estoy orgullosa de lo que soy, porque he sacado adelante a mi hermano y le he enseñado a las demás, que el placer no es pecado y que somos lo suficientemente importantes como para vivir nuestra sexualidad con libertad.

Siempre he sabido que Renato tiene miedo de verme sola, que cada pareja que le he presentado no ha resultado, porque simplemente los hombres a quienes le he permitido acercarse, desean solamente pasar un buen momento conmigo, lo mismo que yo busco. Si quisiera estar con alguien, hace mucho que lo hubiese logrado, pero… nadie puede suplir a Pedro, para ser sincera… tampoco quiero olvidarle. Me he pasado todos estos años recordándole, amándole como la primera vez, aun cuando su regreso no significó nada.

Seis años después de distanciarnos, mi amado regresó transformado en un hombre aún más maduro, habiendo experimentado todas las aventuras que siempre imaginó. Se veía feliz, dichoso por vivir cada día de su existencia plenamente. –Renato está muy grande, ¿crees que se acuerde de mí?... aunque no lo creas, no ha habido minuto en el cual no piense en ustedes…- Me dijo mientras le veía atónita sentado en el sofá de mi casa. Era verdad, y esa era la razón por la cual había regresado. Sabía que nunca me amaría como mujer, que siempre lo había hecho como una hija, a la cual protegería hasta la muerte. Me conformé con ello, con saludarle todos los días y ver su sonrisa, su felicidad al compartir el amor con otra persona, con quien finalmente le robó el corazón. Nunca fui egoísta, siempre he querido su felicidad y por ello he vivido bien. Renato cree que estoy triste por seguir sola, y es que no sabe la verdad detrás de mi gran amor, de la felicidad que me trae aquel a quien siempre llamaré Pedro.

-Él ya me contó toda la verdad, jamás lo hubiera creído, parecen dos extraños… ¿quién podría creer que tienen un pasado en común?- Fueron las palabras que me dijo Cata cuando se enteró de toda verdad. Mi hermano nunca ha sabido la verdad, no hemos querido decirle y es que, ¿de qué sirve? Es el lazo que me une a su amor, un secreto que siempre nos mantendrá unidos y quisiera que se quedara así, para sentirme protegida por su confidencialidad, por los murmullos que nos dirigimos en las escaleras, por las miradas furtivas al salir por el portal. La mujer que tanto ayudó a mi hermanito, esa que incluso dio su vida por él, es la misma que conquistó el corazón de mi Pedro. Nunca pude sentir celos de ella, simplemente se merecían ser felices, por poseer las dos almas más puras que jamás han tocado mi vida. Sí, aquel que conocieron por Germán, es en realidad, el peón que robó mi amor debajo de aquel viejo sauce al lado del río.

Tras la muerte de Cata, visité en secreto al portero, quien devastado lloró sin descanso por días completos. -¿Puedes creer que la mujer a quien más he amado sacrificó su vida para salvar a aquel que siempre he considerado en secreto como mi hijo?- Me dijo entre sollozos durante una visita. Ese dolor en sus ojos me rememoró al mío cuando me abandonó, así me di cuenta que como él jamás abandonaría mi corazón, la estilista nunca lo haría del suyo. Aunque le será difícil, sé que saldrá adelante, que gracias al recuerdo de su amada, se levantará de entre las cenizas y volverá a brillar como el fénix que siempre ha sido.

Durante el último tiempo, han sido unos ojos celestes los que han robado mi corazón. Le encontré deshecho, destruido por una sociedad incapaz de sensibilizarse con la desdicha de un adolescente, quienes no le han perdonado por un simple error. Matías llegó a mi casa debido a las sospechas que tenía en relación a la salud de mi hermano, y aunque finalmente no lo contagió, no pude desentenderme de él y decidí hacer lo que nadie más se había propuesto. Como un ángel llamado Cata salvó a Renato de la muerte, yo haría lo mismo con este pequeño, quien no debe sufrir de aquella manera. No me da pena, ni mucho menos lástima, es un sentimiento que no puedo llamar de ninguna manera, uno tan grande que me lleva a quererle como lo he hecho con mi propio hermano.

-Lo siento, pero es algo que no pude controlar… Solo sucedió. Traté de luchar contra ello, no quería ser el estúpido perdedor que se enamora de su salvadora, sin embargo siempre que te veía volvía a latir fuerte mi corazón… Natalia, te amo…como nunca amé a nadie…- Es la forma en que Della Rovere se me ha declarado, temeroso de mi reacción y es que nunca me lo hubiese imaginado. Parados en el balcón de mi departamento, siento cómo la brisa veraniega acaricia mi rostro, inmutable debido a aquel sentimiento reflejado en los brillosos ojos celestes de Matías. Este momento es igual a aquel debajo del viejo sauce, es el mismo sentimiento que yo poseía al declararme a Germán. Él nunca me amó y aun así lo intentó, entregándome los más bellos recuerdos, esos que siempre atesoraré. Una fuerza poderosa, una que me invade por completo, me lleva a tocar entre mis manos su rostro juvenil y a acercar mis labios a los suyos. El amor no siempre es aquel que ves en las novelas, muchas veces se gesta de tan misteriosa forma, que ni siquiera te das por enterada. Le amo, de una forma que no sabría explicar, en una magnitud que solo Pedro podría comprender. 

Notas finales:

Muchas gracias por leer!!! Espero que tengan una bella semana!!!

No fumen... no beban alcohol... no tengan sexo sin protección... no roben... pero por sobre todo... No lloren, que la vida es hermosa y deben vivirla siempre con una sonrisa en el rostro :D

 

pd: ayuden a quienes le rodean y verán de inmediato, que serán mucho más dichosos!!!!

 

Los amo!!!!! ♥♥♥♥♥♥♥♥


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