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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!! Espero que se encuentren muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo... Lo siento, tenía que subir este capítulo antes, pero no pude u.u espero que no sea demasiado tarde D:

ÚLTIMO CAPITULO!!!!

Sí, como bien leyeron, el último capítulo es.... el que viene luego jajajaja no desesperen, que todavía queda una semana más de Renato :D

 

NUEVA HISTORIA!!!!!

Y como BP está finalizando, les comunico que ya he comenzado con otra historia, por si quieren seguir leyendo lo que esta mente atrofiada puede escribir jajajajaj xD 

Se llama Somos Hermosos y contiene algo que me ha costado entender... espero que les guste... la pueden leer --> aquí.

 

CAPITULO ESPECIAL V: Arturo.

Tenía miedo al ingresar al centro de menores, todo era desconocido para mí. ¿Qué me harían allí adentro? ¿Saldría con vida luego de experimentar lo que esas bestias me harían? El infierno se acercaba inminentemente, nada podía hacer para impedirlo y es que debía pagar mi condena, había obrado mal, la vida de una persona se extinguió por mis errores y eso es algo que jamás podré remediar, ni aunque llore eternamente.

Lo primero que me impresionó al ser internado, es la belleza de esos cuerpos arrestados, de esas pieles tatuadas que se ejercitan en sus tiempos libres, porque ¿qué más se puede hacer todo el día? ¿Estos serían mis verdugos? ¿Sexys musculosos? Pues bien podría soportarlo, uno que otro “roce” con esos adonis, más que una tortura sería un placer. Quise resistirme al principio a aquellos pensamientos, como me era costumbre. Crecí ocultando lo que ocurría en mi mente, las ganas incontrolables de ver a mis compañeros desnudos, a conocer la bondad de aquello que yo también tengo entre mis piernas. Y en medio de toda aquella represión, estaba Renato, quien nunca se inmutó en aceptar que era homosexual, en ver los traseros de los chicos en la escuela, muchos menos en tocarles el trasero “accidentalmente”. ¿Qué mierda ha tenido toda su vida en el cerebro? ¿Acaso no tiene pudor?

Siempre prometí no llegar a ser como Prats, eso sería rebajarme a su nivel. Que equivocado estaba, porque tan solo una semana de encierro, fueron necesarias para convertirme en un pervertido en potencia. Ni siquiera les diré qué comencé a hacer luego de un mes. Y ahora que lo pienso, ser como Renato no es algo malo. ¿Quién más en este mundo te puede perdonar tras hacerle tanto daño? Le quité a su madre, me burlé desde pequeños de su femineidad ¿y quién fue aquel que estuvo en la montaña impidiendo que me suicidara? Finalmente debo reconocer que es una de las mejores personas que he conocido y me enorgullezco el parecerme a él… Porque finalmente sucumbí y ahora soy un vil pervertido. ¿Y qué? ¿Acaso me van a criticar? Pues debo informarles que ya no me importa lo que el resto piense, que vayan a darle por culo… que ya sé lo que es y no está para nada mal…

Así, los primeros días fueron inciertos. Estuve escondido en mi cuarto, ese que compartía con diez otros muchachos, solo que yo era el único que estaba veinticuatro horas entre sus paredes. No me atrevía a pisar el patio común, quizás ese sería el lugar donde me golpearían y se burlarían de mí. Mucho menos iba al baño de día, me aguantaba hasta la noche con tal de ser el único en aquella habitación. Parecía que lo estaba haciendo bien, porque nadie se daba cuenta de mi presencia, era prácticamente invisible. O eso pensaba.

-Ese trasero no lo he probado, será mejor que te bajes los pantalones… Lo quiero ahora…- Es lo que me dijo un chico alto, de cuerpo atlético, brazos poderosos y tatuados, voz tan grave que te erizaba los vellos. Me encontraba escondido en mi cuarto, escribiendo en un cuaderno que había conseguido. De pronto, siento aquella presencia atestada de testosterona a mi espalda, respirando como toro en corrida, podía percibir el calor de su sangre aun cuando estábamos distanciados. Me volteé asustado, ¿Qué quería decir con ello? ¿Me va a cortar las nalgas? ¿Esa es la tortura que hacen aquí? Es lo que pensé al verle inmuto, esperando a que hiciera caso a su órdenes. ¡Pero qué ingenuo era en ese entonces!

Pues como ya podrán haber entendido, lo que aquel chico quería no era precisamente mutilarme, o por lo menos no lo iba a hacer con una herramienta de acero. –Ya que no obedeces, tendré que hacerlo yo…- Respondió finalmente el semental. Inmediatamente después sus manos tocaron mis ropas, y las quitaron de mi piel asustada, esa que no podía moverse ni siquiera un centímetro, estaba realmente aterrado. Cuando ya me había entregado a la muerte, tras rezar todas las oraciones que mi madre me había enseñado de pequeño, sentí cómo me levantaba y dejaba caer estrepitosamente en una cama, cayendo de tal forma que mi trasero quedaba en alto, saludando a aquel que insaciablemente deseaba quitármelo. El pánico se desvaneció cuando su lengua comenzó a lamer mis nalgas, a morderlas y juguetear con ellas, como si fuesen el más delicioso de los manjares. –Tienes el culo muy cerrado, debes ser virgen…- Me dijo de pronto con toda la sutileza que poseía el sujeto. Claro, no podía pedir a alguien culto, lo único que había encerrado ahí eran delincuentes. Debo reconocer que el rollo delincuente, me enciende como espuma de champaña.

¡Oh por Obama! Sentir su lengua adentrándose en mis carnes, sintiendo su humedad y calor, fue la sensación más placentera que había experimentado hasta entonces. Recuerdo haber pedido al destino, que aquel momento no terminase, que si era necesario muriese allí mismo, pero que ese gozo fuera lo que me llevara hasta el paraíso. ¡Oh sí! Era homosexual y no sabes cuánto.

-Chúpamela…- Fue la siguiente orden, esa que salió de lo más hondo de su garganta y culminó cuando se bajó el pantalón de buzo que llevaba. ¡Qué herramienta! Creo que por un momento vi cómo aquel pene se iluminó ante mis ojos, era el tesoro esperado, ese tan escondido y que no había podido conquistar con anterioridad. Nunca había hecho una felación antes, por lo que todo fue una improvisación. –No me muerdas, imbécil…- Fue la primera queja de aquel interno. No sabía qué hacer con los dientes, por eso es que creo que le mordí un poco. Luego solo utilicé los labios y finalmente la lengua, esa que se hacía con aquel sabor foráneo, con una esencia desconocida y que terminó por enamorarme. Hay gente que no le agrada, que lo encuentra repugnables… A ellos les digo… ¡No saben lo que se pierden!

Cuando mi boca se había quedado sin saliva, fue el momento en que el joven me lanzó nuevamente a la cama y sin piedad, sin compasión ni miramientos, introdujo en mi interior aquella verga que antes había amado. ¡Por todas las monjas lesbianas! Me dolió más que ir al dentista, mucho más que cuando me caí de las escaleras a los diez años. Debo reconocer que el dolor se fue diluyendo con el paso de las embestidas, sin embargo, no podré olvidar nunca aquel primer momento, aquel sufrimiento inicial, el que esfumó de un solo movimiento mi virginidad.

Al terminar quedé sudado, bañado en la esencia de aquel sujeto, jadeando como si hubiese corrido una maratón. –Ahora que te joda cualquiera, yo ya te follé…- Y simplemente se fue, sonriendo triunfante como conquistador luego de darse cuenta que al cruzar el gran charco había un nuevo continente. ¿Nuevo? Pueden creer que nos llamaban así, y que “nos descubrieron”, cuando realmente ya existíamos. Se jactaron diciendo que nos trajeron la civilización, cuando lo único que hicieron fue traernos la gripe, las pestes, los piojos y tanto microbio que tenían en esa cazuela de enfermedades de cual provenían. Lo siento, es que no pude controlarme, ya saben, soy un chico estudioso y apasionado por el conocimiento. En fin, centrémonos en mis vivencias.

¿Cómo se llamaba? Pues ni idea, porque luego de él vinieron tantos otros, con tantos otros nombres, que no podría identificarlos a cada uno. No sería un mentiroso si les dijera que me acosté con todos los jóvenes del centro de menores, y es que… tenía que probar lo que había perdido durante trece años, era mucha pasión acumulada. Unos grandes, otros chicos, unos cuantos gordos, mientras que algunos delgados como mis dedos, con mucho bello, otros depilados, tanto morenos como pálidos. Sí, he probado de todo y evidencia de ello, es que la descripción de antes no era precisamente de mis idilios, sino más bien de una sola parte de ellos.

Era un libertino sin control, que se paseaba por el patio común moviendo el trasero, tentando a todo aquel que quisiera probar las bondades de mis piernas, esas que se endurecieron ante tanto ejercicio, saltando de sábana en sábana, aunque también practiqué en los baños, la cocina, el patio de enfrente, aquel que da a la calle, mientras las vecinas llamaban a los cuidadores señalándonos como unos sodomitas. Aunque debo reconocer que la mejore de las veces fue cuando, un día de verano, un chico moreno, de exquisito cabello rizado y labios gruesos como me gustan, me llevó hasta el techo, allí fornicamos como dos aves en celo. Grité como nunca antes, y es que solo el cielo despejado y el poderoso sol eran testigos de nuestros cuerpos sudorosos.

¿Mi familia? No supe más de ellos luego de mi aprehensión, ni siquiera de mi hermano, que fue sentenciado igual que en mi caso, quedando en una cárcel al ser mayor de edad. Supongo que nuestro padre debe estar avergonzado, dos asesinos, uno de ellos maricón, es el peor de los castigos. Al principio entristecí ante aquella realidad, solo que luego me di cuenta de la verdad. Una visita me ayudó a entenderlo, una reunión con la única persona que se digna a recordarme.

-¿Por qué te afliges? Al final, siempre has estado solo… Tus padres nunca se interesaron por ti, solo les importaba aquel chico aplicado, que les daba orgullos por sus notas e inteligencia, mas nunca repararon en preocuparse por lo que sucedía en tu interior, en lo que sentías y creías… ¿Qué diferencia hay entre esa vida y la de ahora? La única que debiera importar, es que ahora puedes ser realmente libre…- Es lo que me respondió Renato, tras escuchar mi desahogo, mi relato de temor ante una familia que simplemente decidió olvidarme. El novio de Diego me abrió los ojos y me hizo entender que jamás había estado mejor, que el encontrarme paradójicamente encerrado, me había ayudado a liberarme de tantas ataduras. Espero que ellos sean felices, que puedan rehacer sus vidas luego de tanto sufrimiento. Nunca más les reclamaré atención, aprendí que no puedo vivir de cumplidos.

Prats me visita sagradamente todos los meses, trayéndome algo de comer o un DC de Cassiopeia, que aunque el grupo no me gustaba en un principio, tras tanta insistencia del chico, terminó por encantarme. Realmente se ha convertido en mi mejor amigo, aquel a quien le cuento mis secretos y temores, en quien podré refugiarme cuando logre pagar mi condena. Será él el único que estará afuera de la cárcel esperándome, lo sé y confío en que así sucederá. Se ha convertido en mi mejor amistad y finalmente, en mi única familia. Si te alegras al ver simplemente a alguien, cuando le confías tus secretos, al imaginar tu muerte puedes verle a tu lado, al suceder ello, significa que son parte de tu familia ¿no? Aun cuando no lleve mi sangre, es parte de mi clan.

-¿Entonces te enamoraste? ¿Cómo es? ¿Es guapo? ¿Te trata bien? ¿Es más alto que tú? ¿O más bajo? ¿Tiene buen trasero? ¿Tiene buen pene? ¿Cómo es en la cama?...- Son todas las preguntas que  salieron de la boca de Renato en un lapso de treinta segundo, como una fuerte ráfaga de viento que te ensordece por su poder. Se veía realmente contento con mi noticia y es que se me ocurrió confesarle que me interesaba un chico. –A ver… mide un metro ochenta centímetros, es muy alto… Tiene dieciséis años, aunque su cuerpo es el de todo un hombre… hace mucho ejercicio, por lo que tiene todos sus músculos en forma, es tan duro como el acero… Su piel es tostada, tiene los ojos grises y el cabello castaño… Y, aunque no lo creas, no le he visto desnudo… Dice que quiere hacer bien las cosas conmigo y que debemos ir lento…- Es lo que le respondí, un tanto apenado, porque nunca antes había hablado de amor con nadie, todo era nuevo para mí.

David ingresó al centro de menores por robar, pertenecía a una banda delictual y éstos le llevaron por el mal camino, solo que al ser atrapados por la policía, se olvidaron del pacto de lealtad y le dejaron abandonado, fue el único imputado. Llegó en primavera, la estación de las flores y el amor. Recuerdo haberlo visto por primera vez en el patio común, donde estaba sentado en lo más alto de una de las graderías, levantando el rostro para recibir los rayos del sol matutino. Lo primero que pensé fue en lo hermoso que era, un rostro perfecto en un lugar tan vulgar. Lo segundo fue, ¿caería en mis garras? ¿Lograría llevarlo a mi cama? Claro que lo haría, si finalmente todos se derrumbaban ante mis encantos.

Me dirigí hasta él, moviendo mi trasero cual zorra. –Hola papi, ¿quiere sudar salado?- Le dije prostitutamente, ye s que las frases de la calle me las estaban enseñando todos aquellos con los cuales me juntaba. –No me acuesto con cualquiera…- Me respondió sin siquiera mirarme a los ojos, siguiendo con su rutina de recibir los rayos del sol. ¡Es un cretino! Es todo lo que pensé y es que me había rechazado a mí, al trasero más candente de este cuchitril. -¿Qué te sucede? ¿Acaso no te enseñaron modales?- Le empujé de la rabia y le encaré, tenía a muchos otros matones a mis pies, quienes siempre me mencionaban que golpearían a todo aquel que me tratara mal. Por fin se dignó a verme y en ese preciso momento, cuando nuestras miradas se conectaron, él simplemente se paralizó. –Eres muy guapo como para andar ofreciéndote así…- Me respondió cuando finalmente pudo hablar. Realmente pensaba ello, sus ojos cristalinos no mentían y se introducían en mi alma como nunca nadie había hecho. Nunca podré olvidar esa conexión, porque fue la que nos hizo enamorarnos.

Los días siguientes fueron aquellos en los cuales David alejaba a todo aquel que osara coquetearme, no permitía que me acostara con ningún muchacho, solo quería tenerme para él, aunque ni siquiera me había dado un beso. Pasábamos las tardes conversando de nuestras vidas, de lo que él había vivido y lo que yo había sufrido. –Mi padre nunca se hizo cargo de mí, solo tenía a mi madre, que era drogadicta y apenas podía cuidarse ella misma… Por eso desde pequeño tuve que defenderme, buscar mi propia comida e intentar que mi madre saliera de aquella adicción. Lamentablemente, cuando apenas tenía diez, ella murió por sobredosis y me quedé en la calle… Nadie se quiso hacer cargo de mí, hasta…- Me dijo emocionado, tanto que tuvo que detener su relato para proseguir, y es que las lágrimas querían brotar de sus ojos. –En mi barrio vive un hombre de quien todos dicen que es tonto, uno de esos bobos que apenas pueden leer… todos se burlan de él porque es afeminado y torpe, se rodea de gente extraña como él…. Solo, que fue el único que me tendió una mano cuando lo necesitaba… Un día de lluvia, tenía mucha hambre y él, Alejandro, me encontró… sin pensarlo dos veces me llevó a su casa y me dio de comer. No era la gran cosa, una sopa con un poco de verduras, pero fue tan reconfortante que alguien se preocupara por mí… Me dijo que se haría cargo de mí y que me ayudaría a estudiar… Todo iba bien, volví al colegio y tenía una familia, pero la avaricia me invadió… quería sacarle de la pobreza, retribuirle por todo lo que había hecho por mí y así no encontré mejor forma, que robar… Y sabes el resto. Ahora él debe estar tan destruido, le desilusioné… a él, quien solo me entregó amor.- Fue así como supe su vida y lo triste que se encontraba por haber errado. Su historia no era muy distinta a la mía, ambos habíamos sido tocados por dos ángeles que cambiaron nuestras vidas. Gracias a él pude cerrar muchas ilusiones, muchos sentimientos afloraron desde mi corazón, unos que jamás había experimentado. Me enamoré, sencillamente David nubló mi entendimiento como nunca nadie más lo logrará hacer.

El primer beso fue para mi cumpleaños, ese fue el regalo más maravilloso que pude recibir en mi vida entera. Mis catorce años los celebré a su lado, reconfortado con su calor y el cariño que sus palabras de amor transmitían. Todo fue a su tiempo, no quisimos apresurar nada y cuando ya nada podía separarnos, cuando sabíamos que este sentimiento duraría por la eternidad, decidimos dar el segundo paso. –Te amo…- Le dije una tarde de otoño, mientras estábamos recostados en mi cama, viendo pasar las nubes a través de la ventana. Él simplemente sonrío para luego besarme repleto de pasión, obsesionado con mis labios y con mis sabor. –Es lo que tus ojos siempre me han dicho…- Respondió luego, embelesado con el brillo incondicional de mis pupilas. David me entregó los días más hermosos de mi vida, pero todo tiene su final y los sueños añorados, tienen su desenlace muy pronto.

Un día llegaron internos nuevos, una pandilla que conocía muy bien, cada uno de sus rostros los podía recordar: nazis, eso eran. Pertenecían a una división cercana a la cual yo era parte. Obviamente me reconocieron al instante, lo que no podían creer es que anduviera de la mano con otro chico. –Así que al final te hiciste maricón… supongo que sabes lo que te haremos, ¿verdad?- Me amenazó quien parecía ser el líder. Habían ingresado por hostigar a un grupo de extranjeros, eso que yo solía hacer con Dieter. ¿Así se sentía Renato cada vez que le amenazaba? Es lo primero que pensé al escuchar sus insultos. Me perseguían hasta el baño, donde se mofaban de mi cuerpo. Durante las noches me pateaban el catre, con la intención de fastidiar, solo para dañarme mentalmente antes de cometer el gran acto, eso ya lo había aprendido.

David se ofuscó, terminó convertido en mi guardaespaldas, quien me protegía de todos los ataques de esos enfermos. Aunque yo no podía pensar bien, era como mirarme, eran el reflejo de lo que yo fui por tanto tiempo. ¿Podría perdonarles como Prats hizo conmigo? Lo más probable es que no, no sería capaz luego de tanto sufrimiento, ¿entonces por qué él lo hizo? ¿Cómo pudo borrar tan fácilmente tanto odio?

¿Tengo que narrarles lo que sucedió? Tal vez ya lo habrán dilucidado, ya habrán entendido quién pagó por todos mis pecados, por todos mis errores y es que aunque la felicidad llegó por un instante a mi vida, la justicia es implacable. Aquel ataque, aquellas dagas, esos cortes profundos en el abdomen iban dirigidos a mí, esa sangre derramada en el suelo del patio común, aquel día de lluvia, esa mañana de invierno, debía ser la mía. David se propuso defenderme y así lo hizo, aun cuando tuvo que sacrificar su vida. No me dijo nada, simplemente me miró detenidamente, quedándose con cada una de mis facciones, rememorando todos los besos que mis labios le entregaron. Así, su respiración se fue perdiendo, el calor del cuerpo de mi amado se esfumó y él… simplemente me miraba, sin siquiera quejarse del dolor. Me acompañó con su ternura hasta el último aliento, hasta aquel que me corroboró que lo había perdido.

¿Pueden creer que el destino se divierte jugando con nosotros? De la misma forma en que yo le di muerte a Cata, así mismo perdí a David. Me protegió como la estilista lo hizo con Renato, lo salvó de las manos desquiciadas de un grupo de enfermos.  Debía ser yo quien sucumbiera ante los arrebatos de la justicia, no él, no la persona más pura que mis ojos han contemplado.

Pronto cumpliré la mayoría de edad, deberé salir de este centro e irme a la cárcel, donde seré tratado como un adulto. Mi condena recién ha empezado, todavía me queda mucho por soportar, solo que ya he pegado por mi error, ya he saldado mi cuenta con aquella fuerza que sin compasión, me arrebató lo más preciado. Mas no le tengo rencor, no fue su culpa sino la mía, le comprendo y aunque llore, es algo que no puedo cambiar. Podrán pensar que me he conformado con mi vida, que he decidido dejar de luchar y es que he sido tratado con desprecio, sin embargo eso no es verdad. Este es el camino que me han asignado, el sendero que debo seguir y no me importa recorrerlo, porque en él, descubrí lo que es el verdadero amor. Cada lágrima derramada vale la pena, si por ellas pagué cada beso de David y cada carcajada de Renato. No me derrumbaré nuevamente, porque la tristeza no existe para destruirte, sino que para impulsarte a un umbral más alto, a una dimensión más poderosa, donde solo los más valientes pueden transitar… 

Notas finales:

Espero que les haya gustado... ya saben!!!! en el próximo capítulo.... viene el final :D


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