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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que se encuentren super duper *-*

Les quiero dar las gracias por leer esta historia :D espero que disfruten al leerla :D

Ya que soy preguntón, me gustaría saber más cosas de ustedes, así que quiero que me cuenten lo siguiente... ( si no es mucha molestia :P)

1.- ¿Cómo se llaman?

2.- ¿Qué edad tienen?

3.- ¿De qué país son?

4.- ¿Cuál es su personaje favorito? 

5.- Definete en una sola palabra y dime por qué xD

Esoooo xD quiero saber más de ustedes :3 espero conocerlos!!!

CAPITULO XI: Trío.

Termino de desvestirme, veo mi ropa en el suelo y al levantar la mirada aún me encuentro con los rostros descompuestos de mis amantes. ¿No son tan hombres? ¿Entonces por qué ahora están muertos de miedo? Como era de esperar, tendré que tomar la iniciativa. Me acerco al cuerpo nervioso de Diego, tomo con mis manos su rostro y me dedico a besarle. Saboreo aquellos labios que me entregaron mi primer ósculo. –Besar con los ojos abiertos es símbolo que estás caliente…- Pasa por mi mente aquella frase de Cata me dijo hace un tiempo, y es justo lo que ahora hago. En todo momento contemplo las pupilas alarmadas de mi profesor, quien no puede creer que esté a punto de unirse a un trío. Comencé por él debido a su carácter, probablemente sea a quien más me cueste convencer. Poco a poco busco con mi mano el cuerpo de Matías y al hacerlo, me dirijo directamente a su miembro, el cual masajeo delicadamente con la única intención de despertarle. Mis labios se unen a un hombre, mientras mis manos tientan los sentidos de otro. Jamás me había sentido mejor, y tan solo hemos comenzado.

-No me voy a prestar para eso… ¿Me quieres humillar? Si quisiera pudiera estar con cualquier otra persona, muchos morirían por un poco de mi atención.- Escucho de pronto un berrinche. Imaginé que sería Diego, pero para mi sorpresa se trata del chico de los ojos celestes. ¡Pero si te has excitado! No entiendo qué sucede ahora con este sujeto, iba todo bien con sus reacciones, sin embargo, resulta que le ha bajado un ataque de moralidad. Me observa con enojo, como si todo lo hubiese planeado para burlarme de su hombría. Creí que era más valiente que esto. –A mí me da igual… soy capaz de esto con tal de conseguir tu corazón…- Interviene de la nada Recabarren, impresionándome por la decisión que ha tomado. ¿Dónde quedó el hombre temeroso? Tal parece que estos dos han intercambiado personalidades, o no son tal cual yo imaginé. Le sonrío por sus palabras, realmente me alegra que quiera darme en el gusto. Me preparaba a besarle nuevamente, cuando siento que soy tomado por la cintura, con fuerza me separan de Diego y al instante me encuentro saboreando el dulzor de otra boca, que desesperada trata de reclamarme. –Entonces no me queda otra que seguir… No voy a perder…- Matías me mira ahora sin resentimiento, preparado para no dejarse ganar por el profesor. Pueden decir lo que quieran, ser cursis y todo, lo que importa que terminemos haciendo un trío.

Lamentablemente mi cama es muy pequeña, por lo que terminamos en la pieza de mi hermana, utilizando aquel amplio nido que gentilmente nos cobija. Sigo siendo el único desnudo de los tres, así decido comenzar con la violación de sus pieles. Empujo violentamente a Diego a la cama, ahí le veo con lujuria, dándole a entender que pronto será su turno. Por mientras utilizo mis energías en besar el cuello de Matías, mientras prolijamente destrabo el cinturón que mantiene fijo su pantalón. Cuando lo logro, deslizo el cierre y le bajo los pantalones. Como si fuera una araña, viajo por su torso hasta hincarme frente a él y utilizando mis dientes le quito lo más pronto posible su ropa interior. En aquella misión comienzo a sentir el calor de su miembro, el que hierve más segundo a segundo al saber de las bondades que pronto disfrutará. Mis mejillas son acariciadas por su piel fogosa, mientras sigo bajando la prenda hasta el momento en que dejo en libertad aquel monumento a la hombría, aquel mástil que poderoso se eleva hasta lo más alto del cielo. Paso mi lengua por toda su deliciosa extensión, pero no me quedo allí, tan solo lo hago con la intención de invitarle a jugar.

Me alejo del muchacho y gateando con mis nalgas al aire me acerco al profesor, quien ha contemplado con un tanto de coraje la forma en que he desvestido a su competencia. Posicionado como un gato sobre su cuerpo, le muerdo levemente los labios hasta conseguir aquel rojo tan hermoso que se ve en su rostro. Mi lengua viaja por su mentón y llego hasta el lugar donde comienza aquella jungla de vellos que decoran varonilmente su pecho. Busco insaciablemente sus pezones, con las cuales jugueteo, lamo y mordisqueo con la única intención de provocarle, de incitarle la mayor de las erecciones. Mientras me encargo del mayor, el menor de mis hombres contempla la plenitud de mi cuerpo, y es que me he posicionado de tal forma, que mi trasero le incita a la acción. Estoy en la posición perfecta para que incursione en mí, y mis movimientos los hago con la única intención de llamarle, de obligar a su lujuria para que dé inicio a este baile de a tres.

Finalmente siento la húmeda lengua de Della Rovere en la zona más erógena de mi cuerpo, y me estremezco tan solo al tacto. Juguetea combinando sus dedos, su lengua y la saliva que esta le entrega. Prepara aquella zona para luego deleitarse con ella, me entrega placer a cambio de más placer. Mientras experimento aquella delicia, llego hasta el miembro candente de Recabarren, al cual termino de despertar y tomándolo con ambas manos, acaricio sensiblemente con mi boca. Elevo la mirada para llegar a las pupilas del hombre, quien se ha embobado con la imagen de mi felación, intentando en todo momento olvidarse que otro chico busca penetrarme. Así estamos los tres, sumergidos en la misma cama, buscando complacernos de todas las maneras posibles.

Mis labios viajan aceleradamente entre el tronco y la glande de aquel falo, percibiendo cada efecto que provoco en el alma de Diego, siento su respiración entrecortada viajando por el aire hasta esconderse en mi frente, su pulso álgido y los deliciosos sonidos que su boca genera cada vez que llego lo más profundo posible. Todo parecía tranquilo, hasta que de una sola vez siento introducirse la masculinidad de mi otro acompañante, quien con ansias comienza a sucumbir en mi interior. Fue un solo gemido, uno fuerte y largo el que les dio a entender la reacción desmedida que mi ser experimentó. Cierro los ojos y muerdo mis labios con tal de contener el dolor que poco a poco se desvanece. Ahora recuerdo la brutalidad que acostumbra Matías y que obviamente ahora ha intensificado con la intención de demostrarle al profesor, que él es mucho más capaz en las artes amatorias. Entendiendo la insinuación, Recabarren se levanta de la cama y se hinca para quedar frente a frente de su rival, estando mi cuerpo de por medio. No los puedo ver, aunque estoy seguro que se observan con furia. De la nada la tranquilidad del mayor desaparece y se contagia de la ferocidad de quien tiene en frente. Así toma fijamente mi boca e introduce como si fuese una estocada, su falo erecto en mi cavidad. Así continúa hasta generar que todo mi rostro esté repleto de saliva.

La monotonía dura poco, ya que el chico de los ojos celestes me libera de su agarre y es que quiere experimentar una nueva pose. Se acuesta sobre la cama como si fuese su amo y señor, abre virilmente las piernas y con un ademán me exige que me siente sobre su falo. No pudiendo contener la emoción de vivir mi primer trío, le hago caso y lentamente introduzco aquella carne ardiente. Siento como nuevamente mi ser se estremece, pero esta vez es delicioso, como una energía que se propaga por toda mi piel y termino viajando en el paraíso. -¡Hey! ¡Hazlo tú también!- Dice con su voz poderosa Matías, dirigiéndose a Diego. En un principio no entiendo a qué se refiere, tan solo necesito sentir los dedos del profesor introduciéndose en mi carne para comprender qué es lo que tratan. ¡Qué bestias! Yo no esperaba esto, intento chistar por su osadía, pero los brazos musculosos del menor me toman de tal manera, que quedo sobre su abdomen de acero. Rápidamente silencia mis alegatos con sus labios. Estoy inmovilizado y aprovechando mi debilidad, Recabarren introduce sin compasión su falo entre mis entrañas. Percibo en mi interior a dos hombres, dos carnes diferentes que se agitan levemente mientras sus dueños se repletan de placer.

¡Este tarado ha visto los mismos videos que yo! Eso es seguro, porque dudo que su intelecto haya sido capaz de inventarlo. Pensé que la barbarie era solo de Della Rovere, sin embargo ahora veo que Diego no se queda atrás. Miro los ojos celestes de aquel muchacho mientras me penetra acompañado de su rival, lo hace de una forma un tanto sardónica, como si se burlara de mi suerte. Claro, yo quise aquel trío, y él lo aprovechó también para hacerme pagar por mi audacia. En un principio fue incómodo, un tanto más que en la primera vez, aunque ya tras unos minutos el sentir sus carnes restregándose en mí, termino por convencerme que ha sido el mejor sexo de mi vida. Llega un punto de aquella experiencia, que sin hacer nada en mí, termino por desvanecerme en una corriente de placer inimaginable. He llegado al orgasmo y mi esencia escurre por el cuerpo fornido de Matías, mientras él sigue en la búsqueda insaciable de su gozo.

La respiración entrecortada de Diego inunda mi nuca, mientras su agarre necesita ser más eficiente y así termina por aferrarse a mi cintura, tomándola con sus manos poderosas y haciendo aún más profunda su incursión. Mi cuerpo sudado se entremezcla con el de mi compañero de colegio, quien aún se encuentra debajo. De pronto escucho dos corazones galopando a más no poder, dos pieles sudadas que se unen a la mía. Recabarren abandona mi cuerpo con prisa, se desprende del preservativo y deja escurrir su esencia en mi espalda, acompañando aquel líquido con un fuerte gemido que nace en lo más profundo de su pecho y muere placenteramente en mis oídos. Si primero fue el mayor, poco después es el turno del menor, quien sin dejar de repletar mi cuerpo llega a la cima del placer. Así terminamos los tres, tendidos en las sábanas blancas de aquella amplia cama, jadeando como nunca antes lo habíamos hecho, sudados y con la respiración entrecortada. Aunque sé que la idea de no les gustó en un principio, ahora les veo sonreír por la satisfacción, por el gozo que los tres pudimos experimentar. El profesor es quien rompe primero el hielo y me besa delicadamente en la boca. Sin querer quedarse atrás, sin buscar ser el perdedor, el chico de los ojos celestes estimula el lóbulo de mi oreja derecha, lamiéndola y mordisqueándola. ¡Jamás me había sentido igual!

Los ánimos se regularizan y volvemos a la normalidad. El primero en reaccionar es Diego, quien al verse desnudo luego de intimar, decide vestirse de inmediato. Me da risa su rostro de niño asustado, pudoroso de su propio cuerpo. No puede esconder su interior tímido, aun cuando haya hecho un gran esfuerzo recién. –Mi pene es más grande y eso que soy menor que tú…- Aparece de pronto la voz juvenil de Matías. Me parece grosera su aseveración, aunque no tengo tiempo de entrometerme, porque inmediatamente después aparece la respuesta de Recabarren. -¿Qué importa si es más grande? La tienes muy delgada, la mía es más gruesa y le causo más satisfacción a Renato.- Le responde con furia, no tanto en su voz, sino también en su mirada. Ambos se contemplan con feracidad, como si estuvieran a punto de golpearse. No es que no lo haya pensado, de hecho ambos tienen razón, tan solo que no me gusta estar en medio de la discusión… aunque es por mí, eso es sexy. Ahora soy el deseo sexual de dos hombres guapos… Sí, mejor que sigan compitiendo, hace que me crea importante.

-¡¿Cuál pene te gusta más?!- Me preguntan ambos mientras me muestran sus miembros. Recabarren que ya estaba vestido, debe bajarse los pantalones un poco, mientras que el menor todavía se encuentra desnudo. Esto me recuerda cuando voy al supermercado y las promotoras se pelean por ofrecerme sus productos, al final termino aceptando todo, pero no compro nada. ¿Ahora debería hacer lo mismo? –Ambos me gustan... digo, no importa cómo sean, lo primordial es que sepan utilizarlo…- Les respondo tratando de no mostrar partido por alguno y es que en realidad ambos me gustan por igual, quisiera seguir intimando con los dos. -¡¿Quién la usa mejor?!- Nuevamente ambos me preguntan al mismo tiempo, ¿acaso piensan lo mismo? Estos dos me estresan.

¡Mierda! Mientras trataba de buscar una respuesta para estos sujetos, escucho como se cierra la puerta de entrada al departamento. –Llegó mi hermana, escóndanse…- Le susurro a mis amantes mientras comienzan a colapsar. Todo es un caos en aquella habitación. Diego que ya está vestido, trata de arreglar las sábanas y almohadas de la cama; Matías se viste a la velocidad de la luz, creo que la polera se la ha puesto del lado equivocado, sin embargo estoy tan apresurado colocándome la ropa, que no tengo tiempo para corregirle. -¿Dónde? ¿Dónde?- Me murmura asustado el profesor una vez ya ha arreglado la cama. Trato de pensar mientras batallo con mis calcetines, los que no quieren entrar en mis pies. –En el armario, entren allí… Trataré de distraer a mi hermana, llevarla al parque o algo así… en ese momento ustedes aprovechan y se van…- Les musito mientras los obligo a entrar al ropero. No sé cómo ambos caben en aquel espacio tan pequeño, pero al final logro cerrar la puerta. Aunque tengo miedo que Natalia nos encuentre, me da risa verles tan cercanos, como si fuesen ellos una pareja. Sé que no soportan el estar así, deben estar conteniendo las ganas de golpearse.

Mi hermana es una actriz de películas eróticas, sabe más de sexo que cualquier otra mujer, es muy abierta de mente y acepta mi homosexualidad con naturalidad. Podría tener la misma confianza que tengo con Catalina, si es que no fuera por sus sueños. –Quiero que seas alguien de bien, que termines el colegio y asistas a la universidad… Hay muchos hombres malos allí afuera, soy testigo de ello, por eso no quiero que pierdas tu virginidad con cualquier… Por favor, cuídala como tu mayor tesoro…- Es lo que siempre me ha dicho y bueno, ya se habrán dado cuenta que no le he hecho caso en lo más mínimo. Si ahora descubre que he montado un trío en su cuarto, es capaz de cambiarme de colegio y mudarnos de la ciudad con tal de que no vea más a mis amantes. ¡Esto es injusto! Ella disfruta de lo más bien, mientras quiere que yo sea virgen.

Salgo de la habitación y me encuentro con Natalia, para mi desgracia ella no viene sola. –Hola hermanito, te presento a Rogelio, él es uno de los productores de mis películas…- Me dice mientras contemplo a aquel hombre. Es alto, con un rostro de hombre cansado, su ropa demuestra su edad, mucho más de treinta. Tan solo con verle no me gusta, no creo que pueda crear una relación con mi hermana. –Iremos a… charlar… a mi cuarto… Toma, anda a cenar afuera…- Me dice mientras me entrega unos cuantos billetes. ¿Qué hago ahora? ¿Cómo saco a aquellos dos del armario? –No me siento bien… creo que tengo fiebre…- Trato de fingir un resfriado, busco en mi interior los mejores dotes actorales que poseo. Para mi desgracia resulta ser que el tal Rogelio estudió medicina un par de años. Tan solo al tocar mi frente, observar mi lengua y ver mis ojos determina que estoy fingiendo. –No te molestaremos mucho tiempo, regresa luego de las once de la noche…- Me dice aquel hombre  intentando esbozar una sonrisa en su feo rostro. ¿Poco tiempo? Son apenas las nueve, tendré que estar dos horas afuera. Bueno, me marcho dándome cuenta que no he tocado la peor parte, ya que mis amantes deberán estar encerrados en el armario aquel lapso de tiempo, eso sí es mala suerte.

El sol aparece nuevamente sobre la gran ciudad, la luna se escapa de sus galanterías y yo debo caminar hacia el colegio. Ya en la sala de clases, cuando contemplo el rostro del profesor logro recordar lo ocurrido ayer en la noche. Como me dijo el tarado aquel, llegué a las once de la noche al departamento, obviamente me fui a comer con mi amiga Cata. El hombre se marchó puntualmente y como quería despejar el área, aconsejé a Natalia a que fuera a dejar a “amigo” a la estación de metro. Me hizo caso y entonces recién pude ir a rescatar a mis príncipes encerrados. Abrí la puerta del armario y  lo que más me llamó la atención, fue el hedor que de ahí emanaba. Claro, ambos acababan de intimar, sus cuerpos sudados fueron encerrados en un lugar sin ventilación, el resultado fue aquel ambiente. Sin embargo, fueron sus rostros los que más sufrieron. Pude ver la desesperación en Diego, quien no pudo soportar el hecho de estar tan cerca de su rival, mientras sentía los gemidos de mi hermana mientras mantenía relaciones sexuales. Él lo pasó mal, pero de seguro Matías se deleitó con lo que podía escuchar y es que antes buscaba una noche de placer con Natalia. Ahora en clases, todavía puedo contemplar el abatimiento en las facciones de Recabarren, quizás ni siquiera pudo conciliar el sueño tras el trauma.

Debo reconocer que me da un poco de pena verle así, pero luego recuerdo lo que hicimos y creo que valió la pena su sacrificio. El recreo lo paso en las graderías del gimnasio, veo como mis compañeros juegan diversos partidos en aquel lugar. Es extraño, porque usualmente estoy ahí para contemplar sus cuerpos sudorosos, y tal parece que ayer tuve tanto sexo, que ahora soy incapaz de hacer algo pervertido. ¡Ya ni siquiera me reconozco!

-¿Qué le vio Matías a este sujeto?- Escucho de pronto a unos alumnos mayores dirigirse hacia mí. Si mal no recuerdo son los amigos con quienes siempre está el chico de los ojos celestes, tan solo que ahora les veo actuar sin él. Se sientan alrededor mío, buscando inmovilizarme con ello. -¿Qué le hiciste para que creyera que te quiere? ¿Acaso lo chantajeaste con algo? ¿No te das cuenta que ahora es el hazmerreír de la escuela? Por tu culpa ya nadie lo respeta, ni a él ni a nosotros… Antes éramos los que dominábamos este colegio y ahora, por tú culpa, nuestros rivales no nos respetan… Será mejor que dejes a Matías, o sino…- Quien se ha convertido en el vocero de aquel grupo enmudece de pronto y es que el amigo a quien trata de defender, acaba de aparecer en escena. -¿O sino qué?- Dice Della Rovere encarando a su grupo de afines.

Transcurre un tiempo en silencio, hay algunos de ellos que temen su presencia, mientras que otros tal parece que ya han dejado de hacerlo. Uno de los chicos que se encontraba sentado a mi lado, decide encarar a su líder. –Debes elegir entre nosotros o este gay, no puedes seguir siendo nuestro amigo si decides convertirte en maricón…- Y de pronto Matías enmudece, parece estar meditando aquella sentencia, tan solo que no logra tomar una decisión. –Esto parece pelea de nenas… yo me largo, son patéticos… ¡Quédense con su amiguito! Yo ya lo disfruté…- Les digo con la única intención de enfadarlos. Me levanto sin temerles, preparado a golpear a cualquiera de ellos, pero ninguno ofrece resistencia. Los dejo atrás mientras veo aquellos ojos celestes estar sumamente enfadados. ¿Qué? Acabo de salvarle el pellejo ¿y ahora se enoja conmigo? Qué tipo más raro es este. 

Notas finales:

Muchas gracias por leer!!

Nos leemos!


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