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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que se encuentren muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo. Aquí les traigo un nuevo capítulo, espero que les guste!!!

Bueno... se acuerdan que dije que pronto habría drama? Pues leyendo algunos comentarios, me di cuenta que arruinaría toda la historia si escribía aquel suceso ahora..justo en este capítulo, por lo que he decidido modificar un poco el futuro xD De todos modos.... la tristeza llegará en algún momento e.e

Ya que el romance es tan importante en nuestras vidas... sí, no lo nieguen xD quiero que me cuenten cómo es la persona que les gusta justo ahora xD no quiero que me den sus nombres ni mucho menos sus facebook (ahora si quieren hacerlo público xD cosa de ustedes) quiero saber por qué les gusta, cómo es.... todo lo que quieran contar xD ok ok... soy muy entrometido :P

CAPITULO XIII: Aquel sentimiento extraño que por nada son Celos.

Estoy congelado en el portal de mi edificio, frente a mis ojos encuentro a Natalia, quien espera por una respuesta ante aquel circo que hemos creado en plena vía pública. Estoy rodeado de mis dos amantes, toda una historia de meses que mi hermana no sabe, ¿qué invento para despistarle? –Hola, que bueno que llegaste… Mira… lo que sucede… te explico… Él es mi profesor de matemáticas, don Diego Recabarren y… me lo encontré aquí… porque… claro, vino a atenderse con Cata… sí, eso…- Trato de ser lo más convincente posible, aunque raramente tartamudeo. Para mi suerte, mi amiga en vez de tener un ataque de sinceridad, me ayuda en la improvisación. –Tiene una hora agendada hace una semana… Quiere que le depile las nalgas, ya saben, los  hombres de hoy en día están cada día más preocupados de sus cuerpos.- Dice en lo que se supone es una forma coherente de seguir mis relatos. ¿Por qué tiene aquel servicio? ¿Será que quitarse los vellos de aquella zona es más común de lo que pensaba? Ahora que lo pienso yo no tengo y… -Pero si Diego no tiene pelos en el trasero…- Digo sin percatarme, aunque son las palabras de Natalia las que me dan a entender que he pensado en voz alta. -¿Cómo sabes eso? ¿Acaso has visto desnudo a tu profesor?- Mierda, acabo de cavar mi propia tumba. Esto me pasa por juntarme tanto con la estilista, finalmente he adquirido sus malas manías, decir las cosas que medito sin pensarlo.

-Claro que no lo ha visto desnudo, al único que le ha contemplado sin ropa es a mí… Me presento, soy Matías Della Rovere, el novio de tu hermano…- Una paloma revolotea por el cielo, juega con sus amigas y la vida se me va en verlas, quiero ser libre como ellas. ¡Ahora si estoy muerto! Con miedo despego la mirada del cielo y me percato de la ira que nace en las pupilas de Natalia, sin embargo pronto me entero que no es la única, ya que Diego observa con el más profundo de los odios al chico que acaba de decir nuevamente que somos pareja. Todo lo que quería es que esto no se supiera, ahora sí me tendré que mudar fuera de la ciudad. – ¡Qué divertido eres! Mira hermana, él es mi mejor amigo en el colegio… Le gusta mucho molestarme, aunque en el fondo, es una muy buena persona… ¿No es cierto Mati?- Trato de reír mientras abrazo al delator, espero que esto le quite las sospechas a la actriz pornográfica. Finalmente ella nos hace pasar a todos al departamento, en realidad le gusta tener visitas y siempre les trata muy bien. Sé que ha creído en el cuento de “mejores amigos”, siempre me ha insistido en que debo interactuar más con la gente de mi edad, que es bueno pasar tiempo con Cata, pero que también debo estar con mis compañeros. -¿Qué? Es lo único que se me ocurrió para tapar tu error, ¿o querías explicar por qué has visto desnudo a Diego?- Es lo que me responde Della Rovere tras la furiosa mirada que le regalo mientras subimos las escaleras. En cierto modo tiene razón, distrajo la atención de aquel infortunio, aunque todos los que sabemos la verdad, nos dimos cuenta que intentó aprovecharse de la situación para ganar ventaja ante Recabarren.

Té en las mejores tazas que tenemos, un pastel que me obligó a ir a comprar, todos sentados en el sofá rojo que decora la sala de nuestro hogar, charlas sobre nuestras vidas y anécdotas, jamás en mi vida había estado en una situación tan conservadora en mi propia casa. Los muebles que decoran el departamento están acostumbrados a contemplarme viendo videos eróticos, revistas homosexuales, a mi hermana “conociendo” a sus nuevos “amigos”, incluso estuvieron presentes en mi primer trío, sin embargo, jamás habían presenciado esta escena, sacada probablemente de una revista de decoración, o de aquellas que leen las señoras de sociedad para mantener vivas las buenas costumbres de antaño. Ahora solo falta que aparezca un mayordomo de la cocina para servirnos más té. –Debe ser emocionante enseñar a las nuevas generaciones… ¿Cuántos años llevas en la docencia?... ¿tus alumnos te respetan?... Yo cuando iba al colegio siempre ponía atención en clases… ¡Pero qué divertido eres!- De repente  recordé la cena en que Cata conoció a Germán, tan solo que esta vez estas freses son dichas por mi propia hermana. De un momento a otro toda la conversación se centró en Diego, y todos los presentes nos convertimos en observadores del interés que ha creado Natalia por aquel hombre. La observo con un poco de recelo, y es que no me gusta que se exponga de esa manera. La conozco y es una chica muy ingenua, aunque trabaje en el mundo del sexo, tan solo está interesada en quién busca convertirme en un ciudadano de bien, solo eso. No es que me moleste que le hable con aquel acento tan profundo, que le mire fijo mientras pestañea sensualmente, que muestre sus piernas largas debajo de la minifalda, que ahora intente darle golpecitos en el hombro mientras bromean, para nada. Con Recabarren no tengo una relación sentimentalmente, tan solo mantenemos sexo y nunca podría estar celoso, además ya dije, Natalia no le está coqueteando.

Busco distraerme, pensar en otros sucesos y dejar de crear historias infundadas en mi mente. – Sabía que tu hermana era zorra, pero ahora me doy cuenta que me gana por mucho… Si no la detienes ahora terminará violando a Dieguito en frente de todos nosotros…- Dos cosas llaman mi atención de aquello que la estilista me dice al oído. Primero la forma en que ambos pensamos de la misma manera, si no ha sido mi imaginación ¿quiere decir que realmente Natalia está coqueteando? No, claro que no, solo que con la dueña de Luchito pensamos de la misma manera. Lo segundo, ¿por qué le llamó Dieguito? Apenas le conoce y ya le trata tan amablemente, ¿qué sucede con la gente ahora? ¿Por qué les está cayendo tan bien el profesor? –Es tan buen maestro que he escuchado por ahí que tiene muchos alumnos enamorados…- Digo para interrumpir aquella conexión tan íntima que habían creado. Todos los presentes me observan un tanto extraño y es que tal parece que he gritado en vez de hablar. De la nada Recabarren sonríe ampliamente, las pecas en sus mejillas parecen iluminarse ante la alegría de su rostro. -¿En serio? Yo no sabía nada, ¿podrías decirme quién ha creado sentimientos por mí?- Responde sin borrar la felicidad de sus facciones. -¡Arturo!- Interfiere Matías tan prontamente como Diego formula su pregunta. Algo en su acento le ha parecido extraño e interrumpe de la misma forma en que yo lo he hecho. El chico de los ojos celestes ya me ha salvado en dos ocasiones, las mismas oportunidades en que el mayor de mis pretendientes le ha observado con furia, nunca le deja concretar sus tácticas.

El té se acaba, el pastel es comido en su totalidad y el sol se ha marchado del firmamento. El invierno está cada vez más presente en la ciudad, su frío se hace sentir en esta nueva noche. Las visitas se marchan todas al mismo tiempo, nos despedimos de ellos en el umbral de la puerta. –Todavía es temprano, así es que podemos depilarte aquel culito… ¡Vamos de inmediato! Nos vemos pronto chicos, cuídense.- Es la forma como mi amiga impide que mi hermana se despida de Diego con un profundo beso en la mejilla. Se lleva al hombre a la fuerza, empujándole por atrás, guiñándome el ojo antes de desaparecer por las escaleras. Tan solo me río. –Un gusto conocerte Natalia. Nos vemos en el colegio, Reny.- Sarcásticamente se despide Della Rovere, haciendo alusión a mi mentira, tratándome así por haberle llamado Maty. Me despeina el cabello formulando una sonrisa y luego se marcha de nuestro hogar. Finalmente me quedo solo con la coqueta, perdón… perdón, la ingenua.

Ayudo a Natalia a lavar la loza que hemos ensuciado. Ella los enjuaga mientras yo los seco. Estuvimos un tiempo en silencio, hasta que su voz infantil, aquella que me termina derritiendo, comenzó a pronunciarse. –Es muy guapo tu maestro. Su cabello castaño parecía dorado al sol, su piel es muy clara y se ve tan tierno con aquellas pecas en las mejillas, sus ojos pardos me atrajeron toda la velada… ¿Tú sabes si tiene pareja? ¿Crees que podrías invitarle a venir una vez más?- Me dice mirándome fijamente, sus ojos brillan ante cada palabra y le veo nuevamente entusiasmada en un hombre. Sí, realmente le estaba seduciendo. Harían una buena pareja ¿no? Él es un buen hombre y la haría muy feliz. Ella es quien me ha criado, la mujer que desde adolescente cargó con mi cuidado, me protegió de las penurias de ser huérfano y podría hacer cualquier cosa por ella. –Él es una buena persona, tal vez podrías conocerle mejor… pero…- No Renato, sé buena persona, haz caso omiso a tu lado malvado. –Se está depilando el trasero, ¿no crees que eso es un indicio claro de su homosexualidad? No lo acepta plenamente, pero todos en el colegio lo intuimos… Ya sabes, entre gais nos reconocemos. Si te soy sincero, estoy seguro que le gusta el pene por la oreja, por la boca, por la nariz… Uf, por todos lados.- Soy un animal, en serio, no puedo creer que le esté haciendo esto a mi hermanita. Finalmente la mujer suspira hondo y sigue con su tarea, se ha resignado nuevamente, tal parece que no hay hombre indicado para ella.

Me cuesta dormir durante la noche, imagino a Natalia a los ochenta años, viviendo bajo un puente, triste y arrugada como una pasa, sintiéndose miserable por no haber conseguido encontrar al amor de su vida. Un nuevo día da inicio, me levanto a tientas, apenas puedo abrir los ojos y todo mi cuerpo me pesa. El agua caliente cae libremente por mi cuerpo, entregándome al placer y logrando que olvide lo horrible que hice ayer aunque sea por unos minutos. Desayuno solo una manzana y emprendo rumbo al colegio. No hay peor tortura que esa, tan solo que ahora la prefiero antes que ver los ojos tristes de mi hermana. Me siento en mi puesto dentro de la sala inmediatamente después  veo entrar a Diego. Claro, todo es su culpa, si no fuera tan sensualmente tierno, nada de lo ocurrido ayer hubiese sucedido. –Buenos días chicos. Guarden los libros, daremos inicio al examen de inmediato…- Esto me suena conocido, como si lo hubiese vivido con anterioridad, mínimo unas mil veces en todo mi historial escolar. De nuevo se me olvidó la prueba de matemáticas. Pronto terminará el semestre y si sigo así, iniciaré el segundo con las peores calificaciones de mi vida. Veo la prueba y siento que está escrito en chino. Si quiero ser director de películas eróticas ¿de qué me sirven las raíces cuadradas, los logaritmos y las progresiones aritméticas? No voy a necesitar sacar el área que ocupa el pene y la que puede resistir el ano para realizar una buena cinta, ¿o sí?

Arturo se sigue sentando en el puesto de adelante, pero ya ni loco le copiaré, prefiero sacarme una mala nota antes que rebajarme a aquello. ¿A quién puedo verle el examen? Hago mi mejor esfuerzo, sin embargo todos los cercanos a mi puesto son unos tontos, más que yo incluso. Suspiro firmemente y hago lo que he alcanzado a entender en clases. ¿Por qué el trasero de Recabarren es tan suculento? Me distrae tanto en la aula, que ahora no recuerdo ni un poco de lo que trata de enseñarnos. Finalmente se acaba la hora y entrego en blanco, solo habiendo escrito mi nombre en la parte de arriba de la hoja.

¿Acaso no me dijo que haría todo lo posible con tal de enamorarme? Pues esta es su oportunidad para lograrlo. Luego de almorzar, me dirijo hasta su oficina como solía hacer en aquellos meses en que sí deseaba intimar conmigo, no como ahora que está torturándome. Toco la puerta antes de entrar y ya sentado frente a su escritorio, voy al grano. –Quiero que me ayudes con las calificaciones. La prueba de hoy no la he podido resolver y quiero, que por lo menos, me coloques una nota regular. ¿Podrías hacer eso por mí?- Formulo la pregunta haciendo uso de la voz más dulce que pude hacer, pestañeo sensualmente, mientras mordisqueo mis labios. Lo sé, he aprendido de mi hermana, aunque todo sea por lograr pasar decentemente el semestre. –Lo siento, pero ya he infringido demasiado las reglas contigo… Me he involucrado sentimentalmente con uno de mis alumnos y no quiero ahora comenzar a corregir las pruebas de manera imparcial. Si quieres puedo enseñarte después de clases, sin embargo, lo que me pides no lo puedo cumplir.- Y he aquí nuevamente al profesor que tanto miedo me daba antaño. Era de esperar, usualmente es de una moral intachable, por lo menos cuando tiene los pantalones en su lugar y no regados por el suelo. –Si Matías estuviese en tu lugar, lo haría sin chistar.- Le digo con saña, intentando atentar contra su orgullo, atacándole  aludiendo a su enemigo. –Eso es lo que nos diferencia… Yo no solo quiero tenerte, sino que también protegerte y entregarte lo mejor… anhelo enseñarte qué significa vivir, aprender lo que debes y de la manera correcta… No deseo tenerte para cumplir una meta, lograr tu corazón haciendo lo que tú quieras, sin preocuparme por tu bienestar.- Serio pronuncia cada una de las palabras, me observa con una convicción sacramental, seguro de cada oración que me ha dirigido. Su mirada termina por derrumbarme, hay algo que se ha destruido en mi interior y ahora no logro sentirme bien conmigo mismo. He hecho mal, creo ser una hormiga al lado de su certeza. Me marcho sin decir más, arrepentido quizás de haberle pedido aquel favor.

Lo que queda de la hora de almuerzo lo paso caminando por el patio, sintiendo el frío imperante, los tímidos rayos del sol que aparecen de vez en cuando a través de las nubes. Mi nariz termina roja por la temperatura, aun así continúo con mi rutina. Sin darme cuenta llego a la parte más aislada del colegio, aquella que está detrás del gran sauce y el muro que separa las dependencias de la calle, muy cerca de donde mantuve relaciones con Matías la vez que Recabarren nos descubrió. Al poco andar escucho voces, curioso sigo las evidencias y termino encontrando a los responsables de aquel barullo. Apoyado en el muro de ladrillos, tiritando y a punto de llorar encuentro a un compañero muy conocido en la escuela, y es que es el único extranjero de piel morena que asiste al Instituto General. Frente a él está aquel nefasto grupo que dicen ser nazis, liderado por el siempre detestable Arturo. -¿Qué mierda haces ensuciando nuestra sociedad? Los simios como tú deben regresar a la selva… ustedes son una especie infrahumana, ni siquiera debieron haberles enseñado a hablar. Mírate, eres asqueroso ¿para qué usas ropa? ¿Ah? Los animales no se visten… ¿Qué? ¿Estás llorando?... ¡Levanta la cabeza negro asqueroso!- Son algunas de las frases que escucho de aquellas bocas deleznables. Son cerca de seis sujetos, todos contra un pobre chico que no tiene culpa alguna de ser como es, tal como me ocurre a mí. ¿Qué debería hacer? Si me entrometo para ayudarle, lo más probable es que nos hagan picadillo. Si tan solo fueran menos, podría noquearlos. Me volteo aun escuchando aquellas barbaridades, quiero ayudarle… y como por arte de magia aparece ante mí la solución.

¿Saben que la cabeza sangra mucho? Pues yo no. Como me resultó con los dos primeros, me apresuré para hacerlo con el resto. Tres terminaron en el suelo adoloridos y casi llorando debido a la sangre que brotaba desde sus cabellos. A otros dos tuve que atacarles mientras intentaban defenderse. Tuve suerte y con certeros golpes en las piernas terminaron quejándose en el suelo. ¿Mi secreto? La rama que encontré a un lado del sauce, lo suficientemente gruesa y dura como para noquear al grupo de estúpidos. Ahora solo queda uno, el líder más miedoso que he visto en mi vida. Le amenazo con mi garrote en la mano, lo levanto con la única intención de enseñarle que cualquier movimiento en falso y su cabeza se verá brillantemente roja. –Está bien, esta vez lograste salvar al simio y a ti mismo maricón… Esta nos las pagarás, eso te lo prometo…- Me dice mientras intenta levantar a sus camaradas para la retirada. –Y ni se te ocurra acusarme con los inspectores… Eso sería muy cobarde para su grupo de imbéciles, ni siquiera yo lo haría… Sean varoniles y digan que se cayeron de las escaleras…- Les digo mientras me río de sus desgracias. He triunfado, los he humillado, y esa es una herida que les costará sanar.

Les veo desaparecer detrás del sauce, mi corazón galopa salvajemente debido a la adrenalina y luego de un momento, recuerdo la razón por la cual me he arriesgado. -¿Qué has… hecho? ¿No te das cuenta… que ahora… te harán daño a ti?- Me dice entre sollozos el pobre moreno. Entre su acento enredado y la tristeza, poco puedo escucharle. Me da pena verle tiritando aún por la conmoción, y de todos modos se preocupa por lo que pueda suceder con mi suerte en el futuro. Le ayudo a tranquilizarle y secar aquellas amargas lágrimas. –No te preocupes, no soy del tipo que se deja vencer por ellos… Es preferible que se metan con alguien como yo, que contigo, que no puedes defenderte.- Y es verdad, desde hace mucho sabía que le molestaban y él nunca les ha encarado. Quizás cuántas de aquellas asquerosidades ha escuchado en su vida, que su autoestima está tan lastimada que ni siquiera puede protegerse. Luego le acompaño hasta el baño para que pueda limpiarse la cara y dejar atrás aquel momento. Me despido de él cuando escucho el timbre de entrada a clases. Le sonrío y le deseo que se recupere. –Muchas gracias….- Es todo lo que responde, intentando emular alegría en sus facciones.

Logro sentir orgullo en mi pecho, albergo en mi mente la gratitud de aquellos ojos y me percato que valió la pena combatir contra ese grupo. Camino a casa recordando también el susto en el rostro de Arturo, suele creerse invencible en compañía de sus seguidores, sin embargo al enfrentarse al peligro solo, se convierte en una liebre atemorizada. Su cabello siempre bien peinado, su piel manchada ¿a quién puede darle miedo? Estoy seguro que él me teme mucho más de lo que yo puedo hacerlo. ¿Así es que es hombre? Que horrible concepción de virilidad tiene.

Para llegar a mi edificio debo transitar por un parque, de hecho podría rodearlo y llegar antes, tan solo que me relaja transitar por ahí, especialmente ahora que los árboles han perdido sus hojas y puedo pisarlas, sentir aquel crujido es tan espectacular como un orgasmo. Sí, aquellos que esos tarados me han negado. Estaba en ello, emocionado por el sonido, cuando me encuentro con otro grupo de muchachos recostados en el frío pasto. Es sabido por todos que los alumnos del Instituto General se juntan después de clases con las jóvenes del colegio femenino que se encuentra cercano. Pues allí encuentro a la escuadrilla de Matías simpatizando con algunas de ellas. Me quedo un rato espiando, no debería importarme porque le dije a Della Rovere que no somos nada, aunque de todos modos me ha seguido insistiendo que quiere conseguir mi corazón. Sus amigos intentan cortejar a diferentes chicas, unos con suerte, otros con desgracia. Me siento bien al percatarme que el dueño de esos ojos celestes solo conversa con una rubia. Pueden ser amigos ¿no? Pero qué pienso, si daría igual si fueran pareja, eso a mí no me importa. Termino por convencerme que no es de mi incumbencia, además que ya ni siquiera puedo sentir mis pies debido al frío. Camino para alejarme, les dejo atrás y en aquel instante, algo me dice que voltee, una fuerza superior me lo implora y sin siquiera pensarlo, le hago caso. Allí veo como Matías posa su brazo sobre la menuda estructura de la muchacha. Le está diciendo algo al oído, mientras le sonríe galantemente en todo momento. Era de esperar que sucediera, sus labios se acercan poco a poco, hasta terminar creando un beso. Sus camaradas le observan con felicidad, como si hubiesen visto el regreso de gran casanova. De pronto percibo un fuerte nudo en la garganta y mi estómago se revuelve por completo. No quiero ver más… ¿por qué me siento así? ¿Por qué me pasa exactamente lo mismo que cuando Natalia coqueteaba con Diego? Esto no está bien, el amor no existe y no es posible que yo… Simplemente volteo y sigo con mi rumbo, nada de aquello vale la pena. 

Notas finales:

Muchas gracias por leer... Recuerden la pregunta que les hice ;)

Nos leemos pronto!!


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