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Baby Pornograph por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola!!! Espero que se encuentren bien :D

Bueno.... esta ha sido mi primera semana de mi último año de carrera u.u he estado un tanto estresado porque tengo que pensar en dónde hacer mi práctica profesional y qué tema abordar en mi tésis... y eso me ha quitado mucho de energía y eso que solo ha sido pensar u.u Espero que puedan tenerme paciencia POR FAVOR!!! es un momento un tanto complicado...

 

Bueno, esto es raro e.e acabo de escuchar que una joven le grita a un vecino desde afuera de su casa: "Diego te amo... aunque tengas chico el pico" jajajaja lo gritó tan fuerte que yo lo escuché y bueno... para quienes no sean chilenos, les traduzco xD "Diego te amor, aunque tengas chico el pene xD jajajajja fue raro... justo sucedió hace unos minutos... segundos quizás :D  después la misma tipa vociferó "Soy virgen" jajajajaja claro, como no e.e yo no le creí jajajajajaj 

Por esta vivencia, me gustaría saber de ustedes (ya saben, soy un entrometido jajaja)

 

¿Cómo es dónde viven? Pueden hablarme de sus ciudades, barrios y sus vecinos :D quiero saber cómo es el lugar donde viven personas tan hermosas como ustedes ;)

pd: mi vecino es rubio :D pero de esos muy feos jajajajja 

CAPITULO XX: Conviviendo con millonarios.

No hay esperanzas, esto será un completo desastre. Nunca me he considerado alguien destacablemente inteligente, sin embargo tampoco creo ser un tarado. Todo lo contrario de este sujeto, quien supone que es capaz de realizar cualquier problema, cuando en realidad ni siquiera sabe qué debemos desarrollar. –No sé para qué debo aprender esto… La escuela es para gente pobre que no tiene futuro, en cambio yo… Mi papá me heredará todas sus empresas… Mi futuro está asegurado, no es necesario que estudie…- Termina concluyendo Kevin cuando se percata que no sabe nada al respecto. Se levanta del escritorio y se acuesta en su cama, ignorando que aún sigo en su habitación. Estaba seguro que esto no tendría sentido, si me he han de calificar con la peor nota, prefiero no pasar un mal momento al lado de este engreído.

-¿Qué hiciste para conquistar a Matías?- Escucho una voz de pronto, preguntando con duda. Su tono es baja y es que debe realizar un gran esfuerzo para reconocer que el muchacho me prefiere a mi antes que a él, el gran millonario todo poderoso. ¿Le digo la verdad? ¿Compasión? ¡Para nada! Que se fastidie. -¿Ves esta hermosura? Pues resulta ser que sé utilizarla y tú no…- Le respondo mientras hago alarde de mi trasero. Podrás tener todo el dinero del mundo, pero si no sabes utilizar tu cuerpo, jamás conquistarás al hormonal de Della Rovere. ¡He logrado dejarle sin palabras! Ya no tengo nada que hacer aquí, así es como decido tomar mi mochila e irme. –Pero que chico más atractivo, ¿ya te vas? ¿No quieres quedarte a comer?- Justo cuando intentaba abrir la puerta para retirarme, me encuentro frente a frente con una mujer bien compuesta, perfectamente erguida, con los labios formando un círculo altanero y aumentando su magnitud. Su cabello rubio lo lleva ordenado en un elaborado moño y su vestido demuestra el alto precio que debió costar. Parece sumamente amable, aunque no creo en ninguna de sus palabras, ha creado aquella careta para demostrarle al mundo que es una mujer buena, educada y refinada, cuando no es más que una altanera y clasista mujer sin vida. Resulta ser que es doña Verónica, la madre de Kevin. ¿Era de esperar no? De tal palo, tal astilla. Intento convencer a la señora que no es necesario quedarme a comer, tan solo que no escucha ninguna de mis excusas y prácticamente me obliga a caminar hasta el comedor.

Me hacen pasar por largos pasillos hasta llegar a aquella amplia habitación, donde una enorme mesa se encuentra perfectamente presentada, repleta de deliciosas platillos esperando a los hambrientos que los devorarán. ¡Nunca había visto tanta comida junta! –Espero que sepas comer… A mi madre le molesta mucho la falta de etiqueta…- Me susurra al oído Kevin, repleto de sarna e intentando colocarme nervioso. Sé que no debo hablar con la boca llena, colocar la servilleta en mis rodillas, comer pequeños pedazos, hacerlo lento y no producir sonidos desagradables, ya saben, como una felación común. Un mayordomo me ayuda a tomar asiento, tal como si fuese de la realeza y pudiera romper mis manos al arrastrar la silla. Frente a mí se encuentra doña Verónica y a su costado su hijo malcriado. Sé que ambos me observan con detención, buscando alguna falla que cometa para recriminarme y reírse por la mala educación que tiene la clase trabajadora del país. Me sirven primeramente un caldo insípido, netamente agua con algo de color oscuro. ¿Qué mierda come esta gente? He visto más carne en los senos de plástico de Cata que en esta mesa, ¿acaso se creen ovejas para comer tantas verduras? ¡Carne señores! Eso es lo que quiero comer. No quiero darles en el gusto, por lo que busco por todos los medios de no sorbetear mientras bebo la sopa. –Joven, debería subir las manos, es de mala educación tenerlas bajo la mesa…- Me dice con falsa delicadeza la dueña de casa, intentando disimular la estúpida risa que comienza a  nacer de su boca repleta de Botox. Claro, no lo ha hecho como una forma cordial de corregir, todo lo contrario, busca burlarse de mí de una forma sutil. ¡A la mierda! Si quiere espectáculo, eso les daré.

Aquel sonido resuena en toda la habitación, estoy casi seguro que las copas de cristal están a punto de romperse debido a la vibración. Lo que queda de sopa la ingiero de tal manera, que no hay segundo en que de mi boca no broten estruendosos ecos, más cercanos al barullo de un elefante que de un humano. –Uy, pero que culito más rico… Jaime, tráigame carne así de rica como sus nalgas… ¡Guapetón!- Le digo al mayordomo mientras piñizco el músculo que repleta su pantalón. El hombre tan solo se ha acercado para retirar la sopa y servirme el próximo platillo, solo que lo he intimidado por completo y ahora cada movimiento lo hace cual robot, temeroso de su proximidad a este pervertido capaz de comenzar a acariciar otra carne de su cuerpo.

Ahora tengo frente a mí un jugoso filete que expide un delicado jugo, delicioso como el falo erecto de mi novio tan cachondo. ¡Hay Diego, hoy no nos hemos encontrado, de seguro mañana te dejo deshidratado! Tomo un pedazo de pan ubicado en medio de la mesa y comienzo a untarlo con aquel sabroso brebaje en mi plato. Todo a mi alrededor se repleta con migajas y es que mordisqueo cual perro aquella rebanada, quedando también mi rostro sucio. Por último, hago sonar en demasía la cuchillería al cortar el filete, tanto que de seguro los dientes de mis acompañantes deben doler. Veo de reojo las expresiones atónitas de aquellos rubios, quienes no pueden creer mi comportamiento. ¿No querían burlarse de mí? Pues háganlo ahora.

-¿Doña? ¿No se va a comer la carnecita? Pues preste para acá, que yo le hago el bajón…- Le digo a Verónica mientras me levanto de mi puesto y acercándome por sobre la mesa le quito su platillo, el que por la perplejidad de su dueña, no ha sido tocado en absoluto. Imagino que si no fuese mala educación, ahora la mujer tendría la boca abierta de tal modo que un riachuelo de saliva brotaría de entre la comisura de sus labios. Ahora ni siquiera me importa utilizar los servicios, simplemente tomo la carne con mis manos y la desgarro como he visto en los documentales de leones. Pronto mi rostro se ensucia por completo, mientras restos de jugo recorren mis brazos. –Mi hermana… siempre me ha dicho… que toda carne hay que tomarla con las… manos… Ya sabe usted, que está casada… el pene de su esposo se toma con las dos manos y de ahí a la boca… Lo mismo ahora… que estamos comiendo… ¿No cree que es cierto?... Es que mi hermana es muy… sabía en estos temas… como es… actriz pornográfica…-Le digo mientras mastico la comida. Hago que la papilla creada se vea en todo su resplandor, mientras ruborizo a ambos riquillos con mis comentarios sexuales. Ya he hecho mi tarea aquí, he comido lo suficiente y el rostro de terror creado tanto en Kevin como en su madre, han sido el mejor de los postres. Sin siquiera limpiarme las manos ni el rostro, me acerco hasta los dos para despedirme. Un beso en cada mejilla, mientras les abrazo dejando mi suciedad en sus finas ropas, también en sus pulidas caras, aquellas que se asquean tan solo al tacto con este engendro. –Espero que me puedan invitar en otra oportunidad… Lo he pasado de…. Lo siento, no me pude aguantar…- Buscaba despedirme cuando, esta vez sin siquiera quererlo, brota de lo más profundo de mis ser el más sonoro de los flatos. Vibra con propiedad en mi boca, justo estando en frente de Kevin, quien recibió todo el impacto de mi digestión. ¿Me debería incomodar? ¡Pamplinas! Es mi propina por tan agradable velada. ¿Ahora si somos amiguitos?

No hice nada del trabajo de matemáticas, sin embargo hace mucho que no me divertía de tal manera, por lo que mientras espero mi estación sentado en un vagón de metro, sonrío por lo gracioso que fue humillar a quienes querían molestarme. ¿Qué hubiera hecho Cata en mi lugar? Es lo que siempre me pregunto en esos momentos, es así como se me ocurren tantas barbaridades tan solo en segundos. Poco a poco la felicidad se diluye mientras recuerdo que he conocido al amante de mi hermana, aquel hombre casado, el padre de Kevin quien quiere sacarla de la industria erótica para… ¿qué? ¿Qué busca en ella? ¿Esconderla en un departamento para asegurarse que la tendrá cada vez que se le plazca? No, eso no es algo que se merezca Natalia. Ella debe encontrar a un hombre decente que la ame con locura, que la proteja y le sea fiel, no este vejete que solo la quiere como un capricho. Yo no lo voy a permitir, nadie juega con el tesoro más preciado que poseo.

Las noche transcurren fríamente, finalmente acaban entregándonos los primeros rayos del sol una y otra vez. El plazo ha llegado y debemos entregar el trabajo de matemáticas. Mi compañero no hizo absolutamente nada, no le importan las notas ya que cree tener la vida asegurada y yo, no es que sea devoto de ellas tampoco, pero a diferencia, tengo un novio perfeccionista, que tan solo al ver que tenía una actividad sin terminar, me obligó a hacerla, aun cuando terminamos a las cuatro de la mañana. ¿Saben lo que es estar al lado del hombre que desean, con un lápiz en la mano en vez de estar sudando sobre él? Fue horrible, casi una tortura. –Esto es muy importante para tu formación integral, debes saber de matemáticas… Así es que no habrá nada de sexo hasta que hagas el trabajo…- Me dijo decidido, con las mismas expresiones que utilizaba en clases cuando era mi maestro. Al final, estaba tan cansado, que no pude ser atendido por el doctor Muchopene y solo me quedé dormido entre sus brazos. Ahora que lo pienso… ¡Fue la primera vez que compartimos cama para algo que no fuera intimar! ¿Por eso estaba tan feliz en la mañana? Claro, a él le gustan todas esas cosas románticas, aquellas que yo ni siquiera percibo. ¿Y Natalia? De seguro se enteró que mi novio se quedó toda la noche, ¿acaso no le importó? Muchas interrogantes transitan por mi mente antes de comenzar la primera de las clases.

Matemáticas me toca al culminar la jornada y ahora tengo lecciones de lenguaje con la bolita prostática. En realidad es el profesor Schindler, tan solo que yo le he apodado así. Es tan gordo, que de lejos parece un círculo perfecto y un día, mientras estaba en los urinales, él llegó a mi lado para orinar. Fue todo un espectáculo escuchar aquellos chorritos intermitentes que escapaban de aquella piel envejecida, triste y contraída, como buen pene de hombre mayor. De seguro tiene un problema a la próstata y no ha querido tratarse, ya saben lo que piensan los varones antiguos: “nosotros no nos enfermamos, eso es para las mujeres”. ¿Pero saben qué es lo más extraño de todo? Es que un alemán me haga clases de castellano. Claro, era amigo del antiguo director y por ello es que nos hace clases, daba igual si es buen docente, nada importa cuando tienes el beneplácito de aquel hombre que hoy debe estar compareciendo ante tribunales.

Espero en mi asiento a la bolita prostática cuando quedo impresionado con lo que veo. Una figura esbelta camina elegantemente frente a todos, deja su bolso de marca en la mesa del profesor y levanta la mirada para enfrentar al curso. Va vestida impecablemente como siempre, mostrando la elegancia no tan solo con los trajes, sino que también con la forma cómo habla y en los ademanes que utiliza. –Buenos días, soy Adriana López y seré su nueva docente de Lengua Castellana y Comunicaciones. Muchos de vosotros se preguntarán qué es lo que ha acontecido con el señor Schindler, pues debo comunicarles que por decisión de la nueva dirección, ha cesado sus funciones para esta institución. Desde el día de hoy, seré yo quien los guíe en esta asignatura.- Dice con propiedad mientras todos nos preguntamos qué es lo que nos depara. No sabía que hoy comenzaba a trabajar una nueva dirección, ni mucho menos de la destitución de profesores. Tal parece que por fin se ha hecho justicia. Me alegro en parte que las cosas estén cambiando en esta institución, solo que no debíamos pagar un precio tan alto para que esto sucediera, Dieter no debía morir.

Como me es costumbre, hago caso omiso de lo que los profesores intentan enseñar, y esto se me hace mucho más fácil ahora que aquella mujercita está a cargo. A veces la contemplo, no pudiendo impedir que imágenes revoloteen por mi mente, torturándome. Veo a Diego besando a  Adriana, tomando entre sus brazos aquel cuerpo delicado, soñando todas las noches con vivir el resto de su vida con ella, que su corazón se aceleraba cada vez que la veía. Todo ello me daña, y es que ya no puedo concebir estar sin aquel tiernito, quiero seguir a su lado hasta que este amor se extinga, y si eso nunca ocurriese, quedarme a su lado hasta la eternidad. Busco relajarme, dejar de sentirme celoso por una mujer que muy pronto se casará con la tía de mi amado, ya aquel romance no tiene sentido, ella ya no es una amenaza.

Comienza el tiempo de receso, salgo al patio y lo primero que hago es perseguir a Adriana. Cuando la veo llegar a un área apartada del colegio, decido enfrentarla, hay algo muy extraño aquí, cosas no cuadran. -¿Por qué de repente te has convertido en maestra? Viniste a hacer un taller de no sé qué y ahora, te veo haciéndome clases… Tú eres bailarina, deberías dedicarte a ello… ¿Por qué ahora estás tan cerca de mí?- Le pregunto sin tapujos, me gusta ir de inmediato al meollo del asunto, especialmente con una circunstancia tan intrigante como esta. –Vaya, pensé que no te darías cuenta tan prontamente. Está bien, si deseas saber la verdad con respecto a esta decisión, te la haré saber. Resulta ser que Diego estaba asustado luego de lo sucedido con aquel suicidio de uno de tus amigos. Temiendo que pudieran crearse represalias en tu contra, especialmente de aquel grupo de neonazis, es que me pidió que ingresara a esta institución para protegerte. Por orgullo él ya no puede regresar, sin embargo no desea dejarte desamparado. ¿Entiende ahora lo que sucede? Y claro, tomar la asignatura de Lenguaje no hubiera sido necesario si es que hubieras asistido al taller como te lo ofrecí.- Me dice sin más, sin siquiera inmutarse o creando expresiones en su rostro. Creo que sus músculos faciales están atrofiados, porque jamás la he visto emocionarse, es simplemente la Reina de Hielo.  

¿Protegerme? Sé perfectamente cómo hacer frente a Arturo y sus secuaces, ellos no me dan miedo y no necesito a nadie que me ayude. Intento decirle aquello a Adriana. –Pues creo que no estás viendo bien la realidad. ¿Acaso crees que ellos ya han olvidado todo lo sucedido? ¿Qué han desistido de vengarse? Pues claro que no, solo están dejando que el clima en la escuela mejore, que olviden lo sucedido con Dieter y cuando ya no se sientan en peligro, buscarán la revancha y créeme, esta vez no serán niñerías como las que estás acostumbrado. ¿Acaso no es extraño que un chico de trece años sea nazi? Hay gente adulta detrás de ellos, gente fuerte… gente con armas… gente que asesina todos los días… No des la espalda a un asunto que puede costarte la vida querido.- Me observa detenidamente a los ojos, invadiendo mi alma y encarando los temores más grandes que he escondido. Me ha desnudado frente a ella, me ha hecho débil y ahora no puedo ni siquiera hablar. ¿Es eso verdad? ¿Acaso siempre he estado frente a un peligro tan grande? Diego lo sabe e intenta protegerme.

-Los Recabarren son una familia poderosa y su hijo te ama de verdad. Eres más afortunado que tu difunto amigo y no creo que algo te vaya a suceder. Sin embargo es mejor prevenir y por ello, te comunico que no te desharás de mí tan fácilmente.- ¿Qué? ¿Debería tomar eso como una amenaza o con gratitud? Y es que cualquiera hubiera sonreído al hacer una broma, pero ella no, simplemente me sigue mirando con el rostro paralizado, casi sin vida. Si no pestañeara de vez en cuando, creería que ha dejado de existir. –Toma, este es mi parte de matrimonio. Este sábado se ha de realizar mi boda y estás cordialmente invitado. Puedes ir con un acompañante de tu familia y es que Diego irá con sus padres, quienes por fin han aceptado que Valentina es lesbiana. ¿Asistirás?- Cambia de tema como si fuera Twitter y sin más me entrega un sobre decorado delicadamente, el papel es sumamente suave a la vez que resistente, la tinta parece brillar al contacto con sol y hasta puedo percibir que despide cierto aroma a rosas. Mi novio me había hablado de esto y quedamos en que iría, no es la fiesta que más anhelo, sin embargo es importante para él y como le amo, haré un sacrificio yendo a aquella reunión tan fifí.

Todo me aprieta, desde la camisa hasta los zapatos. ¡Nunca me había vestido así! ¿Pero saben qué es lo peor? Es que el traje fue comprado por Diego, quien en aquellos ataques eróticos, me compró una talla menor, todo con tal de hacerme remarcar más el trasero. ¡Yo lo sé cochinón, tú quieres jugar con esta ropa después! La tela es suave, delicada al tacto y tan grácil que recorre mi ropa como si no existiera, apenas sentiría su presencia si es que no fuera por lo antes mencionado. Es un color azul oscuro, uno muy extraño que logra verse cada vez más claro dependiendo de la cantidad de luz. La camisa es tradicional, blanca como la nieve y sumamente delgada, tanto que puede verse traslucida mi piel, como aquel traje de marinero que utilizamos para… bueno… ustedes ya saben la historia. La corbata es negra por completo, nada de estampados y es que parece que eso es de mala clase. Los zapatos también son oscuros, tanto que llegan a brillar por la perfección del cuero y el empeine. Todo esto coronado por el peinado que ha intentado hacer mi hermana. Nunca suelo arreglar mi cabello, lo lavo y así salgo a la calle, por lo que ahora Natalia ha debido ocupar gel para mantenerlo en su lugar. Por fin no llevo pelo en mi frente. –Pero que niño más guapo veo, así deberías verte todos los días… ¡A ver! Una foto, ¡Sonríe!- Mi hermana inmortaliza el que al parecer es un gran logro para ella, toda la mañana intentando hacerme parecer, casi, normal. La veo sonreír alegremente detrás del lente, vestida aún con su pijama. Obviamente le ofrecí acompañarme, pero como no se ha sentido bien anímicamente, decidió desistir. Lo mejor hubiese sido ir, que se distrajera  y lo pasara bien. Insistí hasta más no poder, sin embargo su tristeza fue mucho más poderosa.

Bajo las escaleras con un sentimiento de culpa en el estómago. Yo tengo novio, voy a fiestas, me visto elegantemente, mientras ella, quien siempre ha dado todo por mí, es quien no conoce el amor, quien no sale con sus amigos a fiestas y ahora se queda, probablemente a llorar en su cuarto. ¿Acaso soy yo el causante de su tristeza? Si no se hubiera sacrificado por mí tal vez ahora sería feliz. Creo que he sido muy egoísta y tal como ella ha hecho, debería buscar su alegría. Bajo decidido los últimos peldaños, haré hasta lo imposible para encontrar el amor de su vida. ¿Cómo? Pues eso lo veré en el camino, pero de que lo haré, lo haré.

Me quedo en el portal esperando a quién finalmente invité. No deben ser unos adivinos para saber de quién se trata. Pasa el tiempo y no la veo aparecer. Cinco, diez, quince, veinte, terminan siendo treinta minutos los que tuve que esperar por Cata. De pronto una mujer desconocida se posa frente a mí. Su cabello es extravagantemente rojo, peinado salvajemente cual león. Aun cuando ya es alta, va sobre unos zapatos de tacón con terraplén, diez centímetros de terciopelo rojo, tan apasionado como el pelo al final de aquel monumento a los gigantes. Todo ello no sería nada, si no fuera por el ajustado vestido que utiliza. La mitad de sus senos se asoman en aquel profundo escote, el que casi llega a su ombligo. El largo no es tal, y es que al caminar logro divisar sus calzones, más parece una camisa que un vestido. Y como si eso fuese poco, no es cualquier tela, sino que es un estampado de leopardo. –Gózame, soy una diva.- Me dice a modo de saludo, elevando los brazos como ademán de triunfo. -¿Cata? No te depilaste las axilas.- Era un shock, apenas pude reconocer a mi amiga luego de aquel abrupto cambio de look, pero lo que más me llamó la atención fueron aquellos frondosos vellos que vi aparecer debajo de sus brazos. – ¡Mierda! Sabía que se me había olvidado algo… ¿Puedes creer que son los últimos pelos que me quedaban? Luchito está pelado, ¿te lo muestro? Nunca me lo había visto así, por lo menos no en los últimos cuarenta años…- Me dice asombrada, como cuando un niño comienza apenas a descubrir su propio cuerpo. Ahora que me pregunto, ¿cómo puede esconder tan bien su pene? La veo con aquel vestido y en ningún lugar se ve el bulto. –Lo pego con cinta adhesiva… Si quieres un día te enseño…- Confiesa su secreto como si nada, y es que ella es un libro abierto, jamás podrá esconder un secreto.

Tomamos el metro y llegamos hasta el barrio de Diego. La celebración se realizará en la mansión de los Recabarren, quienes para disculparse por el desaire inicial con Valentina decidieron regalarles la fiesta, más que mal es la tía de mi amado. El matrimonio se realizará por el civil, obviamente y es que ambas son mujeres. Estarán los pocos amigos que aceptan la orientación de las novias. No es una fiesta muy concurrida, ya que dichas nupcias han sido el chisme del año dentro la de socialité. La prometida se casa con la tía del novio, todo un escándalo para personas que cuidan en demasía su imagen. De hecho, los padres de Adriana le han dejado de hablar solo por el hecho de haberles dejado en ridículo, quizás acepten que sea lesbiana, pero el hecho de casarse con una ex religiosa, es algo que no pudieron soportar. Ahora no asistirán a la boda de su propia hija, aquella que tanto amaron al criarla.

Entramos a la mansión y somos recibidos por los guardias, quienes aceptan solo a aquellos que asistan con el parte correspondiente. A nosotros nos observan con recelo, no nos parecemos en nada al perfil de los otros invitados. ¡Por Buda! A quien engaño, solo ven a Cata y sus largas piernas, su escote pronunciado y aquel pestañeo tan sensual que les regala a aquel par de varones musculados. –Si quiere los próximos en casarnos podríamos ser nosotros…- Le dice galantemente uno de los uniformados a mi amiga. –No gracias, aquellos que cuidan mucho sus músculos suelen olvidar entrenar lo que tienen entre las piernas… Si he de estar con un hombre, prefiero que sea gordo pero bien dotado…- Responde la ahora pelirroja mofándose de lo que ve en aquel bulto incipiente. El guardia nos deja pasar ruborizado totalmente, mientras quienes estaban detrás de nosotros esperando por entrar, quedan impactados por el vocabulario de Cata, nada refinado para sus oídos con clase. ¡Amo a esta mujer! Y es que esté donde esté, nunca cambiará, no fingirá ser algo que no es para agradar el resto, simplemente hace y dice lo que siente.

-¡Arturo!- Escucho de pronto a mi espalda. Lo primero que pasa por mi mente es que mi estúpido compañero ha sido invitado. ¿Por qué? ¿Quién lo hizo? Sin embargo luego me encuentro siendo llamado por doña Laura y su esposo, don Leonardo. Al principio no los reconozco, tan solo cuando me saludan extendiéndome la mano logro recodar quienes son: los padres de Diego, es decir, mis suegros. Claro, su hijo me presentó la primera vez como su alumno estrella, aquel tarado que se jura la reencarnación de Hitler. –Mucho gusto de verles nuevamente… Bueno… Les presentó a mi… madre, ella es Catalina… ¿Mamá? Ellos son los padres del profesor Recabarren, los dueños de casa…- Presento a ambas partes, mientras ellos se saludan. Debo reconocer que se sorprenden al ver el atuendo de mi amiga, sin embargo lo que más me llama la atención es el brillo en los ojos de la estilista, tal como si quisiera llorar. Luego me observa detenidamente, sé lo que está pensando “¿por qué dijiste que era tu madre?”, y susurrándole le respondo tan solo la verdad “porque lo eres”. Unas pequeñas lágrimas brotan de sus ojos, mientras sonríe orgullosa de lo que es, de aquello que tal vez jamás imaginó, pero que de pronto se convirtió solo con el amor que siempre me ha entregado. Toma mi mano y la aprieta con cariño, como si buscase con ello agradecerme y es que no debiera hacerlo, soy yo el afortunado.

Don Leonardo nos platica de lo bella que se ve Adriana, que la ha visitado hace poco y quedó maravillado por la imagen angelical que despide la mujer. Intentamos entablar una conversación amena cuando aparece Diego. –Estamos aquí con tu antiguo alumno Arturo, no sabía que lo habían invitado…- Dice el hombre a su hijo cuando le ve llegar. Mi novio queda un tanto perplejo ante la situación y es que no se recordaba de la mentira. La alegría en su rostro se desvanece al escuchar el malentendido, cree que tal vez me sienta incómodo, no obstante nada de ello ocurre, sé que no es el momento adecuado para decirles quién soy en realidad. Le sonrío para que se relaje, esto es una fiesta, no un funeral. Aunque debo reconocer que se ve sexy estando serio. ¿Y si lo hiciéramos en el baño? La temperatura comienza subir en mi cuerpo al imaginar las posiciones que podríamos hacer incluso debajo de la mesa de las novias, como aquella vez en la tienda por departamentos. Me desconecté por un momento de la realidad, pero no pasó mucho para regresar a ella de imprevisto, como si un balde de agua fría me hubiera caído encima.

Siento sus labios cálidos rozar los míos con delicadeza, busca confianza en mi sabor. Su cuerpo tiembla ante nuestro contacto. Solo es un pequeño pedazo en el universo, al unirnos en cambio, nos convertimos en algo más, en algo que no puedes separar por la fuerza y que nos lleva a hacer lo impensado. –Él no es Arturo… Lo siento, pero les mentí… Su nombre es Renato y es la persona a quien amo… la única persona a quien he amado con tanto fervor…- Dice al terminar el beso. Levanta la mirada y encara con firmeza a sus padres. Toma mi mano para demostrar nuestra unión, nuestra entereza. De inmediato veo como los señores se descomponen, nunca imaginaron una noticia así, mucho menos hoy. ¿Cómo van a reaccionar? ¿Qué vamos a hacer si nos rechazan, Diego? ¿Podrás soportarlo? 

Notas finales:

Espero que les haya gustado :D

La próxima semana más :D

Bye bye :D


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