Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Baby Pornograph por jotaceh

[Reviews - 432]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que se encuentran muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo :D

Bueno... aquí les traigo un nuevo capítulo....

Ok... les dije que después de la tormenta apararece el sol... aunque... a veces llueve un poquito... e.e asi es que bueno.... lean e.e

 

UNA PREGUNTA 

jajajaj ya saben, me gusta saber de ustedes... así es que aquí les pregunto de nuevo... ¿Cuál es el primer recuerdo que tienen? 

Resulta que hoy mi mamá me retó porque siempre le alego que en mi infancia no me ayudó mucho :/ en realidad le alego sin saber mucho, ha sido una muy buena madre y siempre me ha cuidado... solo que me gusta ser victima de vez en cuando jajajaja

Bueno, la cosa es que ese reto me hizo pensar en el primer recuerdo que poseo... y bueno.... es este: " Tenía como tres años p cuatro... estaba comiendo con mis papás en la mesa, era un día soleado creo... o por lo menos no hacía frío... creo que en ese momento llegó mi hermana del colegio... o algo por el estilo, yo tadavía no iba a estudiar, porn eso sé que fue antes de tenr cinco :P pero" Recuerdo esa escena porque me sentía bien estando con mi familia jajajaj es raro xD porque no recuerdo la comida, sino que el mantel.... aaaaaah y también, el otro día mi papá estaba escuchando la radio, un muy antigua que su papá le regalo... y recordé cuando era chico, muuuy chico y despertada... iba a la cocina y me encontraba con mi mamá escuchando la radio mientras cocinaba *-* siempre me ha gustado estar a su lado... me da mucha confianza *-* bueno... esooo jajajajajaja tengo buena memoria y tengo muchos otros recuerdos de cuando tenía tres o cuatro años...

REPONDAME!! :P

CAPITULO XXIX: Infectados.

No sé cómo, pero me encuentro en esta casa, sentado a una mesa bien arreglada y rodeado de personas que lo único que hacen es verme con recelo. –Por tu culpa estamos en esta miseria.- Es lo que me imagino que piensa doña Verónica al verme de reojo, al mismo tiempo que corta delicadamente el filete de carne en su plato. De la nada aquel hombre que dice ser mi padre se ha mudado al departamento de enfrente, y como era de esperar, no dejó sola a su familia, por lo que para acompañarle está su esposa, que anteriormente estuvo casada con su primo, y el hijo de ésta, aquel que ha criado como un hijo, Kevin. En un principio pensaba que el rubio estaría enojadísimo, igual a como ahora lo está su madre, sin embargo, le encuentro cordial, suele sonreírme de vez en cuando al intercambiar miradas y cuando llegué, me saludó de beso en la mejilla y un apretado abrazo. ¿Tanto cambió al sentirse culpable de la muerte de Cata?

Por lo que él mismo me confesó, buscó la ayuda de Arturo para darme una lección. Matías había comenzado una relación con Kevin, solo que al enterarse que yo había terminado con Diego, decidió seguir con sus tácticas para conquistarme, dejando atrás el supuesto amor profesado hacia el rubio. Despechado, le pidió al otrora nazi que me propinara una golpiza monumental junto a su pandilla, como aquellas que siempre realizaba en las redadas a extranjeros, mendigos, prostitutas y por supuesto, homosexuales. Pues eso fue todo lo que hizo este muchacho, pedirle a un grupo de desquiciados que me pegara, que me desfigurara la cara con la única intención que nunca más le atrajera a Matías. ¿Quién no hubiera hecho lo mismo en su lugar? Bueno, para ser sincero, de que está loco, está loco, pero no soy quién para juzgarle, mucho menos sabiendo que él no le pidió a los nazis que mataran a Cata, eso es solamente culpa de sus mentes desequilibradas. He perdonado a Arturo por sus equivocaciones, ¿cómo no podré hacerlo también con mi supuesto primo?

Hace un par de minutos estaba estudiando pacíficamente en mi cuarto, bueno, en realidad estaba viendo videos pornográficos, cuando de pronto apareció Natalia para decirme que teníamos una invitación a comer. Me alegré por el entusiasmo de mi hermana, así es que apagué el computador y me vestí de la mejor manera posible. Creí que sería un nuevo pretendiente, que querría presentarnos a su familia, ya que tal vez esta sería la vez en que le pedirían matrimonio, sin embargo, al salir de casa solo tuvimos que dar un par de pasos para llegar a nuestro destino: el departamento de don Benjamín. –Nos invitó a cenar porque quiere que comencemos a llevarnos bien… sé que no te agrada y tienes motivos de sobra, solo que yo… yo…- Mas no pudo seguir con sus palabras. Sé lo que sucede en su corazón, la conozco a la perfección y estoy seguro que extraña a su padre, que ha soñado por largos años el reencontrarse con su progenitor y yo no soy quién para impedírselo. Si ella desea retomar la relación filial con aquel hombre, yo la apoyaré, estoy seguro que será feliz de aquella forma, tan solo que no caeré en las mismas tácticas. Él no será mi padre, me abandonó cuando era un recién nacido y ahora no puede pretender que olvide todo el sufrimiento que aquella decisión acarreó.

-Pensé que comías de peor manera, digo… aún recuerdo aquel bochornoso espectáculo que nos diste en la mansión.- Aparece de la nada la voz de doña Verónica. Tal parece que la estirada artificial todavía recuerda lo que hice la vez en que su hijo me invitó a su casa, a hacer un trabajo de la escuela. Unas imágenes erráticas aparecen en mi mente, poco a poco rememoro lo que hice y finalmente, no puedo parar de reír. –Pues para mí no fue nada gracioso, señor…- Responde una voz sepulcral a mi espalda. Ni siquiera me había percatado, y es que he estado perdido en mis pensamientos; pero Jaime, el mayordomo de aquella ocasión, está sirviendo los siguientes platillos. Claro, agarré el trasero del anciano para hacer enfadar aún más a aquella señora tan engreída. Ahora sí que la risa se apodera de mi cuerpo por completo, es tanta la intensidad que debo retroceder junto a mi silla, para impedir que mis espasmos golpeen la mesa. –Parece que desde ese entonces has comido más, porque tienes el trasero más relleno… ¡Tome Guapetón!- Le digo al hombre mientras golpeo su trasero asustado. Todos me observan extrañados. ¿Para qué me invitan si saben cómo me comporto? No me inmuto en seguir con mi ataque de risa, así puede ser que no tenga que venir nunca más. Para mi sorpresa, solo pasan un par de segundos para que Kevin se contagie con mi alegría. ¡Santa Cachucha! Éste se la pega a Natalia y ella a don Benjamín, y ese desgraciado al mayordomo con trasero de señora. ¡Todos se ríen! Bueno, casi todos, porque Verónica sigue tan inexpresiva como siempre, ¿será que tanto botox le ha quitado ya las expresiones faciales?

Creo que me salió el tiro por la culata, la idea era reírme como desquiciado para asustar a la familia Bolingbroke y sin querer, hice que la velada fuese un total éxito, amena como cualquier junta entre familiares que se quieren, aunque siempre está la tía enojona que arruina todo, eso es ley. No sé cómo, pero luego de mi golpecito al trasero de Jaime, Benjamín comenzó a hacer lo mismo. –Tráeme un poco más vino, guapetón… Quiero beber té, guapetón…- Y así con cada indicación que le pedía al mayordomo. ¿No les da vergüenza ajena cuando alguien intenta imitarlos, pero lo hace de forma tan nefasta? Finalmente, las nalgas del pobre anciano fueron lo más toqueteado de la noche, más aún que los propios servicios o las copas de cristal. ¿Saben lo que más me impresiona de todo? Es que Jaime lejos de estar enojado por aquellos agarrones, se le podía reconocer una radiante sonrisa en su rostro. ¡Éste es marica! No hay otra explicación, y está enamorado de su patrón. De pronto, en medio de la cena, imagino al mayor de los Bolingbroke desgarrando el uniforme de su sirviente, sediento de pasión, con la mirada fija en aquellas glúteos que tanto ha anhelado desgarrar. Su boca cálida, se acerca a aquella zona que su pene tan fervientemente busca penetrar. Los labios envejecidos de Jaime expulsan los más sonoros gemidos, resignado a soportar el dolor que aquella poderosa erección le desea propinar. Finalmente el jefe se introduce sin compasión en las carnes de quien por tantos años le ha amado secretamente. -¡Más fuerte papasote!- Y por un momento me detengo a pensar. ¿Eso tan solo lo imaginé o realmente lo dije? El rostro de quienes me acompañan me dan la respuesta, lo he gritado y con la voz más sexual de todas. Y todo es culpa de la escena erótica de don Benjamín y Jaime.

No creo que haya sido una mala noche, tal vez lo he pasado bien, solo que no quiero repetirla. Lo último que deseo es encariñarme con esa familia. No, no pertenezco a ellos y jamás lo haré. Las estrellas inundan el firmamento cuando nos retiramos con mi hermana. –Ha sido genial, nuestro padre nos ha invitado para la próxima semana, ¿vendremos verdad?- Claro, con esa sonrisa y con los ojos repletos de un brillo especial, ¿cómo podría decirle que no? Eso sí, prometo ser la persona más desagradable del mundo la próxima ocasión.

El día llega rápidamente, solo que las ganas de levantarme tardan en aparecer. ¡Hace mucho frío! Estoy seguro que más de algún pene debe haberse congelado allá afuera. Espero que pronto llegue la primavera, este invierno ha sido el peor de todos y solo deseo que acabe. Luego de más de un mes sin asistir a clases, hoy debo regresar al colegio. Creo que mi vida ha comenzado a normalizarse, debo seguir estudiando… a quien engaño, ir a la escuela y fingir que tomo atención. Lo único bueno de este día, es que Diego tiene la entrevista de trabajo con doña Enriqueta, estoy convencido que se quedará con el puesto y es que es el profesor más sexy de todo el mundo. Entro a la ducha sin muchas ganas de dar inicio a esta nueva jornada. Las gotas cálidas de agua transitan por mi sensual cuerpo con delicadeza, relajándome y haciéndome olvidar las tediosas horas que me depara el futuro.

Entro a aquella edificación, la misma que he visto a diario por más de ocho años. Lo primero que me recibe es el murmullos de muchos, de todos quienes creyeron que no regresaría, que sería débil y abandonaría el lugar, mas no, no soy cobarde. Siento sus miradas incrédulas, sus palabras de asombro retumban en mi oído, pero sigo caminando con el mentón en alto, altivo como siempre lo he hecho, sin dejar que el resto doblegue mis convicciones. Sé que detrás de esta fortaleza están los deseos de Cata, por ella es que sigo en pie, luchando todos los días aunque sea doloroso.

-¡¡Bienvenido!!- Al entrar a mi sala soy sorprendido por una fuerte ovación, un vendaval de aplausos y confite cayendo sobre mi cabeza, todos gritan como si hubiese ingresado un héroe. –Te estuvimos esperando todo este tiempo, nunca dudamos que regresarías…- Es lo que me dice Kevin tras entregarme un ramo de rosas blancas. ¿Qué significa todo eso? De pronto recibo amor de todos aquellos que apoyaban los insultos de Arturo, de quienes se reían de sus burlas. ¿Tan pronto cambian su lealtad? Trato de no ofuscarme, y es que esta demostración de cariño es tan cínica que apenas puedo controlarme. Sonrío solo porque sé que el rubio que organizó todo lo hace realmente porque lo sentía. ¡Oh por Buda! ¿Desde cuándo me comenzó a caer bien Kevin?

Camino por el pasillo formado entre los pupitres, me dirijo hacia aquel puesto que siempre he utilizado, solo que lo encuentro ocupado por el gordo de Alejandro. –Ahora te sentarás conmigo…- Me dice Bolingbroke antes de tomarme por el brazo y guiarme a mi nuevo asiento. Me sonríe tiernamente durante toda la clase, como si fuese su hermano pequeño, aquel que cuida en los recreos y acaricia su cabello cada vez que llora. ¿Dónde quedó el bitch? Pareciera que le han exorcizado, sacado todos los demonios que poseía adentro, esos que anteriormente habían dominado a Lindsay Lohan, Britney Spears o a Paris Hilton, ¿esas tipas están muertas o siguen vivas? Ya ni me importa, nunca he sido fanático de la farándula norteamericana. De vez en cuando me siento extraño, siempre he estado solo en el colegio y de pronto me llega un amigo “popular”, y es que no solo es él quien me trata bien durante la clase, sino que también sus seguidores. ¿Pueden creer que Miguel y Osvaldo son homosexuales? Pues siempre les vi muy calladitos, pensé que solo eran retraídos, pero no, ahora son las sirvientas de Kevin. Creo que antes se juntaba con un asiático y un pelirrojo, o algo así, no recuerdo bien, tal parece que ya no son cercanos. ¿Se habrán enojado con su líder por arrastrarse para conseguir el amor de Matías?

Llega la hora de almuerzo y como era de esperar, debo comer con Kevin y su pandilla. –Es que Héctor tiene un trasero glorioso… me gustaría que me hiciera suyo…- Dice de pronto Miguel, mirando cómo el chico tres años mayor que nosotros se sienta en una mesa paralela a la nuestra. Observo la pasión juvenil en sus ojos al contemplar a aquel espécimen varonil. No es que esté mal el chico, solo que… -Debe tenerla chica.- Todos quedan sorprendidos cuando digo mis deducciones. –Mi hermana me ha dicho que aquello que dicen las viejas antiguas es verdad, que hombre con pies pequeños, tiene pene diminuto también…- Con ello termino de romper todas las ilusiones del secuaz de mi rubio “primo”. Miguel no es la persona más delgada que puedas ver, en realidad tiene bastante kilos demás, utiliza frenillos y su hablar es un tanto particular, como si le hubiesen cortado una parte de su lengua. Su piel es más blanca que la lecha, por lo que cada grano en su rostro se muestra aún más altivo de lo normal. Vaya, que no puedes decir que es el chico más guapo, de hecho, es bastante ñoño para juntarse con Bolinbroke. ¿Qué le ha sucedido?

-Pero eso no es relevante, habiendo amor no importa si tiene una verga chica.- Responde un tanto apenado el chico de rostro manchado. Me aguanto poco menos de un segundo y es que su ingenuidad me causa una fuerte risa. ¿No es importante el tamaño del pene? Que chiste más gracioso me acaban de contar, en realidad eso es para señoras conformistas que no quieren abandonar a su esposo. Finalmente, creo que mis carcajadas terminan por convencer a Miguel que comience a idolatrar a otro chico, uno con los pies más grandes en lo posible.

En mitad del almuerzo veo a un muchacho de espalda, su cabellera oscura, su contextura trabajada y su adorable trasero me hacen creer que es Matías, a quien no le he visto en toda la jornada. Pensé que me hablaría, que buscaría acercarse en mi primer día de clases, sin embargo eso no ha ocurrido. Sigo con la mirada aquella silueta conocida, y grande es mi sorpresa cuando le veo girar. Su rostro no posee aquellos atractivos ojos celestes, ni sus facciones de bebé crecido, aquella mezcla entre inocencia y virilidad no está allí, simplemente me he equivocado, solo se parecían. -¿Son casi iguales verdad? Pero él no ha venido en una semana, he averiguado y me han dicho que tenía un resfriado muy fuerte… Supuse que estaba en reposo en su casa, sin embargo no me ha abierto la puerta cuando le he ido a visitar…- Me comenta apenado Kevin, como si hubiese leído mi mente. Se nota preocupado por Della Rovere, aún después de todos los desaires que le ha provocado, sigue pendiente de su situación, tal parece que lo ama de verdad. –Quizás si tú vas, te reciba… Digo, te ama.- El que el rubio diga eso oprime mi corazón, es como si se hubiese rendido y me diera la victoria a mí, un trofeo que no deseo, uno que no necesito. No respondo nada, no quiero ir a verle, eso empeoraría aún más las cosas. Demostrar tal interés, sería darle una esperanza, una que no existe y es que estoy perdidamente enamorado de Diego.

Como vivimos en el mismo edificio, regreso a casa con el rubio. ¡Por buda! Esta rutina la tendré todos los días, supongo que deberé acostumbrarme a esta nueva situación. Ahora me siento invadido por una pequeña garrapata, una molestosa ubicada debajo de mi oreja. Sé que por más que la rasque, no lograré que se marche y finalmente, me acostumbraré a ella, le tomaré cariño y nos haremos amigos. ¿Eso quiero que suceda? ¿Quiero abrirle el corazón a Kevin? ¡A la mierda! Que suceda lo que tenga que suceder! -¿No extrañas la mansión? Sé que no debes estar a gusto viviendo en un departamento tan pequeño…- Le digo mientras subimos las escaleras del edificio. En realidad el rostro de su madre lo decía todo, el convivir con la gente de nuestro barrio, el estar cercana a la pobreza, le hacía envejecer de golpe, todas sus operaciones se cayeron por la impresión. -¿Te soy sincero? Odio estar aquí…- Una risa sincera brota de sus labios y me contagia de pronto. Era obvio pensar eso, no creo que haya cambiado tanto en tan poco tiempo. –Pero no todo es malo, me siento más cercano a Benjamín y aunque esté todo el día estrilando, también me he acercado a mi madre… Quizás y esto sea bueno para nuestra familia…- Sigue con la respuesta luego de parar con las carcajadas. Nos sonreímos antes de entrar cada uno a su casa. Sí, si sigue comportándose así terminará robándose una parte de mi corazón.

Dejo mi mochila en la pieza, espero recostarme un rato en mi cama luego de tan agotador día, sin embargo suena de pronto el timbre. ¿El rubio querrá que compartamos la tarde juntos también? Espero que no sea así, porque realmente quiero descansar de él. Abro sin muchas ganas la puerta y la imagen que contemplo me deja helado. –Me han echado de casa… ¿Me puedes ayudar?- Es todo lo que dice entre lágrimas. Nunca antes le había visto tan afligido, con la mirada tan perdida y la voz tan apagada. Matías se muestra ante mí como un pequeño regañado, uno que ha sido descubierto en su travesura y ahora temeroso enfrenta a su padre castigador. ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo es que alguien tan orgulloso y rudo como Della Rovere puede estar tan devastado? Sé que le ha costado pedirme ayuda y es por ello, que aun asombrado, le permito pasar. Le ofrezco un poco de té y él lo acepta inmediatamente. ¿Tendrá hambre? ¿Hace cuánto que no come? ¿Hace cuánto que no se baña? Tal parece que no le han echado de la casa hoy, sino que hace mucho tiempo.

Tres platos repletos de caldo, es eso lo que le sirvo al chico de los ojos celeste y éste los come desesperado, hambriento como nunca había contemplado a nadie. –Toma, puedes ocupar mi ropa…- Le digo mientras le paso una muda de ropa limpia junto con unas toallas. –Qué forma más sutil de decirme que huelo asqueroso…- Responde un tanto avergonzado, pero esbozando una sonrisa en su rostro. Lamentablemente no puedo seguirle la corriente, sigo asombrado con su condición. Mi pecho se ha contraído por completo ante su imagen, ante tal deplorable estado. Siempre le recuerdo como el muchacho aguerrido, caracterizado por la fortaleza no solo de su cuerpo, sino que de su espíritu. Todo ello parece haber desaparecido, quedando solo un niño temeroso. Le veo caminar por el pasillo en dirección al baño, estaba a punto de cerrar la puerta cuando me dirige nuevamente la palabra. -¿Ahora te das cuenta porque sigo enamorado de ti? Nadie me ha visto como tú lo haces… sé que es lástima, sin embargo me conformo con que sientas algo por mí… eso es mucho mejor que nada…- Y cierra la puerta dejándome aún más atónito. Intento apaciguar la pena que se forma dentro de mí, solo que me es imposible y una lágrima da inicio al llanto. Pronto me encuentro acurrucado en el sofá, apaciguando mi dolor con el calor que me propina un cojín.

-Te prometo que no me quedaré por mucho, buscaré un empleo y arrendaré una pieza por ahí.- Me dice tras salir del baño y ver las marcas de llanto en mi rostro. Le veo usando mi ropa, esa que le queda apretada debido a mi figura menuda en comparación con su cuerpo de hombre. –Me queda chica, pero el aroma es rico… siempre me ha gustado cómo hueles…- Me dice nuevamente tratando de fingir alegría, esbozando una falsa sonrisa en su rostro. Ese intento por no mostrar la real cara de su tristeza, provoca que me sienta ofuscado, una mezcla extraña entre coraje y pena, lástima que no me tenga la confianza suficiente para sufrir plenamente a mi lado. Sin querer le abofeteo, le golpeo para que pueda reaccionar y dimensionar la realidad. –Lo siento…- Le digo aun cuando no sea verdad. Por fin me doy cuenta que la máscara lastimera que había creado se desvanece, dejándole indefensamente al descubierto. Tiembla como si se encontrara en la mismísima antártica y necesitando algo de calor, me abraza, une su cuerpo al mío desesperadamente, como si su vida dependiera de ello. Finalmente me cuenta la razón de todas sus penurias, me susurra aquel nombre. –Tengo VIH…- y todo mi mundo se viene encima, porque si él está infectado… cabe la posibilidad que yo también, y con ello, Diego. 

Notas finales:

Nos leemos :D

Bye... y muchos besos... SIIII no los esquiven jajajaja les llegarán igual e.e 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).