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Midori no Rescue por Cliosan9

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Notas del capitulo:

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Holas chicos y chicas lindas, vengo con una actualización calientita! Termine este capi hace un tiempo pero me tuve que poner al día con mi fic AkaFuri así que terminé descuidandolo, pero weno aquí está, gracias por los comentarios, realmente no ha sido muy revelador hasta ahora, pero en este capi ya se tiene un avance, y es tercera persona. Los otros dos capitulos sirven como un prologo.

Sin más que decir aqui la conti ~

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RORONOA ZORO

El sol brillaba fuerte, era verano y por supuesto el Baratie estaba preparado para aquello. Últimamente era muy famoso por preparar helados naturales de rico sabor a frutas que eran  muy populares con las chicas. El rubio no podía estar más encantado.


Había pasado un mes, desde que aquel individuo del pelo verde se había ido de la habitación donde Sanji dormía. Realmente esa habitación servía para hacer las cosas más fáciles para el cocinero, pero en realidad él tenía una verdadera habitación y casa donde vivía.


A la mañana siguiente de haberle rescatado el rubio llegó a las 6 de la mañana, habiendo hecho las compras temprano. Pero al ingresar al cuarto estaba todo ordenado y sin rastros del Marimo. Sanji mismo lo había dicho,  no pasaba nada si se iba y no lo volvía a ver, pero de alguna manera se sintió decepcionado.


El día pasó sin penas ni glorias, teniendo una inmensidad de clientes como todos los días. Los cocineros del Baratie, eran hombres que conocía de hace años, que cansados con su forma de vivir anterior, se unieron a Zeff  a construir el restaurante completamente desde cero. Con todos los ahorros lograron crear primero un restaurante de 1 piso que con el tiempo se expandió y creció en una segunda planta. No sabía si era que en estos días había demasiada clientela o  que la edad hacía mella en ellos, pero todos se retiraban ni bien terminaban sus actividades. Eso no suponía un problema para Sanji, después de todo casi todo el tiempo se quedaba durmiendo en la habitación dentro del Baratie, pero extrañaba aquellos días donde se quedaban hasta altas horas de la noche compartiendo una copa de vino, contando sus experiencias con algunos clientes o de sus vidas personales.


Lo último que quedaba hacer era sacar la basura y cerrar el local. Aprovecharía para fumarse con toda la tranquilidad uno o dos cigarrillos. Como siempre el callejón estaba oscuro. En los comienzos del restaurante, éste era un lugar arto concurrido por maleantes, pero después que empezó  convertirse en zona comercial, eso había pasado. Él tenía fuerza, podía cargar el bote de basura con facilidad como cargaba un Toyo o Atunes enteros todo el trayecto desde el mercado.


-¡Yo! Sanji… -Una voz retumbó casi detrás de él, escondida en la sombras.


-Tu… oh, eres el marimo…- Sanji tan acostumbrado a nombrarlo de esa manera en su propia mente, no pudo reprimirlo al querer hablar con él


-¿Marimo? ¡Tú cejas de remolino!


-Tu cabello, tiene el mismo maldito color. ¿Quién es cejas de remolino? Parece que ya estas completamente curado.


-Tsk. Si, he venido para darte las gracias.


-No lo necesito.- Volteó para no mostrarse un poco nervioso, sabía si que si el Marimo lo intentase atacar, podría defenderse, pero ¿hasta qué punto?


-Hey! ¡Escucha a la gente cuando te habla! –Chasqueó la lengua- solo quería regresarte eso.


-… - el cocinero volteó a ver y se topó con que se había llevado su bufanda. “Por eso no la encontraba” – Oh, ya veo, al parecer eres un  Marimo educado.


-¡Con un carajo! Que no soy Marimo! Zoro, mi nombre es RORONOA ZORO!!


-Oh, pensé que nunca me lo dirías


-¿Y eso por qué?


-¿No es peligroso dar tu nombre a cualquiera?  ¿Podría venderte con grupos enemigos sabes?-  el rostro de Zoro se puso completamente pálido. – No me  jodas, ¿no te habías dado cuenta de eso?


Una sonora carcajada rompió la tranquilidad de la noche, Sanji no se lo creía. ¿Cómo ese chico había podido sobrevivir siquiera todo ese tiempo en ese mundo? El rostro de Zoro se había puesto completamente rojo, ninguno de los dos estaba seguro si era por cólera o por vergüenza.


-Pasa.


-¿Eh?


-¿Qué, aparte de idiota también eres sordo? - el aludido estaba a punto de soltar algún improperio, pero Sanji lo cortó antes que hablara. – Te prepararé algo.


*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*


Zoro al día siguiente de ser rescatado se vistió con sus ropas ya secas aunque rasgadas por el filo de varias espadas, se puso una bufanda encima de uno de los muebles y se dispuso a irse. Realmente le gustaría quedarse y conversar un poco más con aquel chico, pero había desaparecido durante demasiado tiempo, necesitaba reportarse a al menos a alguno de sus hermanos, estuvo tentado a dejar un mensaje de despedida, pero no tenía nada que ver con él. Sanji lo había ayudado por iniciativa propia, no necesitaba dar explicaciones a nadie.


Ya en la mansión, pudo explicar su paradero, pero no dio datos de la persona que lo había ayudado, obviamente el juró y re juró que era una persona normal, que no tenía ningún vínculo con otra organización. Mientras estuviera vivo lo demás no era relevante.


Había pasado una semana y no podía quitarse a aquel muchacho de la cabeza. Solo lo había visto una vez cuando estaba en el borde de la inconciencia, pero todos sus rasgos se habían grabado a fuego en la memoria del peliverde. Queriéndose sacar la espina del cuello, pensando que la culpabilidad por haberse ido sin agradecer lo iba a matar de locura, decidió rondar el Baratié, obviamente sus recuerdos de cómo había llegado allí en principio fueron muy borrosos, lo que solo logró que se perdiera. Cansado de su primera excursión sin éxito, se sentó en una de las bancas de un parque cerca, sacó la bufanda que pretendía devolver y sin pensarlo se lo puso en la nariz. El aroma de aquella prenda era delicioso, tenía un olor entre frutas y especias, ¿Así era como debe de oler un cocinero o sólo Sanji olía así?


“Sanji” Se permitió susurrar su nombre al aire, ese otra cosa que se había grabado a fuego en su mente.


Como miembro de un grupo Yakuza, tenía deberes y responsabilidades dentro de la casa, también un tiempo de entrenamiento y trabajo que no es agradable de mencionar. Pero estaba agradecido con ser parte de este mundo, de esta manera podía pagar la deuda de sus padres sin que nadie más saliera involucrado, podía entrenar con katanas ya que ser un gran espadachín era su sueño y sobretodo podía usarlas en batallas reales. La primera vez siempre es la más dura experiencia para cualquier iniciado. Al principio pensó que no sobreviviría pero poco a poco se fue involucrando más en ese mundo, terminó teniendo una relación de amistad-hermandad con los otros  miembros y respetando al oyabun.


Regresó a la mansión, de la cual terminaba de alguna forma encontrando la manera de regresar. Estaba al costado de una colina que en la cima tenía un templo para orar, esta construcción se miraba por sobre los demás edificios, teniendo esto en consideración siempre vagaba un poco alrededor de esa colina, hasta que encontraba de nuevo la puerta de entrada. Sus hermanos sabían muy bien de esta particularidad y muchas veces le hicieron bromas tapando la puerta, o cambiándole de color, pero después de un regaño del jefe, casi siempre alguien salía a merodear para encontrar a Zoro y traerlo de vuelta. La mansión por supuesto era como todo cliché de Yakusas, con una construcción japonesa antigua y un amplio jardín por adelante y por atrás. Más al fondo había un dojo de entrenamiento que servía para diversas funciones, y solo los de mayor confianza residían dentro aparte del mismísimo jefe.


La primera vez que Zoro vio ese lugar le pareció muy bonito, pensó que algún día cuando pague su deuda le gustaría tener un lugar así, obviamente no tan grande, pero si con un dojo donde poder educar a sus hijos. Ahora la idea se le hacía completamente lejana, no tenía ningún interés en mujeres, por su profesión no podía involucrarse con mujeres que no estuvieran en este mundo y las mujeres involucradas eran completamente grotescas a los ojos de Zoro, la sangre y el fervor de la batalla cuando blande su espada le traían tal satisfacción más que besar a cualquier mujer, por eso Zoro estaba convencido que no necesitaba nada ni nadie. Por supuesto tampoco contemplaba salir de este mundo, ya se había hecho parte de él.


Tuvo 3 excursiones más con motivos de ubicar el Baratie, intentó preguntar, pero algunos no conocían otros se sentían intimidados por él y los otros le explicaron, pero de nuevo las direcciones se movían por su cuenta, terminando dando vueltas en círculos.


La cuarta excursión fue la acertada, había llegado a las 7 de la noche al restaurant, pero se sintió corto entrando por la puerta de en frente, no podía llegar nada más así y pedir algo casualmente, sobre todo si era reconocido. No creía que algún jefe mafioso enemigo le guste frecuentar un lugar tan colorido pero por si las moscas.


Ubicó el callejón, después de 2 horas, el callejón quedaba entrando por un segundo callejón, Zoro regresó por sus pasos más de dos veces hasta que ubicó la puerta trasera del Restaurante. Al igual que el día en que fue rescatado, Sanji saldría a botar la basura. La idea del espadachín era entregarle aquella bufanda, preguntarle alguna forma de pagar su deuda e irse. Zoro pensaba que la idea de deberle algo a alguien aparte de la organización lo estaban mortificando, no se olvidaba de aquella noche y la bufanda se lo recordaba siempre, no tuvo el valor de botarla, así que la única manera era devolverla. Metió la mano dentro de la casaca que traía, allí bien envuelta se encontraba la prenda. La sacó y la sujetó como queriendo confirmar que se encontraba allí, aún seguía desprendiendo sutilmente aquella mezcla de frutas con especias, no la había lavado, no porque no quisiera hacerlo, sabía que era de buena educación lavarlo antes de devolverlo pero se descubría a sí mismo  oliéndola cada tanto. Esperó pacientemente por 2 horas más, escuchó las voces de los cocineros despidiéndose. “Ya va a salir”


Y así fue. El cocinero salió a los minutos sacando la basura, para después rebuscar en sus bolsillos y sacar nicotina.


-¡Yo! Sanji… -Su nombre se le escapó de los labios.


-Tu… oh, eres el marimo…


-¿Marimo? ¡Tú cejas de remolino! – Zoro reaccionó a malas, no pensó ser tratado de mala manera.


-Tu cabello, tiene el mismo maldito color. ¿Quién es cejas de remolino? Parece que ya estas completamente curado.


-Tsk. Si, he venido para darte las gracias.


-No lo necesito – “¿Pero qué le pasa a este idiota?” pensó internamente.


-Hey! ¡Escucha a la gente cuando te habla! –Chasqueó la lengua- solo quería regresarte eso.


-… Oh, ya veo, al parecer eres un  Marimo educado.


-¡Con un carajo! Que no soy Marimo! Zoro, mi nombre es RORONOA ZORO!! – Recordó que realmente nunca le había dicho su nombre.


-Oh, pensé que nunca me lo dirías


-¿Y eso por qué?


-¿No es peligroso dar tu nombre a cualquiera?  ¿Podría venderte con grupos enemigos sabes? No me  jodas, ¿no te habías dado cuenta de eso?


Sanji había dado en el blanco, nuestro querido Marimo  muy cuidadoso como era, había bajado todas las defensas. Siendo un poco más reflexivos era de suponer que el rubio esté al tanto con qué tipo de persona era y por supuesto también era sospechoso haber sido ayudado tan fácilmente. Sus pensamientos fueron cortados por la carcajada del cocinero. Zoro sintió hervir la cara.


-Pasa.


-¿Eh?


-¿Qué, aparte de idiota también eres sordo? Te prepararé algo.

Notas finales:

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A partir de proximo capítulo va ha tratar de esta parejita y les aseguro que hay porno, yo se que ustedes están aqui por el porno :v 


XD weno sin más me despido, espero que les haya gustado el capítulo de hoy bye ne~


Clio ::off::


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