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Midori no Rescue por Cliosan9

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Notas del capitulo:

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Hola chicos y chicas, gracias por sus mensajes, en serio. Disculpen la demora, no pude actualizar en estos días ya que me dio un bloqueo :v


Y ps aquí está el siguiente capítulo :D


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La Organización

El cocinero, botaba la basura como de costumbre y una imagen entre las sombras  salió a saludarlo.

-Yo! Sanji

El aludido sonrió de lado y guardando la cajetilla que había querido sacar, besó a Zoro como si fuese la cosa más natural del mundo.

Esto era algo a lo que se estaban acostumbrando, después de la declaración de Zoro ninguno de los dos volvió a mencionar el tema, ninguno se dijo palabras bonitas de amor, solo dieron por hecho que eran amantes y aparte de besos y el manoseo no habían cambiado su rutina  de siempre. De todo eso ya habían pasado 3 meses más, habían pasado navidades y año nuevo juntos, Zeff ya lo conocía y si estuviese al tanto de su relación o no, el viejo no había mencionado nada, es más, lo había recibido como uno de la familia.

Ese día en particular, Zoro había aparecido más temprano, Sanji se daba una idea de que es lo que ocurriría esa noche, muchas veces habían avanzado hasta el punto donde la ropa empieza a sobrar y el ansia de sentir la piel ajena crece a cada caricia. Pero de alguna manera se habían detenido antes de llegar más allá. Los dos lo deseaban, pero su falta de comunicación y experiencia los hacía dudar de quien sería el que da y quien el que recibe, Al peliverde realmente no le importaba, a Sanji podía cuestionársele, después de todo él se había dedicado a vivir para sus damas y ahora era pareja de un yakuza.

Sin decirse una palabra Sanji entró al restaurante seguido del espadachín, inmediatamente se cerró la puerta se besaron como si no lo hubiesen hecho nunca y nunca más podrían volver a hacerlo. Chocando con las paredes a trompicones se fueron directamente a la habitación del rubio dentro de la cocina. Sanji quiso preguntar qué es lo que sucedía, no es que le molestase la repentina fogosidad de su pareja, pero sus palabras quedaron atragantadas en su garganta, la expresión que le mostraba no era para nada la de un fiero luchador, era más bien lastimera. Algo había sucedido pero no era hora para preguntar.

-Déjame tenerte. – Fue en ese mismo momento cuando todas las dudas que Sanji alguna vez habría tenido se fueron volando en un suspiro.

La ropa salió volando en un santiamén, los dos se deseaban con furia ya hace tiempo, pero por las dudas no habían logrado consumar su pasión. Los besos se hacían más necesitados como queriendo tomar todo del otro y Zoro empezó a descender por el cuello porcelanado del cocinero. Este soltaba suspiros ahogados al sentir como su pareja descendía por su pecho tomando especial énfasis en sus dos pezones que empezó a lamer y morder con suavidad. Sanji nunca esperó que esa zona del pecho fuera igual de sensible para un hombre como lo era para una mujer, pero se sentía en el paraíso así que no hizo ningún comentario al respecto. Cuando Zoro empezó a descender de nuevo el rubio se sintió claramente ansioso, dándose cuenta el espadachín de esto volvió a subir a su boca y lo tomó uniéndose en el calor de sus pechos desnudos. Sanji se posicionó encima de él y aunque a sabiendas que rol iba a tomar parte, quiso dominar a su marimo al menos por unos instantes, donde acarició la hombría del mayor con desfachatez y empezó a frotarse contra ella.  El afectado solo soltaba sonidos roncos que asemejaban más a gruñidos, estaba perdiendo ya la cordura y no pasó mucho tiempo para que dominara por completo al rubio y lo pusiese bajo de sí.

Zoro le arrancó las últimas ropas que llevaba y finalmente lo dejó completamente desnudo, la visión que tenía era completamente erótica. Sanji completamente a su merced con la respiración agitada y el rostro rojo de excitación, no podía desear nada mejor. Lamió sus propios dedos con el fin de preparar a Sanji para lo que venía, su excitación estaba a mil y de esto pudo percatarse su pareja.

-Que pasa Marimo, nunca te he visto tan ansioso – Roronoa metió el primer dedo de una estocada- Annhhhh

-Si lo hago de frente, no vas a poder levantarte cejillas.

Con una mano preparaba a su amante y con la otra le daba placer acariciando su falo junto con el suyo propio, lubricándose juntos con el presemen que no podían evitar controlar. Pronto el segundo dedo estaba jugueteando dentro de Sanji, los cuales al principio incómodos ahora lo hacían suspirar y soltar gemidos de los cuales no sería capaz ningún caballero.

-Oh demonios maldita alga, métela de una vez. – Zoro con una sonrisa socarrona envistió a su pareja metiéndolo todo de golpe.

El gemido de los dos ahogándose en sus gargantas tras otro beso igual de apasionado se hizo escuchar tal vez por todo el lugar. Pronto Zoro estaba moviéndose, fundiéndose en el más exquisito placer junto con su amante. Sanji no quiso quedarse atrás, era el pasivo, pero eso no sugería que no podía ser dominante, dándole la vuelta al peli verde para quedar encima sin separarse y poderlo cabalgar a su antojo.

La visión de Sanji moviéndose pervertidamente encima suyo con esa mirada lasciva y esos labios que pedían por más fue algo que nunca Zoro se olvidaría, gracias a esa jugada de Sanji, el lívido de los dos aumentó y no faltó mucho para que ambos se vinieran, el primero en el pecho de ambos y el segundo dentro de su amante. Después de un beso y un abrazo ambos cayeron dormidos a los pocos minutos.

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No había visto a Zoro en una semana aproximadamente, no era de extrañar ya que la organización a veces le exigía cumplir con sus “deberes de corrido”, pero Sanji ahora no tenía ninguna preocupación por la espera, por dos motivos. El primero ya que este le mandaba mensajes que Sanji interpretaba como cifrados, cosas como: “Amaneció despejado, cejillas” Era la forma de decirle buenos días y también sus “no tires la comida” Significaban “espera que ya voy”. Realmente no había un Te Amo, ni escrito en esos mensajes ni en palabras habladas, pero tanto Zoro como Sanji conocían la magnitud de sus sentimientos, por eso el segundo motivo era, la promesa que este le hizo, era un espadachín y más aún un Yakuza, su palabra valía oro.

Y así pasaron los años el Sanji preocupado por sus platillos desapareció y ahora se alzaba como jefe del baratie y gran chef reconocido nacionalmente. Cambio bastantes partes del Baratie, toda la primera planta se renovó completamente, las cocinas ahora eran industriales, tenían hornos inmensos y algunos especiales para horneado de pan y otras delicias. El rubio se abastecía con todos sus empleados antiguos y parientes de los mismos, como una gran familia.

En esos mismos años el restaurante había abierto varias sucursales del mismo, delegándole la administración de los mismos a un cansado Zeff que gracias a su edad había dejado de cocinar y vivir junto con el trajinante por sobretodo cansado estilo de vida de un cocinero. Sanji seguía siendo el jefe de cocineros del Baratié principal, cuando veía que nadie lo necesitaba se iba en una motocicleta hasta la otra sucursal.

Zoro por otro lado se había convertido en un pez gordo. Obviamente Zoro estaba limitado y mientras más pasaba los meses más relevancia tenía él en la organización y menos podía salir a la calle como una persona común y corriente, pero siempre procuraba darse ciertas escapadas de aquel mundo solo por ver a quien amaba.

El peliverde sabía muy bien que arriesgaba su pellejo y el de Sanji, sobretodo el rubio estaba consiente de este riesgo, por eso en 10 años ninguno presentó al contrario como su pareja. A excepción de Zeff que había ayudado a rescatar al muchacho y sabía de su existencia, en cambio para los demás Sanji ni tenía vida por dedicarse al restaurante. Sus encuentros clandestinos consistían a veces el marimo sorprendiendo a Sanji en su propia casa, al contar con una llave de repuesto, otras vece cuando el trabajo en el restaurante se extendía demasiado, a travez del callejón se encontraban. Zoro salía como una sombra, fundiéndose en la noche, con gorro y lentes oscuros para no ser reconocido.

En esos 10 años le ofrecieron las chicas más lindas e inclusive los hermanos en la organización habían organizado presentarlo con una señorita adinerada dueña de algunos negocios dudosos controlado por ellos. La mujer quedó tan decepcionada de la “cita” que no quiso volver a verlo, Zoro alegó que ya le habían roto el corazón mujeres arpías como esa y dejaron de insistir. En el caso de Sanji, siempre coqueteaba con cuanta chica podía y nunca conseguía ninguna cita, así que antes que lástima los otros cocineros le tenían cólera por ser tan meloso y mujeriego.

De aquella manera lograron mantener su romance durante tanto tiempo, cada vez más enamorado del otro pero cada vez con la misma sensación al separarse que sería la última vez en verse.

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Sanji había terminado otro día de arduo trabajo y como siempre sacaba la basura. Aunque era el chef en jefe era el utimo en quedarse y siempre se aseguraba de sacar la basura. Los otros cocineros nunca se cuestionaron esta actitud, ya que muchas veces el jefe mandaba a los demás hacer ese tipo de trabajos, pero Sanji insistía en hacerlo por su cuenta. La verdadera razón detrás de ese pequeño teatro era que podía salir y fumar cuantos cigarros podía, había dejado el vicio cuando estaba cocinando ya que salubridad lo sancionó varias veces por el mismo motivo aunque él se aseguraba que ninguna sola ceniza cayera en sus platos, pero papelito manda así que se contenía hasta los ratos libres, por sobre todo en la noches.

Sacó su cajetilla de cigarros y se puso a prender uno para poder dar una calada que fue tan larga y pausada que parecía que nuca hubiese fumado en su vida. Se escuchó un ruido en aquel callejón que pocas personas conocían pero el rubio ni se inmutó, sabía muy bien de quien se trataba, habían pasado tantos años a su lado que ya había aprendido a reconocer su presencia.

-Yo!

-Yo!

-Vestido así, quien pensaría que eres un pez gordo del Yakuza, Zoro. – el aludido traía una casaca gruesa para el frio, llevaba una gorra oscura que estaba acomodada de tal manera para que cubriera tanto su cabello como su mirada.

Se acercó rápidamente y le retiró los cabellos que normalmente cubrían su rostro y tapaban un ojo del rubio.

-Tengo hambre –dijo el peliverde con impaciencia.

-Soy el último que queda – Esa era ciertamente una invitación de doble sentido.

-Eso es genial. – Sanji aprovechó su cercanía para retirarle el gorro y poder besarlo con libertad. Y así se quedaron durante unos minutos solo besándose como no lo hacían en semanas hasta que el frio los hizo hacer entrar al restaurante.

Notas finales:

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Y bueno que tal les pareció??? Si,, justo tuve un bloqueo cuando escribia el lemon, a quien diablos se le va la inspiración a la hora de escribir porno?? pense que no sucedía, menos a mi XDDDD


Weno nos vemos la proxima semana, ya llegamos a la parte del doujinshi :O bye ne


Clio ::off::


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