Del cómo poner mi mundo de cabeza ¿sin saberlo?
Un nuevo año comenzaba en el colegio Hogwarts de magia y hechicería, que después de la guerra había sido reconstruido devolviéndole su gran esplendor de siempre. Los alumnos comenzaban a entrar en el Gran Comedor para el banquete de bienvenida que se oficiaba todos los años. La mesa de los Gryffindors se veía igual de alegre y viva que siempre, a excepción de un chico de cabellos castaños revueltos el cual fijaba sus ojos verdes en cada una de las personas sentadas en la mesa de Slytherin, bufando con decepción al no encontrar a la persona que llevaba su mundo de cabeza (sin que el moreno incluso lo supiera).
ーHey Harry, qué tanto miras la mesa de las serpientes?ー Ron, su inseparable amigo, se había percatado que tenía la mirada fija en la mesa color verde y plateado.
Harry enseguida desvió sus ojos hacia la comida servida en el plato al frente suyo.
ー¿Eh? Son ideas tuyas compañero.ー
Ron se encogió de hombros y prefirió dejarlo en paz.
El Moreno tomó un tenedor y lo clavo con fuerza (más de lo debido) en un trozo de papa, esperando así drenar la frustración que sentía por no ver al rubio de una jodida vez y comprobar (aunque en el fondo ya lo sabía) si era él, el que había volteado su mundo.
Se llevó el trozo de papa a la boca mientras escuchaba a Dumbledore dar su acostumbrado y sin sentido discurso de bienvenida ¿Diablos, es que el rubio no se dignaría a aparecer? Pensó clavando de nuevo el tenedor, a su lado, Neville pegaba un ligero brinco con cada clavada.
Como si los dioses hubieran escuchado su demanda, las puertas del grandes comedor se abrieron de golpe, haciendo que éste quedara sumido en un ligero silencio ya que por ellas entraba un Draco Malfoy más esplendoroso que nunca, con un ligero (y apetecible) rubor en las mejillas y la respiración un poco agitada que indicaba la carrera por la cual había pasado para llegar al comedor. Harry Potter al observarle se le secó la garganta.
La voz burlona de Draco quebró el silencio del comedor.
ーTe gané, imbécil.ー Declaró el rubio mientras mostraba el dedo de el medio a un Blaise Zabinni que había cruzado la puerta segundos después.
ーHaz hecho trampa.ー
ーLos Malfoy nunca hacemos trampa.ー Draco sonrió ampliamente mientras Blaise le pasaba una mano por el hombro y caminaban juntos hacia la mesa correspondiente a su casa, sentándose en los únicos espacios libes que casualmente estaban ubicados justo enfrente del moreno de ojos verdes que intentaba incinerar a Zabinni por hozar tocar a su rubio, lastimosamente no estaba funcionando.
El resto de la cena transcurrió tranquila sí obviamos a un Harry mirando de manera nada agradable a la feliz pareja que tenía al frente que, dicho sea de paso, le habían ignorado monumentalmente ¡Él rubio no le había dirigido ni una mirada! ¿No debía ser Malfoy el desesperado por llamar su atención? No, en cambio se pasó toda la jodida noche riendo a cada palabra dicha por el moreno de Slytherin.
Lo que Harry no sabía es que las dos serpientes en realidad se reían formando chistes de lo descompuesto que Harry traía el rostro desde que los vio entrar al comedor.
Zabinni fue el siguiente en soltar otro chiste. ーSí pudiera lanzarme un Avada, ya lo habría hecho.ー Otra vez la risa de Draco, gracias a Zabinni, martillaba el intenso dolor de cabeza que se le había formado (de repente) al Salvador del Mundo Mágico.
Entre risas y miradas asesinas terminó la cena, poco a poco los alumnos fueron abandonando el salón y entre esos alumnos se encontraban Draco Malfoy y Blaise Zabinni. Harry, al verlos ponerse de pie para salir, hizo lo mismo. Después de pensarlo durante la última risa que le regaló Draco a Zabinni decidió, gracias a su impulso Gryffindor, que obtendría la atención del rubio así fuera por las malas. Habiendo decidido eso se dirigió con paso presuroso hacia dichos Slytherin chocando sin querer al moreno de las serpientes.
ーVe por donde andas cuatro ojos, justifica tus horrendas gafas.ー Soltó despectivo Blaise, asombrando a Harry, que estaba casi seguro de que Draco, un año atrás, sería el primero en saltarle al cuello (para ahorcarle). El asombro del Gryffindor llegó a niveles insospechados cuando Draco, sin dedicarle ni una mirada, colocó sus delgadas manos en los hombros de Blaise y le habló sonriente. ーVámonos, tenemos muchas cosas que hacer.ー El énfasis que el rubio había usado en la palabra muchas agitó (de pura rabia) el mundo del moreno. Zabinni en cambio solo sonrió y salió del comedor seguido por un radiante Draco dejando a Harry ligeramente frustrado aunque no negaría que ese cambio de actitud del rubio lo atraía o quizá sólo sea el hecho de que sea su pareja destinada. Nuestro héroe se dirigió a su habitación pensando mil y un cosas.
Un poco más allá del comedor Draco se estaba destornillando de la risa para luego darle un sonoro beso en la mejilla a Blaise por ayudarle, como adoraba a su mejor amigo.
«Después de tanto tiempo a su lado me pongo a pensar que esa misma noche me enamoré de la facilidad con la que ese rubio había volteado mi mundo, desordenándolo hasta hacerme perder la cabeza pero dándole, por fin, un sentido. Pero claro, en ese entonces no tenía ni la más mínima idea de ello. Gracioso ¿no?»