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Quisiera aprender a olvidarte. por Babusita

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Notas del capitulo:

En el próximo capítulo, comenzará lo más interesante, digamos. ^-^)/ Espero que les guste, gracias por leer. <3

-¿Kou? ¿Eres tú, hijo mío? –La voz de mi madre provenía del salón. Aunque la escuché perfectamente, yo seguía ahí parado- ¿Kou?

Segundos después, entré en casa. Me descalcé y dejé mi cartera en un lado del pasillo. Cuando llegué al salón, encontré a mi madre tumbada en el sofá. Se encontraba bajo una manta, aunque no hacía frío.

-Mamá… Estoy aquí. –Le dije mientras me acercaba, sentándome en el sillón que había al lado- ¿Estás mejor?

-Estoy mejor, cielo. Intento recuperarme pronto. ¿Cómo te fue el día?

-Hm… Mamá. Mañana es mi graduación.

-Te haces mayor, Kou… -Exclamó con una gran sonrisa- ¡Deberías estar contento!

-¡Lo estoy! –Mentí

No estaba feliz. Habían varias razones para ello. No podía estar feliz. Mi mamá estaba enferma. Hacía unos meses que le informaron de que tenía anemia. ‘Anemia’… Lo mismo que Ryo tenía. Aunque el caso de mamá era aun más grave. Ella a menudo estaba muy pálida y cada día era más y más débil. Tomaba pastillas para ello, y además entre mi hermana y yo tratábamos de cocinarle comida rica en hierro.  Pero apenas mejoraba.

-Kou, deberías de llevarle algo a Ryosuke.

-¿A Ryo…? ¿Qué cosa?

-Tu hermana ha ido hoy a recoger naranjas.Trajo muchísimas, así que ha preparado una bolsa para que se la lleves a él. ¿Te importa ir?

-No, está bien. Volveré en seguida.

La razón por la que nos preocupábamos tanto por Ryo, era porque él vivía solo. Él venía de una típica familia de ricos, pero esa no era una razón para ser feliz. No le proporcionaron el cariño suficiente cuando era pequeño, es por eso que a veces pensaba que era una de las razones para que fuese tan frío con todo el mundo.

No me olvidé de la carta de amor de aquella chica, y aunque al principio dudé, finalmente la guardé en el bolsillo de mi pantalón. Mientras sacaba mi bicicleta del trastero del jardín de casa, escuché la moto de mi hermana, sabía que era ella por la hora. Seguramente vendría de trabajar. Cuando conseguí finalmente sacar la bici, fui hacia la salida, quedándome parado para esperarla, sosteniendo la bolsa de naranjas en mi mano.

-¡Kou! ¿A dónde vas, pequeño? –Exclamó enérgicamente en cuanto me vio, revolviéndome el pelo.

-No me llames pequeño… Natsuki, idiota.

-¡Vamos! No seas tan borde. Estoy segura de que puedes ser más divertido. ¿A dónde vas? –Repitió

-A llevarle esto a Ryo –Contesté mostrándole la bolsa.

-Que te vaya bien. ¡No vengas muy tarde!

-¡Lo sé!

Natsuki era mi querida hermana. No era mi única hermana, puesto que tenía otro más viviendo con papá, pero era con la que mejor me llevaba. Me había ayudado a romper muchas barreras y a quitarme la vergüenza de encima. Sonreí sin darme cuenta, pensando en lo mucho que la quería y colgué la bolsa en el manillar de la bicicleta.

Me quedé varios minutos frente la puerta de casa de Ryo. Se podía decir que habíamos discutido hacía tan solo una hora aproximadamente, y de nuevo estaba allí. Toqué al timbre. ¿Había hecho bien viniendo de nuevo? ¿Seguiría enfadado? No podía dejar de formularme a mí mismo aquellas preguntas una y otra vez, lo que hacía que me pusiese aun más nervioso.

Cuando abrió la puerta, no pude evitar poner cara de sorpresa, así que en cuanto me vio, echó a reír.

-Ryo… Yo, tengo algo para ti…

-Pasa, pasa. –Me dijo aun entre risas.

La habitación de Ryo era gigante. Casi como dos veces la mía. Ambos nos sentamos en su cama, tan suave y cómoda… Me sentía como en casa estando allí.

-Y bien, ¿qué traes?

-Mi mamá me dijo que te diera esto. –Le dije mostrándole la bolsa, dejándola en el suelo después- ¿Te estás alimentando bien, Ryo?

Tan solo se limitó a asentir con la cabeza varias veces. Con ese gesto, supe que pasaba algo. Silencio. Un incómodo silencio… Hasta que escuché cómo comenzó a llover. No era muy fuerte, pero me sorprendió, ya que hacía tiempo que no llovía.

-Kou, ¿me vas a decir qué te pasa?

Me miró bastante serio, lo que hizo que me intimidase. Agaché la cabeza e introduje mi mano en el bolsillo del pantalón, sacando la carta.

-Esto… es para ti. Perdona por no habértela entregado antes.

No hubo respuesta, lo que hizo que le mirase de nuevo.  Seguía con la misma cara: Sus verdes ojos clavados en mí, expresión enfadada.

-¿Qué es eso? ¿De quién es?

-Y-Yo… No sé bien quién te la escribió, una amiga de la chica de esta mañana… Le gustas, y por eso… Bueno, es tuya, léela.

-No la quiero.

Me quedé totalmente extrañado con su respuesta. ¿Esa era su contestación ante una carta de amor? Estaba poniéndome de los nervios. ¿Cómo podía ser tan insensible? Dejé la carta en un lado de la cama y me levanté de allí.

-¿No la quieres? ¿Así es como reaccionas ante una confesión? Probablemente esa chica ahora estará sufriendo, estará esperando tu respuesta. ¿¡Vas a decirle eso cuando la veas mañana en la graduación!? ¿Qué no la quieres? ¡Está bien, puedes hacer lo que te de la gan…

-…Kou. –Interrumpió, levantando la voz- ¿Por qué te importan tanto los sentimientos de esa persona? Probablemente hayamos hablado dos o tres veces y ya está… ¿enamorada?

-Pero… Le habrá costado escribirla… Al menos podrías leerla, y hablar con ella como es debido mañana…

Ryo cogió el sobre. Lo abrió y se quedó leyendo el contenido unos segundos. Cuando acabó, la dejó en el mismo sitio, me miró y se levantó. Se colocó frente a mí, se pegó tanto que hizo que fuera retrocediendo poco a poco hasta tocar la pared con mi espalda. Su mano derecha acarició mi mejilla y se acercó a mis labios. Tuvo que arquear su espalda para poder hacerlo. Me besó mientras ladeaba su cabeza, haciendo que nuestras bocas se encajaran de mejor forma. Yo me dejé llevar y cerré los ojos, a la vez que llevaba mis brazos a su cuello, para poder rodear este. Sentía sus manos sobre mi cintura, realmente sabía cómo arreglar las cosas. Cuando s separó de mi rostro, le miré a los ojos con mi más sincera sonrisa. Él hizo lo mismo y acarició mi cabello.

-Kou… -Murmuró- Te amo.

Casi sin darme cuenta, me sonrojé completamente. Hasta sentía mis orejar arder. Poco a poco, se acercó de nuevo hasta mí, pero esta vez a mi cuello. Sus besos recorrían aquella zona, y hacía que se me pusiesen los pelos de punta. No… No podía dejarme llevar, no… Tenía que marcharme. Con ambas manos, intenté apartar a Ryo de mí. Sentía cómo hacía fuerza para impedirlo.

-Ryo… Ryo, no, tengo que irme…

Por más que le insistía, él no se apartaba de mí. Ya estaba sintiendo una de sus frías manos sobre mi pecho. Se acercó a mi oreja y, de nuevo, murmuró:

-Kou, te amo…

Aunque sus palabras eran realmente tiernas, no podía dejar que aquello pasara en ese momento. Mamá me estaba esperando. Aproveché que se había separado de mí un instante, probablemente para deshacerse de mi camiseta, y me alejé del sitio, haciéndome a un lado. Se me quedó mirando con expresión de sorpresa.

-Ryo… Me tengo que ir a casa, mamá me está esperando…

-Entonces… ¿Cuándo vamos a poder estar solos?

-Mmm… No lo sé…

-Mañana. Después de la graduación. Quédate a dormir aquí.

-Está bien. –Contesté con una sonrisa- Pero prométeme que hablarás con esa chica.

-Te lo prometo. Lleva cuidado de camino a casa.

Durante el trayecto hacia casa, estuve pensando en muchas cosas. Estaba realmente alegre, ¡al fin una noche con Ryo! Deseaba con todas mis ganas que en ese preciso momento lo hubiéramos hecho, pero tenía que ocuparme de mamá, ella me estaba esperando.

Cuando llegué, Natsuki ya había hecho la cena. La comida del instituto era horrible, así que cuando mi hermana se ocupaba de la cena, se me hacía la boca agua. Como todas las noches, cenamos los tres juntos, charlamos y reímos.

Aquella noche, soñé que Ryo se quedaba en el pueblo y, además, mamá dejaba de ser tan débil. También aprovechaba ese momento para confesarle que él y yo estábamos saliendo. Cuando me desperté, solo sonreí. Qué ingenuo era. Ninguna de aquellas cosas pasarían.  De pronto, alguien abrió la puerta de mi habitación, lo que hizo que me sobresaltara en seguida. Se trataba de Natsuki, quien entró felizmente, como siempre. Subió las persianas y abrió las ventanas, mirándome con una sonrisa.

-¡Vamos, campeón! ¿Quién se gradúa hoy?

En cuanto escuché sus palabras, me volví a tumbar boca abajo.

-Ryosuke ha venido hace unos minutos. –Añadió

-¿¡Qué!?

Aquello hizo que, de nuevo, me levantara de la cama. Abrí la puerta para empujar a mi hermana fuera, y me vestí en seguida. Cuando pasé al baño, escuché cómo los tres conversaban. Gracias a Dios que mi habitación estaba en la planta de arriba y no pudo verme así… Me cepillé los dientes con rapidez y me peiné con ambas manos para bajar a toda velocidad. Las voces venían del salón. Me uní a ellos, sentándome al lado de mi hermana.

-¡Buenos días, cielo! –Exclamó mi madre- Ryosuke y yo estábamos planeando la hora de la graduación, para ir juntos, ¿sabes? Dice que después habrá una fiesta en el mismo instituto. Irás con él, ¿verdad?

Asentí varias veces con la cabeza, aunque no sabía de qué hablaba. ¿Una fiesta? ¿A qué se refería? Jamás me comentaron nada de eso. Yo quería graduarme e irme a casa de Ryo.

-A las siete. –Dijo Ryo-  Os espero a las siete en la entrada del instituto.

Y quince minutos de la hora acordada, mi madre, Natsuki y yo ya estábamos listos. Durante el camino al instituto, paramos como cinco veces para hacernos fotos. Así eran ellas, siempre tan energéticas y felices. Es por eso que a veces no me sentía cómodo con ellas, aunque fueran mi vida entera. Ambas se enfundaron en unos vestidos realmente preciosos, y a mí me tocó ir con traje. A la hora fijada, Ryo se encontraba esperándonos. ¿Cómo podía ser un chico tan sumamente atractivo?

-¡Ryosuke! –Gritó mi hermana- ¡Ven a hacerte una foto con nosotros!

-¡Calla! –Murmuré para que él no me escuchase.

No fue una sola foto. Fueron muchísimas. Cuando por fin entramos al edificio, Ryo y yo fuimos con los demás alumnos, mientras ellas buscaban un sitio entre las butacas, para vernos mejor.

-Ryo, ¿tus padres vendrán a verte? –Pregunté mientras íbamos con los demás.

-Eso me dijeron… Espero que hoy cumplan su palabra.

Nos reunimos con nuestros compañeros en seguida. Todos reían y se sacaban fotos con el móvil. Miré a Ryo con una sonrisa, la cual me devolvió. Nuestro tutor entró en la clase en la que todos nos encontrábamos para avisarnos de que debíamos ir hacia la sala de ceremonias ya.

-Allá vamos. Deseo que nunca jamás nos separemos, Ryo. –Pensé.

Notas finales:

Ya saben, para el próximo capítulo entrarán en acción aquellas chicas del primer capítulo y comenzarán los ''problemas''. Nos vemos! <3


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