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Té con jugo de naranja, para dos por PokeStand

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Jake volvió a mirar la escuela a través de la ventana. Bajó la vista y sopló la humeante taza que había pedido en aquel café. Iba a ser un día duro.

País nuevo, inicio nuevo. Aquí en Estados Unidos todo era muy diferente a Inglaterra, por más que hablaran el mismo idioma. Ah, ni eso. El acento era diferente. Ya extrañaba su cama, su mesita de luz, sus calles, sus ciudades, incluso el aire era completamente diferente.

No era sencillo empezar de cero en otro país, ni siquiera cuando no hay un comienzo marcado. El año lectivo estaba bastante avanzado, pero un problema mayor lo arrancó de su vida cotidiana. Mejor dicho, una tragedia. Las inundaciones de los últimos días habían arruinado la casa otra vez, no es como si la mitad de la selva fuera una buena ubicación para vivir: además, hace no mucho había muerto su abuelo y los ánimos habían menguado día a día en su casa. Al final, su abuela se había cansado de vivir de esa forma y optó por mudarse.

Sacó el celular de su bolsillo y miró cómo cargaba el jueguito. Tenía una hora antes de entrar a su primera clase, y era mejor pasarla jugando con el hombrecito de la pantalla. Hey, su record no se iba a mantener en el primer puesto solo. Requería esfuerzo. Y horas perdidas con la cara contra la pantalla. Además, era la manera más fácil de no pensar en nada.

De puro distraído, casi se le hace tarde. Maldito juego adictivo.

Entró a la escuela corriendo, que por cierto, era un edificio que parecía más grande por fuera de lo que era por dentro. Odiaba este tipo de lugares. Todo forrado de blanco viejo, similar al de un hospital.

Dentro del aula, pasó por ese típico momento. Sí, ese donde el profesor dice tu nombre y que no eres de por estos lugares, que traten de integrarte y esas cosas. Y la vergüenza de tener que repetir tu nombre y tu procedencia como presentación cortés, como todo un caballero.

Se sentía el dueño de todas las miradas. Se preguntó si algo andaba mal con él, su ropa, su peinado, su cara, o es que simplemente a todos les daba curiosidad por ser "el nuevo". Trató de no hacerles caso, enfocándose en prestar atención mientras que el profesor de matemáticas le repetía todo el tiempo que le preguntara si había algo que no le habían enseñado. Ugh. Esa amabilidad insistente era casi molesta, aunque la agradecía, ¡Por supuesto que no sabía qué tema estaban viendo! Ni en el programa escolar se parecía un país al otro.

Cuando estaba por perder la paciencia con la materia, tocó el timbre del receso. Suspiró con alivio. Se había sentado solo, adelante, porque era el único banco libre. Daba la mala casualidad que en el curso eran pares. Eso no le facilitaba la tarea de hacer amistades, aunque nunca había tenido problemas en la parte social... pero hoy ni siquiera estaba de humor. Para nada.

Aun así, aceptó cuando una chica de sonrisa simpática le ofreció mostrarle el colegio.

- Me llamo Jane -dijo torpemente- soy la delegada del curso. Pero no creas que hago esto por obligación, es un placer mostrarte la escuela.

- No desconfío de tu buena voluntad -respondió como todo un caballero. Sí, era anticuado, a veces hasta para hablar.

Ella le sonrió con timidez. Dieron unas vueltas por la institución, que no era tan grande como parecía. Se lo mencionó.

- En realidad es más grande -contestó, acomodándose los redondos anteojos- pero la zona de alumnos es... como restringida. Tampoco somos tantos, en comparación a otros colegios, claro.

- Me gusta, que sea pequeño lo hace más acogedor.

Jane iba a responder, pero en vez de eso, levantó la mano y saludó a un chico de cabello pálido y gafas al estilo animé. Éste le devolvió el saludo con un asentimiento y continuó caminando.

Supuso que era un amigo de ella, o que quizás fuera popular por ser una delegada. Aunque Jane no tenía pinta de popular. De todas formas, Jake pensaba que su compañía era muy agradable.

Jane le mostró los baños, el comedor con un par de mesas y una cafetería, y el salón donde se hacían todas las actividades extracurriculares. Todo le pareció muy tranquilo. Se sintió mejor al pensar que no le costaría tanto adaptarse a los aires del lugar, mucho menos con personas como Jane dando vueltas a su alrededor.

- Eso es todo -finalizó en el aula- ¿Es muy diferente a tu otro colegio?

 - No... Yo vivía más cerca de una selva que de la civilización. Por eso tenía que ir hasta el pueblo para poder estudiar, así que este lugar es más grande de lo que era allá -se rió.

Ella apartó la mirada rápidamente y sonrió a su vez.

- ¿Entonces es la primera vez que estás en la ciudad?

- No la primera. De chico no frecuentaba mucho las ciudades, muy pocas veces con mi abuela. Espero acostumbrarme a la ciudad.

- Tiene otro ritmo -se mostró de acuerdo.

La profesora de la siguiente hora les interrumpió la charla. Era hora de seguir estudiando. Jake se quedó con las ganas de continuar la conversación, pero supuso que ya tendrían tiempo de conocerse.

---

Roxy se apoyó contra el casillero contiguo al de Dirk.

- Dime que viste a esa belleza.

Dirk, sin abandonar su expresión neutra, le dirigió la mirada.

- Dios, sí.

Roxy se rió.

- Bien, compartiré la información que tengo porque soy una buena amiga. Se llama Jake English, es inglés y tiene el mejor trasero que haya visto.

- Estoy de acuerdo.

Era extraño que Dirk demostrara un poco de interés en alguien, más considerando que el círculo de homosexuales era bastante reducido en esta ciudad. Roxy le sonrió ampliamente.

- Si es gay, te lo cedo -bromeó.

Jake English era el tipo de chico al cual le gustaba seducir y besar en una noche de fiesta. No era extraño que atrajera la atención de todo el público femenino.

- Las posibilidades de que sea gay son nada. Pero cambiando de tema, ¿Me vas a acompañar a comprar la...?

- Mira, hablando de Roma -lo ignoró, señalando con el mentón.

Dirk bufó y miró de reojo.

Jake estaba con Jane caminando hacia la salida, hablando animadamente como si fueran amigos de toda la vida. Roxy pensó que era la oportunidad perfecta para presentarse.

- Está con Jane, vamos a conocerlo.

- Roxy, la tienda va a cerrar y...

Lo arrastró hacia ellos y se lanzó arriba de Jane con un abrazo, que ella correspondió con ganas.

- Roxy -dijo a modo de saludo. Se separaron y ella señaló al nuevo-, les presento a Jake. Jake, ellos son mis amigos, Roxy y Dirk.

- Hola, Jake -Roxy expuso su mejor sonrisa.

- Hola -respondió él y se dirigió a Dirk- hola de nuevo -le sonrió simpáticamente.

Dirk, con sus grandes poderes de antipatía, solo asintió. Roxy pudo advertir que se sentía algo incómodo, no sabría decir si porque Jake le atraía de verdad o porque era un idiota que no dejaba de pensar en lo que debía comprar.

Como si le hubiera leído la mente, dijo:

- Tengo que irme. Nos vemos mañana -se excusó, levantando la mano como si se fuera a despedir, pero ni siquiera eso.

Después, se fue.

Roxy suspiró, ese chico es difícil cuando se lo propone.

- ¿Le caí mal o algo? -preguntó Jake inocentemente, confundido.

- ¿Eh? No, no -se apresuró a decir Jane.

- Para nada. Tenía que ir a comprar una cosa rara para esos proyectos más raros que hace -le explicó Roxy. Sep, nadie mejor que ella para explicar.

Roxy sabía de trasfondo lo que ocurría, pero Jane ignoraba la sexualidad de Dirk. Bueno, mejor así.

- Oh, ¿Qué proyecto, si se me permite preguntar?

- Pregunta lo que quieras -Jane y su tono servicial-. A Dirk le gusta trabajar con robótica, pero nosotras no entendemos nada de lo que hace.

- Su cuarto está lleno de cables y metales -Roxy puso la voz como si aquello fuera espeluznante.

- Suena cool -Jake parecía alegre y curioso al respecto, como si fuera la primera vez que saliera de su casa. A Roxy le pareció tonto y adorable al mismo tiempo.

- ¿Por dónde vives? Nosotros nos volvemos juntos, ya que vivimos cerca.

- Del otro lado del puente, a dos cuadras de la plaza, ¿Ustedes?

- ¡Oh! Con Dirk vivimos enfrente de la plaza -qué casualidad. A Dirk le gustará saber esto.

Mientras hablaban, salían de la escuela. Afuera los árboles pelados indicaban que el invierno no estaba listo para marcharse todavía. La frescura del frío estaba latente, aunque había sido un invierno de lo más decepcionante, puesto a que no había nevado. ¿Quién quiere al invierno si no es por la nieve? Todos depositaban sus esperanzas nevadas en navidad. Pero todavía faltaba mucho para eso.

- ¿Viven juntos? ¿Son hermanos?

La pregunta la distrajo. Se rió otra vez.

- No, vivimos en el mismo edificio, pero en distintos pisos.

- Oh, disculpa -respondió.

- No hay de qué disculparse -dijo Jane- igual son como hermanos.

- Puede ser -Roxy se encogió de hombros. Era cierto que eran muy cercanos.

Sin embargo, Roxy no lo veía como a un hermano. Pero no pensaba en ello, no necesitaba más razones para deprimirse, tenía bastantes en su casa.

- ¿Y tú, Jane?

- ¿Yo qué?

Jane parecía más torpe que de costumbre ante la presencia de Jake. Al parecer, estaba también embobada por ese chico, ¡Qué tímida que se ponía a veces! Pero estaba disimulando bien su nerviosismo.

- Por dónde vives -reiteró Jake.

- Ah... antes del puente, unas cuatro cuadras.

- No me ubico todavía...

- Quizá también tenga que darte un recorrido por la ciudad, ¿Te parece? -le ofreció.

Roxy la codeó, molestándola. Podía surgir una buena cita de eso, Dirk, tú te lo perdiste.

Jane le puso mala cara al entender su insinuación.

- Hoy no, estoy muy cansado -respondió Jake, absorto de todo- ¿El fin de semana, tal vez? Si es que termino la mudanza.

- Cuando quieras.

Roxy volvió a su casa acompañada de Jake, y vaya que ese chico le caía bien.

---

Jake esquivó las cajas de mudanza desperdigadas por toda la habitación y se tiró en la cama. Se conectó con su celular a Facebook mientras tomaba el té, aprovechando que su abuela no estaba para sentirse un total rebelde, solo porque ella no le permitía comer en las habitaciones. A la mierda las reglas. Se sentía tan malote.

Wow, eran demasiadas solicitudes de amistad. Las aceptó todas, suponiendo que eran compañeros y alumnos de la escuela. Bebió un sorbo, bajando por el inicio, sin encontrar nada interesante. Nunca había sido muy aficionado a las redes sociales, las usaba para enterarse de los acontecimientos importantes y para mantener contacto con sus amistades, estando generalmente aislado de la civilización en general. No por elección, pero no podía negar que disfrutaba de pasar tiempo al aire libre como un pequeño salvaje. Extrañaría eso de la selva.

Se aburrió rápidamente y abrió el jueguito, el cual estaba vinculado a Facebook. Pasó unos largos minutos indignado, de la manera más terrible posible, por aquel cuadradito y aquel nombre que era ahora la raíz de todos sus males. ¿Cómo era posible que alguien hubiera pasado su record como número uno? Ese juego era el único logro del que podía estar orgulloso, y gritarlo a los cuatro vientos. Y ahora que había agregado más personas a su Facebook, Dirk Strider era el primero en la lista de puntaje. El mismísimo amigo de Jane y de Roxy.

De repente, no supo qué hacer. Quería eliminarlo de su lista de amigos para seguir siendo el primero, pero no podría dormir sabiendo que aquello supondría una farsa. Él sabría la verdad. Él sabría que no tenía el mejor puntaje. Sus amigos en común también lo sabrían. Consideró también mandarle algún mensaje, pero como no sabía qué decirle, no hizo nada.

Lanzó el celular lejos, frustrado. Se arropó y olvidó su té. Al poco tiempo se quedó dormido sin darse cuenta.


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