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No hay camino fácil por HaruhiKitamura

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~No hay camino fácil~

“¿Qué… Qué día es hoy?”

Dices en voz alta, aunque realmente nadie te escucha. Al abrir los ojos notas que estas sentado en la silla de tu clase en la escuela Karasuno, mirando que en frente tuyo estaba tu banco con uno florero. Lo miras detenidamente tanto al banco como a las flores blancas que estaban puestas en el florero, pensando que aunque estuviste un buen rato dormido; nadie te despertó. Y luego recuerdas.

Tu cuerpo frio, tu piel con un tono más pálido y que nadie responda cuando hablas. Obviamente, si pudieras llorar lo harías, pero no puedes.

 

Tú estás muerto.

 

Mientras tus pensamientos rondaban por tu “mente” te das cuenta que alguien entra por una de las puertas de la sala y se dirige al asiento que estaba a tu lado y te sorprende al ver que se sentó. Sin decir nada, se queda sentado ahí, viendo para el frente sin hacer algún movimiento.

Aquella persona “genial” ante tus “ojos” no podía dejar de mirar fijo al frente, aunque con solo mirarlo unos instantes se notaba que estaba perdido en su mundo. Una cosa en él te llamo la atención, no llevaba sus auriculares. Exacto, esos auriculares que lo viste portar casi toda su vida no estaban ni sobre su cuello ni cubriendo sus orejas.

De repente, un llamado de un pequeño sol, siendo acompañado por un Rey que ya no parecía egocéntrico hizo que los dos reaccionaran casi al mismo tiempo –aunque nadie podría verlo para confirmarlo con exactitud–. Ambos parecían estando indicándole que las actividades del club estaban por comenzar, pero casi ni oías, estabas aún más concentrado al ver al chico de lentes negar con la cabeza y decirles: “Hoy… Tampoco iré, decidí ir a visitarlo y contarle todo”.

Tu cara hizo un gesto que podría ser una mezcla entre preocupación y tristeza. Pensar que había alguien que fuera más importante que las practicas o tú mismo, hacía que te hicieras pésimo. Desde siempre supiste que el chico no era un gran fanático del deporta, y lamentablemente, también “sabias” que no le importabas tanto. Pensabas que eras un simple pasatiempo para él.

La cara de ambos compañeros no pudieron evitar hacer una mezcla de expresiones al igual que tú, solo que las suyas eran más… como decirlo, brillantes. Ambos estaban preocupados, pero al mismo tiempo parecía que en el rostro de Hinata había una pequeña luz que salía de sus ojos. El Rey solo atinó a decir comprendido y mirar al sol en gesto que le siguiera, posiblemente al gimnasio.

La persona se levanta de su asiento mientras agarraba su bolso y comenzaba a alejarse. Tú, rápidamente, haces lo mismo que él y lo sigues; como hiciste desde que fueron amigos. Ambos finalmente salieron de la escuela y tú no necesitabas saber realmente a donde iba, solo querías –de alguna forma– ir con él.

“Ahora… Nadie puede criticarme, ¿verdad?”

––––––Flashback––––––

—Oh, ahí está…

—Si…

Todas las miradas de tu clase se posaron repentinamente en ti al abrir la puerta, mientras algunos se murmuraban entre ellos; mirando como ibas en dirección a tu asiento.

—Yo le doy a veces cartas para que se las de a Tsukishima, pero nunca me ha respondido…

—Lo mismo me pasa… ¿Sera que no se las da?

—¿Crees que sea gay y se haya enamorado de él?

—Que asqueroso.

Mientras sigues caminando a tu asiento, escuchas las conversaciones y sientes una punzada en el pecho. Así es, estás enamorado de Tsukishima Kei, pero de todas formas tú le das todas las cartas a él… Y sin ni siquiera abrirlas las desecha. Y aun sabiendo eso, no puedes evitar que las palabras de los demás duelan.

Finalmente llegas y te sientas. Al dejar tu mochila en el piso, ves que una silueta se coloca al lado tuyo; esperando a que te movieras.

—Ah, lo siento Tsukki. Buenos días~

—Mhn…

Y ahí sientes de nuevo esas miradas que parecían estar traspasándote, haciéndote ver transparente. Constantemente, comienzas a recibir cartas amenazantes en tu casillero, colocan chinches en tus zapatos e incluso dejan en el pizarrón mensajes con tu nombre; burlándose de tu amor hacia un chico. De algún modo, te la has ingeniado para que Tsukishima no las descubriera a cada una de las cosas que te hacían. Creías que si se llegaba a enterar, jamás volvería a juntarse contigo.

 

Las palabras comenzaron a lastimarte aún más profundo y a pesar de ser burlado o maltratado constantemente no solo por los de tu clase, sino también por otras; las heridas que dejaban más marcas eran sentimentales.

Un día, recibes una carta que superaba los límites; la cual explicaba claramente que si no te alejabas del rubio, él también iba a ser tratado de esa forma. Al leerlo, sentiste como algo se rompió. Era difícil de explicarlo incluso para ti, pero antes de darte cuenta; ese leve y pequeño sonido te había impulsado a salir corriendo sin algún destino.

De algún modo u otro, terminaste llegando a un lugar lleno de recuerdos. Estabas sobre una montaña de tierra y el cielo estaba lleno de constelaciones, brillantes, brillantes constelaciones. Y entonces, recuerdas que un día Tsukishima dijo que en tu rostro podía ver miles de constelaciones formadas con tus pecas. Había sido una noche en pleno verano y como eran un poco chicos parecía ser que era un recuerdo que estaba enterrado hasta ese momento.

Poco a poco, los momentos felices y tristes con todos lo que te rodearon durante tu vida, estaban pasando frente a tus ojos. Primer partido en el club, comienzo de preparatoria, de secundaria, de primaria… Cuando conociste a Tsukishima. Miles de momentos en tan pocos segundos.

Cuando finalmente volviste a la realidad, tú ya estabas cayendo de espaldas; viendo como ibas tomando conciencia de la situación.

“Tsu…”

––––––Fin del Flashback––––––

Un ruido metálico llamo tu atención y te hizo volver a la realidad que estaba pasando en el planeta Tierra. Tsukishima había comprado un ramo de flores blancas, las cual parecía estar apretando con mucha fuerza al tener que responderle al vendedor que no eran para su novia.

Antes de darte cuenta, llegaron a la puerta de un lugar sombrío y triste; el cementerio. Tus ojos querían llenarse de lágrimas al darte cuenta de porque había ido Tsukishima a ese lugar. Sin muchos ánimos, ambos caminaron hacia tu tumba ya enterrada; en donde solo podía verse la lápida con tu nombre. No pudiste evitar sentir un escalofrió al ver a Tsukishima dejar las flores en frente de ella.

—Tadashi, te amo. Sabes, eres un idiota al tomar decisiones importantes. No creo que pueda estar a tu lado por un largo tiempo…

Finalmente, lo conseguiste. Tus ojos comenzaron a soltar lágrimas que parecían que en ninguno momento llegaban al piso. Lágrima tas lágrima, si pudieras ser escuchado te estarían gritando por estar haciendo un gran lloriqueo. Tu cara empapada solo podía ver la espalda del chico que amabas, la cual temblaba un poco, dándote a entender que él también estaba llorando. Dos corazones que se amaban ahora están rotos.

—El día del entierro… no tuve fuerzas para venir a verte, espero que me perdones.

Sentías una especie de felicidad y tristeza, realmente sentías un poco de odio a esa sensación. Intentaste hablarle pero al darte cuenta que él se había dado vuelta a tu dirección parece haber escuchado tu respuesta.

 

“Si, te amo Kei”

 

Poco tiempo después, te enteraste de quien ponía las flores para ti no era solo Tsukishima, sino que algunos de tus compañeros sentían un montón de culpa al saber de tu suicidio, porque claramente indicaban que en parte la culpa era suya.

¿Cuál fue tu última palabra antes de morir?

—Tsukki

 

 

“Ahora entiendo… Que no hay caminos fáciles en la vida”

Notas finales:

Esto fue más para expresarme (?) Hablando en serio, no me gusta cuando la gente se ríe o se burla solo porque la gente es diferente en la religión, en el gusto de sexos o cualquier otra diferencia.

He conocido a varias personas que sienten que todo se va a arreglar si acaban con su vida aun teniendo la oportunidad de mejorar la situación, por eso quería dar de una forma mi "punto de vista".

Gracias por leerlo hasta el final.


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