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Do you remember love? por RocketFran

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Notas del fanfic:

Inspirada en la historia que lee Evey cuando V la somete a el confinamiento que el vivio. V de Venganza. 

Es el primer fic que subo.

 

Dedicado a ti, Mada.

 

 

Esta historia quizás te parezca cruda y triste, pero es lo que a mí me sucedió, lo que a muchos les sucede.

Mi nombre es HakYeon, nací en Changwon, Corea del Sur. Lo que más recuerdo de mi ciudad natal es la lluvia, a estas altura de mi vida ya no recuerdo mucho y no es porque mi edad sea avanzada, es solo por el hecho de que la sociedad ha borrado casi todo. Pero aún me queda un poco de fuerza, para mantener los recuerdos más hermosos que tengo, para contarte todo esto a ti.

 

Cuando tenía trece años mis notas en la escuela eran excelentes, es por eso que entre a una aún mejor, era un niño feliz y risueño, la adolescencia me llevo a un estado en el que nunca antes había pensado. Fui ahí donde conocí a mi primer amor.

Era un chico delgado, un poco más alto que yo. Íbamos en la misma clase y solíamos enviarnos papeles, tomarnos de las manos sutilmente, su piel era muy suave y me gustaban sus muñecas. Nuestro amor era puro y como amor adolescente, yo pensaba que duraría para siempre, que era el único amor de mi vida, pero no fue así. Al poco tiempo nuestra profesora descubrió lo nuestro.

-HakYeon, sé que ahora no lo comprendes, pero esta situación es pasajera- explicaba tranquilamente la docente, tratando de corregir nuestra “equivocación”. – Cuando crezcas un poco más, se te pasara-

Efectivamente, a él se le paso, como si hubiera sido un juego de niños. No me volvió a hablar y nunca lo volví a ver, yo continúe mi vida. Pero nunca me olvide de él, no por un tema amoroso, más bien por un tema de cariño, después de todo fue mi primer experimento de amor.

 

A los dieciséis conocí a otro chico, Wonshik. Si no hubiera sido por él nunca le hubiera dicho a mis padres sobre mi condición sexual, y fue gracias a que él estuvo a mi lado, que pude revelar mi gran secreto. Mi padre me grito y recuerdo que mi madre lloraba mientras sostenía una foto de cuando era bebé. Mi papá dijo que no quería volver a verme nunca más en su vida, que ya no tenía ningún hijo y que nunca lo había tenido. Tome mis cosas y salí de ahí tomado de la mano de mi novio, porque al final, nuestra integridad no es la gran cosa, pero es lo único que tenemos. Nuestra última pulgada.

Luego de un tiempo rompí con Wonshik, fue una linda relación pero el amor se terminó, éramos muy jóvenes y nuestros caminos se separaron, era una persona muy buena y agradezco que el haya estado en un momento tan importante de mi vida.

 

El día que conocí a Taekwoon, fue uno muy especial. Tenía alrededor de veinte años y el sueño de mi vida era ser actor, por fin había conseguido un papel en una película. No era un protagónico, pero no dejaba de ser importante para mí.

-HakYeon, por favor a tu lugar, empezaremos a rodar- ordeno el director, ponía orden a todos los participantes.

Mi papel era el de un chico campestre, en una trama de amor y guerra. Un cliché, ese debes pensar, pero no sabía lo que el destino me tenía deparado en ese momento de mi vida. La escena que me toco hacer fue donde conocí a la persona más maravillosa de mi vida.

Luego de la orden del director, entro en el cuadro un chico alto, de tés clara, cabello oscuro y una mirada profunda e intimidante. Vestía un traje de uniformado, este le daba un aire un poco más intimidante. Aunque no teníamos interacción directa en nuestras actuaciones, sentí una gran atracción por él. Un día, sin previo aviso, choque, en un movimiento despistado, contra él.

-Hey, ¿no puedes ver por dónde vas?—dije impulsivamente sin ver con quien me había estrellado.

-Lo siento- se disculpó con una suave voz. Mire sorprendido al dueño de aquella voz y para mi mala (o buena) suerte, era él. –¿Eres HakYeon, cierto?-

En ese momento su pregunta me paralizo, no entendía como, a pesar de estar rodeado de tantas personas, podía recordar mi nombre.

-Si- respondí un poco confuso por su pregunta. El me observo por un momento, como queriendo adivinar que pasaba por mi mente, en cambio a mí, su mirada me atrapaba en el profundo negro de sus ojos. Sin tener nada más que decir, se giró rumbo a un lugar desconocido para mí, no pude dejarlo sin antes saber su nombre.

-Oye, por favor, espera- dije atropelladamente, lo que hizo que él se girara con un semblante serio. -¿Cuál es el tuyo?... Tu nombre, a eso me refiero-

-Taekwoon- dijo antes de volver a girarse para emprender su marcha.

Si, lo sé, debes pensar que soy un estúpido y atolondrado, y es la verdad. Pero tenía veinte años, luego de mucho sin estar con alguien y conociendo a un chico de cara inexpresiva. Al poco tiempo comenzamos a intercambiar algunas palabras, nada serio, solo trabajo. Hasta que un día me atreví a hablarle sin motivos de trabajo.

-¿Crees que podríamos salir un día?- pregunte descaradamente, el me miro un poco sorprendido y luego volvió a su mirada de siempre.

-¿Siempre propones citas de esta manera?- me devolvió la pregunta.

-La verdad no, pero no pierdo nada con intentarlo, ¿cierto?- respondí con una típica sonrisa en mi rostro. El me miro por un momento, como si tratara de descifrar algo en mis ojos.

-Está bien… el viernes a las seis de la tarde, fuera del estudio- respondió mirando hacia otro lado, -Si llegas un minuto tarde, olvídate de salir otra vez-

Su voz era seria y determinada en la advertencia, comenzaron a llamarnos para volver a grabar, me levante con energía y antes de irme, en un acto rápido, bese su mejilla, solo fue un toque sutil, pero él se volteó sorprendido.

 

 

 

Espere la cita con ansias y los días fueron casi eternos para mí. En las noches pensaba constantemente en lo que haría ese día, fue en ese instante en el que me di cuenta de algo, él se había referido a nuestra salida como una “cita”. Una emoción desbordante me lleno de la nada y comencé a pensar en los mil y un porqués de la situación. La noche antes del viernes, tan solo dormí un par de horas por la ansiedad y me levante muy energético.

 

Eran las cinco con cuarenta y cinco minutos, y yo estaba esperando, impaciente a las afueras del estudio. Le había pedido a la  chicha de maquillaje que me arreglara un poco el cabello y ocultara un poco mis ojeras. A eso de las diez de la mañana me bajo un sueño terrible y me di cuenta de las ojeras que tenía, consecuencia de mi desvelo de trasnoche. Revisaba las chucherías que guardaba en el bolsillo del pantalón, cuando sentí un suave toque en mi hombro.

-Llegaste antes- acoto el, con su suave voz.

-¡Si!- respondí alegre. –No quería perder la oportunidad-

Creo que en ese momento un leve sonrojo apareció en mi rostro, sentía mis mejillas arder. No sé si él lo noto, no solía dar señales de que fuera de esas personas que notaran reacciones de quinceañero y la verdad era que yo reaccionaba como uno cuando estaba con él.

No teníamos un destino fijo para nuestra salida, así que nos dedicamos a caminar y hablar sobre cosas tribales en el viaje. De esta forma comprendí que él, aunque parecía una persona fría y sin sentimientos, en realidad era alguien muy cálido en el fondo. Solo se ocultaba en una máscara de seriedad constante. Compramos unos bocadillos y con eso también me di cuenta de que le encantaba comer mucho, a pesar de tener un cuerpo bien formado, al parecer la comida no tenía un efecto negativo en él.

En el transcurso de nuestra caminata sin rumbo, nos encontramos a los pies de un cerro ubicado en medio de la ciudad que fue convertido en un parque, con escalinatas para subir hasta la cima. No era muy alto, pero solía ir en ocasiones a distraerme un rato.

-¿Una carrera hasta la cima, Taekwoon?- le dije comenzando a correr sin esperar una respuesta. Subí las escaleras tan rápido como pude, riendo porque escuchaba sus pasos apresurados por alcanzarme tras de mí.

Sentí su mano tomar mi brazo cuando estaba a punto de alcanzar la cima y paso a mi lado llevándome con él. Terminamos en una banca de piedra, exhaustos y con nuestra respiración agitada. Luego de descansar un momento, lo mire, aún estaba cansado pero su respiración volvía a ser normal, entonces comencé a reír a carcajadas, por lo infantiles que éramos.

-¿Qué es lo divertido?- me pregunto un poco a la defensiva.

-Es que eres muy competitivo- dije divertido, había descubierto algo más sobre él. –De todas formas igual tuviste problemas en alcanzarme-

-No es cierto- dijo mirando hacia otro lado.

-Si lo es, solo me alcanzaste al final- dije provocándolo. –Casi pierdes-

-Yo nunca pierdo- respondió un poco ofendido.

-Entonces hagamos otra prueba, esta vez de fuerza- era una estupidez proponerle algo así, lo sabía, el ganaría de todas formas. Me puse en cuclillas apoyando el codo en la superficie de la banca.

-Crep que el único infantil aquí eres tú- dijo con una suave sonrisa en su rostro, siguió mis pasos y se puso de igual forma que yo, tomando mi mano.

-Bien, a la cuenta de tres- dije mirándolo fijamente a los ojos. –Uno-

-Dos- siguió el.

-Tres- finalice e inmediatamente comenzó un forcejeo, al principio parejo, pero que lentamente fue favoreciendo a su parte. En la desesperación para no darle la razón, en una acción de un segundo, o más bien en un deseo que solo buscaba una simple excusa, me acerque a sus labios rozándolos suavemente con los míos, pero sin causarle menos impresión a Taekwoon. Distraje su atención y con un suave movimiento, el desafío termino con mi victoria.

Se quedó pensativo por unos momentos, mirándome fijamente. Por un momento sentí miedo de que mi acción le hubiera molestado. Fue entonces cuando hablo.

-En efecto, yo nunca pierdo- reitero y jalándome de un brazo me atrajo a él, besándome suavemente. Al principio no reaccione, no esperaba esa acción de su parte, pero lentamente fui atrapado en la suavidad de sus labios. Pase mis brazos por su cuello, profundizando lentamente la acción. El con una pequeña lamida sobre mis labios, pidió permiso para apoderarse de mi boca, el cual concedí sin resistencia alguna. Fue un beso bastante tranquilo y suave, demostrando su delicadeza hacia mí. Nos separamos lentamente, no sabía que decir al respecto, estaba totalmente avergonzado.

-Yo… lo siento- dije sin mirarlo, estaba completamente sonrojado. Estaba inmóvil en mi lugar, no sabía cómo reaccionaría él.

-No tienes por qué disculparte, yo debería hacerlo- dijo de pronto, nunca espere eso. –Pero es que, la verdad, me gustas. Eres un poco atolondrado e infantil, en el buen sentido, pero aun así me gustas. No sé lo que tú piensas de todo esto, por eso me disculpo antes, si mis sentimientos no son correspondidos-

Lo mire por un momento, atónito por lo que estaba escuchando. Luego levante la vista para encontrarme con sus ojos, profundos, serios, pero que sabía cuál era el sentimiento que ocultaban. Miedo, miedo a ser rechazado. Me acerque a él, dándole un suave beso en la mejilla y abrazándolo, poniendo mi cabeza en su hombro.

-Tu también me gustas- le revele, pude sentir como su cuerpo se relajaba, soltando un suave suspiro.

-Pensé que dirías que no- dijo, correspondiendo mi abrazo. Sonreí y escondí mi rostro en su cuello.

-En la vida siempre puedes contar con un no, pero debes averiguar si puede haber un si- le dije, grabando su aroma en mi memoria, era algo que nunca quería olvidar.

 

 

Esa fue la primera vez que salimos juntos, puedes pensar que fue un poco apresurado, pero siempre fue algo especial estar con Taekwoon. Aunque suene a cliché, siempre tuve la sensación de que era el amor de mi vida y sé que era él pensaba lo mismo de mí. Con el tiempo aprendí a entender su carácter reservado y su mirada fría.

 

La película en la que participamos fue un éxito y ganamos un buen dinero por nuestros papeles. A los meses ya estábamos juntos y al año comenzamos a convivir como una pareja normal. Compramos entre los dos un departamento cómodo con un pequeño balcón que nos daba una hermosa vista a la ciudad, Taekwoon solía plantar algunas flores en él, era uno de sus pasatiempos.

-Cuando miras así, te pareces mucho a un león- dije mientras lo observaba mirar el atardecer de la ciudad. -¿Te puedo decir Leo?-

Soltó una risa suave. –¿Acaso no te gusta mi nombre?-

-Sí, si me gusta, pero es muy largo-  hice un falso puchero, el paso su brazo por mi hombro y me dio un corto beso en los labios.

-¿Entonces?- pregunto volviendo su vista a la ciudad.

-Solo quiero un sobrenombre para ti, uno que solo pueda usarlo yo- respondí, a veces era un poco egoísta, pero quería que fuera solo mío. Algunas veces tenía la sensación de que lo arrancarían de mi lado.

-Ser posesivo no va contigo, pero tampoco es malo que lo seas un poquito, así que está bien, puedes decirme leo, si quieres- dijo sonriendo, no era normal verlo sonreír, pero conmigo lo hacía a menudo. Paso sus brazos por mi cintura, juntando nuestros labios en un beso que comenzó siendo tierno pero luego se volvió pasional, sabía a lo que iba.

 

Solíamos amarnos a menudo en la privacidad de nuestro apartamento. Los días pasaban tranquilos, en las tardes tibias de primavera tomábamos café en nuestro balcón y en las frías noches de invierno nos acurrucábamos en el sofá a mirar programas diversos. Nuestra estación favorita era el otoño, donde paseamos a menudo por el parque y pisábamos las hojas secas para escuchar como crujían en nuestros pies. Íbamos al cerro donde nos declaramos y nos quedábamos a ver el atardecer desde ahí, apoyados en la baranda mientras observábamos el movimiento de la ciudad.

Un día mientras veíamos las noticias, nos enteramos de que las cosas en el mundo estaban cambiando, hablaban de conflictos civiles que aún no llegaban a nuestra ciudad pero que sabíamos se aproximaban a paso apresurado. Nunca tuvimos problemas en nuestra relación, ni internos ni externos, la gente nos veía con buenos ojos y en nuestro trabajo nos respetaban. Tampoco éramos de mostrarnos mucho y casi nunca nos besamos en público. Pero lentamente, como si fuera una enfermedad infecciosa propagándose, la gente iba cambiando su forma de pensar.

A los meses el mundo entero se vio enfrascado en una guerra civil  imparable, un nuevo gobierno de control mundial se estaba instaurando por medio de la fuerza y el control sobre el libre albedrio de las personas. Un gobierno totalmente totalitario que insistía en la importancia de la moralidad y la ética. Veíamos constantemente desde nuestro balcón como la gente descontenta se enfrentaba a policías blindados con simples herramientas o piedras. Al poco tiempo decretaron toque de queda, el libre comercio fue prohibido y comenzaron a prohibir alimentos que consideraban innecesarios, como el café, el chocolate y la mantequilla. Leo salía una vez por semana a comprar los cosas necesarias para comer. Ahora nuestra relación era mal vista y ser vistos juntos en la calle nos traería problemas graves.

-Leo, por favor no vayas- suplicaba aferrándome a su pecho. Tenía miedo de que me lo arrebataran, de que desapareciera y no regresara nunca.

-Tengo que ir, si no lo hacemos, nos quedaremos sin comer- dijo el, abrazándome y dándome un corto beso. –No te preocupes HakYeon, volveré, lo prometo-

Siempre era lo mismo, la incertidumbre de que lo atraparan duraba de treinta minutos a una hora, pero siempre volvía y yo lo recibía llorando de alegría por tenerlo una semana más a mi lado.

 

Un día levantaron el toque de queda, era un día nublado de otoño, así que decidimos salir a caminar, ir a nuestro cerro, hacía mucho que no salíamos. La ciudad estaba silenciosa y taciturna, la mirada de los demás era triste y desconfiada. Llegamos a la cima y fuimos a la baranda, Leo me abrazo por la espalda y apoyo su cabeza en mi hombro.

-¿Sabes cuánto te amo?- pregunto Taekwoon, dándome un beso en la mejilla.

-Creo saberlo- respondí con una sonrisa, no salía hacer preguntas tan melosas. –Pero dímelo-

-Hasta el fin del universo- lo mire de reojo y vi la hermosa sonrisa que me regalaba casi siempre. –Tengo algo para ti-

Deshizo el abrazo y metió la mano en su bolsillo, me tapo los ojos por unos instantes y luego, cuando saco su mano de mi vista y frente a mi tenía un hermoso anillo de plata con grabados de estrellas.

-Taekwoon… es hermoso- dije, el tomo mi mano y puso el anillo en mi dedo anular en mi mano derecha.

-Estaremos juntos para siempre- dijo para besarme suavemente, paso sus brazos por mi cintura, profundizando más el beso.

-Te am…- no pude terminarla la frase porque fui interrumpido.

-Aquí tenemos a dos más- una voz ajena se hizo presente, miramos a nuestro alrededor y nos vimos rodeados por cinco hombres vestidos completamente de negro. –¿Saben que su relación es un insulto a la moral, cierto?-

No dijimos nada, solo nos quedamos parados en medio, mientras ellos se acercaban más y más a nosotros.

-¿No tienen nada que decir al respecto?- interrogo el que parecía ser el líder de todos.

-Ustedes son los equivocados, no hay nada de malo en lo que sentimos, su ideología está enferma- dijo enojado Leo, nunca lo había visto tan furioso.

-Otro insulto más, está bien, perdieron la oportunidad de redimirse- sentenció, el agente. Escuchamos el unísono metálico de sus lumas desplegándose. El líder se acercó a Leo, levantando su arma frente a él.

-¡HakYeon, corre!- grito Taekwoon mientras le asestaba directamente un golpe en la cara a un policía. Vi como otro se acercaba por la espalda con la intención de reducirlo y corrí empujándolo para alejarlo.

-¡No sin ti, Leo!- dije tomándolo de la mano y llevándolo conmigo. Comenzamos a correr por las escalinatas, sintiendo los gritos de nuestros atacantes tras nosotros. Leo se adelantó, entrelazo nuestras manos y me guio hacia un lugar donde se había aglomerado la gente. Pasamos por entre medio de todos, perdiéndonos entre la multitud, pero igual seguíamos escuchando los gritos detrás de nosotros. Algunos simpatizantes se unieron a la cacería voluntariamente, entonces Taekwoon nos guio a un callejón completamente vacío. Nos ocultamos en un edificio en ruinas que había cerca, esperando a que todo pasara.

Al poco tiempo comenzaron a sonar las sirenas que avisaban el inicio del toque de queda en la ciudad, nos estaban buscando y lo sabíamos, ahora su tarea sería más fácil sin nadie en la ciudad. Sentíamos el ladrido de los perros rastreando nuestro paradero y los gritos de los oficiales dando órdenes para buscarnos, a nosotros y posiblemente a unos cuantos más. Abrace a Taekwoon y apoye mi cabeza en su pecho, el correspondió el abrazo y comenzó a acariciar mi cabello suavemente.

-¿Por qué, porque tiene que pasar esto?- pregunte escondiendo mi rostro en el pecho de él.

-No lo sé, no sé qué le paso al mundo, ahora nos ven como unos monstruos- respondió abrazándome más fuerte.

-Leo… tengo mucho miedo de lo que pueda pasar- dije mientras escuchaba las botas de nuestros perseguidores acercándose más.

-No dejare que nada te pase, lo prometo- dijo buscando mi rostro y besándome suavemente, en un beso cargado de todo su amor. Se puso de pie y camino en dirección a la salida. –Escúchame, los distraeré para que escapes, ve a nuestro hogar, ahí estarás seguro-

-¡No, no dejare que te vayas, podemos volver juntos!- dije desesperado, abrazándolo fuertemente. –Si sales, te capturaran-

-Esta es la única forma de que escapes, entiéndelo HakYeon- dijo abrazándome fuertemente. –Por favor, entiéndelo, no quiero que te hagan daño-

-¡Y yo no quiero perderte así!- grite desesperado aferrándome a su pecho, las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. –No de esta forma Taekwoon, no se supone que termine así-

-HakYeon, lo haces más difícil- dijo Leo en un susurro, sentí como su débil voz se quebraba.

-No lo entiendes Leo, eres el amor de mi vida, cuando te conocí lo supe de en ese momento, no puedo dejarte ir, no ahora, no en esta situación, tenemos que hacer esto juntos Taekwoon- dije entre lágrimas mientras apretaba su ropa. –No así por favor, amor-

-Lo entiendo, lo entiendo más de lo que tú crees, ese día en el que te vi por primera vez, mi vida dio un vuelco en trecientos sesenta grados, HakYeon eres el oxígeno de mi vida, no voy a dejar que te lastimen- declaro entre lágrimas calladas, busco nuevamente mi rostro y volvió a probar mis labios, como grabándolos en su memoria. –Debo ir, HakYeon, te amo, hasta el fin del mundo-

Se soltó de mi agarre, trate con todas mis fuerzas para detenerlo, pero él era más fuerte y me alejo. Vi como Leo salía del departamento sin mirar hacia atrás y al cabo de unos minutos escuche los gritos de los guardias acercándose. Busque la ventana más próxima y observe, observe como el hombre que me había hecho feliz se trenzaba a golpes con los oficiales, los insultaba y recibía golpes de las armas de ellos, fueron minutos eternos donde podía sentir la respiración cansada de Taekwoon y sus gemidos de dolor, hasta que, agotado por tanto castigo, luego de recibir una patada en el estómago y un lumazo en su espalda, cayo inconsciente, sangrando por las incisiones de los golpes, fue arrastrado hasta una camioneta completamente negra. Fue esa vez, la última que lo vi, completamente destruido.

 

Al cabo de una hora donde no me pude mover, donde llore calladamente con desesperación, donde quería gritarle y matar a cada uno de ellos, me levante y camine por las calles vacías, hasta llegar a mi departamento. Entre a duras penas, sin levantar los pies, y me acerque a la primera foto que teníamos juntos, la tome y la abrace llorando en silencio. Camine hasta nuestra habitación y me recosté en su lado de la cama, oliendo el aroma de su almohada, cerrando los ojos y llorando amargamente.

No sé cuánto tiempo pase así, acostado en la cama, llorando su perdida, su tortura y preguntándome porque paso todo esto, porque no lo bese más, porque no lo abrace más, porque no le dije más que lo amaba, porque no lo hice sonreír mas…Porque me lo tuvieron que quitar así. Se escucharon pisadas pesadas desde las escaleras, sabía que eran ellos, sabía que me habían encontrado. Comenzaron a detenerme, solo me tomaron, me arrebataron nuestra foto y me esposaron, arrastrándome hasta la camioneta del mismo color que la que se llevó a Taekwoon.

 

 

No recuerdo nada, más que esta sala en blanco donde me retienen. Me lo quitaron todo, mi vida, mi amor, mi dignidad. Me torturaron, me insultaron y me golpearon por diversión… Pero nunca se quedaron con mis recuerdos, los que atesoro hasta ahora, el día de mi final. Nunca se quedaran con la sonrisa más hermosa que vi en la vida, con los besos más suaves que me dieron, el amor más incondicional que recibí. Ahora es el momento de reencontrarme con Taekwoon pero quiero terminar con mi último consejo para ti. Es por eso que te cuento esto, mi historia, para que entiendas que no importa lo que pase en este mundo, siempre tendrás a alguien a tu lado y no importa si lo vez todos los días, haz que cada sonrisa, cada beso y cada abrazo cuente, grábate en la mente su aroma, la suavidad de su piel, el sonido de su voz. Nunca rompas las promesas y siempre sigue tus sueños. A veces somos demasiado ciegos para darnos cuentas de lo que tenemos a nuestro alrededor, atesora todo, guárdalo contigo, porque es lo único, lo único que nadie va a poder quitarte jamás en la vida.

Notas finales:

Espero que alla sido de su agrado el fic.

A todas las personas que se dieron el tiempo para leer, muchas gracias. Si fueran tan amables de dejar un review con alguna de sus opiniones tambien se los agradeceria... No me odien por el final xD

A las lectoras que no dejan review.... Gracias tambien ;D


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