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Ave sin alas por Soul-CaT

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Notas del capitulo:

Holas uwu

Di-san:LEMMON!!!
Krl: yo se que es lo unico que les importa QnQ donde quedaron los sentimientos??
Di-san: al fondo a la derecha uwu
Krl: Gracias :D como sea hoy lemmon como ya supieron uwu y de este hay varios, tal vez con juegos pero por lo mientras este.

FELIZ CUMPLEAÑOS PONY-SAN!!! (Dino xD)

Krl: les amo, y disculpen la tardanza uwu andamos estudiando.

 

 

Katekyo Hitman Reborn no nos pertenece a nosotros sino a la grandiosa y sensual de Akira Amano :*

Daban las tres en punto de la madrugada y hasta el último invitado se había retirado…

¡Al fin! Podría brincar como un niño pequeño que acaba de despertar en la mañana después de navidad y podría correr hacia su habitación a descansar tal como un niño corre a la sala para ver los regalos bajo el árbol, pero aún le quedaba algo de orgullo y rectitud como para hacer semejante acto.

- Romario, ¿está todo listo? - le preguntaba a su mano derecha consiguiendo una respuesta afirmativa de su parte, al parecer todo el salón estaría en orden en por lo menos media hora.

Pasaba la mano tatuada por su cuello subiendo hasta su nuca y masajeando un poco, aquella rutina anual le cansaba más de lo necesario. Apenas los invitados se retiraron todos sus subordinados se pusieron en acción arreglando el lugar, regresándolo a la normalidad.

Una vez supervisar que todo esté en su orden los hombres del joven capo se le acercaron para volver a felicitarle con una gran sonrisa en sus rostros y una felicidad incansable, el jefe en cuestión sonrió ampliamente y les agradeció por todo su arduo trabajo y apoyo incondicional, bromeo con ellos un rato, les estaba muy agradecido pues a pesar de todo ellos siempre le apoyaron y cuidaron, los consideraba como una verdadera familia y daba lo mejor de sí día a día solo para poder devolverles el favor, para no fallarles y demostrarles de esa manera lo agradecido que estaba por todas sus atenciones, aunque a decir verdad los envidiaba, ellos tomaron su decisión y estaban dentro de este asunto de la mafia por cuenta propia, el en cambio fue obligado a tomar una responsabilidad que no le correspondía, y que hasta hoy en día seguía rechazando.

Estaba a punto de retirarse cuando Iván, uno de sus subordinados más allegados se atrevió a darle la noticia del regalo

- Jefe, le tenemos preparado un regalo, esperamos que sea de su agrado- dijo sonriente mientras los demás afirmaban moviendo su cabeza.
- Perfecto, gracias chicos - sonreía como el sol - ¿y bien? - preguntaba dudoso por el presente que supuestamente le tenían preparado.

- Esta en su recamara - le comunicaba su fiel subordinado - Esperamos que lo disfrute - ahora era Romario quien hablo

- a si será - y sin más se despedía dispuesto a ir hacia su recamara, estaba bastante cansado y tenía curiosidad por lo que sea que le hayan dado de regalo.

Subía las escaleras con gran pesadez notando la soledad de la gran mansión a pesar de esta repleta de sus subordinados, algo faltaba sin duda, aunque aquello siempre lo supo, desde que era un niño siempre falto algo, y era el cariño y amor que solo una persona te puede dar, y a solo una persona le puedes dar. Siempre la busco como una tortuga recién nacida busca al mar, pero nunca le encontró, jamás tuvo a alguien que le amara realmente de esa forma, y siendo sincero jamás amo a nadie...

La soledad le visitaba constantemente igual que el arrepentimiento, y la impotencia se burlaba en su cara, la esperanza se despedía de él, dejando en su lugar a la desesperación, podría olvidarse de tener salvación. Si le preguntaban, bien podría convertirse en filósofo.  Todos los días se cuestionaba sobre su vida y sus acciones, sobre el rumbo y las diferencias, sobre el ser y el vivir, sobre el sentido de una ilusión, de un sueño o un simple deseo, la diferencia entre una ninfa y una Sílfide, entre un suspiro y un jadeo, vida o muerte, el alma o el arma.

Cosas insignificantes y sin un sentido exacto. Atándole a su soledad y perdición, jamás podría volver a aquellos días de infancia, jamás volvería a aquella sonrisa tan radiante y sincera que le caracterizaba, a ese brillo en su mirada ni mucho menos a aquella inocencia con la que contaba. Ya no era un niño.

°    °    °    °

Estaba a punto de salir de aquella habitación y golpear a cuanta persona se cruzase en su camino, el traje le venía jodidamente bien y era eso lo que le causaba tanta cólera. Apenas toco la manilla de la puerta esta se abrió dando paso a un rubio idiota.

Chasqueaba la lengua apenas verle y el rubio sonríe enigmático, lo golpearía de no ser que esta vez viene acompañado de un joven de estatura mediana y pelo pistache sin expresión facial alguna.

– Ushishishi, ¿A dónde vas? –

– ¿Qué te interesa? – lo miro fiero, tal vez ya no sea el mismo orgulloso de hace dos años, pero aún le quedaba la suficiente “dignidad” como para no inclinarse frente a porquerías como aquel.

– shishi, ni al jefe ni a Primo le agradara que su mascota ande suelta – y trataba de incitarlo a la pelea.

– No soy una maldita mascota – y caía.

– Ah ¿No? – uso su dedo índice para señalarlo, indicando que se refería a la vestimenta que estaba usando en aquel momento.

– Te morderé hasta la muerte – poco le importaba lo que Primo o el imbécil de Xanxus dirían.

– Inténtalo – susurro mientras sacaba a relucir el filo de sus fieles cuchillas sacadas de dios sabe dónde.

– Bel-sempai~, no creo que sea buena idea provocarlo, recuerde como lo dejo la última vez, y yo no pienso aguantar sus quejas – el hombrecillo menciono con toda la “inocencia” del mundo y sin mostrar expresión alguna, sin embargo el tono neutro y despreocupado en que hablaba terminaba por provocar en el de mayor rango unas ganas inmensas de asesinarlo… y de esa forma el pobre peli-verde termino con un chichón en la cabeza.

– Bel-sempai~ eso duele – se quejó pero seguía sin mostrar ninguna expresión, a Hibari le sorprendía lo raro del sujeto – Hibari-san, Dan-san nos pidió que te vigilemos en caso de cualquier intento de escape, te pido que no me mates – fue lo único que necesito el más joven para que Kyoya bajara las tonfas, y lo dijo mientras alzaba una de sus manos como usándola de escudo en caso de cualquier ataque repentino del azabache.

–  También dijo que si aceptabas el prepararte accedería a darles más tiempo juntos esta vez, al parecer el pingüino comienza a extrañarte  –

– Dice que te prepares adecuadamente, si tienes alguna duda solo mira a tu alrededor, shishi – y sin mas ambos hombres pertenecientes de varia se retiraron dejando a el chico que miraba irritado toda la habitación, era jodidamente grande y de mal gusto para él, pudo notar una caja sobresaliendo del “ropero”. Llamado por la curiosidad se atrevió a abrirla, grave error pensó una vez viendo su contenido.

Lociones, esposas, látigos, cadenas, juegos, y de más cosas, a pesar de ya no ser ningún inocente ni niño novato en esas cosas no pudo evitar ponerse rojo, no sabía con exactitud si habían sido dejas ahí por los varia o por Primo, tal vez le pertenecían al mismo capo que atendería aquella noche, no le importaba pero no las usaría.

Por intuición debía de por lo menos utilizar algo, así que prefirió la loción, la tomo en manos y comenzó a frotarla en su piel, se sentía extraño y el olor era agradable, no acostumbraba a usar ese tipo de cosas, eran solo para herbívoros que deseaban llamar la atención.

Termino y arreglo un poco su cabello, estaba aburrido y la ropa interior de mujer le molestaba, si no fuera porque lo tenía amenazado con su amada ave ya habría matado a todos, antes la muerte que la deshonra, pero en este momento no podía hacer más que acatar órdenes y bajar la cabeza, aunque claro con el respectivo ego que le quedaba.

– ah… Estúpido Valentino – no solía llamar a las personas por su nombre y no sabía si ese era su nombre pero daba igual tenía ganas de maldecirlo y necesitaba usar un nombre, así que se dirigió hacia la cama dispuesto a descansar, pronunciando todas las malas palabras que conocía y dirigiéndolas hacia aquel hombre.

Despertaría más tarde.

°    °    °    °

ITALIA:       FEBRERO 5       3:37 AM

Giraba a la izquierda al finalizar un largo pasillo, al fin podría descansar en su cómoda cama. Entraba a la habitación librándose del saco y aflojando la corbata usada esa noche, bostezo solo un poco y dirigió su mano hacia el apagador para encender las luces.

Su mano se posaba en la pared y con sus dedos rozaba el apagador, sin embargo no alcanzo a subir el diminuto interruptor pues sus ojos se posaron en la fina figura reposando en su cama.

Se tornó hipnotizado por aquella delgada silueta que se enderezaba lentamente cual felino, y su tez blanca con tonalidad celeste provocada por los rayos de luna que adornaban el alrededor de esa joya dando la impresión de que aquel cuerpo celeste era un simple esclavo más de aquel angel caído descansando despreocupadamente en su cama. Los ojos se abrieron lentamente dejando ver la mirada metálica. Ojos de luna.

Una hada, un angel, o tal vez un demonio vestido con elegante yukata negra contrastando a la perfección con su piel blanca e iluminada por la luna. Camino en automático, llamado por su mirada, deseoso de tener cerca aquellos ojos, de tocar aquella piel, de besar sus labios, de lamer el cuello descubierto, de sentir la suavidad de sus piernas, de descubrir cada milímetro de su anatomía, clavar sus dedos en las caderas y dejar huellas, pruebas de pertenecerle y de alguna forma creerse al despertar, el hecho de haber conocido tan bello ser

Sus ojos examinaban aquel ente y suspiraba por cada parpadear de esa bella mujer. Al llegar a su lado le acaricio la mejilla, con suavidad, casi creyendo que fuese el sueño de un niño y que por el más mínimo movimiento despertaría y el sueño frente suyo se disolvería. Temía eso, pero se autocorregía, no podía ser el sueño de un niño, tal vez de un adolecente o algún adulto, porque su sola respiración era excitante, ¡Dios santo! Si esto era un sueño, era un sueño erótico.

La joven acerco su rostro dirigiéndose hacia sus labios, un segundo antes del contacto desvió la trayectoria de sus finos bordes rosas hacia su oreja, susurro un delicioso “tardaste mucho” seguido de una lamida. Delicioso roce.

Rodeo el cuello del italiano con sus brazos y comenzó el tan anhelado beso, con una pasión y una lujuria desbordante que dejaba al rubio suspirando

Pasaba sus manos por el cuerpo delgado y lo acariciaba casi venerándolo, le trataba como su propio templo personal donde limpiaba sus manos de todo pecado, a excepción del de la lujuria, que estaba a punto de saciar.

Comenzó a deshacerse de la ropa del italiano con cuidado pero marcando el ritmo en el beso, el mayor se dejó hacer y disfruto del dulce sabor de la boca de su acompañante.  Con forme avanzaba el calor más deseoso estaba de poseer a aquel ser que le miraba divertido y lamia su barbilla. Sin poder contenerse acaricio las piernas descaradamente, la piel era suave y su aroma le embriagaba.

Hibari corto el beso y pauso un momento el tipo estaba idiotizado con su sabor que apenas se alejó jalo desesperadamente de sus cabellos para volver a unir sus labios, el ritmo marcado por el italiano era más demandante pero el japonés sabia como responder, adentro una de sus manos a la entrepierna del rubio sobando en la parte donde un bulto comenzaba a hacer presencia.

Los jadeos no se hicieron esperar y la saliva corría de la comisura de los labios del estudiante quien  llevo ambas manos a liberar el miembro del potro de la molestosa tela, bajo repartiendo besos sobre su piel mientras Dino acariciaba su trasero apretando la carne bajo sus manos, de esta manera llego hasta la entre pierna del italiano y dedicándole una lasciva mirada dio la primera lamida al miembro cual paleta se tratara.

Mordisqueo la punta y la lamio completa, el miembro completo de la punta a la base, estimulaba sus testículos con la mano derecha y con la izquierda se ayudaba a sostener el miembro que crecía en su boca, le costó trabajo pero lo metió entero en su boca, chocaba contra su garganta y lo ahogaba, lo sacaba y lo metía, lo sacaba y lo metía, lo sacaba y lo metía… no supo desde cuándo pero las manos del rubio estrujaban sus cabellos y lo ayudaban a seguir con la felación. Sintió el pre semen y por la voz ahogada del mayor supo que se vendría pero cuando intento apartarse se le fue impedido llegando en su boca y ahogándolo, Kyouya  bebió el líquido completo. Seguido de esto fue obligado a alzar el rostro para volver al beso.

Entonces lo derribo en la cama alejando la molesta yukata que ocultaba la fina piel, Dino se detuvo y dedico un momento a apreciar lo que estaba a punto de degustar, era hermosa, sensual, la más bella y jodidamente sexy del mundo… con excepción de que era un chico. Pasó su lengua por encima de la fina ropa interior con holanes que le quedaba tremendamente provocador, más de lo que ya era.     

Era un chico, sí, pero era el chico más hermoso que había conocido jamás, y esa voz, sus jadeos, ya no podía parar, ni le importaba parar, ¿Qué más daba si era hombre? Era el hombre más sensual que jamás conoció, además entre hombres podía llevar a cabo el acto sexual, así que no había problema, o por lo menos para el potro no era un problema.

Después de pensar que sería lo primero en degustar de ese exquisito plato opto por los rosados pezones que pedían a gritos se mordisqueados y lamidos por el italiano, y no solo ellos, toda la piel era digna de sus noches enteras, era un dulce caramelo que habría de comer lento y disfrutar. Una oportunidad única en la vida.

Se acercó a ellos lamiéndolos y chupándolos, quería arrancarle gemidos de la garganta, con una de sus manos atendió el otro pezón y la mano restante viajo hasta su miembro masturbando por encima de la tela. El azabache atendía la entrepierna del italiano con su pie, “¡Dios Santo!” pensó el italiano, ese chico era demasiado hábil. Cuando menos se dio cuenta ya estaba despierto de nuevo y en una mordida que dejo un poco enrojecida la piel consiguió por fin un jugoso gemido.

Delgadas manos blancas acariciaban su espalda de una forma que lo enloquecía y besaba su piel, su pierna frotando el pene y los indiscretos roces de piel proporcionados por el azabache le robaba la razón.

Descendió mordisqueando la blanca piel, deseaba ver el contraste de las marcas rojas y los dientes grabados en la piel, lamio el ombligo imitando penetraciones metiendo la lengua en su interior para después arrancar la fina lencería con sus dientes mirándole lujurioso, pero sobretodo buscando la aprobación de su acompañante, deseaba ver su cara gozando, deseaba arrancarle la piel si era posible, poseerle en toda la extensión, beber de su sudor, inhalar su esencia.

Le volvió a apreciar, aun conservaba la yukata y es que le quedaba a la perfección, el pecho expuesto con marcas rojas y los pezones de un color rojizo, el tórax subiendo y bajando, las piernas descubiertas adornadas por los holanes del yukata en una posición de más provocadora. Alzo las caderas del más joven y lamio la entrada, su lengua entraba cual intrusa en aquella cueva húmeda, y Kyoya movía sus caderas, lo alentaba a seguir con carisias apasionadas.

“Si esto era un simple sueño húmedo, se los ruego, no me despierten”

Le arrancaba otro gemido que lo dejo sin respirar, fue entonces cuando no pudo más y alzándolo todavía un poco más comenzó con la penetración,  sintió su espalda ser , arañada pero fuera de cualquier sentir solo obtuvo más placer. Las paredes del chico eran perfectas, casi moldeadas a su talla y mandadas a hacer, era delirante y de más caliente, el miembro le palpitaba y poco le faltaba por perder la cabeza.

Hábil mente llego hasta el fondo del chico y sin poder contenerse comenzó con las penetraciones, las embestidas eran firmes, apenas comenzó el acto ya había encontrado el lugar que los haría delirar, golpeo una, dos, tres, cuatro, las veces que fueran necesarias para satisfacer su deseo de la piel ajena, de los sonidos de su boca, de sus caricias ardientes y las mordidas que parecían de caníbal, queriendo devorarle. Los gemidos, sonido tan bello de sus labios, salidos como un canto celestial solo para el, bien valdría la pena viajar hasta el mismo infierno y regresar solo por el roce de sus labios, solo por el sonido de sus gemidos, el sabor de su sudor, su esencia misma.

En algún punto del acto comenzó a sentir placer y gemir alocadamente, era la primera vez que no sentía un asco tan profundo y deseaba que aquel hombre se adentrara más y mas en su interior, que lo rompiera si era necesario. Sintio vergüenza de sus propios pensamientos y oculto su rostro en el hombro del mayor tratando de calmar sus gemidos, pero lo único que consiguió fue un apretón un poco brusco en su miembro que provoco que arquera la espalda y diera la cara. Estaba sonriendo. Esa fue una represalia por negarle la mirada.

Por alguna razón que el mismo desconoció aquella mirada ahogada en la lujuria le excito al grado de estar a punto de llegar a su clímax. Su rostro se distorsiono en una mueca de dolor cuando llevo sus manos a su miembro para evitar venirse, mientras tanto el Italiano parecía estar disfrutando de su confusión, aprovecho el momento para morder su hombro y lamerlo como si de un dulce se tratara, la lengua hacia cosquillas, y Hibari no paraba de jadear y gemir.

– Di mi nombre – le susurró al oído mientras arremataba  frenéticamente contra sus caderas dando en el punto de Hibari con una precisión que lo hacía desfallecer.

– ahh… n-no lo sé… - Fue su contestación y Dino para el acto mirándole con tranquilidad. El nipón hizo un sonido de disgusto y continúo con las embestidas a voluntad propia, empujando sus caderas contra el miembro del Capo, le miraba con lasciva y sonreía mordiéndose el labio inferior incitándolo a continuar. Dino sonrió pero ahora lo hacía con una dulcera que a él universitario le provoco  nauseas.

– eh… tranquilo – poso sus manos en sus caderas deteniendo su auto-penetración y saliendo de su interior, esto al azabache le molesto aún más e intento besarlo y rosar su trasero contra el gran miembro del rubio. Este no se lo permitió apretando la piel apresada provocándole un poco de dolor.

– Tranquilo, no me agrada esto – lo miro fijo y el nipón entro en duda,  ¿no le agradaba? Pero si hace un momento estaba babeando. Dino noto la mirada dudosa de su acompañante y sonrió como no se imaginó que lo haría y menos medio de un acto tan obsceno – Dino Cavallone – dijo mirándole firme a los finos orbes plateados – Dino, ese es el nombre que debes gemir – corto la poca distancia entre ellos uniendo un beso, el más joven le beso con pasión pero Dino se impuso creando un beso suave y calmado, un beso de en sueño.

– y… ¿Cuál es el nombre de tan bello angel? – sujetaba su mano y besaba el reverso de esta con una dulzura que no venía a la situación, su mirada desbordaba miel y a Hibari ya no le gustaba el asunto, justo ahora el italiano parecía un verdadero idiota frente a sus ojos, y es que lo miraba como un muchachillo de secundaria miraría a su primer amor. – ¿Y bien? – se acercó a su odio lamiendo parte del cuello, dejando que la piel fuera golpeada por el ardiente aliento que lo sentía quemar.

– ju, no tengo porque contestar – metía la lengua en su cavidad bucal mientras su mano buscaba el miembro palpitando bajo su trasero, volvería a hacer de aquello una situación placentera le gustara o no.

– obstinado, eso me agrada – sonrió excitado y lo penetro de una sola estocada provocando una instantánea mueca de dolor, misma que desapareció al instante de volver a golpear el punto anhelado. Mordio su hombro como venganza consiguiendo algo de sangre y lamiendo la herida, eso excito aún más al rubio y comenzó a masturbar el miembro del nipón que estaba olvidado, ambos disfrutaban al máximo la compañía ajena y se entregaban a un completo desconocido.

– Ahhh!!!... ¡¡¡Dino!!! ¡¡Mas fuerte!! ¡¡Sigue!!! – era la primera vez que pedía por mas y le encantaba, lo disfrutaba y no se arrepentía de estar en esa situación, el tipo verdaderamente se parecía a Primo, pero era diferente y el desprecio que nació al ver su rostro desapareció, justo ahora no quería saber más que de sus labios, su miembro entrar y salir de su interior y su voz que dejaba salir algún jadeo.

– Dino..! DINO!!! – La forma en que decía su nombre le robaba la razón, deseaba raptar a ese bello ser y resguardarlo solo para él, sus ojos y la forma en que su boca se curvaba por el placer le tenía embelesado. Sujeto una de sus bellas piernas y la subió al hombro, lamio la extensión entera y noto la sensibilidad en aquella parte de su muslos. Lamio el líquido del pre semen escurrido en sus piernas y era tan dulce cual miel.

Su mirada se dirigió hacia una sospechosa caja sobresaliendo del gran closet y el cuerpo bajo suyo se estremeció al ver la dirección de su mirada. *no te atrevas* amenazo mentalmente al rubio en su interior. A Dino no le costó mucho trabajo el imaginar el contenido de la caja.

– Oyes, no te preocupes, no usaremos ningún juego de esos… por lo menos no hoy – sonaba sensual para excitarlo aún más y lo conseguía, Kyoya rodeaba su caderas con las piernas blancas, comenzando a lamer la mano ajena y degustando de la piel. Siguieron con el juego de caderas, las mordidas, las caricias y arañazos, las manos ansiosas del menor lo llevaron a cambiar de posiciones, se montó sobre el mayor y se auto penetro buscando más profundidad, Dino lo disfruto como nunca había disfrutado ningún otro acto sexual, pero más allá del placer sintió el roce de pieles tan cercano, anhelando poder compartir no solo eso, sino aún mas con aquella bella nube…

– Mi nuvola – le susurraba entre gemidos casi a punto de llegar al éxtasis, la saliva mesclada entre ambos y los líquidos del sudor, las embestidas y la masturbación del miembro del menor.

Momento maravilloso.

– D- DINO!!! – Llego al orgasmo manchando irremediablemente el abdomen y el mayor le acompaño después con una poderosa descarga en su interior. El acto había acabado.

– ah… hng… - ambos trataban de regularizar su respiración y salió del interior del azabache con  cuidado sujetándole de las caderas. Hibari hizo un ruido de disgusto por la ausencia del pene.

–… Dino… – regresaba al mundo humano y recordaba su deber. Su trabajo era satisfacer al mayor, no tenía porque disfrutarlo.

– Ven – con una mano le indico que se acercara a el, Hibari obedeció tratando de encontrar sus labios en un beso fogoso pero Dino se lo impidió – Gracias por lo de hoy – acariciaba la mejilla con adoración y llevo su cabeza a apoyarla en su pecho, Hibari abrió los ajos sorprendido. Le abrazo con fuerza y cariño, en alguna parte le dolió el pecho por el acto de “cariño” de aquel abrazo, sin embargo no hizo nada por rechazarlo, dejando que el rubio italiano le acariciara con amor. Se sintió extraño pero estaba bien, el solo debía satisfacerlo, si no quería hacerlo no habría de obligarlo.

– Mi bella nuvola – susurro antes de recostarse con el menor en su pecho. Acaricio la cabellera negra, e intento hacerle platica pero no respondía a nada que le decía. De esta manera se sumergió en un profundo sueño al lado de ese hombre tan parecido a las nubes.

Notas finales:

Gracias por leer :D

Di-san: Qué queremos??
Krl: *recoje la pancarta* la actualizacion de un viaje de dos herbivoros y un carnivoro!! D:<
Di-san: tal parece que no habra especial de san valentin xD
Krl: ya entre a campo clinico... o algo asi... asi que lo siento xD se me dificulto terminar este uwu pero descuiden,el 22 sigue en pie!!
Di-san: eso es todo xD !


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