—Me encantan tus hoyuelos... — Dije, mientras acercaba mi mano con inocente deseo de acariciar las mejillas de él, quien sólo cerró sus ojos, dejándose hacer por mí.
¿Desde cuándo era así? ¿Desde cuándo sentía tanta atracción por SeungHyun? Era mi mejor amigo, hemos estado años enteros juntos, conviviendo y viviendo, junto también a los demás integrantes de BIGBANG.
Siempre me reí del hecho de que algunas fans nos emparejaran a nosotros y formaran las conocidas "OTP”; si bien nosotros nos encargábamos en los conciertos de bromear, sobre todo yo junto a Ri, nunca imaginé que podría llegar a sentir algo real por uno de mis compañeros... Y mucho menos de él.
SeungHyun tomó mi mano, aquella que seguía en su mejilla mientras yo me había ido a las nubes entre mis pensamientos, haciéndome volver a la realidad. Él me miraba fijamente. ¿En qué momento dejaste de sonreír, TOP?
Estaba cansado, lo cual era normal. Recién habíamos terminado nuestras prácticas coreográficas, nuestros compañeros se habían marchado a comer algo, mientras que Seung se quedó conmigo, en lo que yo trataba de arreglarme frente al enorme espejo de la sala de ensayos. TOP se quedó sin avisar, por lo que cuando lo vi, me había sorprendido bastante, y avergonzado por lo demás. Él se burló de mí diciéndome que realmente era una diva, mientras se acercaba, para mirarme mejor, mientras yo solo podía fulminarle con la mirada; terminamos riéndonos y yo me perdí en esa sonrisa. A pesar de estar sudado, de que parte de su cabello se pegara a su perfecto y envidiable rostro, que se encontrara desaliñado con su ropa deportiva... Se veía hermoso.
—Ji. —Su voz sonó más ronca y algo áspera, aquellos profundos orbes se cerraron en un gesto cansado. Otra vez se encargaba de romper aquella burbuja en la que me sumía a través de mis pensamientos.
— ¿Qué pasa, Seung? —Dije, con total naturalidad, sin despegar mi mirada de él, de aquel rostro perfecto, de aquellas facciones que más de una vez he mirado, pero que nunca me había dado el tiempo de contemplar, no como ahora.
SeungHyun volvió a abrir sus ojos, regalándome una mirada cálida, al igual que su nueva sonrisa. Se acercó a mí y juntó nuestras frentes en un contacto que pareció quemarme por dentro; tuve miedo de que se diera cuenta de cómo hacía latir mi corazón.
— ¿Por qué siempre luces tan perfecto? — Susurró él, haciendo que mi corazón latiera con aún más desenfreno, al punto en que mis orejas zumbaran, sintiéndome sordo unos segundos. Sus finos labios se acercaron a mi mejilla y depositó ahí un casto beso que no supe descifrar, y sin decirme nada más, dio la media vuelta y se marchó.
Me quedé ahí, contemplando su figura desaparecer tras la puerta, sintiendo casi mis piernas flaquear por aquel simple roce que acababa de brindarme. Volví a mirarme al espejó, notando el sonrojo de mis mejillas. Mis dígitos se posaron en mi mejilla, aquella suertuda que recibió aquel beso, y sonreí como idiota.
No, SeungHyun... El perfecto siempre serás tú.