Hay siete pecados capitales.
Volvimos a vernos.
Ira.
Llamé a la puerta de su casa, volviendo a escuchar gritos procedentes del interior.
Pereza.
A la quinta vez por fin abrió, empezaba a desesperarme, pero no lo hice notar.
Soberbia.
-¿Ya me echabas de menos? -Dijo. -No te culpo, suele ocurrir. -Me miró de arriba abajo sin aún hacerme un hueco para pasar, teniendo que quedarme en la puerta.
Envidia.
Observó mi cuello un rato y giró mi cara para poder observar un círculo rojo, marcado con intensidad en mi blanca piel y poniendo una cara algo... Furiosa.
-¿Quién hizo esto? -Y poco a poco fue acercándose a mi cuello con la intención de dejarme otra.
Me alejé como pude, ya que tenía agarrada mi cabeza.
-Tú... Fuiste tú. -Respondí.
Avaricia.
-Oh, es cierto. -Me soltó adentrándose en la casa, llena de basura tanto en el suelo como en los muebles. -Eres solo mío. Como todos. -rió.
Gula.
Se acercó a una mesa cogiendo una botella de alcohol, ya se le notaba algo ebrio, y, además, junto a que acababa de beberse de un trago había dos más, vacías, y otra al pie del sofá.
-¿Por qué bebes? -Pregunté, con la intención de sacar algún tema de conversación.
Me miró fijamente.
-Por diversión.
Ese chico los cometía todos.
Soltó la botella sobre la mesa y se acercó a mí, acorralándome contra una pared y mordiendo con bastante fuerza mi labio inferior hasta que comenzó a sangrar, y succionó mi sangre.
-Metal... -Siguió lamiendo la herida interior que me había hecho.
Entonces... ¿por qué seguía yendo?
Comenzó a quitarme rápidamente la ropa con mucha agilidad hasta dejarme desnudo frente a él.
Ah, sí...
Se deshizo de su propia ropa y cogiéndome en brazos lo introdujo de una vez.
Lujuria.
Hay siete pecados capitales.
Volvimos a vernos.
Ira.
Llamé a la puerta de su casa, volviendo a escuchar gritos procedentes del interior.
Pereza.
A la quinta vez por fin abrió, empezaba a desesperarme, pero no lo hice notar.
Soberbia.
-¿Ya me echabas de menos? -Dijo. -No te culpo, suele ocurrir. -Me miró de arriba abajo sin aún hacerme un hueco para pasar, teniendo que quedarme en la puerta.
Envidia.
Observó mi cuello un rato y giró mi cara para poder observar un círculo rojo, marcado con intensidad en mi blanca piel y poniendo una cara algo... Furiosa.
-¿Quién hizo esto? -Y poco a poco fue acercándose a mi cuello con la intención de dejarme otra.
Me alejé como pude, ya que tenía agarrada mi cabeza.
-Tú... Fuiste tú. -Respondí.
Avaricia.
-Oh, es cierto. -Me soltó adentrándose en la casa, llena de basura tanto en el suelo como en los muebles. -Eres solo mío. Como todos. -rió.
Gula.
Se acercó a una mesa cogiendo una botella de alcohol, ya se le notaba algo ebrio, y, además, junto a que acababa de beberse de un trago había dos más, vacías, y otra al pie del sofá.
-¿Por qué bebes? -Pregunté, con la intención de sacar algún tema de conversación.
Me miró fijamente.
-Por diversión.
Ese chico los cometía todos.
Soltó la botella sobre la mesa y se acercó a mí, acorralándome contra una pared y mordiendo con bastante fuerza mi labio inferior hasta que comenzó a sangrar, y succionó mi sangre.
-Metal... -Siguió lamiendo la herida interior que me había hecho.
Entonces... ¿por qué seguía yendo?
Comenzó a quitarme rápidamente la ropa con mucha agilidad hasta dejarme desnudo frente a él.
Ah, sí...
Se deshizo de su propia ropa y cogiéndome en brazos lo introdujo de una vez.
Lujuria.