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FAVORITO (Jo Twincest) por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Vengo de rapidín. Gracias por leer.

Capítulo 3


“Dejarlo solo”


El despertador había comenzado a sonar, retumbando en los sensibles oídos de Youngmin. Odiaba el despertador, pero saldría por la mañana a hacer las compras y debía tener el tiempo contado exclusivamente.


Aturdido y sin abrir los ojos, levantó la mano para alcanzar su teléfono celular, oprimiendo sencillamente el botón de encendido y apagado para que dejara de sonar.


—Buenos días, dormilón. —Un canturreo se alcanzó a escuchar luego de que pasaran algunos centisegundos. Youngmin reconoció la voz de inmediato, rememorando que había dejado a Kwangmin dormirse en su cama. Y vaya que había sido el colmo y un grandísimo error, pero también debía agradecer que por haberlo dejado no había tenido ningún otro conflicto.


A pesar de que Kwangmin fuese un chiflado, a la hora de dormir era demasiado quieto. Youngmin estaba agradecido por eso.


Ya listo para enfrentarse a la realidad, se permitió abrir los ojos lentamente, encontrándose con Kwangmin frente a él. Lo divisó, apoyando la cabeza en la misma almohada  que él y demasiado cerca, incluso podía escuchar su respiración y sentir el dióxido de carbono que salía de su boca entreabierta. Sus narices chocaban, y Kwangmin meneaba la cabeza para acariciarlo de esa forma.


—Buenos días —repitió el chiquillo, sonriendo y terminando por plantarle un beso en la mejilla,  Youngmin se congeló de pies a cabeza, prestando atención a la ingenua cara que el pelinegro le ponía.


Aquello sólo había sido un acto revelador. Ahora Youngmin estaba enterado de que su hermano daba besos de buenas noches y buenos días.


—¿Qué se supone que estás haciendo? —Cuestionó decidido, viéndolo a los ojos, tratando de encontrar explicación al brillo que los ojos de  Kwangmin reflejaban.


—¿Hacer de qué?


—Dar besos así como así —murmuró. No hacía falta gritar cuando lo tenía a una pulgada de distancia, cara a cara.


—A eso se le llama beso de buenos días —comentó Kwangmin, sonriendo un poco, lo suficiente para que los videntes supieran cuán feliz estaba en esa mañana a pesar de no haber comido sus preciadas almendras con chocolate.


—En la noche también lo hiciste


—Bueno, a eso se le llama beso de bunas noches —dijo animado, listillo.


—Sé cómo se le llama, pero ese no es el punto.


—¿El punto? —Dudó, juntando las cejas y apretando los labios hacia adentro, a manera de puchero.


—El punto es que no quiero que lo vuelvas a hacer


—¿Por qué no?


Youngmin cerró los ojos, frustrado.


—Porque no quiero —respondió sincero, abriendo los ojos de golpe para dar un punto final a toda la situación.


—¿Por qué no quieres? —Kwangmin se acercó un poco más sin desviar la mirada, simplemente así, tocando con su mano el cabello de su hermano lentamente, inspeccionando todo de él.


—¿Por qué no me escuchas, obedeces y mantienes la boca cerrada? —Espetó finalmente, alejándose del tacto del pelinegro. Se volvió hasta quedar sentado sobre la cama, en su lugar, y llenó sus pulmones de oxígeno, dando una gran inhalada.


—Porque es de mala educación dejar a la gente hablando sola, si dejo que hablen solos se verán como personas extrañas, y tú no eres extraño —dijo, levantándose un poco para hincarse en medio de la cama, a un lado de su hermano.


—Sólo cállate.


—Pero tengo hambre, prometiste comprar almendras con chocolate esta noche. Me siento triste. —Tocó su hombro con una mano y se inclinó para recargar su cabeza en el pecho de Youngmin.


—No pensé que llegaras a saber el significado de tristeza —contestó seco, sin apartárselo  todavía.


Kwangmin movió la cabeza de un lado a otro, frotándose contra la piel contraria, ronroneando. —Cuando siento que mi pecho está vacío, estoy triste. Cuando sientas que tu pecho está vacío, entonces estarás triste.


El rubio subió las manos y sujetó los brazos de su gemelo, aparándoselo. —Tú no lo entiendes, nunca entenderás lo que se siente estar triste. ¿Y sabes por qué? Porque eres un bueno para nada que no se esfuerza para tener las cosas, porque todo te dan en la mano. ¿Te sientes triste por no haber obtenido las almendras? ¿Sólo por eso estás triste? Qué tontería —escupió lo último, cabreado e irónico. Estaba molesto. Kwangmin lo irritaba de sobremanera.


Fugaz, Kwangmin lo miró a los ojos, fundiéndose en ellos. —Estoy triste porque no me quieres, he estado triste desde que dejaste de ir a casa, cuando nos abandonaste.


El efecto quejumbroso en la voz de Kwangmin fue suficiente para que el cuerpo de  Youngmin se llenara de inquietud y molestia. — ¿Abandonarlos? No…, yo no los abandoné. Ustedes lo hicieron, ustedes fueron los que me echaron a un lado. ¿Recuerdas cuando ella me encerró en el sótano? —Curveó los labios, sintiéndose terriblemente destruido—. Y apagaste las malditas velas de ‘nuestro’ pastel tú solo. Festejaste nuestro cumpleaños número 13 como si yo no existiera, ¿Sabes qué es eso? —Kwangmin entornó los ojos, encogiéndose en su sitio—. Lo que hicieron y lo que sentí, eso es tristeza, a eso realmente se le llama tristeza. Y cuando ella te festejaba no te escuchabas triste, estabas feliz. Estás muy lejos de saber lo que es y cómo se siente la tristeza. —Finalizando, se levantó de la cama y fue directo al baño para darse una ducha, dejando a Kwangmin completamente solo en la recámara.


Youngmin necesitaba relajarse, necesitaba disminuir el rencor que lo consumía a cada segundo.   


*


Ya con más calma, Kwangmin tomó un baño rápido, sufriendo porque ya llevaba mucho tiempo desde que no le tallaban la espalda. Luego de que su hermano saliera, Youngmin tuvo que prestarle ropa para que se cambiara, y también tuvo que llevarlo consigo al supermercado. Kwangmin había sido insistente al querer acompañarlo, y para callarle la boca tuvo que cargarlo con él.


El camino fue incómodo para Youngmin. No sólo era el hecho de ir junto al pelinegro en el auto, sino escucharlo cantar horriblemente todo lo que pasaban  en la radio. A Kwangmin le gustaba la música y cantaba aunque no se  supiera las canciones del todo, pero era bueno recordando el ritmo y en eso se basaba para balbucear las canciones. Se aprendía el coro de algunas porque era repetitivo, pero eso era lo único que sabía hacer, en lo que era experto.


Youngmin se preguntó si Kwangmin era bueno en algo más beneficioso, esperaba que no fuera un completo bueno para nada como hasta ahora parecía.  


Al llegar a la gran tienda, ambos comenzaron a andar por el pasillo de limpieza. Era absolutamente bueno que Kwangmin no hablara como un perico, la única molestia era que se agarraba de la manga de su suéter como un niño, Youngmin estaba seguro que el pelinegro quería agarrarle la mano para no perderse o sólo para sentirse protegido, pero no se lo permitiría.  


—Youngmin…Youngminnie…—murmuró, apretando la manga su suéter y jalándosela. Youngmin apretó los labios, formando una línea, irritado —. Estás caminando muy rápido.


Era cierto. Kwangmin caminaba muy lento a comparación, y no le importaba, lo único que quería era hacer las compras lo antes posible y que Kwangmin lo dejara de molestar.


Sonaba cruel y quizá lo era, pero Youngmin deseaba que esa tarde el mocoso se perdiera. Estaban bastante lejos de casa y Kwangmin había dado con él por una dirección anotada en un papel, sin saber cómo llegar, de hecho preguntando y guiándose con su lazo de hermandad, y ese papel ya estaba roto justo esa mañana por Youngmin cuando Kwangmin se duchaba. Lo que significaba que si Kwangmin  se perdía entonces no sabría llegar a la casa de su hermano, departamento que quedaba a treinta minutos de esa tienda a menos que recordara lo escrito en el ya inexistente papel.


 Youngmin no tenía idea, y tampoco le importaba preguntarle quién le había dado la dirección, no le interesaba.  Simplemente deseaba que su hermano desapareciera, por ello, sin importar estar en medio de las compras,  respiró profundo y lo mandó por unas cajas de cereal, apuntándoselas.


Kwangmin fue lentamente, buscando específicamente la marca que Youngmin le había pedido, pero no la hallaba, nunca la encontraría porque Youngmin se había encargado de pedirle algo que no vendían ahí. Pasó un minuto buscando el cereal, sin buenos resultados. Temía que Youngmin se molestara por no poder encontrarlo, por eso no salía del pasillo, pero ya había entrado en pánico al voltear por todos lados y no encontrarlo por ningún lado. Youngmin no estaba a su alrededor.


No estaba y no quería perderlo de nuevo, no estaba listo para eso. Corrió por todos lados, de punta a punta por el pasillo, soportando el doloroso golpeteo de su corazón contra sus costillas. Su garganta estaba seca y sentía que no podía respirar. Las lágrimas inundaban sus ojos y sus labios estaban húmedos por ellas, estaba comenzando a marearse por andar de un lado a otro con la vista borrosa por culpa del llanto, perdiendo el equilibrio.


Sus gemidos de dolor estaban mudos, haciéndolo atragantarse. Estaba perdido, nunca en su vida había estado solo fuera de casa, no sabía si quiera el nombre de las calles ni la localización de ese lugar. Su madre siempre lo había llevado a todos lados, de la mano, pero ahora estaba completamente solo, perdido.


¿Se había distanciado tanto de Youngmin? ¿Le había pasado algo a su hermano? No lo comprendía. Su miedo subió de nivel, haciéndolo llorar altamente esta vez. Su lloriqueo ya no era mudo, ahora no controlaba los jadeos nostálgicos que daba a conocer. Sus hombros subían y bajaban rítmicamente por el sentimiento de tristeza y desesperación que lo llenaba.  


—Tranquilo, muchacho, tranquilízate —decía una anciana, que se había acercado el chiquillo para ayudarlo. Kwangmin se abrazó a ella rápidamente, amenazando con no soltarla. No quería estar solo.


Entonces, un montón de gente se había reunido para ver lo que pasaba en el pasillo, despertando la atención de Youngmin que ya estaba dirigiéndose a la puerta de salida para irse y no regresar nunca más. Escuchar a Kwangmin llorar lo había estancado; lloraba de una forma que podía romper el corazón incluso hasta de la persona más fría. Era tanta inocencia y nostalgia junta, eso era Kwangmin en esos momentos, literalmente alguien indefenso que no buscaba engañar a nadie.


Youngmin giró y regresó hasta su hermano, caminando directo hacia él. Kwangmin se talló los ojos con las manos hechas puños indefensos y corrió hasta él para acortar la distancia que los separaba. Kwangmin lo abrazó, fundiéndose en su pecho, sin soltarlo.


—¿Cómo pudiste dejarlo solo? —La anciana reprendió al rubio, furiosa—. ¡Estaba muerto de miedo!


Sí, cómo podo hacer eso, también se lo preguntaba Youngmin.


—¡Él nunca me dejaría solo! —Defendió Kwangmin, abrazándolo con más fuerzas—. Él es el mejor hermano del mundo. ¡El mejor!


Youngmin tragó saliva duramente al escuchar aquello. Era tanta la inocencia de Kwangmin que incluso lo defendía a pesar de que lo había dejado solo, tramando con eso deshacerse de él.  En el pensamiento de Kwangmin, Youngmin era el mejor, podía tal vez no ser cierto, pero Kwangmin seguía creyéndolo así.


Ese día, Kwangmin hizo de las suyas para agarrar de la mano a su hermano, hasta estar en casa de nuevo. Toda la tarde, Youngmin lo escuchó comer rosetas de maíz mientras ambos veían la televisión.  A Kwangmin le gustaba mucho ver la televisión, más los programas coloridos, Youngmin lo observó toda la tarde, presenció toda su inocencia que no era fingida, sino real.


Kwangmin no podía ser tan malo como siempre creyó,  lo comprobó esa noche cuando al dormir, su hermano le dio un beso de buenas noches y le dijo algo que no sabía y que de alguna manera lo hizo sentir un poco mejor:


—Cuando cumplimos trece, mamá me dijo que no estabas en la casa y que no querías festejarlo con nosotros. Esperé a que llegaras ese día, pero nunca lo hiciste, entonces cuando apagué las velas pedí de deseo que la pasaras bien ese día aunque no estuvieras en casa.


Luego de esas palabras que significaban que Kwangmin no sabía que había sido encerrado en el sótano,  Youngmin sintió cómo el pelinegro se volteaba, agarraba su brazo y se abrazaba, como la noche pasada,  durmiéndose cómodamente, sabiendo que a las cuatro de la mañana podría comerse las almendras con chocolate que Youngmin le había comprado esa mañana.

Notas finales:

Gracias por todo, dejen reviews :P los amo.


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